Los halcones civiles del Pentágono imaginaban
que la guerra de Iraq sería un asunto fácil. Sus planes de dominación
mundial apenas acaban de entrar por la puerta cuando se han hundido en
un cenagal
La pesadilla de Iraq se profundiza
Por John Peterson
La Haine, 05/08/05
“No hay ningún calendario... ¿Por qué
deberíamos decir al enemigo: aquí está el calendario, seguid
adelante y esperadnos? No tiene sentido tener un calendario. Si das un
calendario estás concediendo demasiado al enemigo... Nuestra
estrategia se puede resumir de esta manera: Cuando los iraquíes se
pongan de pie nosotros nos retiraremos”. (G. W. Bush hablando
sobre la guerra de Iraq, junio de 2005)
“No tengo y no pretendo anunciar el
calendario de nuestro programa... El anuncio de un calendario fijo
para nuestra retirada sería totalmente eliminado por el enemigo para
negociar un acuerdo. Simplemente esperarían hasta que nuestras
fuerzas se hubieran retirada y después moverse... Cuando las fuerzas
vietnamitas sean más fuertes el ritmo de retirada estadounidense será
mayor”. (Richard Nixon en su discurso Mayoría silenciosa sobre
la Guerra de Vietnam, noviembre de 1969)
Después de la reelección de Bush, muchos en el
mundo pensaron que se aproximaba el final del mundo. Según ellos, el
“rebaño” estadounidense había sido engañado de una vez por
todas y Bush seguiría sin ningún esfuerzo con su política
ultra-reaccionaria en casa y en el extranjero. Los estadounidenses
eran incapaces de luchar y se dejarían arrollar por el camión
neoconservador. Nosotros explicamos que nada más alejado de la
realidad. Bush no tenía un “mandato” real o un “capital político”.
El país estaba aún más dividido que antes de las elecciones. Si
Bush consiguió el segundo mandato fue en gran medida por la ausencia
de una alternativa para la población norteamericana. Ciertamente no
fue el resultado de un contundente entusiasmo con su política. Al
menos con Bush sabían a lo que se enfrentaban. ¿Por qué votar a
Kerry? ¿Un candidato pro-guerra, pro-Acta Patriótica, pro-Plan
Colombia y pro-grandes empresas cuando ya estaba otro similar en el
puesto?
Como pronosticamos, el período de lucha de miles
de Bush ha desaparecido como un relámpago. Casi inmediatamente, se
enfrentó con la muralla de la oposición pública a su proyecto
interno más importante, la privatización de la seguridad social.
Ahora, de la noche a la mañana, el ambiente de la población
estadounidense se ha vuelto finalmente contra la guerra en Iraq. La
aprobación a Bush ha caído al 43 por ciento, la más baja de su
presidencia. Ahora el 39 por ciento dice que está a favor de la
guerra en Iraq, en abril de 2003 el porcentaje era del 72 por ciento,
el día después del derribo de la estatua de Sadam Hussein en Bagdad.
El 57 por ciento se consiguió cuando la administración
deliberadamente engañó a la opinión pública con las supuestas
armas de destrucción masiva de Iraq. El 42 por ciento de los
probables votantes dijeron que estarían a favor de iniciar el
procedimiento de acusación (impeachment) si se demostraba que el
presidente mintió a la nación sobre sus razones para ir a la guerra
de Iraq. Incluso los rabiosos medios de comunicación pro-guerra se
han vuelto cautos al cuestionar la política de EEUU en Iraq. De una
manera típicamente oportunista, varios miembros de los dos partidos
han planteado críticas con la forma de dirigir la guerra, aunque la
primera cuestión debería ser la validez de la guerra.
Sin embargo, este cambio de ambiente no sale de
ninguna parte. Ha estado acumulándose debajo de la superficie desde
que el movimiento de masas contra la guerra tuvo que hacerse
“clandestino” al principio de la guerra debido a los llamamientos
a “apoyar a las tropas” y el “Cualquiera menos Bush aunque es un
candidato pro-guerra” de la campaña presidencial de John Kerry.
