Dos años después, la guerra de
Iraq agota el poder militar de EEUU
Por
Ann Scott Tyson (*)
The
Washington Post, 19/03/05
Reproducido por IraqSolidaridad, 29/03/05
Traducción de Paloma Valverde
"Una parte considerable del engranaje de los 'marines' y
del Ejército está en Iraq gastando hasta seis veces más de lo
normal. Las pérdidas de las batallas aumentan; el Ejército ha
perdido 79 aviones y varios tanques y vehículos 'Bradley' de combate.
'Estamos equipados al mínimo, se lo aseguro. Este Ejército inició
la guerra sin estar preparado', afirma ante el Congreso el general
Richard A. Cody, vicecomandante del Ejército."
Dos años después de que EEUU iniciara una guerra contra
Iraq con un despliegue de poder aplastante, un conflicto de guerrilla
está reduciendo los recursos del Ejército de EEUU y extendiendo un
manto de inseguridad sobre la capacidad de respuesta de todas las
fuerzas voluntarias, según dirigentes militares, legisladores y
expertos en defensa estadounidenses. Las inesperadas y firmes
exigencias de mantener los combates en tierra están forzando a
desplegar reservas militares y a enviarlas [a Iraq] más deprisa de lo
que pueden ser reemplazadas. Problemas en el reclutamiento y retrasos
en los equipamientos necesarios están pasando factura; un número
creciente de unidades han sido divididas o puestas a prueba con
reiterados re–despliegues, especialmente en la Guardia Nacional del
Ejército y en el Ejército de la Reserva.
"Lo que me mantiene despierto toda la noche es saber qué
aspecto tendrá esta fuerza de voluntarios en 2007", manifestó
esta semana en una sesión del Senado el general Richard A. Cody,
subdirector de personal del Ejército.
La guerra de Iraq también ha llevado a una drástica
disminución en la capacidad de respuesta de todas las fuerzas del
tierra estadounidenses para enfrentarse a las amenazas dentro y fuera
del país, obligando al Pentágono a aceptar riesgos nuevos, incluso
mientras los militares planifican una campaña global contra el
terrorismo que los responsables de la Administración dicen que podría
alargarse durante una generación.
Sin capacidad ante emergencias
Atrapado en Iraq y Afganistán, EEUU carece de la suficiente
capacidad para colocar un gran número de "botas sobre el
terreno" en caso de una emergencia en cualquier otra parte del
planeta, como podría ser en la península de Corea, según
manifiestan algunos legisladores republicanos y demócratas y algunos
dirigentes militares. Son escépticos respecto a la capacidad del Pentágono
para sustituir la fuerza aérea y naval, y están completamente
seguros de que lo que el país necesita es un Ejército mucho mayor.
"El Ejército estadounidense responderá si hay amenazas vitales,
pero ¿responderá con tantas fuerzas como sea necesario, con equipos
en excelentes condiciones? La respuesta es no" señala el senador
por Rhode Island Jack Reed.
Por supuesto, el Ejército también se ha beneficiado de los
dos años de reemplazo en las distintas zonas de guerra y, desde una
perspectiva histórica, se encuentra en una situación mejor de lo que
muchos analistas esperaban. Las tropas estadounidenses son las más
combativas que ha tenido la nación durante décadas y los niveles de
reenganche se han mantenido generalmente altos. La guerra además ha
traído consigo la innovación tecnológica al mismo tiempo que ha
proporcionado el momento para la reorganización de un Ejército que
en muchos aspectos estaba todavía diseñado para al Guerra Fría.
Además, los dirigentes militares están avanzando para
allanar el camino para aumentar las filas de forma temporal;
recomponer fuerzas para sumar a la Infantería y a la Policía Militar
soldados para [ocuparse de] asuntos civiles, y emplear a los civiles
en áreas donde sea posible. Ayer, responsables de Defensa se
preocupaban por el anuncio de que se elevaría la edad, de los
actuales 34 a los 40 años, para alistarse en la Guardia Nacional y
del Ejército de la Reserva. El Pentágono está gastando miles de
millones de dólares para arreglar y reemplazar el equipamiento
perdido en batallas y para comprar blindados, radios, armas y otros
equipos.
