Cuento
Bagdad:
Barbarie y civilización
Por
James Petras
Rebelión,
20/07/05
Traducido
para Rebelión por Sinfo Fernández
Andy
Rubber–Ali era el reportero del Financial Times en Bagdad,
serio, enérgico y “empotrado” hasta los huesos, quien, de vez en
cuando, era capaz de alejarse del “Bunker” unos buenos ciento
cincuenta o doscientos metros para recoger historias de ‘interés
humano’.
Teniendo
en cuenta el tórrido verano –alrededor de 48 grados centígrados–
decidió entrevistar a un recogedor de basura municipal que tomaba su
almuerzo junto al “Bunker”.
– “Hola, ¿le importaría si le hago unas cuantas
preguntas?”
Andy
se sentó en el banco que había junto al basurero, deseando haber
aspirado antes un poco de aceite de eucalipto.
–
“¿Me hará las preguntas con o sin el pincho eléctrico para el
ganado?”, contestó el trabajador mientras engullía un muslo de
pollo.
– “Hey, veo que tiene sentido del humor, ¿no es
verdad?”
–
“Tan sólo experiencia práctica”, contestó flemáticamente.
– “¿Cómo crees que va la guerra?”
El
basurero miró directamente a los ojos a Andy sin rencor ni malicia (o
así lo anotó el reportero del Financial Times):
–
“Es importante que los que están implicados en terrorismo asimilen
que nuestra determinación para defender nuestros valores y nuestra
forma de vida es mayor que su determinación a causar muerte y
destrucción en un pueblo inocente por su empeño en imponer el
extremismo en el mundo”. Arrojó el hueso de pollo a un escuálido
gato cuya atención había suscitado.
Andy
se rascó el escroto, volvió la cabeza y respiró profundamente.
– “¿A quién se refiere, a los terroristas?”
–
“Sí, a los terroristas. ¡A todos ellos!”, contestó el hombre.
Andy
lo anotó escrupulosamente todo, aunque tenía la vaga sensación de
que ya había oído eso en alguna parte.
– ¿Qué piensa de toda esta violencia?”. Andy se
llevó la mano a la boca y la nariz para evitar el olor a ajo y
basura. “¿Le ha afectado de forma directa?”
El
basurero desvió la mirada en la distancia, hacia la mezquita de cúpula
azulada.
–
“No permitiremos que la violencia cambie nuestras sociedades o
nuestros valores. Ni dejaremos de acudir a nuestro trabajo”, dijo
cogiendo su caja de herramientas. “A pesar de todo lo que hagan,
estamos determinados a que nunca consigan destrozar todo lo que es
querido para este país y para otras naciones civilizadas de todo el
mundo. Dios no lo permita”.
Estas
últimas palabras helaron a Andy que miró con prevención la caja de
herramientas y se alejó un poco.
– “Eres un trabajador municipal con un discurso muy
articulado”, Andy sonrió insinuante.
–
“Tan sólo un basurero”, dijo con suavidad. “Lo aprendí de mi
trabajo”.
– “¿Elocuencia removiendo basura?”, preguntó Andy
con incredulidad.
–
“Especialmente, por recoger basura y cadáveres de todas las edades,
de ambos géneros y de todas las religiones de nuestras calles y
mercados”.
– “Sí, es espantoso lo que pueden hacer los
terroristas con un país”.
El
basurero se levantó, se estiró y comenzó a regresar hacia su camión.
– “Hey, espere un minuto. Tengo una última
pregunta”. Andy corrió junto al trabajador que estaba saltando al
asiento del conductor. “No estoy muy seguro de haberle entendido
bien, ¿estábamos hablando de los mismos terroristas?”.
El
basurero se asomó por la ventanilla y Andy se inclinó hacia delante.
–
“Buuuurp”, el basurero le eructó a la cara de Andy. Este se retiró
ante ese gesto asqueroso.
Esa
noche envió su historia. El editor extranjero le contestó:
–
“Puro plagio. ¿Qué estás fumando?¿Estás intentando convertir a
un ‘hadji’ en un clon de Blair? Inténtalo otra vez”.
A
la mañana siguiente, después de desayunar, Andy decidió entrevistar
a una señora mayor que hacía la limpieza en el hotel.
– “¿Cuándo habrá paz en este país?”. Andy había
decidido empezar con una nota de optimismo.
La
trabajadora levantó la cabeza, se retiró la pañoleta y habló con
un susurro suave:
–
“Fundamentalmente, esos grupos serán derrotados si se les aleja de
las poblaciones de las que reciben reclutamientos y apoyo”.
– “¡Exacto!”. Andy sonrió abiertamente, “¿Cómo
podríamos…. Cómo se haría?”
–
“Eliminando a todos los terroristas extranjeros y encarcelando a
quienes les apoyan entre la población local”.
– “¿Admite que la mayoría son extranjeros?”. Andy
tomaba notas con rapidez, ansioso de recogerlo todo.
–
“Sí, hay muchos”.
– “¿Cuántos supone que hay?”
–
“Demasiados”.
– “¿Cómo se siente con el tema de las bombas?”
La
limpiadora se enderezó:
–
“Si los que lanzan bombas buscan reforzar nuestra moral o nuestro
orgullo, han triunfado. Si lo que quieren es asegurar nuestro
compromiso con nuestra forma de vida, lo han conseguido totalmente. Si
esperaban que la gente se arrastrara de entre los escombros de las
casas, mercados y fábricas y se dirigieran a trabajar y siguieran con
su vida cotidiana, estaban en lo cierto. Si su intención era aumentar
nuestra fortaleza y resistencia…felicidades. ¿Consumirnos de miedo?
Dios sea alabado, no precisamente”.
La
limpiadora recogió el cubo de agua sucia y la fregona y empezó a
caminar.
– “¿De qué bombarderos está hablando?”
La
señora mayor miró hacia atrás:
–
“De los que quieren destrozar una civilización floreciente, de los
bárbaros que bombardean hospitales, colegios, almacenes, mercados y
que tratan de convertir nuestra variada sociedad de sunníes, shíies,
cristianos caldeos, judíos, palestinos, kurdos, jordanos, sirios e
iraníes en tribus en guerra. Mi hijo era cristiano. Trabajaba para un
musulmán, que comerciaba con kurdos. Y estudiaba en la Universidad
con un profesor laico. Le asesinaron en un punto de control. Vivíamos
en la encrucijada de civilizaciones entre Europa y Asia. Ahora vivimos
en una encrucijada entre civilización y barbarie. Los enemigos de la
libertad subestiman siempre a sus adversarios”.
Al principio, Andy estaba atónito. “Una limpiadora
improvisando ese discurso sin nota alguna... Debe haber recibido de
alguna manera educación en la universidad” . Entonces tuvo la
impresión de no saber bien de qué parte estaba ella. “Mejor lo
edito un poco antes de enviarlo a Londres, para dejar más claros sus
puntos de vista”.
En
los días siguientes, recibió este correo de respuesta:
–
“Andy, acaba con ese lío. Eso es lo que Livingston decía sobre
Londres, no lo que opina una anciana limpiadora árabe. Estás
entrevistando a gente equivocada en lugares equivocados”.
13
de julio de 2005
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