Ahora, la frustración acumulada con el rumbo de las cosas dentro de
EEUU, combinado con el envalentonamiento de la insurgencia iraquí y
el aumento de las bajas norteamericanas sin un final a la vista, ha
dado a millones el valor de expresar sus verdaderos sentimientos sobre
la guerra.
Escapar de la realidad
Durante mucho tiempo, la población
estadounidense ha adoptado una posición de “esperar y ver” si era
cierto lo que sus líderes le decían sobre la guerra. Esperaron la
prueba de la relación con el 11-S, que encontraron las armas de
destrucción masiva, los laboratorios móviles de armas, las armas
ocultas en Siria, la entrega de la soberanía iraquí, que se
celebraran las “elecciones democráticas”, que se entrenara el
suficiente número de soldados iraquíes que permitiera a EEUU
comenzar la retirada, etc., Al final, no había relación con el 11-S,
no había armas de destrucción masiva ni calendario de retirada de
las tropas. La “democracia” y la “libertad” están más lejos
que con Sadam. En realidad, para millones de iraquíes, las cosas son
peor ahora que hace tres años. Al menos entonces tenían electricidad
y agua, no tenían que preocuparse por los atentados suicidas en el
mercado local. Mientras tanto, más de 1.700 soldados estadounidenses
han muerto y decenas de miles han resultado heridos. Después de
muchos meses de no querer admitir que las cosas están peor que antes,
la paciencia de millones de estadounidenses se empieza a agotar.
La realidad de la situación es que Bush y compañía
no parecen saber qué ocurre con la cuestión de Iraq, distintos
funcionarios aparentemente tienen opiniones diferentes de la situación.
Un día el vicepresidente Dick Cheney admite cómodamente que la
insurgencia está en “las últimas”. Días después, el secretario
de defensa Donald Rumsfeld dice que la guerra podría durar 5, 6, 8,
10 o 12 años. Que las fuerzas estadounidenses se han reunido o no con
los insurgentes para negociar una solución política. Rumsfeld
pretende que ocurra todo “al mismo tiempo”, mientras que el
general George Casey dio exactamente la respuesta contraria en la
misma conferencia de prensa.
Otro general anunció que el nivel de tropas
norteamericanas comenzará a descender el año próximo, mientras que
al mismo tiempo muchos políticos de Washington insisten en que son
necesarias más tropas. John Kerru, el candidato presidencial del
Partido Demócrata que consiguió acallar el movimiento contra la
guerra con su campaña pro-guerra, hace referencia a los insurgentes
como “yihadistas” y critica a Bush por no luchar más eficazmente
la guerra. Por su parte, Bush rechaza tanto el envío de tropas como
traerlas de regreso a casa. Está literalmente entre la espada y la
pared. Enviar más tropas enfurecerá a millones de norteamericanos y
acabará con la tentativa de que los iraquíes se hagan cargo de la
lucha. Por otro lado, traer las tropas a casa enfurecería a sus
aliados políticos más cercanos y animaría a los insurgentes a
luchar aún más duro hasta conseguir la retirada total de EEUU. ¿Qué
hacer?
En otras palabras, no hay consenso en lo que
realmente está ocurriendo sobre el terreno. Cada vez es más evidente
que Bush y los neoconservadores viven en la imaginaria “Babia de
Aristófanes”, un lugar donde todo es perfecto y no existen los
problemas. Esto no es casualidad, los que gobiernan la Casa Blanca y
el Pentágono están tan alejados de la realidad que realmente se
creen que las cosas van bien y que la victoria está a la vuelta de la
esquina. ¿Cómo podría ser de otra manera? ¿No son las personas más
inteligentes del mundo al mando de la maquinaria militar más temida
del mundo? Lo mismo se aplica a su comprensión de la situación económica
en EEUU y en general con la política exterior estadounidense.
Seymor Hersh, el famoso periodista por su
cobertura de la masacre de My Lai en Vietnam y de Abu Ghraiv en Iraq,
resumió la situación en una entrevista reciente: “No pienso que
esta guerra haya sido nunca ganable... lo peor está por llegar. Los
próximos meses serán muy inquietantes para todos porque Bush tiene
un problema real en Iraq y no es consciente de ello”.
