La
brecha entre la retórica y la realidad
Por Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 29/06/05
Washington.
– A pesar de hacer gala de firmeza y solemnidad ante una respetable
audiencia militar, parece que el presidente de Estados Unidos, George
W. Bush, fracasó en su intento por alinear al público detrás de su
política en Iraq.
El
resultado de las encuestas divulgadas este miércoles indican que, al
contrario de lo esperado por Bush, su discurso del martes en el
cuartel Fort Bragg, en Carolina del Norte, no logró tranquilizar al público
ni convencerlo de que la situación en Iraq está bajo control.
El
mandatario rechazó los pedidos del opositor Partido Demócrata e
incluso los formulados desde el gobernante Partido Republicano para
que establezca, al menos, un plazo para retirar a la fuerza de 140.000
soldados estadounidenses apostada en Iraq desde hace más de dos años.
Bush
insistió en que mantendrá la situación y que retirará los soldados
sólo cuando las fuerzas iraqués sean capaces de ocupar su lugar.
Tampoco
admitió haber cometido algún error en la guerra en Iraq, y menos aun
en su decisión de invadir el país del Golfo.
Una
encuesta publicada por el diario The Washington Post y la cadena
televisiva ABC indica que 53 por ciento de los entrevistados cree que
no valió la pena ir a la guerra y que para 52 por ciento Bush ”engañó
intencionalmente” a sus interlocutores acerca de la amenaza que
representaba Iraq antes de la invasión.
El
discurso coronó una semana de ofensiva de relaciones públicas
gubernamental para sostener la política iraquí de Washington y que
incluyó una visita del primer ministro iraquí Ibrahim Jafari a la
Casa Blanca.
En
su discurso, Bush se refirió al enemigo de Estados Unidos como
”insurgentes” una sola vez, y en dos docenas de ocasiones como
”terroristas”.
E
incluso citó una frase de Osama bin Laden, a quien se atribuye la
autoría intelectual de los atentados que dejaron 3.000 muertos en
Washington y Nueva York el 11 de septiembre de 2001, según la cual
”el mundo entero está viendo esta guerra”.
El
nombre de Bin Laden estuvo virtualmente prohibido en la campaña
electoral de Bush el año pasado, pues recordaba al electorado que,
tras la invasión a Afganistán en 2001, el magnate saudita está aún
prófugo.
”Iraq
es el último campo de batalla de esta guerra”, declaró Bush, en
referencia a la ”guerra contra el terror” que declaró su gobierno
tras los atentados del 11 de septiembre.
”Muchos
terroristas que matan hombres, mujeres y niños inocentes en las
calles de Bagdad son seguidores de la misma ideología homicida que se
cobró la vida de nuestros ciudadanos en Nueva York, Washington y
Pennsylvania”, agregó.
”Hay
un solo curso de acción contra ellos: derrotarlos antes de que nos
ataquen en casa”, concluyó. En total, se refirió a los atentados
de 2001 media docena de veces.
El
comentarista David Gergen, ex funcionario de los gobiernos del
republicano Ronald Reagan y del demócrata Bill Clinton, dijo a la
cadena televisiva CNN sentirse ”ofendido” por los esfuerzos de
Bush por vincular a Iraq con la ”guerra contra el terror”.
De
todos modos, admitió que podría ser una táctica eficaz, pues el público
ha calificado mejor el manejo presidencial de la campaña contra el
terrorismo que la política de Washington hacia Iraq.
”Me
guste o no, es una carta ganadora del presidente”, dijo Gergen.
Pero
otros expertos manifestaron dudas sobre la posibilidad de éxito de
esa táctica. Una encuesta de la firma Gallup difundida e martes por
el diario USA Today y la cadena CNN indicó que 61 por ciento de los
entrevistados creen que Bush carece de un plan claro para manejar la
situación en Iraq.
Según
ese sondeo, por primera vez una mayoría de encuestados ––50 por
ciento–– perciben la guerra en el Golfo como separada de la lucha
contra el terrorismo. Cuarenta y siete por ciento piensan lo
contrario.
”Me
temo que (Bush) fue a esa fuente demasiadas veces”, consideró el ex
asesor de Clinton Paul Begala en torno del vínculo entre los
atentados y el depuesto régimen de Saddah Hussein en Iraq.
”El
reloj corre para el presidente, mientras la nación se saca de encima
lo sucedido” el 11 de septiembre de 2001, coincidió el consultor
demócrata Tad Devine.
Resulta
paradójico que Bush afirme ahora que Iraq se ha convertido en el ”último
campo de batalla” contra el terrorismo, pues antes de la guerra había
afirmado que era necesaria para evitar que se convirtiera en un
”territorio de entrenamiento” de los terroristas, recordó el demócrata
Centro para el Progreso Estadounidense (CAP).
Y
es que un reciente informe de la inteligencia estadounidense advirtió
que la ocupación de Iraq convirtió el país en un campo de
entrenamiento terrorista.
Luego
del discurso de Bush, su rival en las pasadas elecciones, John F.
Kerry, sostuvo que ”la mayoría de los estadounidenses saben que
nunca existió un caldo de cultivo para el terrorismo en Iraq hasta
que fuimos allí”.
Más
de 1.700 soldados estadounidenses murieron en el conflicto iraquí, más
de la mitad de ellos tras la devolución formal de la soberanía a un
gobierno interino el año pasado. The Washington Post recordó que la
cantidad de atentados con coche bomba en Iraq se elevaron de 18 en el
mes de junio de 2004 a 135 el mes pasado.
La
brecha entre retórica y realidad se volvió aun más evidente la
semana pasada, cuando el comandante de la región militar de Medio
Oriente, general John Abizaid, dijo en el Congreso legislativo que la
insurgencia era ahora tan fuerte como hace seis meses. Al mismo
tiempo, el vicepresidente Dick Cheney afirmaba que los rebeldes podrían
continuar en actividad otros 12 años.
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