Detenidos
en el país cautivo (I)
Testimonios
de prisioneros iraquíes en las prisiones estadounidenses en Iraq
Por
Imán Ahmad Jamás (*)
Bagdad,
30/05/05
IraqSolidaridad,
02/06/05
Traducción
del inglés de Sinfo Fernández
"El
abogado de Huda nos advirtió para que no habláramos delante de sus
hijas de las torturas que había padecido en Abu Ghraib, porque Farah
y Nur no sabían nada de ese tema. Había 14 mujeres con ella, con las
manos y las piernas atados, encapuchadas, y confinadas en minúsculas
celdas. Les ordenaron que se encargaran de la limpieza. Pero la
experiencia más dura en la cárcel para Huda fue cuando le arrojaron
encima el cadáver de su hermano. Estaba desnudo y cubierto de
hematomas."
El
16 de julio de 2003, a las 10:30 de la mañana, Basim Dawud Darob,
salió de su casa en Tadyi, que se encuentra cerca de una base militar
de EEUU al norte de Bagdad, para ir a su trabajo en el mercado del
pueblo, cuando vio delante de él un convoy estadounidense. No se
asustó ni se preocupó. Siguió caminando hasta que llegó hasta
ellos, y entonces le ordenaron que se levantara la camiseta, que se
diera la vuelta y que levantara las manos. Así lo hizo. Le
registraron el cuerpo hasta por entre los dedos de los pies. Después
le dijeron que se sentara. Tres coches se acercaron, les registraron y
les dejaron ir. A Basim le esposaron las manos y le metieron en su vehículo.
Cuando preguntó por qué le hacían eso, un soldado le dijo que
preguntara al oficial. El oficial le dijo: "Estabas intentando
atacar las torres de la base militar". "Pero si estoy
desarmado", dijo Basim. El oficial no le contestó.
Basim,
de prisión en prisión
Basim
pasó, durante los 19 meses siguientes, por muchas de las prisiones
estadounidenses en Iraq. Nos relata los absurdos, los malos tratos y
las humillaciones que vio en las prisiones. Fue liberado muchas veces,
pero nunca llegó a salir de la prisión. Pasó días con los ojos
vendados, las manos esposadas, sin ni siquiera saber por qué. Una
mujer soldado llamada Tane o Tain, que le investigaba, le dijo que había
atacado el vehículo estadounidense. Cuando él le preguntó que con
qué arma, ella le dijo que ya la encontrarían. Basim confiaba tanto
en su inocencia que le sugirió un examen de sus huellas dactilares.
Naturalmente, el resultado fue positivo. Basim le dijo con sarcasmo a
Tane que "[...] o miente el ordenador o mientes tu". Ella se
puso como loca y empezó a gritarle; pero Basim fue llevado a la celda
de nuevo.
Por
alguna razón desconocida, fue enviado al campamento militar de Tikrit.
Le sangraban las manos a causa de lo apretadas que le habían puesto
las esposas; le tuvieron durmiendo sobre grandes guijarros calientes,
sin comida, sin agua. Cuando un día oyó que le nombraban, comprendió
que por fin iban a liberarle. Pero fue enviado a la prisión del
Aeropuerto [internacional en Bagdad], Camp C, donde de nuevo tener
agua era un sueño, tanto para beber como para asearse, y en julio el
termómetro alcanza los 55 grados a la sombra. "Pero lo peor de
todo eran los guardia iraquíes, tan obscenos y sucios, que eran
antiguos criminales", recuerda Basim. Entonces fue enviado a
Nasiriya, en el camino a Basora, donde fue internado en Camp Bucca
durante cuatro meses.