Sin embargo, tales soluciones llevan su tiempo y nadie,
incluidos responsables con trayectoria profesional, pueden predecir cuánto
tiempo podrán mantener las fuerzas de voluntarios este acelerado
ritmo de guerra. Particularmente el sistema de reclutamiento entorpece
a las fuerzas en su esencia. Pero volviendo al plan visto
mayoritariamente como económica y políticamente insostenible, los
dirigentes militares dicen que la seguridad de la nación se apoya en
la intensificación del apoyo al personal en el servicio militar:
"Si no hacemos bien esto, el riesgo es enorme", manifestó
el teniente general Roger C. Schultz, director de la Guardia Nacional,
la rama más afectada del Ejército.
El reclutamiento: un negocio difícil
A la caída de la noche [del 19 al 20] de marzo de 2003
comenzó la guerra de Iraq. El personal bajo mando del sargento
Spurgeon M. Shelley estaba cerca de la frontera con Kuwait, viendo el
resplandor anaranjado de los misiles que impactaban delante de ellos
mientras él guiaba un convoy de municiones para el Cuerpo de Marines
hacia al norte, tras el paso fronterizo. Conduciendo un sucio vehículo,
con su mascara anti–gas puesta y un traje protector de productos químicos,
Shelley decidió hacer lo que fuera necesario para regresar vivo y ver
a su hija Lena de dos años. "Voy a hacer lo que sea para
sobrevivir" se dijo a sí mismo.
Hoy Shelley presta servicio en lo que él denomina "un
hombre frente a un problema", en otro campo de batalla: una
oficina de reclutamiento de marines en Lexington Park, en el
condado de St. Mary (Maryland), con la misión de convencer a hombres
y mujeres jóvenes de que se alisten y probablemente ir a la guerra.
Hace poco, una noche tras haber realizado docenas de infructuosas
llamadas a estudiantes de secundaria, Shelley dijo que su trabajo de
reclutamiento era más penoso que el combate: "He escuchado más
veces 'no' de lo que lo escuchará un niño a lo largo de toda su
infancia", dijo. "Si tuviera pelo, me lo arrancaría".
El Cuerpo de Marines en activo y cinco o seis componentes de
reserva del Ejército han sido incapaces de lograr al menos alguno de
los objetivos de reclutamiento previstos para el primer cuarto del año
fiscal 2005, según el departamento de estadística del ministerio de
Defensa. Los recortes de personal en activo llegaron junto al aumento
de la preocupación entre los oficiales del Ejército y del Cuerpo de
Marines de que sus servicios corrían el riesgo de perder las cuotas
anuales de reclutamiento por primera vez en esta década.
Shelley, por ejemplo, ha reclutado a cuatro personas en cerca
de seis meses, a pesar de trabajar 16 horas al día. Preguntado por qué
el reclutamiento es tan difícil, da una rápida respuesta: "la
guerra".
Cada vez más, las encuestas muestran que la principal razón
de que los jóvenes estadounidenses mayores de edad, evitan el
servicio militar es que ellos (y en gran medida sus familiares) temen
que el alistamiento pueda significar un despliegue en zona de guerra y
la muerte o resultar heridos. Una encuesta demostró que estos temores
casi se han duplicando entre los encuestados entre el año 2000 y el
2004.
En realidad, los problemas de reclutamiento de hoy reflejan
una preocupación extendida que se remonta a la concepción de las
fuerzas de voluntarios en 1973, que un Ejército compuesto en su
totalidad por voluntarios no podría proveer las tropas adecuadas para
una guerra de larga duración en tierra.
