Carta
abierta de un ex militar a los soldados de EEUU en Afganistán e Irak
Sobre
la lealtad
Por
Stan Goff (*)
CounterPunch
/ Rebelión, 18/06/05
Traducido
por Germán Leyens
Fui
soldado casi todo el tiempo entre 1970 y 1996. Me retiré de la 3ª de
las Fuerzas Especiales en Fort Bragg. También serví en la 7ª de las
Fuerzas Especiales, en tres misiones con los Ranger, con Delta durante
casi cuatro años, como Scout de la Caballería durante un tiempo, y
en la 82ª División Aerotransportada como soldado de infantería.
Comencé mi carrera en Vietnam con la 173ª Brigada Aerotransportada.
Abusamos
de nuestra fuerza en ocho sitios distintos en el Este Asiático,
Latinoamérica y África, apuntando a la gente con fusiles. Como
ustedes, fui un instrumento de la política exterior estadounidense
– una política controlada, entonces y ahora, por los ricos.
Durante
esa carrera militar, escuché todo lo que ustedes han escuchado y sentí
todo lo que ustedes han sentido sobre la “lealtad”.
Harto
peliagudo este asunto de la lealtad…
Estos
días, cuando hablo con algunos de ustedes, o cuando escucho
conversaciones grabadas con ustedes, oigo a muchos que tienen reservas
muy serias sobre estas guerras de ocupación. Yo tuve más que
reservas desde el primer día sobre Irak y Afganistán, y me opuse con
todo lo que pude, como lo hicieron millones de personas en todo el
mundo.
Pero
el pedazo de mierda, falto de cerebro, en la Casa Banca, que es
legalmente tu jefe, y todos sus manipuladores, comenzando por el
vicepresidente Dick “Halliburton” Cheney te enviaron a pesar de
todo para que hagas lo que estás haciendo.
Se
auto-convencieron para llegar a creer que esto sería – y así lo
dijeron – un baile. Se rodearon exclusivamente de gente que repetía
lo que querían, y castigaron y vilipendiaron y aislaron a cualquiera
que dijera algo que no querían escuchar. Porque hace años que habían
decidido que realizarían estas invasiones, y con los ataques del 11
de septiembre – en los que el papel de Irak fue exactamente nulo –
pensaron que era su oportunidad para realizar el re-despliegue de las
antiguas fuerzas armadas de la Guerra Fría en su nuevo plan de
construir bases permanentes en Asia del Sudoeste. Ya que se habían
decidido, no quisieron oír nada aparte de guiones halagüeños para
sus planes, porque esos gángsteres pijos, de mentes rastreras, son
como niños mimados que no pueden permitir que nadie destruya sus
fantasías de emperadores de pacotilla.
Pero
al ser destruidas esas fantasías por las realidades que habían
tratado de evitar con tanto esfuerzo, continuaron con su sombría
agenda a pesar de las peores consecuencias, porque no son ellos los
que pagan por esas consecuencias.
Si
pudiese salirme con la mía, le entregaría rifles de asalto a toda
esa pandilla arrugada y consumida, con sus uñas arregladas, los pondría
a bordo de un transporte de la Fuerza Aérea, les apretaría las
correas de sus paracaídas de línea estática, y les daría una
patada en sus lamentables culos a 300 metros por sobre el centro de
Ramadi – donde puedan librarse de sus arneses en plena calle y
explicar la democracia a la gente del lugar.
Pero
eso no es más que despotricar, porque los desprecio tanto. Odio a la
gente que se sale con la suya con cualquier mierda sólo porque tiene
dinero y poder. Y odio a la gente que sacrifica las vidas de otros
para ampliar o proteger ese poder.
Pero
no te cuento nada nuevo. Ustedes ya han llegado a saber lo que
generación tras generación ha aprendido por el camino más difícil.
Cuando los ricos inician sus guerras, no son los ricos los que son
enviados al combate. Sí, unos pocos llegan a pasar un tiempo como
parte de su preparación para una carrera política, pero sabemos quiénes
son los que soportan la parte dura.
Y
en estas conversaciones que muchos de ustedes tienen conmigo y con
miles de otras personas, escuchamos lo que ustedes dicen – más y más
a menudo en la actualidad – que ustedes saben que esta guerra está
mal, pero que tienen que “cumplir con su tarea” porque son leales
a sus compañeros, porque piensan que tienen que respaldarlos; y
porque si ustedes no van, otros tendrán que hacerlo. Y respeto ese
sentimiento.
