Crece la evidencia de
torturas: los procesos, una farsa, denuncian fiscales militares
Se multiplican las
voces críticas contra los abusos en Guantánamo
Por David Brooks
Corresponsal en EEUU, La Jornada, 03/08/05
Nueva York, 2 de
agosto.- Guantánamo continúa como símbolo de tortura, abusos y
violaciones del derecho internacional, y para los pocos que todavía
tenían ilusiones sobre la "justicia" estadounidense, se
revelaron pruebas contundentes de que lo que ocurre en ese rincón
colonial estadounidense obligó a dos fiscales militares a rehusar
participar en lo que consideraron una farsa legal.
Extractos de un diario
publicados hoy en el periódico británico The Guardian de un
arrestado en Pakistán y enviado secretamente a Marruecos en un avión
estadounidense, detallan con precisión la tortura a la que fue
sometido por órdenes de Washington.
"Llevaron el
escalpelo a mi pecho derecho. Sólo fue una cortada pequeña, tal vez
una pulgada. Primero grité... estaba sorprendido, no lo esperaba.
Después cortaron mi pecho izquierdo... Uno tomó mi pene en su mano y
empezó a hacer cortes. Lo hizo una vez, y se mantuvieron quietos tal
vez durante un minuto, observando mi reacción. Estaba en agonía.
Tendrían que haber hecho esto unas 20 o 30 veces, durante quizá dos
horas. Había sangre por todas partes". Detalla cómo lo
golpearon, lo sometieron a música rock a alto volumen, y repetían lo
mismo con la navaja. Benyam Mohammed cuenta su tortura e
"interrogatorio" que duró 18 meses en Marruecos, Afganistán
y Guantánamo.
Mientras se incrementa
la evidencia de tortura y abuso de autoridades estadounidenses, las
voces críticas de figuras mundiales -entre ellos premios Nobel y
altos de oficiales militares estadounidenses- se multiplican, y esta
semana el ex presidente Jimmy Carter se sumó a este coro, demandando
la clausura del centro de detención estadounidense. "Creo que lo
que está ocurriendo en la bahía de Guantánamo y otros lugares es
una ignominia para Estados Unidos", dijo en una conferencia de
prensa en Inglaterra.
Aunque Carter descartó
que estos abusos provoquen el terrorismo, indicó que sí lo nutren.
"Lo que ha ocurrido en Guantánamo no representa al pueblo
estadounidense. Me avergüenza, creo que está mal y les ofrece a los
terroristas una excusa no justificable para emplear medios viles y dañar
a gente inocente".
A todo esto, en la
semana se reveló que los propios abogados militares encargados de
montar un ejemplo de la "justicia" estadounidense en la
guerra contra el "terrorismo" en Guantánamo, denunciaron
que estos procesos se estaban manipulando a tal nivel como para
convertirlos en una farsa.
El año pasado dos
fiscales militares estadounidenses denunciaron que los juicios
militares -llamados "comisiones militares"- de
"combatientes enemigos" encarcelados en la base
estadounidense en Guantánamo están viciados de origen, no serán
imparciales aun dentro de los parámetros de por sí ya muy limitados
de un proceso militar, y que violan el código militar.
El Wall Street Journal
y el New York Times revelaron las denuncias de los dos fiscales
militares, el ahora mayor John Carr y el mayor Robert Preston de la
fuerza aérea, enviadas a su jefe el año pasado donde acusaron a la
oficina encargada de las comisiones militares de suprimir acusaciones
de tortura, destrucción de pruebas exculpatorias, ocultar información
a superiores y otras violaciones. Todo esto podría "constituir
negligencia de deber, declaraciones oficiales falsas y otra conducta
criminal", escribió el mayor Carr en un correo enviado al
entonces fiscal militar en jefe, el coronel Fred Borch. Según el
Journal, ambos fiscales renunciaron y fueron reasignados a otros
puestos en Estados Unidos al negarse a formar parte de estos juicios
militares que ellos acusaban de estar viciados y manipulados de
antemano, lo cual hacía imposible un proceso imparcial para los
"terroristas" acusados en Guantánamo.
