Visiones
contrapuestas con la Casa Blanca
La
CIA y los generales niegan el pronóstico "optimista" de
Bush sobre Irak
IAR–Noticias,
24/06/05
La
visión "optimista" de la Casa Blanca sobre la situación de
Irak se contradice cada vez más con la presentada por los generales
del mando militar en Irak, y con los informes que viene elaborando
desde principios de año la inteligencia norteamericana. Un documento
de la CIA, revelado el miércoles por el diario New York Times, señala
que la resistencia está desarrollando sofisticadas técnicas de
guerrilla urbana que incluyen fabricación de coches bomba,
planificación de ataques simultáneos y combinados, y tácticas
pulidas de asesinato selectivo de figuras políticas y militares. La
realidad apabullante descripta por los jefes militares y la
inteligencia –agregada a los muertos y ataques diarios– desmiente
rotundamente las afirmaciones de Rumsfeld y de Rice sobre la
"estrategia del éxito" en Irak, o las de Cheney asegurando
que la resistencia iraquí "tiende a desaparecer".
En
los últimos días la visión de la Casa Blanca sobre la situación de
Irak difiere sustancialmente de la presentada por los generales del
mando militar en Irak, y con los informes que vienen elaborando la CIA
y otras agencias de inteligencia norteamericana sobre la evolución y
el poder ofensivo de la resistencia iraquí.
Mientras
Bush y los funcionarios de Washington presentan una visión
"optimista" y "esperanzada" sobre la marcha de la
ocupación militar, los jefes militares y la estación local de la CIA
(la más importante dependencia de la Agencia en el exterior) trazan
un panorama "pesimista" para las fuerzas estadounidenses
provocado por la constante escalada ofensiva y el alto poder de fuego
de la guerrilla iraquí.
Mientras
Bush y la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, hablan de la
"estrategia del éxito" en Irak, el vicepresidente Cheney
aseguró en declaraciones televisivas, el mes pasado, que la
resistencia iraquí “agoniza", expresión que la oposición demócrata
y los medios de comunicación "anti–Bush" utilizan para
atacar al Gobierno ante el aumento de los ataques rebeldes en los últimos
meses.
Tras
la euforia de las elecciones en Irak, Bush, Rumsfeld, Cheney y los políticos
chiíes y kurdos que hoy se reparten los cargos en el nuevo gobierno,
habían afirmado rotundamente que la "democracia electoral"
había reducido notablemente el accionar de la guerrilla, a punto tal,
que tendía a desaparecer.
El
general John P. Abizaid, jefe del comando norteamericano en Medio
Oriente, desmintió esa afirmaciones señalando que la resistencia se
había incrementado en hombres y en accionar.
Hace
dos semanas, en Washington, el alto jefe señaló que uno de los
problemas es la falta de progresos en la consolidación de unidades de
policía iraquíes capaces de enfrentarse eficazmente a los rebeldes y
permitir que las fuerzas estadounidenses empiecen a retirarse.
Desde
Abizaid para abajo, los jefes militares en Irak también vienen
–desde principios de año– presentando un cuadro desalentador
sobre la capacidad de las fuerzas norteamericanas para detener la
escalada rebelde que, solamente en lo que va del año 2005, ya ha
matado a más de 350 soldados de EEUU, y eliminado a más de 2000
efectivos colaboracionistas iraquíes.
Este
jueves, el general John Abizaid, máximo responsable de las
operaciones en Irak, volvió a señalar que “hay más combatientes
extranjeros en Irak que hace seis meses”.
Varios
jefes militares estadounidenses volvieron a reconocer en diferentes
medios estadounidenses que la resistencia iraquí se mantiene activa y
numerosa, en clara contradicción con los pronósticos emanados de la
Casa Blanca y sus funcionarios.
Los
dos generales que acompañaron recientemente al jefe del Pentágono,
Donald Rumsfeld, en una exposición ante el Senado dijeron que la
actual estrategia de mantener en Irak a unos 135.000 soldados es la
adecuada y sería “un error” establecer un calendario de retirada
de las tropas.
El
senador demócrata Edward Kennedy (el primero que alertó sobre el
peligro de un "síndrome Vietnam" en Irak) recordó a
Rumsfeld los “graves errores y equivocaciones” en la planificación
de la guerra y la posguerra en Irak, que se ha convertido en “un
atolladero”, donde han muerto casi 1.730 soldados estadounidenses.
“¿No
ha llegado el momento de que usted dimita?” preguntó Kennedy a
Rumsfeld. El jefe del Pentágono respondió que ha presentado su
dimisión en dos ocasiones al presidente George W. Bush, quien la
rechazó. “Es su decisión”, afirmó Rumsfeld.
Por
su parte, el jefe de Estado Mayor Conjunto, el general Richard Myers,
manifestó, en una audiencia ante el Comité de Fuerzas Armadas del
Senado, que la fuerza de la resistencia no ha disminuido en el último
medio año.
