Aproximación
estadística a la tragedia
Por Niko Kyriakou
Inter Press Service (IPS), 13/05/05/
Naciones
Unidas. Los niños y niñas son los que llevan la carga más pesada de
la miseria en Iraq, según el primer análisis estadístico sobre las
condiciones de vida de la población en ese país, realizado por la
ONU.
El
Informe sobre las Condiciones de Vida en Iraq (ILCS), basado sobre
información de 22.000 hogares, es la primera descripción estadística
sobre condiciones de vida en el país realizada en muchos años.
Funcionarios
de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) consideran que el
estudio será fundamental para determinar los pasos a dar en los próximos
años en el proceso de reconstrucción del país.
”Este
informe muestra una situación bastante trágica sobre la calidad de
vida en Iraq”, dijo el ministro de Planificación, Barham Salih,
tras conocerse el informe realizado en conjunto por el Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el gobierno iraquí.
Las
encuestas fueron realizadas en los hogares el año pasado. Los
indicadores analizados son, entre otros, salud, empleo, vivienda,
acceso a servicios públicos, educación, ingreso y muertes
relacionadas con la guerra.
El
informe calcula la cantidad de iraquíes muertos desde la invasión de
2003 entre 18.000 y 29.000. Doce por ciento de esas muertes –entre
2.100 y 3.500– corresponde a menores de 18 años.
En
un país donde casi la mitad de los 27,1 millones de habitantes tienen
menos de 18 años, algunas de las conclusiones más conmocionantes del
estudio se refieren a niños y jóvenes.
Casi
uno de cada cuatro niños y niñas de entre seis meses y cinco años
sufren desnutrición crónica, lo cual implica diversas atrofias, según
el estudio.
Más
de uno de cada 10 sufren desnutrición general –un peso menor al
correspondiente a su edad–, y otro ocho por ciento tienen desnutrición
aguda, es decir que su peso es menor al correspondiente a su altura.
En
algunas áreas del país, la desnutrición aguda alcanza a 17 por
ciento de los niños y niñas, y las atrofias a 26 por ciento, indica
el estudio. La mortalidad infantil ha crecido constantemente en los últimos
15 años: hoy, 32 de cada 1.000 nacidos vivos mueren antes de cumplir
un año.
Por
añadidura, 37 por ciento de los jóvenes con instrucción en centros
de enseñanza secundaria o universitaria están desempleados, y apenas
83 por ciento de los niños y 79 por ciento de las niñas en edad
escolar asisten a clase.
La
gravedad de las cifras sobre mortalidad y la desnutrición infantiles
dejan en evidencia que ”el sufrimiento de los niños a causa de la
guerra y el conflicto en Iraq no se limita a aquellos heridos o
muertos directamente por actividades militares”, sostiene el
estudio.
La
diarrea, por ejemplo, mataba a dos de cada 10 niños fallecidos antes
de la guerra del Golfo de 1991, y luego de la conflagración esa
proporción se duplicó.
Mientras,
la guerra causó daños a 25 por ciento de las viviendas rurales del
norte del país, y en provincias como la de Sulaimaniya, resultaron dañadas
49 por ciento de los hogares.
El
informe también revela disparidades entre las áreas rurales y
urbanas en materia de acceso y suministro de servicios y de
infraestructura.
Alrededor
de 47 por ciento de las viviendas urbanas, pero solo tres por ciento
de las rurales, están conectadas a la red de saneamiento.
Por
otra parte, los habitantes de más de 80 por ciento de los hogares
urbanos pueden llegar en menos de media hora a escuelas secundarias,
centros de salud, farmacias y estaciones de policía, proporción que
se reduce a 60 por ciento en las áreas rurales.
Las
viviendas rurales tienden a estar más superpobladas que las urbanas,
así como a tener en las cercanías un depósito abierto de aguas
residuales.
Ochenta
por ciento de los iraquíes acceden a agua potable por cañerías,
pero en áreas rurales solo 43 por ciento disponen de ese servicio.
El
servicio de agua de cañería está disponible para la mayoría de la
población, pero buena parte del líquido no está en buenas
condiciones sanitarias y un tercio de los hogares reciben un servicio
inestable.
Esto
forma parte de un panorama generalizado: la infraestructura de
servicios existe, pero no funciona, sostienen los autores del informe.
El
régimen del hoy detenido Saddam Hussein construyó buena parte de las
redes de servicios del país –sistemas de agua y saneamiento y de
distribución de electricidad, por ejemplo–, pero éstas sufren
graves deterioros, indica el estudio.
Alrededor
de 98 por ciento de los hogares cuentan con electricidad, por ejemplo,
pero 78 por ciento aseguran que el suministro es inestable.
Las
instalaciones clave han sido dejadas de lado durante años de
sanciones internacionales que aislaron al país en los años 90 y de
políticas económicas descriptas en el informe como mal concebidas.
La infraestructura sufrió los daños de tres guerras y las
subsiguientes olas de saqueo.
La
renovación de esos sistemas es uno de los mayores desafíos en el
proceso de reconstrucción de Iraq, advierte el estudio.
El
Banco Mundial y la ONU calcularon que Iraq necesitará en los próximos
cuatro años 36.000 millones de dólares para su reconstrucción.
Ningún
otro informe sobre las condiciones de vida de la población iraquí
había cubierto todas las provincias y gobernaciones. Además, los
datos sobre la septentrional región de Kurdistán era muy escasa,
dijo Mehdi Al–Afidh, ministro de Planificación del gobierno
interino que estuvo en funciones hasta este mes.
El
Ministerio de Planificación supervisó la labor de la agencia a cargo
del estudio, la Organización Central de Estadísticas y Tecnología
de la Información. La organización no gubernamental noruega Fafo–AIS
entrenó al equipo del organismo y procesó los datos.
”Después
de 10 años en que las condiciones de vida de los iraquíes no pudo
ser estadísticamente analizada, el gobierno y sus socios en la ONU
realizaron un gran estudio, y a pesar de la mala situación de la
seguridad”, dijo Al–Afidh.
Lo
sorprendente es que el estudio pudiera completarse, dijo el portavoz
del PNUD Dan Shepard. ”Iraq no constaba en los informes del PNUD en
15 años porque no había datos confiables”, explicó.
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