Conferencia
de Bruselas
Irak,
menos seguro que nunca
Por Robert Fisk
The Independent, Londres
Reproducido
por La Jornada, México, 23/06/05
Traducción
de Gabriela Fonseca
Así
que vamos a seguir apoyando el mito. A medida que los cuerpos
decapitados aparezcan en el Tigris, que las morgues se repleten, que
los muertos estadounidenses superen en mucho los mil 700 –si bien
recordemos que los muertos iraquíes ascienden a decenas de miles–,
Europa y el resto del mundo siguen apoyando el proyecto de Estados
Unidos.
La
conferencia de Bruselas fue –y aquí cito, desde luego, a nuestro
buen amigo Kofi Annan, secretario general de Naciones Unidas–
"un claro indicio de que la comunidad internacional mostrará a
los iraquíes determinación y dedicación a lo largo del duro camino
que tienen por delante".
Y
vaya que es duro. ¿Cuántos atacantes suicidas se han inmolado contra
los estadounidenses, sus mercenarios, contra el nuevo ejército iraquí,
la nueva fuerza policial y sus reclutas? La cifra se acerca a unos
420. En el pasado, durante la guerra de Hezbollah contra la ocupación
israelí de Líbano, un ataque suicida con bomba al mes era
considerado un fenómeno.
Durante
la intifada palestina, uno a la semana ya era sorprendente. Pero en
Irak llegamos a tener siete al día. Es este volumen en los atentados
suicidas, y que es digno de Walmart, lo que provoca los más oscuros
cuestionamientos sobre nuestra capacidad para aplastar la insurrección.
Condoleezza
Rice dice que quiere a más embajadores árabes en Bagdad. Apuesto que
sí. Cuando el rey Abdullah de Jordania promete enviar a uno de sus
hombres a Irak "tan pronto y como sea seguro", uno sabe que
los árabes han entendido la situación de una manera en que los
estadounidenses no. ¿Quién quiere ser un difunto embajador? ¿Quién
quiere colocar su cabeza sobre el bloque del verdugo en Bagdad?
La
realidad –inimaginable tanto para los estadounidenses como para sus
aliados amantes del autoengaño, y trágica para los iraquíes– es
que Irak es un desastre infernal.
Vayan
a cualquier embajada iraquí en Europa, hablen con cualquier iraquí
de Bagdad. A menos de que estos iraquíes vivan dentro la dudosa
seguridad de la amurallada zona verde, lo que escucharán será una
narrativa de violencia ante la cual sólo queda aceptar que hemos
fracasado.
Debemos
ser, según los fabricantes de mitos en Bruselas, "un socio total
en el emerger del nuevo Irak", y dejar constancia de que "el
pueblo de Irak tiene muchos amigos". Oh sí, claro. Excepto que
la mayoría de estos "amigos" no se atreven a visitar Irak
(como ese putativo embajador jordano), a menos que quieran que les
corten la cabeza.
Los
periodistas estadounidenses ahora están escribiendo de forma
optimista sobre la guerra, o la insurgencia, como insistimos en
llamarla. A menudo estos periodistas viajan con las fuerzas
estadounidenses en Irak o desempeñan una especie de "periodismo
de hotel", y desde sus resguardadas habitaciones hablan por sus
teléfonos celulares, ya sea con personas que viven voluntariamente
atrapadas en Irak, o con sus mentores extranjeros.
Unos
pocos reporteros estadounidenses todavía se aventuran a salir
–siempre existe la posibilidad de recibir, por ello, premios
adecuados (y de preferencia, no en el cielo)– pero la voz que ahora
habla sobre Irak es la del oficialismo. Es la narrativa escrita por
hombres y mujeres que nunca visitarán el verdadero Irak, o al menos,
eso es lo que desean fervientemente. Al democráticamente electo
primer ministro iraquí, Ibrahim Jaafari, que busque el contacto con
los sunitas. Con esos mismos sunitas que están destruyendo vidas
estadounidenses e iraquíes a una escala apabullante en todo el país.
Pero la línea oficial, tan vergonzosamente anunciada por la BBC la
noche del miércoles, fue que "diplomáticos de alto rango"
(me encanta eso del "alto rango") han "cerrado filas
con los esfuerzos de Estados Unidos para construir un Irak democrático".
La palabra "esfuerzos" es la única que sugiera algo de
verdad.
La
realidad es que Irak es menos seguro que nunca. Ningún extranjero se
atreve ahora a viajar por las carreteras del país, y muy pocos se
arriesgan a circular por las calles de Bagdad. Nos dicen que las cosas
están mejorando y todavía nos creemos estas mentiras. Todavía nos
engañamos en el mundo de película que han creado el Pentágono, la
Casa Blanca, Downing Street y, en estos días, también la ONU.
Si
todos esos dignatarios, politiquillos inflados y diplomáticos que se
creen importantes están tan seguros de que Irak va a ser una historia
de éxito ¿por qué se reunieron en Bruselas y no en Bagdad? Desde
luego, todos sabemos cuál es la respuesta.
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