Es realmente un caso de la “nueva ropa del
emperador”. Nadie está dispuesto a decirle a Bush y sus compinches
que están andando en cueros. Tarde o temprano, la clase obrera
norteamericana se lo revelará.
¿Ha vuelto Vietnam?
Los halcones civiles del Pentágono imaginaban
que la guerra de Iraq sería un asunto fácil. Sus planes de dominación
mundial apenas acaban de entrar por la puerta cuando se han hundido en
un cenagal. Según los planificadores de la guerra, el nivel de tropas
en Iraq se reduciría a sólo 30.000 o 40.000 poco después del final
de la guerra terrestre, liberando a más de 100.000 soldados para
otras operaciones militares en la región. En su lugar, casi 140.000
soldados permanecen en Iraq y el ejército está al límite. Muy atrás
han quedado los días en que la administración Bush podía negar la
existencia de la insurgencia o decir que la guerra había terminado y
que la “misión estaba cumplida”. Ahora tienen que admitir que no
sólo la guerra continua, sino que no pueden derrotar militarmente a
los insurgentes. ¡Y pensar que en cierta ocasión negaron la
posibilidad de una guerra de guerrillas porque en Iraq no había
jungla!
Cualquier analogía histórica es válida sólo
dentro de ciertos límites, pero los paralelismos entre la Guerra de
Vietnam son evidentes para todo el que quiera ver. Las recientes
declaraciones de Bush sobre el rumbo de la guerra y la salida son una
pavorosa reminiscencia del famoso discurso Mayoría silenciosa de
Nixon. La mayoría estuvo silenciosa durante muchos años, pero cuando
habló y se movió contra la guerra, todo acabó para los halcones del
Pentágono. En el caso de Iraq el resultado será el mismo, pero a un
nivel superior.
El desarrollo de la guerra en Iraq es más
similar a la Guerra de Vietnam que a la Segunda Guerra Mundial o
Corea. No hay líneas de frente claramente ni enemigos o combatientes
claramente definidos. Como en Vietnam, cada ciudad y aldea es un campo
de batalla potencial, cualquier iraquí es tratado como un enemigo
potencial, con mucha frecuencia con resultados trágicos. Cada soldado
ocupante, incluido el personal femenino de apoyo que se supone no están
en “zonas de combate” también son objetivos. Incluso la zona de
alta seguridad conocida como “zona verde” a menudo es el escenario
de ataques de mortero, cohetes y atentados suicidas.
Con sólo 138.000 soldados sobre el terreno y sólo
una fracción de éstos participando en operaciones de patrulla y
vigilancia, es simplemente imposible para ellos estar en todas partes
al mismo tiempo. En lugar de mantener el territorio y asegurarlo, el
objetivo en Iraq parece ser similar al de Vietnam: llevar a cabo una
guerra de desgaste para degradar la capacidad de lucha de los
insurgentes. Pero esta estrategia no va a ninguna parte. Los ataques
contra las fuerzas de la coalición continúan y en realidad cada vez
son más efectivos a la hora de infligir bajas sobre las fuerzas
estadounidenses y las demás tropas de ocupación.
Las fuerzas estadounidenses regularmente realizan
asaltos sobre aldeas o regiones, sacan a los insurgentes del
vecindario, cuentan los cuerpos y después se retiran a sus
campamentos base. Pero este resultado es sólo lo que el general del
ejército estadounidense, George W. Casey, llama la “Pillsbury
Dougboy idea”, presionar a la insurgencia en sólo una zona provoca
el surgimiento en otra parte. El control del territorio requiere
“estar sobre el terreno”, toda la superior capacidad militar y la
tecnología del mundo no son útiles contra un enemigo que aparece y
desaparece sin avisar. ¿Qué utilidad tiene dominar los cielos si no
pueden mantener el control en el suelo?
