La batalla de los
desertores
De la línea de
fuego a la resistencia
Por Matteo Dean
Revista Masiosare, México, N° 398, 07/08/05
Al menos seis mil
soldados estadounidenses asignados a Irak, según fuentes oficiales,
han desertado. Una parte está refugiada en Canadá, y desde ahí
enfrenta los costos de su decisión.
Jeremy Hinzman era
parte del cuerpo de elite del ejército estadounidense, la 82 división
aerotransportada con sede en Fort Bragg, Carolina del Norte. En 2001,
después de los ataques del 11 de septiembre, lo asignaron en Afganistán,
donde cubrió tareas secundarias. Así lo pidió y así le fueron
asignadas: "El ejército está compuesto en su mayoría por
personas que piensan sólo en salir adelante con su familia. El ejército
lo sabe y por eso lo negocia. A cambio de tu inocencia, te proporciona
el más 'socialista' de los ambientes, todo te subsidia. Pero
enlistarse en el ejército no significa renunciar a tus cualidades
morales e intelectuales".
Luego de un tiempo, el
Pentágono ordenó su transferencia a Irak y desde un inicio Jeremy
solicitó que le asignaran las mismas labores como cocinero de campo;
sin embargo fue enviado al frente en Bagdad.
Cuando regresó a
Estados Unidos, Hinzman escapó junto con su esposa y su hijo a Canadá
y pidió la protección del gobierno. El 2 de enero de 2004 cruzaron
la frontera en calidad de turistas. Desde entonces Jeremy es un war
resister, un desertor.
"Objeté la guerra
porque era evidente que Irak no poseía armas de destrucción masiva;
por la explotación del miedo generado en EU a través de las absurdas
afirmaciones de Bush de que el régimen de Hussein estaba ligado con
un grupo terrorista; y por la risible y falsa idea de que EU está
exportando democracia".
La historia de Brandon
Hughey es distinta. Siendo aún menor de edad ingresó al ejército y
durante su estancia se gestó su rechazo a la guerra ilegal. Optó por
dejar las armas después de conseguir su título universitario, pero
sus oficiales le negaron el permiso y lo asignaron a Irak. Brandon
escapó a Toronto, y desde marzo de 2004 espera una resolución de la
Corte.
Otro caso es el de Dan
Felushko. Cuando su división tuvo que ir a Kuwait en enero de 2003,
decidió escapar y buscar refugio en Canadá. "No quería ver
escrito en mi tumba: muerto engañado en Irak", admite.
"Desde que me enlisté, pocas semanas después del 11 de
septiembre, fui adiestrado y preparado, pero desde un principio supe
que era un error ir allá y matar a alguien o morir". Pensé:
"¿Hay algo más importante que mi derecho de escoger entre lo
que yo considero justo o equivocado?"
Muchos jóvenes
estadounidenses se enrolan en el ejército por necesidad económica.
Son muchachos, según ellos mismos, "de clase media baja" y
en la milicia han encontrado la manera de "acabar los estudios
sin tener que endeudarnos por el resto de nuestra vidas o llevar
adelante a nuestras familias". Esta es la situación de Brandon
Hughey y muchos de sus colegas.
Según Lee Zaslofsky de
War Resisters Support Campaign, el más importante grupo de apoyo a
los resisters en Canadá "estos chicos son apantallados por las
ofertas del ejército, que no se presenta como una opción militar,
sino como una gran oportunidad de construir una vida en una institución
que llena los huecos de la sociedad estadounidense. Son muchachos sin
orientación política, que vienen de las zonas rurales y en ocasiones
les resulta difícil adaptarse a la metrópoli".
En Toronto encuentran
asilo hasta que un juez decide su destino. Se arriesgan a ser
castigados, y viven al mismo tiempo un ambiente de tensión, de
recuerdos que a muchos les impiden dormir, estar con mucha gente o
recordar en secuencia lógica los acontecimientos. Le dicen trastorno
de estrés postraumático, que no es otra cosa sino una pesadilla.
El difícil camino
jurídico
El 16 de marzo pasado,
Brian Goodman, juez del Refugee Board, la corte canadiense encargada
de revisar el caso de Jeremy Hinzman, emitió su sentencia. "No
se encontró que el demandante necesite protección, porque su regreso
a Estados Unidos no lo expone a riesgos para su vida ni a tratos
inhumanos y crueles, así como no hay elementos para creer que pueda
ser sujeto a tortura. [...]. Con base en dicho análisis, la demanda
está rechazada". La batalla apenas comenzó, pues de inmediato
hubo apelación.
Jeffrey House, abogado
de los resisters, explica su estrategia: "El primer argumento es
que ningún soldado está obligado a participar en una guerra que
viola leyes internacionales".
House se remonta a las
resoluciones de Nuremberg, cuando en los tribunales fueron juzgados
los jerarcas nazis y se fijó el mandato para todo soldado de rechazar
órdenes ilegales.
Un hecho importante
para el defensor es que la invasión de Irak fue declarada ilegal por
el gobierno canadiense. Se pregunta: "¿Por qué el gobierno
puede defender su postura con este argumento y el soldado Hinzman
no?"
Sin embargo, teme que
en estos casos se empiecen a tomar decisiones políticas. Amnistía
Internacional ya se pronunció al respecto y dijo que si Jeremy
Hinzman es regresado a Estados Unidos va a ser un preso de conciencia.
"Eso nos ayuda porque el gobierno de Canadá no quiere manchar su
reputación", abunda.
Al mismo tiempo, el
gobierno canadiense no quiere sentar precedentes para otros
desertores. "Será una lucha de larga duración porque ellos han
decidido permanecer aquí sin que esto signifique una invitación para
otros muchachos. El gobierno de Canadá puede decirle al de Estados
Unidos que no se ha dado refugio a nadie, pero al mismo tiempo puede
decirle a los canadienses que no se ha deportado a nadie",
concluye House.
La deserción, la
otra trinchera de la guerra
Semanas después de la
sentencia adversa, en Internet se crearon páginas con información
necesaria para llegar a Canadá y volverse un war resister. La línea
telefónica de GI Rights Hotline, que también cuenta con su sitio
web, orienta sobre el alojamiento y la manera de emprender el camino
legal para adquirir el status de refugiado.
Hasta ahora, el Pentágono
admite la existencia de casi seis mil AOW (ausentes de guerra, por sus
iniciales en inglés), pero nadie sabe con exactitud cuántos están
escondidos en Estados Unidos y cuántos han llegado a Canadá.
Integrantes de War
Resisters Support Campaign confirman la presencia en Toronto de al
menos 75 desertores. Quince de ellos, hasta ahora, han pedido refugio
al gobierno canadiense. "Quince soldados es el número de una
escuadra, comenta Lee Zaslofsky, que en lugar de estar en Bagdad está
aquí. Es nuestra manera, poco ideológica y muy práctica, de estar
en contra de esta guerra. Le quitamos recursos humanos al Pentágono.
Hay una escuadra aquí sobre la cual Bush ya no dispone".
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