Pero
tengo que cuestionar este asunto de la lealtad, y lo hago por respeto
hacia ustedes, y porque me preocupo por ustedes, y porque mi propio
hijo está allí en su segunda tanda.
Un
joven amigo mío, Patrick Resta, que recientemente volvió de Irak, y
que es ahora miembro de una organización llamada Veteranos de Irak
Contra la Guerra, me dijo hace poco: “El sargento de mi sección
trató de hacer que violáramos la Convención de Ginebra, y cuando
nos resistimos, nos amenazó con castigarnos. Nos dijo que ‘la
Convención de Ginebra no existe en Irak, y eso ha sido establecido
por escrito a nivel de la Brigada’”.
Todos
ustedes saben que eso es una inmundicia, y por si no lo sabían, permítanme
que les dé una noticia urgente sobre algunos – no todos, pero
algunos – que viven en el ejército, y esto proviene de uno de
ellos. Hay quienes son más estúpidos que la mierda de un perro.
Algunos de ellos dicen cosas de las que no tienen ni la más mínima
idea. Algunos de ellos dicen cualquier idiotez para que hagas lo que
quieren.
Pero
luego hay que agregar que hubo un memorando que llegó de arriba y que
sugería que las Convenciones de Ginebra no eran válidas en Irak.
Pero no provino del nivel de una Brigada; provino de la maldita
oficina de George W. Bush. Y es una mentira. Por eso se sentaron allí
frente al Congreso antes de que convirtieran al autor de ese memo en
Ministro de Justicia de EEUU – métete eso en la cabeza – y
negaron que lo dijeron en serio.
Pero
es una mentira.
No
tienes que obedecer órdenes ilegales NUNCA, bajo ninguna
circunstancia, y ESTÁS obligado [a no hacerlo] por el derecho
internacional. También debes sentirte obligado por lo que sabes que
es correcto, por tu sentido de la decencia común más elemental.
Una
de las maneras como te pueden llevar a hacer cosas con las que no
quieres vivir por el resto de tu vida es imponerte el pensamiento de
grupo. Si uno de nosotros es culpable, lo somos todos. Y “lo que
ocurre en Irak se queda en Irak”. Es uno de los muchos modos que
utilizan para aprovechar la lealtad de compinche a compinche y
retorcerla de manera que te controle, incluso cuando están tratando
de llevarte a violar la ley y no sólo la ley formal, sino a violar lo
que sabes que es correcto, a violar tu propia conciencia y a poner en
peligro tu propia serenidad durante el resto de tu vida.
Y
te digo que no le debes a nadie y menos aún a ellos ese tipo de
lealtad.
Ellos
saben que muchos de ustedes saben que fuisteis enviados a hacer esto
por un montón de mentiras, sobre armas de destrucción masiva y nubes
en forma de hongos sobre Nueva York y falsas conexiones de al Qaeda (y
entonces, cuando todo eso se derrumbó, ustedes llegaron allí para
imponer la democracia a punta de fusil). Así que saben que muchos de
ustedes no pueden seguir comprometidos con esa violenta ocupación por
lealtad a la banda de matones de Washington DC, que están todos los días
ocupados en casa socavando la misma Constitución que ustedes juraron
proteger (contra todos los enemigos externos e INTERNOS).
Saben
que sabes que muchos de los oficiales están allí tratando de
conseguir nuevas medallas para sus uniformes de Clase A, y esforzándose
por lograr un ascenso, arriesgando tu culo en patrullas sin sentido.
Así que saben que tampoco pueden basarse en la lealtad de muchos de
ustedes hacia la cadena de mando.
¿A
qué tienen que recurrir con todo esto, después de todo? ¿Qué te
dicen?
“¡Tienes
que salir en ese Humvee, y afrontar esos IED (artefactos explosivos
improvisados), todos juntos, como compinches leales!”
“¡Tienes
que ir y registrar de arriba abajo las casas de la gente en plena
noche, y provocar el llanto de sus bebés – todos juntos, como
compinches!”
“¡Tienes
que salir y establecer un bloque de ruta sin letreros en árabe o intérpretes,
en una situación en la que estás tenso y no sabes, y disparas a ese
coche y matas a los padres ante de sus hijos, y tendrás que vivir con
eso durante el resto de tu vida – todos juntos, porque sois
compinches leales!”