Un reciente artículo publicado en The Army
Times: “Los comandantes estadounidenses de mala gana aceptaron
permanecer un paso por detrás de los insurgentes no adaptándose al
uso de artefactos explosivos improvisados. El coronel Mike Formica de
la Primera División de Caballería dijo que es el insurgente y no el
soldado estadounidense, el que tiene la iniciativa a la hora de
ejecutar las operaciones. En los ataques insurgentes, dijo Formica,
‘no sabes quien es el enemigo’. Inmediatamente después de los
ataques ‘regresa para mezclarse en la sociedad’.
Cada vez que los soldados norteamericanos se
aventuran a salir de sus bases enormemente protegidas en Iraq, entran
en un campo de minas de variadas estructuras, densidad y localización
que varía cada día, incluso cada hora... El coronel Robert Davis,
que comandaba los equipos de desactivación de explosivos en Iraq,
dijo que cuando las patrullas estadounidenses dejan una calle ‘el
campo de batalla regresa al control de los insurgentes’
Cuando las fuerzas estadounidenses añadieron
cubierta de acero a sus Humvees (tipo de vehículo todo terreno) y
aumentaron el uso de tanques pesados y vehículos de combate Bradley,
los insurgentes respondieron con explosivos sofisticados que podían
penetrar incluso en el blindaje más espeso... Los insurgentes
recientemente han marcado como objetivo los ‘vehículos simbólicos’
como los tanques Abrams de 70 toneladas, para demostrar a los soldados
estadounidenses que no están a salvo y que no importa cuánto
blindaje les rodee”.
Esta situación ha obligado a los generales e
incluso a Rumsfeld a reconocer que a pesar de la aplastante
superioridad de las fuerzas ocupantes en las armas, la insurgencia
nunca podrá ser derrotada militarmente. Según el general de brigada
Donald Aston, el portavoz del ejército estadounidense en Iraq:
“Creo que la forma más acertada de aproximarse a esta situación es
reconocer que... esta insurgencia no se va a calmar, los terroristas y
el terrorismo en Iraq no se calmará con opciones militares u
operaciones militares”.
Esto está muy alejado de las primeras
pretensiones de la administración que decían que los insurgentes no
eran nada sino “desesperados” leales a Sadam o un puñado de
infiltrados extranjeros. 44 de los 55 iraquíes más buscados han sido
capturados o asesinados, incluido Sadam, aún así, la resistencia
aumenta en audacia y efectividad. Es como la hidra mitológica: “No
podemos matarlas a todas, cuando mato a una salen tres”, estas son
las palabras del teniente coronel Frederick P. Wellman, que trabaja en
la supervisión de la formación de las tropas de seguridad iraquíes.
La Ofensiva Tet, “vietnamización” y
“salvadorización”
La Ofensiva Tet de 1968 fue una clara derrota
militar para el Viet Cong y los Regulares Nortvietnamitas, reduciendo
sus reservas y recursos durante años. Pero no importó, los dramáticos
ataques conmocionaron a la opinión pública estadounidense que se dio
cuenta que la población vietnamita nunca aceptaría la continua
subyugación de su país por parte de una potencia extranjera. El
fervor patriota que acompaña el inicio de cada guerra se fue
disipando. La marea finalmente cambió y se volvió contra la guerra.
Los recientes ataques espectaculares en Iraq,
aunque no amenacen estratégicamente a la fuerzas ocupantes en el país,
han jugado un papel muy similar polarizando a la opinión pública
norteamericana. El coronel del ejército estadounidense, Funk,
recientemente expresó sus preocupaciones por el efecto de los últimos
ataques arriesgados y el aumento de las bajas estadounidenses: “Los
medios de comunicación se equivocaron con Tet y se están equivocando
con Iraq. Estamos ganando pero la población no lo sabrá si todo lo
escuchan está relacionado con la muerte y la violencia”.
Es común en la derecha “culpar” de la
derrota en Vietnam a los medios de comunicación “antipatriotas”.
Esta obscura “explicación” está alejada de la completa e incómoda
realidad de esa derrota ignominiosa, pero aún así en esta afirmación
hay un ápice de verdad. La guerra está llena de muerte y violencia,
estas imágenes e historias están inquietando a la mayoría de la
población. Por eso el Pentágono ha desplegado su poder para censurar
y satanizar las imágenes e historias que ve y escucha la opinión pública
norteamericana sobre Iraq.