Un
informe de la CIA revelado el miércoles por el diario New York Times
señala que la resistencia está adquiriendo una serie de técnicas de
conflicto urbano que van desde la fabricación de coches bomba hasta
la planificación de ataques simultáneos en diferentes partes, además
de tácticas pulidas de asesinato selectivo de figuras políticas y
militares.
Según
el informe revelado por el Times, la CIA asegura que el país árabe
podría convertirse en una especie de "campo de entrenamiento
para extremistas", similar al que hubo en Afganistán en los años
ochenta, cuando la red Al Qaeda de Osama bin Laden y otros grupos islámicos
fueron armados y financiados por EEUU para combatir a la ocupación
soviética.
El
documento asegura que los extremistas de la insurgencia iraquí son
incluso mucho más peligrosos que los que hubo en Afganistán en su
momento.
El
reporte de inteligencia asegura, además, que la "amenaza
internacional" que representan estos extremistas será aún mayor
cuando la situación política en Irak se estabilice y haya más
seguridad, pues según ellos, en ese momento empezarán a dispersarse
por otros países.
La
prensa británica confirmó este jueves, citando fuentes de la CIA,
que las afirmaciones contenidas en el informe difundido por el Times
se ajustan a la realidad de lo que verdaderamente está sucediendo en
Irak.
El
informe de la CIA difundido por el Times –al igual que otros
documentos elaborados por la inteligencia norteamericana durante el año–
esboza un cuadro de situación completamente diferente al que
describen con frecuencia los funcionarios políticos en Bagdad y
Washington cuando aseguran que la resistencia se está quedando sin
aliento.
Las
estadísticas de los ataques y atentados rebeldes de los últimos días
y meses en Irak le dan la razón a los generales y a los expertos de
la CIA
Sólo
el mes pasado la resistencia iraquí llevó a cabo 700 ataques contra
las fuerzas estadounidenses, el número más elevado desde que se
iniciara la invasión en marzo de 2003.
El
propio jefe del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas de EEUU,
general Richard Myers, afirmó ante el Senado, a principios de mayo,
que la resistencia iraquí mantiene intacta su capacidad de perpetrar
ataques.
El
jefe militar del Pentágono expresó –confirmando lo que señalaban
analistas y medios norteamericanos– que en el país árabe se
registran unos 50 a 60 atentados diarios, el mismo número que hace un
año.
Más
de 350 militares estadounidenses murieron en lo que va del año (un
promedio de 80 por mes mueren desde septiembre pasado) y más de 1000
soldados iraquíes y al menos 120 estadounidenses han muerto desde que
se formó un nuevo gobierno iraquí en abril pasado.
Estas
cifras –monitoreadas y resumidas por la agencia Reuters y otros
medios norteamericanos– coinciden en general con la información que
a diario brinda el Pentágono, a pesar que desde la resistencia iraquí
se indica que están manipuladas y que el número de bajas
estadounidenses por lo menos se duplican.
La
mayoría de los altos jefes militares con mando en Irak afirman que el
aumento del número y capacitación de fuerzas locales no arrojó los
resultados esperados, y que ésa –y no otra– fue la causa de la
ausencia de soldados iraquíes la semana pasada, cuando un contingente
de combate de 1.000 marines emprendió una ofensiva contra varios
bastiones rebeldes junto a la frontera con Siria.
Las
advertencias constantes del alto mando militar y la CIA sobre el
crecimiento y la peligrosidad de la resistencia en Irak se vienen
reiterando con insistencia desde fines del año pasado, cuando un
comando rebelde atacó con fuego de mortero a una base militar de EEUU
en Mosul, matando a 22 soldados norteamericanos.
En
diciembre, y por medio de videoconferencias, el general Abizaid y los
principales jefes militares expresaron a la Casa Blanca sus temores de
que la resistencia iraquí intentara tomar bases militares
estadounidenses, en operaciones sorpresa como el ataque a la guarnición
en Mosul.
La
precisión militar y el poder de fuego demostrado con el ataque a la
base militar reforzó la creencia en esos informes entre los oficiales
de campo estadounidenses que ya venían observando un mayor
crecimiento de las acciones propiamente "militares" de los
rebeldes, quienes, durante el mes de diciembre, mataron a más de 50
marines (incluidos los de la base en Mosul) en operaciones relámpago
de tipo comando.
Por
otra parte, la inteligencia militar norteamericana –incluida la
CIA– había advertido a fines de diciembre último que la
resistencia iraquí estaba recibiendo provisión logística y
armamento de última generación provistos por fuentes de financiación
árabe, y enviadas principalmente desde Siria.
Rumsfeld,
que luego del ataque a la base militar había viajado a Irak en medio
de un gran secreto, visitó al personal y a los pacientes del hospital
de la base estadounidense en Mosul, donde un ataque con explosivos mató
a militares y civiles norteamericanos levantando un torrente de críticas
en EEUU.
El
secretario de Defensa había reconocido ya en ese entonces que la
situación en Irak, "es difícil", pero "las guerrillas
serán vencidas", señalaba más como expresión de deseo que
como una afirmación sujeta a la realidad.
