Sugirió
no olvidar las "lecciones del 11–S"
Bush
y la estrategia del "terrorismo latente"
Por
Manuel Freytas
IAR–Noticias,
01/07/05
Cuál
fue el objetivo, y a que flanco emocional se dirigieron las palabras
del presidente, que se calzó nuevamente el uniforme de
"comandante en jefe" y anunció desafiante que EEUU no se
retira de Irak. Los muertos y mutilados estadounidenses en Irak ¿pueden
ser tapados con un nuevo ataque terrorista de Al Qaeda?
En
un momento en que –según las encuestas– la sociedad
estadounidense rechaza la ocupación de Irak y comienza a
"olvidarse" del 11–S George W Bush y su asesor estratégico,
Karl Rove, hicieron "aparecer" nuevamente a Bin Laden y Al
Qaeda en el escenario siempre latente de la "amenaza
terrorista".
"La
única manera que nuestros enemigos pueden tener éxito es si
olvidamos las lecciones del 11 de septiembre... si concedemos el
futuro del Medio Oriente a hombres como (Osama) Bin Laden",
aseguró Bush.
Pocas
horas antes se había conocido un sondeo publicado por ABC News/Washington
Post donde un 56% de los estadounidenses dijo que desaprobaba el
trabajo de Bush en Irak, y el 62 % que EEUU se encuentra empantanado
en ese país ocupado militarmente por las tropas norteamericanas.
Como
una compulsión repetitiva de lo mismo que hicieron durante la campaña
electoral de noviembre, la dupla Bush–Rove repitió las claves que
posibilitaron la reelección presidencial: asustar a la derecha
norteamericana y a la población desprevenida con el fantasma de los
ataques terroristas.
"Ellos
tratan de golpear nuestra determinación en Irak, al igual que
trataron de hacerlo el 11 de septiembre. Van a fallar", señaló
Bush. "Los terroristas no entienden a EEUU. Los estadounidenses
no retroceden bajo amenazas, y no dejaremos que nuestro futuro lo
determinen terroristas suicidas o asesinos", añadió desafiante.
¿A
quién le hablaba Bush?, ¿A los demócratas?, ¿A los que votaron a
Kerry en noviembre?, ¿A los consorcios mediáticos que todos los días
sacan denuncias en su contra como conejos de la galera?
No:
Bush (como ya lo hizo durante los debates electorales cuando las
encuestas le daban ganador a Kerry) le hablaba a la derecha
conservadora y al "gran público" cuyo cerebro y emociones
se activan como un microchip ante la sola mención de la "amenaza
terrorista".
Bush
le hablaba ese sector (por ahora) mayoritario de la sociedad
norteamericana que desde el 11 de septiembre de 2001 padece –según
los expertos– una psicosis de miedo incontrolable a un "ataque
terrorista" parecido al que demolió las Torres Gemelas de Nueva
York.
El
miedo y la "guerra contra el terrorismo" –más allá de
cualquier razonamiento lógico– continúa siendo el eje prioritario
del estadounidense nivel promedio estadístico, según está
registrado en todos los sondeos que se han realizado hasta ahora.
Después
del discurso de Bush, ayer martes, la cadena CNN difundió una
encuesta realizada entre sus televidentes que le daba al presidente un
47% de aprobación para su conducción de la llamada "guerra de
Irak", contra un 26% de los que la desaprobaban.
Ese
es el flanco emocional al que apuntan constantemente George W. Bush y
Karl Rove (una dupla que funciona como tal desde hace más de 20 años)
cuando quieren conseguir consenso social para sus movidas políticas y
militares.
A
48 hs. de los comicios de noviembre Bush, infundió temor
–aprovechando la "oportuna" aparición de Bin Laden en un
video– alertando sobre la posibilidad de que los ataques terroristas
del 11–S "vuelvan a ocurrir".
En
su última aparición antes de las elecciones de noviembre dijo el
presidente norteamericano: "Cuando usted vaya a las urnas el
martes, recuerde esto: Haré lo que haga falta para defender a EEUU y
prevalecer en el combate al terrorismo, y siempre apoyaré a los
hombres y mujeres que participan en el combate".