"La
comida eran tan mala que te ponías enfermo tan sólo con olerla, sin
necesidad de comerla. Hacía mucho calor en el interior de las tiendas
de plástico, el sol ardiente del desierto te quemaba. Pero las
tormentas de arena hacían imposible salir fuera. Teníamos dos
comidas al día, sólo podíamos ir al baño dos veces al día. Pero
éramos 600 teniendo que ir al baño en media hora. Cuatros meses
después, me dijeron que iban a liberarme. Pero ese mismo día, me
indicaron que lo sentían y me internaron de nuevo diciendo que no había
coche, yo les dije que podía llegar andando hasta Bagdad [a unos 500
kilómetros], pero fue inútil.
No
hubo ninguna investigación en Camp Bucca, sólo esperar y esperar, y
aguantar los castigos colectivos. Pero en la prisión de Abu Ghraib
fue peor. Fox y Casey eran unos miserables."
-
¿Quiénes eran?
-
Una mujer y un hombre soldados. Para ellos no éramos más que unos
criminales. La comida era horrible, pero la comíamos. En una ocasión
nos trajeron pollo, no podía dar crédito a mis ojos. Pero cuando
empecé a comerlo me di cuenta de que tenía gusanos, me lo comí, no
importaba nada. El castigo más común era quitarte la comida, el
agua, y dejar el baño sin limpiar durante dos semanas. Era horrible.
Sólo había un servicio para 600 prisioneros. Tener diarrea era una
dolencia normal; había colas ante la puerta del doctor
El
14 de diciembre de 2003, a Basim le dijeron de nuevo que iban a
liberarle, pero no se lo creyó. Fue enviado de nuevo a Camp Bucca.
Tuvo la primera visita de su familia el 15 de abril de 2004, diez
meses después de haber sido arrestado. Basim no fue torturado, pero
presenció cómo sí lo eran muchos prisioneros. Una mujer soldado se
orinó encima de un hombre religioso con barba y le violó. Después
de eso, él no volvió a pronunciar ni una palabra, no habló más con
ningún prisionero. La forma como registraban a los prisioneros era
muy humillante. Les ordenaban que se quitaran las ropas y les hacían
postrarse (como si orasen) y buscaban entre las nalgas. Los
prisioneros hicieron una manifestación para protestar por esos
registros, y entonces les permitieron tener puestos los calzoncillos
pero tenían que llevarlos muy apretados para que se les notaran los
órganos sexuales.
En
julio de 2004, Basim consiguió otra liberación, esta vez bajo
fianza. El problema era cómo avisar a su familia. Le dieron ropa
nueva e incluso le dijeron que se afeitara para irse fuera pero tuvo
que esperar hasta el mes de diciembre a que la documentación
estuviera preparada.
-¿Escuchaste
algún comentario sobre si había mujeres prisioneras?
-
Las vi. Una era muy mayor. Estaba arrestada porque querían atrapar a
su hijo que era un oficial militar. Estaba llorando todo el tiempo.
Organizamos una manifestación por ella y nos prometieron liberarla.
Pero cuando nos llevaron a la prisión del aeropuerto, la vimos allí.
Había quince mujeres en la prisión del aeropuerto. Las vimos cuando
se las llevaban para investigarlas. Sus guardianes eran hombres, pero
para los hombres prisioneros, ponían mujeres guardianas, pienso que
hacían eso de forma deliberada. Saben que somos una sociedad
conservadora; muchas mujeres soldados abusan sexualmente o humillan a
los prisioneros, por ejemplo, poniéndoles la bota sobre la cabeza.
-¿De
qué te acusaron?
-
De atacar un convoy militar, pero no se tomaban en serio el hecho de
acusar a alguien de haber hecho algo. Muchos prisioneros no tenían
cargo alguno; si hacías una apelación no podías poner nada. He
visto muchos casos así.
-¿Cómo
te sientes, después de pasar 19 meses en prisión sin haber hecho
nada?
-
No sabría qué decir, no puedo expresar más que amargura. Muchas
cosas han cambiado. Hay muchas prisiones nuevas llenas de gente
inocente. Dicen que en total hay de 9.000 a 10.000 prisioneros en las
prisiones [1]. Puedo asegurarle que hay entre 90.000 y 100.000.
