Bruselas:
¿Conferencia sobre Irak o espectáculo mediático?
Red
Voltaire, 01/07/05, París (Francia)
Mientras
que el control de la situación en Irak se va de las manos de las
tropas ocupantes, más de 80 Estados y organizaciones
intergubernamentales se reunieron en Bruselas, el 21 y 22 de junio de
2005, para reiterar su apoyo a la acción emprendida por la Coalición
contra Irak y posteriormente refrendada por la Resolución 1546. El
objetivo del encuentro no era otro que demostrar a la opinión pública
estadounidense que, contrariamente a lo sucedido en el caso de
Vietnam, Washington no está solo en Irak. Por tanto, las malas
noticias que llegan de Irak no tienen tanta importancia.
A
pedido del gobierno iraquí, Estados Unidos y la Unión Europea
organizaron en Bruselas, el 21 y 22 de junio de 2005, una conferencia
internacional sobre Irak.
Respondiendo
al llamado, más de 80 países y organizaciones intergubernamentales
participaron en ella y adoptaron por unanimidad una declaración común
sobre el seguimiento de la resolución 1546 del Consejo de Seguridad.
Todas las delegaciones expresaron su optimismo y, en su discurso de
clausura, la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, no
dejó de felicitar al gobierno iraquí de transición y de expresarle
el «apoyo total y de todo corazón» [1] de la comunidad
internacional.
Sin
embargo, si dejamos de lado los comunicados de prensa y otros
documentos redactados de antemano por periodistas complacientes, salta
a la vista que la conferencia no tenía nada que ver con la ayuda que
necesita el pueblo iraquí sino con la que tanta falta le hace al
gobierno de Estados Unidos, empantanado en una guerra imposible de
ganar.
Fuera
de las intervenciones de la delegación iraquí, dirigida por el
primer ministro Ibrahim A. Al–Jafaari, las de los participantes no
pasaron de cinco minutos. Fue una larga letanía para felicitar al
pueblo iraquí por su valentía y al gobierno iraquí por su elección.
Condoleezza
Rice quiso que los participantes dijeran uno a uno que la elección
había sido democrática. No le quedó más remedio que contentarse
con un reconocimiento por «el buen desarrollo del escrutinio» ya que
las condiciones en que se designaron los candidatos bajo el control de
las tropas ocupantes no engañan a nadie.
Lavrov,
el jefe de la diplomacia rusa, quiso en cambio que todos dijeran que
el porvenir de Irak no debe quedar bajo control exclusivo de la
Coalición. Durante la cumbre de Sharm–el–Sheik, en 2004, logró
que Estados Unidos reconociera vagamente algún papel a la ONU. Por
otro lado, impuso como condición a su participación en la
conferencia de Bruselas que los sunitas sean asociados a la redacción
de la constitución, a pesar de haber sido marginados, de forma
fraudulenta, de la Asamblea Nacional.
El
Consejo Europeo había preparado una de sus síntesis características:
un texto de tres páginas tan denso como vacío. Lo importante es que
deslizó una frase de condena contra las acciones de la resistencia
contra los colaboradores y las tropas de la Coalición: «Los
participantes condenaron firmemente todo acto de terrorismo, (...) así
como los actos de violencia contra las autoridades iraquíes y quienes
contribuyen a establecer la estabilidad en Irak». Nadie se dio por
aludido, ni siquiera los que envían armas de último modelo a la
resistencia.
En
su discurso de apertura, el luxemburgués Jean Asselborn, actual
presidente del Consejo europeo de ministros de Relaciones Exteriores,
no dejó de expresar «la repulsa que le inspiran los atentados
terroristas que golpean implacablemente al pueblo iraquí». Mientras
tanto, de forma algo fuera de lugar, el Alto Comisionado para la Política
Común de Seguridad y de Defensa de la Unión Europea, Javier Solana,
expresó a la vez su regocijo ante la ayuda que la Unión Europea
aporta a la formación de jueces y policías iraquíes así como por
la contribución de la OTAN, de la que él mismo fue secretario
general.
El
secretario general de la ONU, Kofi Annan, quien olvidó hace rato sus
propias declaraciones sobre el carácter ilegal de la guerra contra
Irak, pronunció otro sermón exhortando a la comunidad internacional
a expresar su solidaridad con el pueblo iraquí.
Todo
el interés de las intervenciones de los participantes consistió en
que fueron el reflejo de un consenso negociado con antelación: todo
el mundo se había puesto de acuerdo sobre formulaciones lo
suficientemente ambiguas como para dar la impresión de que existe un
acuerdo de fondo.
* El proceso político debe incluir a todos los factores iraquíes;
* Debe incluir las legítimas exigencias de los Estados de la
región;
* Debe incluir el punto de vista de la comunidad internacional.
Sin
embargo, basta con calificar a la resistencia de «terroristas» para
no tener que incluirla; basta con acusar a Siria e Irán de apoyar a
los «terroristas» para no tener en cuenta las legítimas exigencias
de esos dos Estados; en cuanto a la comunidad internacional, se le
pide esencialmente que se someta.
El
objetivo de la conferencia no era tomar decisiones. Pero, ya que los
principales protagonistas estaban allí, se tomaron algunas rápidamente.
Los
participantes miembros de la OMC se comprometieron a apoyar la
incorporación de Irak a esa organización, los miembros del Consejo
de Seguridad invitaron a la ONU a entregar al Tesoro iraquí lo que
queda del presupuesto de las misiones de inspección.
Después,
Jean Asselborn presentó la Declaración Final que ya todos conocían.
Preguntó si podía comprobar el consentimiento de las delegaciones y,
sin esperar siquiera la reacción de éstas, despidió a los
participantes.
Estos
se dieron entonces cita para la conferencia de donantes que tendrá
lugar los días 18 y 19 de julio en Amman. Allí tendrán sin dudas la
ocasión de reiterar las promesas ya incumplidas que se hicieron en
Madrid, en 2003, y en Tokio, en 2004. Estos encuentros rituales no
aportan gran cosa al pueblo iraquí, pero sí permiten a George W.
Bush mantener su discurso sobre la «democratización» a punta de
metralleta haciendo ver que Washington encarna el Bien y que actúa de
acuerdo con sus aliados.
La
diplomacia internacional se pone así al servicio de la imagen del
presidente de Estados Unidos quien, orgulloso de ese apoyo formal, no
tardará seguramente en pronunciar un importante discurso sobre la
libertad reinstaurada en Irak.
[1] «Fully and wholehartedly»
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