La
estrategia oficial buscaba dar "seguridad" y
"tranquilidad" a la población (mostrar que Bush está en
"control"), y a la vez crear incertidumbre y temor (Al Qaeda
puede aparecer en cualquier momento).
El
objetivo: mantener en vilo al ciudadano hasta el último momento y
poner a Al Qaeda como una sombra de "amenaza constante", más
allá de las elecciones y de cualquier contingencia, incluida la
derrota militar en Irak.
Apelando
de nuevo a esa estrategia, con su mensaje a la nación en ocasión del
primer aniversario de la "devolución de la soberanía a manos
iraquíes", el presidente estadounidense buscó contrarrestar la
pérdida del apoyo a las operaciones militares estadounidenses en
Irak, que registraron los últimos sondeos de opinión.
Bush
–como lo hace siempre que tiene un bajón en las encuestas– se
dirigió a la población desde el Fuerte Bragg, en Carolina del Norte,
base de la 82 División Aerotransportada, que tiene unos 10.000
soldados en Irak, recreando el escenario ideal para la reconstrucción
emblemática de su figura de "comandante en jefe" y
"presidente de la guerra" que lo marketinizaron
"exitosamente" entre la derecha conservadora y los sectores
"miedosos" de la sociedad estadounidense.
A
pesar de las presiones sociales y políticas que está recibiendo para
que retire las tropas de Irak, en su discurso de ayer dejó en claro
que esa posibilidad no está por ahora en los planes de la Casa
Blanca, advirtiendo que "el trabajo en Irak es difícil y
peligroso".
"Como
la mayoría de los estadounidenses veo las imágenes de violencia.
Cada imagen es horrenda y el sufrimiento es real", fueron las
palabras iniciales del presidente George W. Bush, recreando las imágenes
que el televidente promedio ve todos los días desde Irak.
"En
medio de la violencia, sé que los estadounidenses se preguntan: ¿vale
la pena el sacrificio? Vale la pena y es vital para la seguridad
futura de nuestro país. Y esta noche les explicaré por qué",
señaló con estudiada seguridad.
Y
como sucede siempre, el discurso presidencial de ayer estuvo precedido
de una "preparación de terreno" a cargo del jefe de la CIA,
Porter Goss, quien la semana pasada –durante un reportaje– dijo
tener una "excelente idea" de donde se encuentra escondido
el jefe de la Red Al Qaeda, Osama bin Laden.
Según
Goss, la red que encabeza el "terrorista" saudí se
encuentra acorralada. Pero aún así, consideró que Al Qaeda podría
volver a atacar en territorio de EEUU, como lo hizo con los atentados
del 11 de septiembre del 2001.
"Desde
luego tienen esa intención, y nosotros estamos intentando
anticiparnos. Hasta el momento, creo que lo hemos hecho bastante bien
llevando la guerra a su terreno", señaló el director de la CIA.
Desde
que la estrategia oficial de los neoconservadores (que controlan a
Bush y a la Casa Blanca) lo convirtiera en el "enemigo número
uno" del planeta tras el 11–S, Bin Laden, una leyenda oscura de
la CIA, siempre concita la atención mediática y genera adrenalina
"conspirativa" en el público masivo.
Muchos
expertos –dentro y fuera de EEUU– lo consideran como una
"carta en la manga" que tiene siempre lista la Casa Blanca
para distraer a la opinión pública y seguir alimentando la
"guerra contraterrorista".
Cada
vez que el nombre de Bin Laden se hace presente en boca del jefe de la
CIA –tal como ocurrió la semana pasada–, los especialistas
comienzan a escudriñar que se traen entre manos Bush y los halcones
de su entorno.
El
punto en cuestión está en saber si esa estrategia –que le sirvió
como justificación para invadir Afganistán, apoderarse del petróleo
iraquí, y luego conseguir su reelección en noviembre– hoy le puede
resultar funcional para tapar la cifra de muertos y la estrepitosa
derrota militar que está sufriendo EEUU en Irak.
En
lo que va del año 2005, en sólo 6 meses, la potencia invasora ya
perdió más de 360 soldados, el equivalente a un cuarto de lo que
perdió al cumplirse 27 meses de ocupación militar.