-
¿No tienes miedo?
-
No, soy inocente.
Huda
al-Azawi, víctima de un chantaje
Huda,
de 43 años, está actualmente en la cárcel por tercera vez, su
historia es bien conocida, no sólo dentro de Iraq. Es una gran
tragedia de toda una familia. El hermano de Huda, Iyad, murió
torturado en la base militar estadounidense de Adamiya [en Bagdad] en
diciembre de 2003. Su cuerpo se encontró tres meses después en la
morgue de Bagdad entre los cadáveres sin identificar. Su hermana
Nahla fue arrestada con ella en diciembre de 2003 y estuvo en prisión
durante ocho meses. Su hermano Ali está desde hace año y medio en
Camp Bucca. Su sobrino, Muhammad, ha sido arrestado con ella ahora, y
está en Abu Ghraib. Su otro hermano, Mo'taz, fue liberado tras pasar
15 meses en Camp Bucca.
Su
problema es que ellos son una familia acomodada. Se negaron a que les
chantajearan. Huda es una mujer de negocios. Es contratista. Según su
hija Farah, de 23 años, un colaboracionista le pidió que le pagara
20.000 dólares; ella se negó y por eso él dio malos informes sobre
ella a los estadounidenses y fue arrestada en diciembre de 2003. Después
de ocho meses de torturas, malos tratos y golpes (cuando fue liberada
su brazo derecho estaba roto) en Abu Ghraib, el general estadounidense
le pidió excusas, diciendo que lo sentía, que su expediente estaba
limpio, que las investigaciones habían probado que ella era inocente
de la acusación de financiar a la resistencia y de que había sido víctima
de calumnias.
"Era
otra mujer cuando fue liberada en julio del pasado año", dice
Farah. El 17 de febrero de 2005, a las 02:30 horas de la madrugada, su
casa fue asaltada por la Guardia Nacional iraquí junto con las tropas
estadounidenses. Les atacaron con bombas sonoras, gases lacrimógenos,
rompiendo las puertas, ventanas y muebles. Les confiscaron todos los
documentos personales y profesionales, los ordenadores, el dinero, la
joyería y el coche. Las sillas todavía estaban cubiertas de trozos
de cristal cuando visitamos su casa. La hija más joven, Nur, de 14 años,
fue abofeteada numerosas veces por uno de los guardias nacionales
iraquíes porque lloraba cuando intentaron separarla de su hermana
Farah. Las estuvieron insultando de forma muy desagradable.
"Pero
todo eso no es el problema", insiste Farah, "el problema es
que mi madre se encontraba enferma cuando fue arrestada en febrero, le
habían hecho una operación en una axila y todavía no le habían
quitado los puntos de sutura. Le ataron los brazos por atrás de forma
muy apretada, ella lloraba y le ataron también los pies y la
encapucharon. No se llevaron las medicinas que necesitaba". Farah
prosigue:
"Después
del arresto, la busqué por todas partes. No tenía ni idea de dónde
podía estar hasta que mi primo, que fue arrestado la misma noche que
ella, fue trasladado del aeropuerto a Abu Ghraib y le fuimos a
visitar, no dijo que la tenían confinada de forma aislada en el
aeropuerto."
Cuando
estábamos en la casa de Huda entrevistando a Farah, el Comité
Internacional de la Cruz Roja llamó desde Amán para informar que su
madre había enviado la primera carta desde que fue arrestada hacía
dos meses. Había un profundo sentimiento de resignación en ella.
Huda decía que ese debía ser su destino, pedía a sus hermanas que
se cuidaran y fueran valientes, que trataran de ayudarla. Que estaba
muy cansada y no se sentía bien, pero que no necesitaba ropas o
comida, que estaba en el aeropuerto, que le habían dado el mismo número
que en su primer arresto.
-¿Cómo
fue arrestada la primera vez en 2003?