Aquellos que se oponen e incluso cuestiona la política
estadounidense en Iraq son intimidados y acusados de “dar argumentos
al enemigo” y “desmoralizar” a las tropas. Es un caso de “no
escuchar el mal, no ver el mal, no hablar del mal”. En la medida que
no escuchamos, vemos o hablamos de los horrores de la guerra ¡no
existen! Desgraciadamente, para miles de soldados estadounidenses y
millones de iraquíes, la violencia y el horror de la guerra no son
vistas en la televisión pero sí en sus ciudades, calles y en sus
casas.
En 1969, en respuesta al creciente resentimiento
contra la guerra, el presidente Nixon hizo su famoso discurso La mayoría
silenciosa, explicando su plan para la “vietnamización” de la
guerra. La idea era que EEUU entrenaría al Ejército Survietnamita (ARVN)
para que se tomara la responsabilidad de luchar contra el Viet Cong y
el Ejército Nortvietnamita (NVA). Pero la mayoría de los generales
tenían poca confianza en que el ARVN pudiera hacer frente tanto al
NVA como al Viet Cong. Ante todo, en su mente estaba la necesidad de
calmar a la opinión pública en casa con una retirada paulatina de
las tropas norteamericanas. La perspectiva de entrenar a las tropas
del ARVN para que se hiciera cargo de la lucha, era un reconocimiento
de que no había solución política a la vista.
La estrategia de salida de Bush en Iraq no es
otra cosa que una forma de “vietnamización”. La idea es que las
fuerzas iraquíes sean entrenadas en suficiente número para
enfrentarse a la insurgencia, de este modo podría producirse una
retirada paulatina de las tropas estadounidenses. Y aún así, las
fuerzas de ocupación y su gobierno títere ya han dado una esperanza
de resolución militar, esperan conseguir un acuerdo político para
que los insurgentes se unan al proceso político. Pero esto
simplemente no ocurrirá. Algunos grupos insurgentes podrían ser
cooptados de esta forma, pero la mayoría de ellos están luchando por
un objetivo básico: el final de la ocupación. Pero los traidores del
gobierno iraquí no durarían ni un día sin la fuerza militar de EEUU.
Por lo tanto, una solución política amable, limpia y pacífica es
simplemente imposible. Las ilusiones en una solución política se
disiparán muy pronto, dejando al gobierno norteamericano con sólo
una opción: la retirada gradual de sus fuerzas dejando a los perros
falderos iraquíes a su destino.
Como en Vietnam, la presión contra la guerra en
casa al final jugará un papel importante en el desarrollo de la
guerra. La derrota militar de la guerra está descartada. La población
iraquí está realizando una lucha legítima contra un ocupante
extranjero. Como decía el oficial del ejército citado anteriormente,
por cada insurgente que matas, surgen tres mas. Incluso con la
tecnología militar más avanzada del mundo, es imposible controlar un
país entero, incluso un país relativamente pequeño y empobrecido
destrozado durante década de guerra y sanciones económicas.
La formación de un ejército nacional
cohesionado que se haga cargo de los insurgentes está demostrando ser
mucho más difícil de lo que imaginaba EEUU. Con unas tasas de
desempleo astronómicas, muchos iraquíes ven el peligroso trabajo de
policía o soldado como la única manera de escapar al hambre. Pero
esto no significa que apoyen la ocupación o al gobierno que les paga
para defenderle. Miles de policías y soldados iraquíes han
abandonado sus puestos, escapado durante las batallas, se han negado a
luchar o incluso se han pasado al otro bando en mitad de la batalla.
Los propios miembros de las fuerzas de seguridad han realizado varios
atentados suicidas recientes contra la policía y el ejército iraquí.
