Hablan los veteranos de
la guerra de Iraq
“¿Qué hemos
hecho?”
Por Dahr Jamail
Rebelión, 09/08/05
Traducido para Rebelión por Germán Leyens
Mientras la sangre de
soldados de EEUU sigue anegando las tórridas arenas de Irak: por lo
menos 27 soldados estadounidenses muertos, y el nivel de aprobación
de su manejo de la catástrofe iraquí desciende al nivel más bajo
hasta ahora, un 38%, Mr. Bush comentó desde el confort de su rancho
en Crawford, Texas: “Mantendremos la dirección, completaremos la
tarea en Irak”.
A sólo un par de horas
en coche de Dallas, en la Convención de Veteranos por la Paz en
Dallas, estoy sentado en una sala llena de veteranos del actual
atolladero.
Cuando preguntaron lo
que diría a Mr. Bush si tuviera la oportunidad de hablar con él,
Abdul Henderson, cabo de los Marines que sirvió en Irak de marzo
hasta mayo de 2003, inhaló profundamente y dijo: “Serían dos
golpes – uno se daría a él y el otro lo daría él al caer por
tierra. Veo a ese tipo en el puesto más prestigioso del mundo y el
tipo dice: “que se continúe”. ¿Un tipo al que jamás le han
disparado, y que nunca ha visto a alguien sufriendo, dice “que se
continúe”? Se comporta como un vaquero en un western… me
revienta”.
Los otros veteranos
que lo acompañan asienten mientras habla, sombrío… embargado por
la cólera.
Uno de ellos, Alex
Ryabov, cabo en una unidad de artillería que estuvo en Irak durante
los tres primeros meses de la invasión, pidió un poco de tiempo para
formular su respuesta a la misma pregunta.
“No creo que Bush se
dé cuenta algún día cuántos millones de vidas han sido arruinadas
por él y sus lacayos en su busca de dinero, codicia y poder”, dice.
“Dar por sentado el patriotismo del pueblo estadounidense… el
hecho de que haya gente (su administración) dispuesta a inventar
excusas para continuar matando y mutilando a la juventud de EE.UU. y
arruinar a innumerables familias… y que continúen haciéndolo con
una sonrisa en la cara.”
Después de respirar a
fondo para tranquilizarse, sigue como si se dirigiera a Bush
directamente: “Usted tiene que renunciar, tomar los miles de
millones de dólares que ha ganado con la sangre y el sudor de los
soldados de EE.UU… todos los sufrimientos que nos ha causado, y
colocar esos miles de millones de dólares en el VA (Departamento de
Asuntos de los Veteranos, N.d.T.) para que se ocupen de los hombres y
mujeres que usted envió a que los masacraran. Pero todos esos miles
de millones no bastan ni siquiera para tratar de compensar a todos los
que han sido afectados por todo esto”.
Estos nuevos refuerzos
para Veteranos por la Paz viven a diario la declaración de intención
de la organización, al comprometerse a trabajar con otros hacia el
aumento de la conciencia pública de los costes de la guerra, a
trabajar para impedir que el gobierno intervenga abierta y
clandestinamente en los asuntos internos de otras naciones, y para que
se haga justicia a los veteranos y a las víctimas de la guerra, entre
otros objetivos.
Escribo furiosamente
durante tres horas, trato de reflejar las historias que cada uno de
estos hombres comparte… las atrocidades que vieron, y cometieron,
mientras estuvieron en Irak.
Camilo Mejía, sargento
del ejército que fue sentenciado a un año en la prisión militar en
mayo de 2004 por negarse a volver a Irak después de un permiso en
casa, habla abiertamente sobre lo que hizo:
“Todo se resume en
expiación por lo que se hizo allá. Yo obligaba a ambulancias a dar
media vuelta cuando iban a los hospitales. Yo maté a civiles, yo
torturé a muchachos… Y me avergüenzo. Una vez que uno está allá,
no tiene nada que ver con política… tiene que ver con que uno está
allá como individuo y mata a gente sin motivo. No tiene sentido, y
ahora me avergüenzo de mí mismo por haber hecho esas cosas. Me decía
todo el tiempo que estaba allí por mis compañeros. Era un
razonamiento débil… porque me callaba y hacía mi tarea.”