Esto
revela la magnitud del accionar creciente y mortífero de la guerrilla
iraquí, y nutre la argumentación de las organizaciones que en EEUU y
en todo el mundo preparan gigantescas movilizaciones para reclamar que
las tropas norteamericanas regresen a casa.
Según
una encuesta conjunta realizada por el periódico The New York Times y
la televisora CBS, 59% de los estadounidenses desaprueba la manera
como el presidente Bush está manejando la situación en Irak.
Si
bien no varía demasiado con relación a julio del año pasado (57%,
el punto más bajo desde que la invasión de Irak), pero contrasta con
el 75% de aprobación que tuviera Bush en abril del 2003, justo en los
días de la entrada en Bagdad y la caída de Saddam Hussein.
Citado
por la cadena BBC, John Quigley, experto en Irak y profesor de derecho
internacional de la universidad de Ohio, dijo que no hubo sorpresas en
el discurso del mandatario estadounidense.
"El
(Bush) explica bien su política pero no dijo nada nuevo. Dice que
debemos continuar con la misma política, pero la dificultad para el
presidente es que la opinión pública no apoya su política y no creo
que vaya a cambiarse a raíz del discurso", señaló Quigley.
"La
opinión pública no cree que era necesario invadir a Irak a causa de
los incidentes del 11 de septiembre. El presidente invadió Irak por
otras razones", aseguró el académico.
En
opinión de Nancy Pelosi, líder de la minoría demócrata en la Cámara
de Representantes de EE.UU., las constantes referencias que hizo Bush
a los atentados del 11–S fueron una demostración de "la
debilidad de sus argumentos".
Pelosi
aseveró que 27 meses después del ataque preventivo lanzado en Irak,
el país árabe es "un imán para el terrorismo, porque el
presidente invadió Irak sin idea de lo que se necesitaría para
asegurar el país".
Pero
más allá de los previsibles cuestionamientos de la oposición, lo
que realmente pone a prueba la estrategia de Bush para mantener la
ocupación militar de Irak, son las voces discordantes que están
surgiendo del generalato, grupos de la inteligencia, y sectores
moderados del Partido Republicano.
Desde
el general Abizaid para abajo, los jefes militares en Irak vienen
–desde principios de año– presentando un cuadro desalentador
sobre la capacidad de las fuerzas norteamericanas para detener la
escalada rebelde que, solamente en lo que va del año 2005, ya ha
matado a más de 360 soldados de EEUU, y eliminado a más de 2000
efectivos colaboracionistas iraquíes.
Un
informe de la CIA revelado la semana pasada por el diario New York
Times señala que la resistencia está adquiriendo una serie de técnicas
de conflicto urbano que van desde la fabricación de coches bomba
hasta la planificación de ataques simultáneos en diferentes partes,
además de tácticas pulidas de asesinato selectivo de figuras políticas
y militares.
El
síndrome Vietnam –calificación acuñada por el senador Kennedy–
comienza a apoderarse de sectores importantes de la sociedad y el
establishment norteamericano, y confronta a Bush, a sólo seis meses
de gestión en su nuevo período, con la posibilidad de un Watergate
político a corto plazo.
El
desafío –según los expertos– está en saber si la "carta
Bin Laden–Al Qaeda" le va servir a Bush para neutralizar el
proceso de rechazo social y político a la ocupación de Irak que se
avecina en EEUU y en todo el mundo.
Los
muertos y mutilados estadounidenses en Irak ¿pueden ser tapados con
un nuevo ataque terrorista de Al Qaeda?
Una
pregunta cuya respuesta se irá develando conforme a un principio
estratégico y a un modus operandi de los halcones: cada vez que Bush
se siente acorralado aparecen Bin Laden y Al Qaeda.
El
desafío, esta vez, está en saber si la logia terrorista seguirá en
el plano de la "amenaza", o pasará (como en el 11–S en
EEUU o el 11–M en España), al terreno de la acción directa con algún
atentado (o varios) de alta intensidad en puntos estratégicos de
Europa, o del mismo EEUU.
Al
parecer todo depende de la evolución de los hechos, y de las
necesidades de supervivencia política que tengan Bush y los halcones
en los próximos meses, días, u horas.
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