También
en diciembre pasado, la estación de la CIA en Bagdad elaboró otro
informe –también difundido por The New York Times –que describía
un panorama "pesimista" y alertaba sobre una posible
"guerra civil" en Irak protagonizada por suníes, chiítas y
kurdos, cuya potencialidad se fue verificando en el desarrollo de los
acontecimientos hasta el presente.
Según
señalaron los propios jefes militares en medios estadounidenses, la
Casa Blanca hizo oídos sordos a esas advertencias manteniendo una
postura triunfalista y descalificatoria del poder de la resistencia
que se acrecentó tras las elecciones de enero, cuando los chiítas y
kurdos protagonizaron los comicios excluyendo a los suníes de las
mismas.
Después
de fracasar militarmente con su ofensiva en Faluya ( un genocidio
donde murieron centenares de civiles), en junio del año pasado la
Casa Blanca y el Pentágono habían anunciado "un plan"
estratégico para Irak, en cuyo capítulo central se señalaba que las
fuerzas de seguridad iraquíes, formadas principalmente por chiíes y
kurdos, y entrenadas por oficiales de las fuerzas especiales
estadounidenses, iban a reemplazar en la represión y el combate
contra los grupos rebeldes a las unidades militares estadounidenses.
El
entrenamiento y la puesta en marcha de la operación demostró que las
unidades cipayas iraquíes, no obstante haber sustituido con
eficiencia en tareas "burocráticas" a las norteamericanas,
habían fracasado en el combate militar contra la resistencia iraquí.
El
número de muertos de Estados Unidos revela que Bush y el Pentágono
fracasaron estrepitosamente tanto con su estrategia militar como con
la "estrategia del éxito" consistente en sustituir a sus
tropas de combate por colaboradores iraquíes bajo el mando del ejército
norteamericano.
A
pesar de que Bush y su administración salieron fortalecidos con el
triunfo electoral, la oposición y sectores de la sociedad que no lo
votaron ya lanzaron una ofensiva para que la Casa Blanca y el Pentágono
blanqueen el número de los soldados muertos y mutilados en Irak.
En
enero pasado esa hipótesis adquirió una evidencia clara cuando16
representantes demócratas del Congreso exigieron a Bush la retirada
inmediata de las tropas de Estados Unidos de Irak, en el momento en
que oficialmente se anunciaba la muerte de 1360 soldados
estadounidenses.
La
semana pasada un grupo bipartidista de congresistas estadounidenses
llamó a Bush a establecer antes de fin de año un plan de retiro de
las tropas de Irak, en tanto que altos oficiales del Pentágono se
opusieron a fijar un cronograma de retirada.
El
pronunciamiento se conoció cuando las encuestas mostraron la erosión
del apoyo público a la guerra en Irak, y en un día que Bush rindió
homenaje a los soldados hispanos que "dieron su vida por la
libertad" y se sacrificaron por "amor al prójimo".
Los
representantes republicanos Walter Jones, de Carolina del Norte, y Ron
Paul, de Texas, y los demócratas Neil Abercrombi, de Hawai, y Dennis
Kucinich de Ohio, propusieron al Congreso que solicite a Bush
establecer antes de fin de año un plan para iniciar el retiro de
tropas de Irak en octubre de 2006.
Pero
la iniciativa fue rechazada tanto en el Pentágono como en la Casa
Blanca.
"Creo
que es justo hablar en nombre de los comandantes y decir que
probablemente no querrán una fecha de retirada impuesta
artificialmente", indicó el teniente general James Conway,
director de operaciones del Estado Mayor Conjunto. "Hay un plan.
Es un plan de victoria. Y las fuerzas se retirarán cuando se alcance
el triunfo entre estadounidenses e iraquíes", agregó Conway.
Los
legisladores opositores a la ocupación señalaron que esperan que los
líderes del Congreso reciban con frialdad su propuesta, pero aspiran
a estimular un debate público sobre las metas de Estados Unidos en
Irak.
Las
demandas ocurren cuando hasta los partidarios de la administración
Bush "cuestionan el curso de la guerra" en el país árabe,
donde hasta ahora han muerto 1.730 soldados estadounidenses.
Un
sondeo de New York Times/CBS le dio en junio a Bush uno de los más
bajos índices de aprobación de su presidencia, y al Congreso, un índice
inferior aún.
El
cuarenta y dos por ciento de las personas que respondieron a la
encuesta dijeron que aprobaban la gestión de Bush, lo que significa
una disminución considerable en comparación con el 51 por ciento
alcanzado después de las elecciones de noviembre, cuando inició en
un ambicioso programa para su segundo período.
A
esto hay que sumarle las constantes presiones y las marchas de las
organizaciones sociales solicitando que EEUU retire sus tropas de Irak
que comienzan a extenderse por todo el planeta.
Todo
el proceso dinámico que gira alrededor de Irak es indicativo de que
el "síndrome Vietnam" vaticinado por el senador Kennedy se
está convirtiendo en una realidad cada vez más apabullante para Bush
y sus funcionarios de la Casa Blanca.
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