Mejía luego habla
sinceramente sobre el motivo por el que se negó a volver:
“Recién lo sentí al
volver a casa – lo equivocado de todo el asunto y que fui un cobarde
al dejar de lado mis principios. Estoy tratando de recuperar el camino
al cielo… y no es tanto por lo que hice, sino de lo que no hice por
impedirlo mientras estuve allí. Así que ahora es una manera de
intentar de deshacer el mal que hicimos allá. Por eso estoy hablando
y no volveré. Es un proceso doloroso y tenemos que pasar por él.”
Camilo Mejía pasó a
subrayar rápidamente el éxito de su organización y de sus compañeros.
“Cuando volví a Irak en octubre de 2003, el Pentágono dijo que había
22 desertores. Cinco meses después eran 500, y cuando salí de la
prisión la cifra era de 5.000. Esas son cifras del Pentágono sobre
el ejército. Dos cosas son importantes en este caso – la cifra
aumentó de 500 a 5.000 en 11 meses, son las cifras del Pentágono”.
Aunque las fuerzas
armadas no logran cumplir con sus objetivos de reclutamiento en ningún
terreno y el desastre en Irak cae aún más profundo en el caos con
cada día que pasa, constituye poco consuelo para estos hombres que
han pagado el precio que tuvieron que pagar para estar en esta
convención. Siguen pagándolo, pero al mismo tiempo se mantienen
firmes en su decisión de terminar con la ocupación de Irak y ayudar
a sus compañeros soldados.
Ryabov comienza
entonces a hablar de cuando su unidad disparó proyectiles de artillería
equivocados que cayeron entre 5 y 10 kilómetros de su objetivo.
“No tenemos la menor
idea de dónde cayeron esos proyectiles, o qué impactaron”, dice
tranquilamente, mientras dos hombres sujetan sus cabezas entre sus
manos. “Ahora hemos llegado a comprenderlo y tratamos de educar a la
gente para impedir que pase por lo mismo”.
Después de hablar del
uso de munición de uranio: Ryabov dijo que 300 toneladas fueron
disparadas en la Guerra del Golfo de 1991, y más de 2.200 toneladas
han sido utilizadas hasta ahora en la actual guerra, agrega: “Nos
colocaron en un país extranjero a disparar artillería y a matar
gente… y no debería haber ocurrido jamás, para comenzar. Es difícil
decir con palabras toda la tragedia del asunto – la muerte y el
sufrimiento de ambos lados. Siento que se ha cometido una grave
injusticia y trato de corregirla. Uno hace todas estas cosas y vuelve
y piensa: “¿qué hemos hecho?”. Simplemente pasamos al lado de un
hombre iraquí con un tiro en su muslo y dos individuos junto a él
agitando banderas blancas… probablemente se desangró”.
Harvey Tharp que se
encuentra sentado entre nosotros sirvió en Kirkuk. Su actividad a
cargo de algunos proyectos de reconstrucción en el norte de Irak le
permitió formar numerosas amistades estrechas con iraquíes… algo
que le lleva a pedirme que informe a más gente sobre la generosa
cultura del pueblo iraquí. Sus amistades evidentemente hicieron que
la guerra lo tocara de mucho más cerca.
“Lo que concluí el
verano pasado cuando estaba esperando que me transfirieran a la NSA
(Agencia Nacional de Seguridad, N.d.T.) no fue sólo que nuestras
razones para estar allí eran mentiras, sino que simplemente no estábamos
allí para ayudar a los iraquíes. Así que en noviembre de 2004 dije
a mi comandante que no podía seguir participando. Me habrían enviado
a Faluya, y me iba a ordenar que hiciera mi trabajo. También decidí
no volver porque el lanzamiento de bombas en áreas urbanas como
Faluya constituye una violación de las leyes de la guerra por la casi
certeza de daños colaterales. Para mí, al ver la plena humanidad de
los iraquíes llegué a comprender que no podía participar en esas
operaciones.”
Tharp continúa
diciendo que cree que aún hay veteranos de Vietnam que piensan que
fue una guerra necesaria y agrega: “Pienso que es porque al creer
que fue justificada pretenden ahuyentar los malos espíritus… es su
mecanismo para sobrellevarlo. Nosotros, como estadounidenses, tenemos
que confrontar la verdad totalmente obvia de que todo se debió a una
mentira. La denunciamos porque tenemos que hacerlo. Queremos ayudar a
otros veteranos a contar su historia a otros veteranos… para que la
gente no se emborrache hasta la muerte”.