Pero la confianza en la fuerza de voluntarios ha aumentado al
tiempo que ha ganado en disciplina y profesionalidad. Entre tanto, las
misiones lejanas incluso han proliferado mientras el tamaño del Ejército
disminuía drásticamente. El Ejército ha disminuido desde 40
divisiones en activo durante la guerra de Vietnam a 28 cuando la
Guerra Fría terminó, hasta las 18 de la actualidad.
El Ejército está intentando reconstituir las fuerzas,
aumentando temporalmente el número de efectivos en 30.000 soldados y
5.000 marines. Pero la guerra no es el único obstáculo. El
aumento de estudiantes universitarios y el mercado de trabajo en
expansión están dando a los titulados más posibilidades. "En
tiempos como estos, cuando el desempleo está alcanzado el cinco por
ciento, es cuando se alcaza un nivel crítico para los
reclutamientos", manifestó Curtis L. Gilroy, director de política
de acceso del departamento de Defensa.
Para lograr sus objetivos, el Ejército está considerando
aumentar los bonos de alistamiento hasta alcanzar los 20.000 dólares.
Ambos, el Ejército y el Cuerpo de Marines están alistando a cientos
de reclutas que "tendrán que trabajar muy, muy duro" dijo
Gilroy.
La situación de Shelley ejemplifica la presión de los
reclutadores actualmente. A las seis y media de la mañana consulta su
"plan de ataque", una hoja de papel en la que escribe lo que
hará hora a hora. Al medio día va a un restaurante de comida rápida.
Cuando los institutos terminan, a las tres menos cuarto, empieza a
llamar a los posibles reclutas a casa. Por la tarde, va a las
gasolineras o al 7–Eleven buscando jóvenes con los "trabajos
menos apetecibles". Por la noche sale un área de recreo hasta
las diez y media.
Por la noche, girando el volante de su Dodge Stratus con
la palma de la mano, Shelley pasa despacio delante un restaurante de
comida rápida. Observando los coches, deduce quien está en el
restaurante y si merece la pena entrar o no. Hace el último intento
del día con un joven con sobrepeso, que apila tomates en un
supermercado y regresa a su casa. "Mientras la guerra siga yendo
tan lentamente, el reclutamiento no mejorará", predice.
"Creo que irá cada vez peor", añade.
Crecientes demandas
Mientras el Ejército lucha por encontrar reclutas, se
produce una presión sin precedentes sobre los miembros en servicio y
sus familias.
Desde 2001, el Ejército estadounidense ha desplegado más de
un millón de tropas para las guerras de Iraq y Afganistán, con
341.000 tropas, casi un tercio, prestando servicio dos o más veces en
misiones en el extranjero. Hoy, una resistencia firmemente establecida
en Iraq tiene atrapados a 150.000 soldados estadounidenses, habiendo
causado al menos 1.500 muertos, más de 10 veces el número de muertos
en las principales operaciones de combate que el presidente Bush
declaró finalizadas el primero de mayo de 2003 [1].
Debido a la extensión de la violencia por parte de la
insurgencia, las fuerzas armadas estadounidenses, el Ejército y en
particular el Cuerpo de Marines, emparejadas con una coalición
extranjera menor de lo esperado, han tenido que mantener una fuerza de
17 brigadas en Iraq hasta ahora, en lugar de disminuir el número a
ocho brigadas o incluso retirase totalmente según los proyectos
militares iniciales.
El teniente general James J. Lovelace hijo, jefe de
operaciones del Ejército, es una especie de malabarista responsable
de repartir las limitadas unidades y el equipamiento y de priorizar qué
da a quién. Rodeado de ordenanzas en su oficina del Pentágono, el
graduado de West Point, originario de Richmond [Virginia] está
preocupado por los lejanos rincones desde los cuales el Ejército ha
tenido que reunificar sus fuerzas: "Hemos desplegado unidades de
la Vieja Guardia" dice, refiriéndose al primer despliegue jamás
llevado a cabo de la guardia ceremonial de Fort Myer, cuando una compañía
fue enviada a Djibouti el año pasado. "Hemos llegado hasta el
interior de Alaska y movido de allá nuestras fuerzas", dijo.