La ausencia de un servicio de inteligencia de
calidad sobre la insurgencia es el testimonio de que la gran mayoría
de la población se opone a la presencia de EEUU. Parece que Rumsfeld
y compañía realmente creían esa tontería de que recibirían a las
tropas de ocupación con los brazos abiertos. Desgraciadamente, para
miles de soldados norteamericanos que han sido asesinados, mutilados o
lisiados para toda la vida, este no ha sido el caso.
En un acto desesperado, las fuerzas de ocupación
han recurrido a otra estrategia probada, conocida como la opción
“El Salvador”. Esto implica el uso de milicias con base étnica o
religiosa y “escuadrones de la muerte”. En el contexto de Iraq,
las fuerzas de ocupación han trabajado para llevar a cabo la vieja
estrategia de “divide y vencerás” para utilizar a los chiítas y
kurdos contra los sunnitas, que forman el corazón de la resistencia
armada. Las principales figuras chiítas y kurdas en el gobierno han
apoyado oficialmente a los peshmerga kurdos y a las milicias de las
Brigadas Chiítas Badr. Y esto lleva a la única posible resolución
de la insurgencia: incluir a los sunnitas en el gobierno. La creación
de escuadrones de la muerte es una forma difícil de inspirar
confianza. Aparte de aumentar el número de cadáveres y garantizar
una nueva generación de insurgentes, esta estrategia no conseguirá
nada.
Al final, la “vietnamización” fue un fracaso
para los imperialistas estadounidenses. La presión en casa aceleró
la retirada y el Ejército Survietnamita no era tan disciplinado y
decidido como el NVA y el Viet Cong. El 30 de abril de 1975 el régimen
títere de Duong Van Minh en Saigón cayó, con las famosas escenas de
la evacuación de la embajada de EEUU y que quedaron grabadas para
siempre en la memoria colectiva de los estadounidenses.
“¡Por el fin de la ocupación ahora!”
Podría parecer que una estrategia de salida
gradual de Iraq tranquilizaría a la opinión pública estadounidense
ante las interminables noticias de violencia sin ninguna esperanza
real de mejoría de la situación. Pero los recientes intentos de Bush
de ganar la confianza de la opinión pública en su estrategia iraquí
han fracasado y no han conseguido calmar sus preocupaciones. El
“capital” político de Bush se deteriora rápidamente y cada vez
es más inútil la vieja retórica de “al Qaeda”, “Bin Laden”,
“guerra contra el terrorismo”, “Eje del Mal” y el “recuerdo
del 11 S”.
Las bajas son tan altas como en Vietnam, los
medios de comunicación y el gobierno han intentado ocultar a la opinión
pública la terrible realidad de la guerra, pero la corriente monótona
de muertos y heridos, las noticias sin fin de la violencia están
teniendo un efecto. Sin final a la vista, millones de norteamericanos
están comenzando a darse cuenta que la aventura iraquí no ha servido
para nada. No ha estabilizado Oriente Medio ni ha disminuido la
posibilidad de otros atentados terroristas en la “patria”, como
reconocieron abiertamente altos funcionarios después de los recientes
atentados en Gran Bretaña. No ha abaratado el petróleo que ahora ha
alcanzado niveles récord. El drenaje económico de casi 300.000
millones de dólares gastados en la guerra también está teniendo un
efecto. La relación entre los recortes en casa y el gasto en el
extranjero cada vez está más clara para millones de personas.
La oposición a la guerra aumenta en todo el país.
Millones que al principio se dejaron llevar por el triunfalismo
belicista de Washington ahora están cuestionando abiertamente la
guerra. Ya no se trata de un puñado de activistas contra la guerra
haciendo ruido, sino de estadounidenses de todo tipo. Los veteranos de
la guerra de Iraq y sus familias son un grupo cada vez más ruidoso.
Cindy Sheehan, una madre que perdió a su hijo en Iraq y presidenta de
Gold Star Families for Peace, recientemente pronunció un discurso y
acusó a Bush por su “guerra ilegal e injusta”.