-
Ella misma fue a la base estadounidense. Después de que los soldados
de EEUU vinieran muchas veces a nuestra casa para hacer preguntas,
decidió ir y hablar con el comandante estadounidense mismo. La
arrestaron allí y no la liberaron hasta después de ocho meses,
psicológicamente destruida. No supimos nada de ella hasta seis meses
más tarde".
El
abogado de Huda nos advirtió para que no habláramos delante de sus
hijas de las torturas que había padecido en Abu Ghraib, porque Farah
y Nur no sabían nada de ese tema. Había 14 mujeres con ella, con las
manos y las piernas atados, encapuchadas, y confinadas en minúsculas
celdas. Les ordenaron que se encargaran de la limpieza. Pero la
experiencia más dura en la cárcel para Huda fue cuando le arrojaron
encima el cadáver de su hermano. Estaba desnudo y cubierto de
hematomas.
Abu
Hind, un sospechoso
Abu
Hind es un viudo de mediana edad que fue arrestado en dos ocasiones
durante períodos cortos de tiempo, una vez más sin saber la razón.
Pero nunca había imaginado que pudiera ser arrestado sencillamente
porque está paralizado y se mueve en una silla de ruedas desde hace
24 años. Fue herido en 1981 en la guerra Irán-Iraq. Vive con dos
hijas adolescentes en un pueblo situado al norte de Bagdad.
La
primera vez que fue arrestado volvía con rapidez del mercado con su
hija menor y se encontró con que su casa había sido asaltada y
estaba rodeada por jeeps militares y decenas de soldados. Le acusaron
de haber atacado un convoy militar. Fue liberado después de tres días
porque su salud se deterioró; también padece de problemas en el riñón
y de escaras.
La
segunda vez tuvo lugar un mes después. Fue arrestado en la Zona
Verde, y en esta ocasión fue golpeado y torturado. Le preguntaban
sobre las armas que habían encontrado cerca del río. Le patearon la
cara y le desgarraron la boca haciéndole sangrar. Aunque era
invierno, le arrojaron agua helada sobre el cuerpo desnudo. Después
de seis días de tortura, le dio un colapso. Cuando le liberaron se
estaba muriendo. Le arrojaron en una estación de coches.
-¿Por
qué crees que vinieron a por ti?
-
Creo que por mi aspecto, ya sabes lo que piensan cuando te ven con
barba. Decían eso. Me preguntaba por los terroristas. Les dije que
desde que fui herido en la guerra, era muy complicado para mí ir bien
arreglado. Arrestaron a mucha gente conmigo, pero me liberaron al ver
que me moría. Lo que no entiendo es por qué asaltan las casas con
tanta violencia. No necesitan hacerlo así. Estuvieron apuntándome
con sus armas, y sólo soy un inválido, no puedo ni siquiera ponerme
la ropa solo.
Nota
de IraqSolidaridad:
(*)
Iraquí, de 49 años, de profesión periodista, traductora y escritora
de cuentos, Jamás dirigió desde su creación en junio de 2003 y
hasta junio de 2004 el Centro en Bagdad del Observatorio de la Ocupación.
Desde el Observatorio y junto a un reducido equipo de profesionales
locales ha llevado a cabo la tarea de documentar a través de informes
elaborados sobre el terreno los efectos devastadores de la invasión y
ocupación estadounidense durante el primer año de la ocupación en
diversos sectores de la sociedad iraquí. En la actualidad Jamás
participa activamente en el movimiento asociativo de mujeres iraquíes.
1.
Sobre estimaciones de presos iraquíes véase en IraqSolidaridad: EEUU
amplia los centros de detención en Iraq ante el incremento de presos
acusados de relación con la resistencia | Matt Kelley: El número de
prisioneros iraquíes alcanza los 10.500, según el Pentágono - Nueva
revuelta en el campo de detención de Camp Bucca | Informe de 'Human
Right First' "Tras la alambrada" (y II): Los presos bajo
control de EEUU en Iraq: indefinición jurídica y opacidad
|