"¡Corea! ¿Quién habría pensado alguna vez haber desplegado
desde allí una formación de combate?" dijo, refiriéndose a una
brigada enviada desde Corea del Sur a Iraq [en 2005].
Hace dos años, el Ejército liberó a 2.500 reclutas de
forma que pudieron navegar con unidades tácticas, señalan oficiales.
Además, los marines enviaron menos grupos de reclutadores a
las escuelas porque se les necesitaba para operaciones militares.
Los porcentajes de reenganche, que han permanecido
inalterables pese a las largas campañas de guerra, sufrieron un pequeño
descalabro en el servicio activo del Ejército y de la Guardia
Nacional durante los primeros cuatro meses del año fiscal 2005. El Ejército
alcanzó el 94% de sus objetivos en el reenganche de soldados recién
alistados y llegó hasta el 96% entre aquellos que se encuentran en la
mitad de su carrera profesional. Un estudio anterior sobre las tropas
en Bosnia demuestra que inicialmente éstas eran más proclives a
reengancharse que aquellos que no habían servido fuera del país,
pero los porcentajes de reenganches cayeron en la misma medida en que
aumentaba el peligro y los despliegues [en el exterior].
"Me preocupan los soldados que han sido desplegados dos
y tres veces desde el 11–S", manifestó a la prensa el jueves
pasado el general Richard A. Cody, vicecomandante [segundo Jefe] del
Ejército.
Mientras completa las tropas para los despliegues, el Ejército
tiene que almacenar el equipamiento mínimo. Ha intercambiado entre
las unidades miles de cosas, desde radios hasta rifles, mandando
productos nuevos y esquilmado los stocks de tanques del Ejército,
[vehículos] Humvees y otros valores para equipar a las
unidades para el combate. "Los stocks del Ejército en el
Sudeste Asiático están agotados y también los de Europa",
manifiesta un oficial estadounidense. Apenas la mitad del equipamiento
almacenado en los barcos del Ejército y del Cuerpo de Marines ha sido
utilizado, dijo el oficial. Abastecer los almacenes debe esperar hasta
que la guerra de Iraq se sosiegue, manifiestan responsables de los
militares.
Mientras tanto, una parte considerable del engranaje de los marines
y del Ejército está en Iraq gastando hasta seis veces más de lo
normal. Las pérdidas de las batallas aumentan; el Ejército ha
perdido 79 aviones y varios tanques y vehículos Bradley de
combate. "Estamos equipados al mínimo, se lo aseguro. Este Ejército
inició la guerra sin estar preparado", dijo Cody en una
declaración reciente en el Congreso.
La prioridad de almacenar los escasos recursos de las
unidades desplegadas significa que las fuerzas que regresan a EEUU
–especialmente las unidades de reserva– están disminuyendo su
capacidad de intervención. En muchos casos están llegando al nivel
menor, el C4, debido a la falta de equipo que funcione, a que se
requiere entrenamiento o personal. "El Ejército informa que, en
conjunto, los niveles de preparación hoy son menores de lo que fueron
en el pasado", dijo Paul W. Mayberry, diputado para la
subsecretaría de Defensa para el Personal y el Entrenamiento.
El Pentágono afirma que con las rotaciones se mantienen
suficientes fuerzas preparadas y equipo pre–posicionado para manejar
una posible crisis en la península de Corea y otras contingencias,
pero los legisladores estadounidenses están preocupados. El senador
republicano John W. Warner afirna que en primer lugar está preocupado
por la capacidad de respuesta estadounidenses si "surge algún
problema en la península de Corea". El senador republicano por
Arizona John McCain pregunta: "¿Qué capacidad tenemos de
manejar otro conflicto importante?", y añade: "Es bastante
obvio que sería extremadamente difícil debido a la parte de nuestros
recursos implicados en Iraq y Afganistán. "¿Qué pasará si
estalla un conflicto con Corea del Norte o Irán?"