Como informaba el Lexington (KY) Herald-Leader:
“Sheehan ridiculizó a Bush por decir que es una ‘tarea dura’
consolar a la viuda de un soldado asesinado en Iraq. ‘Una tarea dura
es ver el asesinato de tu hijo en la CNN el domingo por la noche
mientras estás tomando la cena. Una tarea dura es ver a tres
oficiales del ejército que llegan a tu casa pocas horas después para
confirmar el asesinato antes mencionado de tu hijo, tu primer hijo, tu
niño dulce y amable. Es una tarea dura enterrar a tu hijo 46 días
antes de su 25 cumpleaños. Es una tarea difícil consolar a tus otros
res hijos cuando el cuerpo de su hermano mayor está bajo tierra. Es
una tarea difícil no saltar a la tumba con él y que la tierra os
cubra a ambos’.
‘Te estamos vigilando cuidadosamente y vamos a
hacer todo lo que esté en nuestro poder para que seas juzgado por
engañar al pueblo norteamericano’, estas son las palabras de
Sheehan citando una carta que había enviado a la Casa Blanca.
‘Clavar una estaca política en tu negro corazón será el propósito
de mi vida’”.
Estas impactantes palabras de una madre apenada
van al corazón de la cuestión: la guerra no es el juego
aterciopelado que G. W. Bush y compañía nos quieren hacer creer.
Estas emociones son compartidas por decenas de miles de familias
estadounidenses e iraquíes.
La oposición entre los soldados en activo también
va en aumento. Llevados hasta casi el límite, los militares ya no
pueden mantener tan fácilmente esta larga y dificultosa ocupación de
Iraq. Las continuas operaciones militares en Afganistán también son
una sangría, por no mencionar las docenas de pequeños teatros en la
“guerra contra el terrorismo”. El ejército se está
reconsiderando la “estrategia de dos guerras” porque no tienen
suficientes tropas para mantener dos guerras convencionales
importantes al mismo tiempo. Dada la actual disponibilidad de tropas y
suministros, desafiar a Corea del Norte, Irán, China, incluso Siria o
Venezuela, sería romper el ejército. La pobre planificación de la
posguerra ha provocado escasez de personal cualificado, de vehículos
acorazados, uniformes blindados, incluso de raciones y agua. Además
todo esto ha significado un enorme gasto no previsto. Por no hablar
del dinero de millones de contribuyentes que se están gastando en un
ejército privado de seguridad que opera en Iraq.
Los niveles alistamiento han caído drásticamente
en 2005, en abril habían caído un 42 por ciento. Esto ha obligado al
ejército a mantener en activo a unos 22.000 soldados más allá de lo
firmado. En esta etapa la restitución del servicio militar
obligatorio no es una opción porque provocaría una enorme oposición.
7 de cada 10 se oponen al servicio militar obligatorio, a pesar de los
problemas de reclutamiento. Además esta medida también minaría toda
la base del ejército voluntario, que se creó con la intención de
restaurar la moral después de la experiencia del servicio militar
obligatorio utilizado en Vietnam.
Se han producido casos de fragging ¾ un término
acuñado durante la Guerra de Vietnam y que hace referencia al
asesinato de oficiales por parte de los reclutas ¾ . Entre 1969 y
1971 el ejército informó de 600 casos de fragging en los que
murieron 82 estadounidenses y otros 651 resultaron heridos. Sólo en
1971, hubo 1,8 fraggings por cada 1.000 soldados estadounidenses
sirviendo en Vietnam, esto no incluye los ataques con armas o
cuchillo. Nadie quería ser la última persona en morir en una guerra
sin sentido. Las cosas todavía no están tan mal en Iraq pero la
ocupación está lejos de terminar.
Incluso los medios de comunicación de derechas
expresan sus dudas. Niall Ferguson, un entusiasta seguidor de la
expansión imperial de EEUU, fue citado recientemente por The New York
Times: “Lo número ahora son de 174 a 1. No sólo es la relación de
soldados iraquíes y estadounidenses. Están comenzando a mirarse de
manera alarmante como los pocos probables éxitos de los
estadounidenses”.
En los libros de historia la “vietnamización”
va seguida poco después por una “derrota y retirada humillantes”.
Más tarde que pronto, el sentimiento contra la guerra en EEUU se
expresará de nuevo masivamente en las calles.
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