La población de
Mussayeb responsabiliza a la Policía iraquí del sangriento atentado
que mató a un centenar de personas
Gara, Euskal Herria,
18/07/05
La población chiíta
de Mussayeb, escenario del sangriento atentado suicida que segó la
vida de un centenar de personas, dirigió su ira contra la Policía
iraquí. Testigos llegaron a acusar a los agentes de complicidad con
el kamikaze. Las acusaciones de negligencia alcanzan ya al Gobierno
proestadounidense, y no faltan voces que, en abierto desafío a los
ocupantes, llaman a la autodefensa con el rearme de las milicias. 22
personas murieron ayer en cuatro atentados con coche-bomba, algunos de
ellos suicidas según fuentes oficiales, contra policías, soldados y
funcionarios.
Los vecinos de la
localidad de Mussayeb, escenario del atentado-suicida con un camión
cisterna registrado a última hora del sábado, mostraron su indignación
y responsabilizaron a la Policía de la masacre, que deja un saldo
provisional de 98 personas muertas y 152 heridas, 65 de ellas de
gravedad.
El teniente de policía
Hassan Ali aportó datos sobre el modus operandi del kamikaze, que
conducía el camión-cisterna. Narró que el conductor pidió permiso
a la Policía para llegar con el camión en sentido contrario a la
plaza central de la localidad. «Los policías aceptaron. Cuando llegó
al lugar, se bajó, abrió la salida de gas de la cisterna y se hizo
explotar».
Con la mitad del rostro
quemado por la explosión, Rached Khodeir señala enfurecido a la
responsabilidad de la Policía, «porque dejaron entrar al camión al
centro de la villa cuando está totalmente prohibido».» «Estoy
seguro de que los policías de Jourf al Sakhar son cómplices del
terrorista y le dejaron pasar», añade.
El camión venía de la
villa sunita de Jourf al Sakhar, separada de Mussayeb por un puente.
Los habitantes chiítas de esta villa atacada aseguran que muchos
habitantes de Jourf al Sakhar son wahabitas (corriente rigosrista del
sunismo, enemiga declarada del chiísmo). Otro vecino de Mussayeb va más
allá y acusa a la Policía de haber recibido un soborno de manos del
kamikaze.
En escasos minutos, «el
fuego del infierno salió a la superficie», narraba un testigo. «Vi
a mucha gente corriendo desnuda hacia todos los lados con su ropa
calcinada cayéndose en jirones», recuerda Khodeir, responsable de la
mezquita que se halla a escasos diez metros del lugar de la explosión.
«Los padres tiraban a sus hijos de las ventanas y los balcones de un
edificio en llamas», se suma otro testigo, Ammar al-Karagouli.
En el lugar el olor de
la muerte y de la carne quemada es insoportable. Treinta vehículos
civiles, dos policiales y uno de bomberos están totalmente
calcinados. 40 comercios aledaños y la mezquita están destrozados.
Esta última alberga una oficina del movimiento chiíta anti-ocupación
dirigido por el joven Moqtada al-Sadr.
Junto a las acusaciones
de corrupción y de complicidad en el atentado contra la Policía,
destaca otra crítica, la negligencia. Cada vez son más las voces que
acusan al Gobierno del también chiíta Al Jafaari de no impedir estos
atentados y que llaman a la propia autodefensa a través de milicias.
El movimiento al-Sadr
tiene la suya propia, el Ejército de El Mehdi, que se difuminó entre
la población a mediados del año pasado tras firmar un acuerdo
auspiciado por el gran ayatolah, al-Sistani, que puso punto final al
levantamiento popular en parte del Irak chiíta.
Su líder, el joven
Moqtada al-Sadr, reiteraba ayer a la BBC en la primera entrevista que
concede a un medio de comunicación occidental que «la ocupación en
sí misma es el problema. Los otros problemas derivan del hecho de que
Irak no sea independiente, desde el sectarismo hasta el riesgo de una
guerra civil».
Al-Sadr insistió en
que toda resistencia «es legítima», llamó a los iraquíes a «mostrar
contención y a no enredarse en los planes de los ocupantes para
provocarles» y reiteró que no tomará parte en el proceso de redacción
de la Constitución del Irak ocupado.
Un Irak que tuvo que
suspender las exportaciones de crudo desde el sur del país debido a
una huelga de miles de trabajadores de la Compañía de Petróleo del
Sur (CPS). Los huelguistas exigen para chiítas y sunitas igual
reparto en los beneficios petroleros que el que revierte a los líderes
kurdos.
Jornada plagada de
ataques
Al menos 22 personas
murieron en cuatro atentados con coches-bomba algunos de ellos
suicidas según la versión oficial, todos ellos contra objetivos
militares, policiales o gubernamentales.
Dos policías y un
civil murieron en el primero en un barrio oriental de la capital iraquí.
Tres policías y cuatro civiles murieron en el segundo, también en la
capital.
Un atentado con
coche-bomba contra un convoy estadounidense dio de lleno a dos
minibuses matando a seis civiles en Mahmudiya, al sur de Bagdad.
Otra bomba en un coche
mató a cinco empleados de la Comisión Electoral iraquí y a un policía.
Dos soldados estadounidenses murieron a consecuencia de ataques de la
resistencia.
Juicio a Saddam
Hussein por la muerte de 160 chiítas
El Tribunal Especial
Iraquí anunció que en los próximos días se fijará la fecha del
juicio contra Saddam Hussein y tres colaboradores por la matanza de
chiíes en la localidad iraquí de Dujail en 1982. Las Fuerzas de
Seguridad iraquíes mataron a unas 160 personas en Dujail, después de
que el presidente escapara de un intento de atentado. Tanto Saddam
como los otros tres acusados afrontan una petición de pena de muerte.
|