Sentir la presión
De todas las ramas de las fuerzas armadas de EEUU, la Guardia
Nacional y el Ejército de Reserva son los que más están sufriendo,
ya que son los que aportan entre una tercera parte y la mitad de las
tropas en Iraq, a pesar de los permanentes recortes en sus dotaciones
y equipamiento en el pasado. "Lo verdaderamente importante fue el
hecho de que nadie previó que nosotros tendríamos este nivel de
compromiso para la Guardia Nacional", que envió siete brigadas
de combate a Iraq y a Afganistán en el ultimo reemplazo, dijo Cody.
Debido a que el Ejército tradicionalmente ha aprovisionado al mínimo
a la Guardia Nacional y a las unidades de reserva, apenas contaban con
las tropas o el equipamiento necesarios cuando fueron movilizados.
Como resultado, un gran número de soldados y equipos fueron
trasladados de una unidad a otra o intercambiados para crear una
fuerza preparada para el despliegue. "Estábamos increíblemente
mal equipados antes de que la guerra comenzara. Esa situación no ha
mejorado. De hecho, cada día es un poco peor, porque seguimos con los
traslados", manifestaba este mes el teniente general Steven Blum,
jefe de la Oficinal de la Guardia Nacional ante el Congreso.
La continua división de las unidades está haciendo cada vez
más difícil para el Ejército reunir fuerzas viables entre las que
van quedando (la mayoría de las cuales poseen niveles de preparación
bajos), como muestran las cifras del Ejército. "Es un poco como
un queso suizo. Hemos hecho agujeros en las unidades"; dijo
Lovelace "Esos 'agujeros' son en la mayoría de los casos
esenciales y son difíciles de llenar".
La Guardia Nacional y el Ejército de la Reserva ya han
desplegado la práctica totalidad de sus fuerzas, necesarias para
combatir tanto la insurgencia en Iraq y Afganistán, como para la
inteligencia militar, los asuntos civiles, la infantería y la policía
militar, poniendo encima de la mesa la cuestión de si es sostenible
el límite, impuesto por del Pentágono, de dos años sobre la
movilización de los reservistas. "¿Podemos seguir haciendo esto
siempre? No, no podemos mantener esto con los niveles actuales [de
personal]", manifestó en una entrevista, Schultz, miembro de la
Guardia Nacional.
Señal de que los problemas aumentan es que los soldados de
carrera, frustrados por la fragmentación de sus unidades y los largos
servicios en duras zonas de guerra, están abandonando la Guardia
Nacional. La desmoralización entre los guardias de carrera está
llegando al 20 por ciento, manifestó Schultz, quien espera que hasta
un tercio de los miembros de algunas unidades abandonen el servicio a
su regreso de Iraq.
El reclutamiento es costoso, alcanzando el 75 por ciento del
objetivo para el primer cuarto del año fiscal 2005, lo que significa
que la Guardia Nacional es incapaz de alcanzar el número deseado de
350.000 soldados este año.
La viabilidad de la Guardia Nacional y del Ejército de la
Reserva resultará decisiva, manifestaron veteranos responsables del
Ejército, mientras consideran si aumentar en 2006, y de forma
permanente, el número de las fuerzas en activo, y si es así en cuánto.
También señala una prueba crítica para la capacidad del Ejército
de llegar a la población civil, no solo con ayudas económicas y
educativas, sino además con la ética de auto–sacrificio que se
considera la piedra angular de todas las fuerzas voluntarias.
"Las fuerzas voluntarias tienen que trabajar siempre, no solo en
tiempos de paz", indica Schultz. "Ahora es el momento de
responder al llamamiento para servir, [es el momento de] unirse al Ejército".
(*) Ann Scott Tyson es periodista del diario estadounidense The
Washington Post.
Nota
deIraqSolidaridad:
1. Véase en IraqSolidaridad: Los ocupantes: La fuerzas de
EEUU y sus aliados en Iraq. Este artículo
también está publicado en esta edición de Socialismo o Barbarie
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