Cuando le preguntan lo
que diría a Mr. Bush si tuviera un instante con él, también toma su
tiempo para reflexionar y dice: “Es obvio que la clase media
estadounidense comienza a volverse contra esta guerra y en contra
suya… con mucha razón. Lo único que me imagino que podría detener
esta inevitable caída que usted se merece, es otro 11-S u otra guerra
contra, digamos, Irán. Lo que estoy tratando de hacer es encontrar
una posición que los estadounidenses puedan adoptar en contra suya,
pero pienso que la gente está dispuesta a decir ‘no se atreva a
hacernos esto una vez más’. Mi mensaje al pueblo estadounidense es
el siguiente: ¿quieren una vuelta más con esta gente? Si no es así
– el momento indicado para decirlo es ahora mismo”.
Los hombres aprovechan
esta oportunidad para dar más detalles del motivo por el que se
oponen a la ocupación ilegal y es difícil formular preguntas nuevas,
ya que uno tras otro agrega su parte.
“No quería matar a
otro ser sin motivo. Es eso”, agrega Henderson, “Combatíamos
contra pequeñas localidades… uno ve a gente simplemente huyendo,
coches que se van, individuos que se caen de sus bicicletas… era
simplemente triste. Uno está ahí, sentado, mirando por sus prismáticos
y ve casas estallando, y uno piensa: Dios mío, no tienen agua, viven
en el tercer mundo, y nosotros simplemente los mandamos al infierno
con nuestras bombas. Volamos los edificios, la metralla los
destroza.”
Tharp se levanta de un
salto y agrega: “Casi todo lo que mencionamos representa crímenes
de guerra… crímenes de guerra porque son dirigidos por nuestro
gobierno para proyectar su poder. Mi respuesta fácil para no ir es
PTSD (Trastorno de Estrés Post- Traumático, N.d.T.)… pero la razón
moral más profunda es que no quería estar involucrado en un crimen
contra la humanidad”.
Entonces Ryabov agrega:
“Nos metieron en un país extranjero a disparar artillería y matar
gente… y no debería haber ocurrido en primer lugar. Es difícil
definir con palabras toda la tragedia de la muerte y del sufrimiento
de ambos lados. Siento que se ha cometido una grave injusticia y trato
de corregirla. Uno hace todas estas cosas y vuelve y piensa: ¿qué
hemos hecho?”
Michael Hoffman sirvió
como cabo del Cuerpo de Marines que combatió en Tikrit y Bagdad, y
desde entonces se convirtió en cofundador de Veteranos Contra la
Guerra.
“Nadie quiere matar a
otra persona y creo que fue por una mentira. Nadie quiere pensar que
su servicio fue en vano”, dice Hoffman.
Su respuesta a lo que
le diría a Mr. Bush es simple: “Lo miraría directo a los ojos y le
preguntaría ‘¿por qué?’ Y no dejaría que se fuera y lo obligaría
a responderme. Nunca tiene que ver con nosotros persona a persona. Lo
desafío a hablar con cualquiera de nosotros de esa manera, de persona
a persona, y que nos dé una respuesta”.
Hoffman agrega: “¿Y
qué pasa con la niña iraquí de 3 años que ahora es huérfana y
tendrá enfermedades y pesadillas durante el resto de su vida por lo
que hicimos? Y la gente que organizó esto no tiene que pagar por
nada. ¿Cuántas veces tendrán que pasar mis niños por algo
semejante? Nuestra única alternativa es luchar en contra de esto y
tratar de impedir que vuelva a suceder”.
Antes, ese mismo día,
Mr. Bush había dicho: “No podemos dejar esta tarea a medio
terminar, tenemos que llevarla a su fin”.
Sin embargo, Charlie
Anderson, otro veterano de Irak, usa palabras contundentes cuando se
refiere a Bush. Después de discutir como la radiación ambiente en
Bagdad es ahora cinco veces el nivel normal – el equivalente de
sufrir 3 rayos X pectorales por hora, dijo: “No se trata de
accidentes – el DU (siglas en inglés para uranio empobrecido, N.d.T.)
– es importante que la gente lo comprenda – el uso de DU y sus
efectos son intencionales. Son incidentes cuidadosamente preparados y
orquestados”.
Mientras todo el grupo
asiente y dos soldados más se levantan para estrechar su mano,
Anderson dice con firmeza: “Ustedes nos subvirtieron, destruyeron
nuestras vidas, ustedes tienen una deuda con nosotros. Quiero ver su
renuncia en mis manos en los próximos cinco minutos. Váyase al
diablo, Georgie.”
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