La
vergüenza de EEUU, a dos años de la "misión cumplida"
Por
Robert Fisk
The
Independent, Londres
Reproducido
por La Jornada, México, 08/05/05
Traducción
de Gabriela Fonseca
A
dos años de la "misión cumplida", cualquier estatura moral
que Estados Unidos pudo haber reivindicado al concluir la invasión a
Irak, ésta se malgastó hace mucho ante las torturas, abusos y
muertes en Abu Ghraib. Que el símbolo de la brutalidad de Saddam
Hussein haya sido convertido, por los enemigos del ex dictador, en símbolo
de su propia brutalidad es un epitafio de singular ironía para toda
la aventura iraquí. Ya todos estamos contaminados con las imágenes
de crueldad durante los interrogatorios, empleadas por guardias y
comandantes de la prisión.
Pero
esto no sólo se limita a Abu Ghraib. Existen claros y comprobados vínculos
entre los abusos en Abu Ghrabi y la crueldad en la prisión
estadounidense de Bagram, en Afganistán, así como en Guantánamo.
Curiosamente, la general Janis Karpinski, única oficial de alto rango
que enfrentará cargos por Abu Ghraib, me confesó un año antes,
cuando visité la prisión, que ella había trabajado en Guantánamo,
pero me aseguró que en Abu Ghraib no tenía permitido estar presente
en los interrogatorios, lo cual me pareció muy extraño.
Ya
se ha acumulado gran cantidad de evidencia inculpatoria hacia el
sistema que los estadounidenses han creado para maltratar y torturar
prisioneros. Entrevisté a un palestino que me dio evidencia
contundente de violaciones anales usando palos de madera perpetradas
en Bagram por estadounidenses, y no por personal afgano.
Muchas
historias han salido de Guantánamo: la humillación sexual de
prisioneros musulmanes, quienes son encadenados a sus asientos en los
que defecan y orinan, el uso de pornografía para hacer que los
musulmanes se sientan impuros, las soldados que usan poca ropa para
hacer interrogadores (y que en al menos un caso, fingen embarrar la
cara de un prisionero con flujo menstrual). Cada vez hay más pruebas
de que todo esto ha ocurrido.
He
hablado durante horas con iraquíes que me han descrito con toda
sinceridad las aterradoras palizas que les propinaron interrogadores
militares y civiles, no sólo en Abu Ghraib, sino en bases
estadounidenses en todo Irak. En un campamento estadounidense en las
afueras de Fallujah, los prisioneros son golpeados con botellas de
agua de plástico llenas, hasta que éstas se rompen y cortan la piel.
En la prisión de Abu Ghraib se ha usado perros para asustar y herir a
los reclusos.
¿Cómo
se enraizó esta cultura inmunda en la "guerra contra el
terror" de Estados Unidos? ¿Cómo se origina la injusticia
institucionalizada que hemos visto en todo el mundo, las viles
"entregas" de prisioneros en que desde Estados Unidos los
presos son trasladados a países donde pueden ser rostizados,
electrocutados o, como sucede en Uzbekistán, fritos vivos en grasa?
Como
escribió Bob Herbert en el diario The New York Times, lo que parecía
inconcebible cuando salieron a la luz las primeras fotografías de Abu
Ghraib, es ahora rutina que es típica desde que se "permeó a
las operaciones de la administración del presidente George W. Bush".
La
organización Amnistía Internacional, en escalofriante documento de
200 páginas publicado en octubre pasado, rastreó los memorandos del
secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, que se adoptaron dentro de los
sistemas de interrogación, así como una autorización de practicar
tortura, redactada de forma escurridiza.
Por
ejemplo, en agosto de 2002, a sólo unos meses de que Bush declaró la
"misión cumplida", el Pentágono afirmó que "con el
fin de respetar la autoridad constitucional del presidente para
comandar una campaña militar (la ley estadounidense que prohíbe la
tortura) debe considerarse inaplicable durante interrogatorios
llevados a cabo en atención a la autoridad del comandante en
jefe". ¿Significa esto que se le dio permiso a Bush de torturar?
En
2004, un reporte del Pentágono usa una redacción diseñada para
permitir a los interrogadores usar la crueldad sin correr el riesgo de
enfrentar futuras acciones judiciales: "aun si funcionario sabe
que un dolor severo será el resultado de sus acciones, si causar daño
no es el objetivo, no existe el requisito específico de la intención
(para ser culpable de ejercer la tortura), aun si el que interroga
admite no haber actuado de buena fe".
El
hombre que institucionalizó directamente los crueles interrogatorios
en Abu Ghraib fue el mayor general Geoffrey Miller, quien era
comandante en Guantánamo hasta que fue enviado a Abu Ghraib con orden
de "aumentar la eficiencia en las operaciones de
confinamiento".
A
esto siguió un incremento en el uso doloroso de esposas y la desnudez
forzada de los prisioneros. En un reporte de Miller que siguió a su
visita a Abu Ghraib en 2003, el mayor general habla de la necesidad de
una fuerza en el penal que "implante las condiciones para la
interrogación y explotación exitosa de los reclusos".
Según
la general Karpinski, Miller afirmó que los prisioneros "son
como perros, y si se les permite sentirse algo más que perros, se ha
perdido el control sobre ellos".
Este
legado presente en todas las prisiones del territorio iraquí es un símbolo
vergonzoso no sólo de nuestra crueldad sino de nuestro fracaso al
crear las circunstancias en las que el nuevo Irak deberá tomar forma.
Se pueden celebrar elecciones y crear un gobierno, pero cuando la
permite que esta podredumbre militar se extienda, todo el sentido de
la democracia se voltea. El "nuevo" Irak aprenderá de estos
centros de interrogación cómo deben ser tratados los prisioneros,
inevitablemente los "nuevos" iraquíes se apropiarán de Abu
Ghraib y le devolverán el estatus que tenía durante el régimen de
Saddam, y todo el propósito de la invasión (o al menos lo que nos
dice la versión oficial) se habrá perdido.
La
insurgencia es cada vez más inescrupulosa e imposible de controlar;
es obvia lo vacío de la estúpida bravata del presidente Bush.
Pareciera que la verdadera misión era institucionalizar la crueldad
en los ejércitos occidentales, manchándonos para siempre con la
depravación de Abu Ghraib, Guantánamo y Bagram, sin mencionar las
prisiones secretas que ni siquiera se permite a la Cruz Roja visitar y
en las que quién sabe qué vilezas se estén cometiendo en estos
momentos.
Me
pregunto cuál irá a ser nuestra próxima "misión".
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