“¡Tienes
que salir y perder la vida, extremidades o la vista, sufrir dolencias
mentales y físicas por el resto de tu vida, todos juntos, como un
acto de lealtad hacia tus compinches!”
Es
la presión que se te impone en la actualidad. Encubrir a tus
compinches, y para algunos, ir a Irak para que otro no tenga que tomar
su lugar.
Pero
consideremos la situación general, y para eso volveré a Vietnam, a
una época en la que muchos de ustedes no habían nacido. Entonces
escuchamos la misma porquería. Casi textualmente. ¿Y sabes cuál fue
uno de los principales factores que contribuyeron a que nos saliéramos
de esa guerra?
Dejamos
de ser buenos soldados.
Las
fuerzas armadas de Estados Unidos llegaron a un punto en el que ya no
constituían una fuerza combatiente efectiva, porque los soldados de
EEUU dejaron de obedecer órdenes. Llegaron a un punto en el que un
oficial que utilizaba los cuerpos de sus hombres para cazar medallas
podía llegar a verse al lado equivocado de una mina Claymore. Ahora,
no es lo que propugno ahora, y espero que podamos detenernos antes de
que se llegue a algo semejante.
Lo
que también hicieron numerosos soldados fue participar en la
resistencia política en casa. Consideraron el tema de preocuparse por
sus compinches y por los demás soldados a corto plazo, pero
permanecer en una guerra bárbara e inmoral. Y se dieron cuenta de que
lo mejor que podían hacer por sus compinches – no como soldados,
sino como seres humanos – era enrolarse en la oposición a la guerra
y hacer que ésta terminara.
Al
hacerlo, muchos de ellos descubrieron que se requería mucho más
aguante y mucho más valor para oponerse a la guerra que para
demostrar esa mierda machista que esperaban que mostraran mientras
continuaban haciendo cosas terribles a esos otros seres humanos, cuyo
país habían ocupado.
Es
así como puedes mostrar una lealtad más profunda hacia los soldados
que están allí ahora, y a todos esos que continuarán yendo mientras
continúe esta obscenidad:
Haz
todo lo que puedas para detener la guerra.
Cuestiona
cada orden, y basa esas dudas en las Convenciones de Ginebra y la Ley
de la Guerra Terrestre. Que vean que mantienes una bitácora detallada
de tus experiencias. Envía tus historias a casa en cartas. Inicia
discusiones sobre la legitimidad de la guerra cuando estéis en
vuestros alojamientos, aunque provoque controversias. Difunde
información que obtengas sobre la guerra de fuentes diferentes de los
ruidosos maniquíes noticiosos de FOX. Y envía correos electrónicos
o cartas anónimas con tu participación a Veteranos de Irak Contra la
Guerra. El enlace está al final de esta carta.
El
día en que termine esta guerra y que el último de ustedes parta en
avión a casa, es cuando jamás volverás a tener que oler ese olor a
sangre fresca que permanece en tu mente durante horas después de que
has colocado a alguien en una camilla o los has envuelto en esa
inmensa bolsa Ziploc. El día llegará en que todos os vayáis, porque
esta guerra fue una apuesta perdida desde el primer día, pero Bush y
su equipo fueron demasiado estúpidos para saberlo.
Lo
mejor es que esta guerra de ocupación termine lo más pronto posible,
y – como ejercicio de lealtad hacia tu propia conciencia, de lealtad
hacia los que están allí y los que podrían ir, y lealtad al
principio de la decencia humana – encuentres medios de acercar ese día.
Puedes encontrar medios de acercar el día en el que los iraquíes
puedan preocuparse de controlar su propio destino, y tú y tus
compinches podáis dormir en seguridad y comodidad en vuestras propias
casas, jugar con vuestros hijos, amar a vuestras compañeras, y
caminar por calles conocidas sin los obstáculos del traqueteo del
equipamiento bélico.
Si
el acercamiento de ese día para todos es el objetivo, ¿puede haber
algo más leal en tu vida?
Caminemos
sin obstáculos.
Stan
Goff
Ejército
de EEUU (en retiro)
(*) Stan Goff es autor de "Hideous Dream: A
Soldier's Memoir of the US Invasion of Haiti" (Soft Skull Press,
2000), "Full Spectrum Disorder" (Soft Skull Press, 2003) y
"Sex & War" que será publicado aproximadamente en
diciembre de 2005. Su
blog es: www.stangoff.com.
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