De acuerdo con el
Journal y el Times, estas denuncias se hicieron en torno a tres de los
primeros cuatro casos de detenidos en Guantánamo acusados de crímenes
de guerra, donde el mayor Carr afirma que se realizaban en "un
ambiente de encubrimiento, decepción y deshonestidad" dentro de
la oficina de los fiscales. Además, los oficiales denunciaron que los
integrantes de las comisiones serían "seleccionados" para
asegurar que los veredictos de culpabilidad fueran garantizados, y que
a pesar de ausencia de pruebas, había la intención de vincular a los
acusados con todos los atentados terroristas de Al Qaeda.
El mayor Carr criticó
varios aspectos de los procedimientos cuestionando cualquier intención
de imparcialidad. "Es difícil creer que la Casa Blanca haya
aprobado esta situación, y espero que un día, pronto, alguien tendrá
que rendir cuentas por lo que nuestra oficina ha hecho durante los últimos
14 meses". El mayor Preston escribió que proceder con los
juicios bajo estas condiciones "representaría una grave amenaza
a la reputación del sistema judicial militar y hasta un fraude sobre
el pueblo estadounidense".
Bush autorizó las
comisiones militares hace un par de años afirmando que los juicios
serían "plenos e imparciales", aunque señaló que a los
acusados no necesariamente les serían otorgados los derechos
establecidos por la Constitución de Estados Unidos o por las reglas
para las cortes marciales.
El Pentágono fue
obligado a confirmar la existencia de estas denuncias, pero declaró
que después de una investigación interna se determinó que las
acusaciones carecían de sustento. Sin embargo, también confirmó que
el entonces fiscal en jefe, el coronel Borch, encargado de la oficina
en Guantánamo, fue trasladado a otro puesto un mes luego de que
circularon las denuncias de sus subordinados, y poco después se jubiló
de las fuerzas armadas.
Anthony Romero,
director ejecutivo de la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU),
que ha criticado el uso de las "comisiones militares" y ha
revelado documentos oficiales detallando el abuso de los detenidos en
Guantánamo y otros reclusorios militares en Irak y Afganistán,
declaró: "claramente las preocupaciones presentadas por estos
dos (oficiales) confirman lo que hemos dicho desde el inicio: el Pentágono
manipuló el sistema para rendir el resultado deseado por el gobierno
de Bush, el cual es la condena de los primeros acusados, a cualquier
costo".
Los primeros cuatro
juicios realizados a través de estas "comisiones militares"
comenzaron en agosto pasado pero fueron detenidos en noviembre, cuando
un tribunal federal falló que los procedimientos violaban normas del
proceso legal establecido, así como obligaciones del gobierno
estadounidense bajo la Convención de Ginebra.
En julio de este año
un tribunal federal de apelaciones desechó el fallo del tribunal
inferior, declarando legales estos procedimientos. Vale señalar que
entre los tres jueces del tribunal de apelaciones que revirtieron el
fallo anterior y ahora dieron luz verde a las comisiones militares
estaba John G. Roberts, Jr. nombrado por Bush como su candidato para
ocupar el puesto vacante en la Suprema Corte de Estados Unidos.
En breve reiniciarán
los juicios
Ahora, el gobierno de
Bush desea reiniciar los juicios, y el Pentágono indicó al Times que
esto podría ocurrir en las próximas semanas. Se calcula que hay unos
510 extranjeros detenidos bajo sospecha de terrorismo originarios de
unos 40 países, aunque la mayoría fueron capturados en Afganistán,
encarcelados en la base naval estadounidense en Guantánamo.
Muchos han estado ahí
más de tres años; críticos señalan que muchos no han sido
informados de las razones ni se les han mostrado pruebas de su detención,
y sólo cuatro han sido acusados formalmente (aunque el Pentágono
informó que está por presentar acusaciones formales contra otros
ocho detenidos).
Mientras, en una
muestra de qué tanto le importan al gobierno de Bush las demandas de
sus críticos, la Casa Blanca logró bloquear una medida en el Senado
la semana pasada que hubiera prohibido el trato cruel, degradante o
inhumano hacia prisioneros. La medida, copatrocinada por varios
senadores, incluso varios republicanos, busca establecer una definición
de "combatiente ilegal", establecer reglas para
interrogatorios y prohibir el trato cruel a prisioneros. La Casa
Blanca intenta derrotar la medida al argumentar que impone un límite
innecesario sobre los poderes del comandante en jefe.
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