Las
aguas enemigas
Por
Robert Fisk
The Independent/La Jornada, 25/09/05
Traducción de Gabriela Fonseca
El
agua es nuestra amiga, fue el consejo que le dieron a un buen amigo mío
aquí en Medio Oriente. Quien hablaba era miembro de la brigada Mil
Litros Diarios Evitan la Deshidratación, si bien debo decir que los
árabes tienen una opinión diferente. Después de que generaciones
enteras han subsistido en el calor ardiente del desierto, toman té en
la mañana, para soportar el día en un horno sin más líquido, y
toman otro té muy caliente al anochecer. Entre menos se bebe, menos
se suda y menos agua se necesita. En una tierra con pocos oasis, éste
es un arte que vale la pena aprender.
El
problema es que ahora el agua no es nuestra "amiga". Llega y
destroza Nueva Orleáns, ahoga a los ancianos de un asilo, asalta
Galveston y Houston, mata a millones en Bangladesh, a decenas en
Andhya Pradesh, inunda el sur con los hielos derretidos del Artico,
arrasa casas del siglo XIX del centro de Praga y se mete a los pubs
ingleses desde la antigua y desbordada ribera del río Kent. El agua
se ha convertido en nuestra enemiga.
Hay
una paradoja bella, delicada e inevitablemente cruel en la forma en
que la naturaleza y el hombre conspiran para descubrir las mentiras de
los ricos y poderosos. Al tiempo que las desastrosas políticas
ambientales del presidente Bush destruyen la costa sur de Estados
Unidos –sí, el calentamiento global causa esta masacre de
inocentes–, Estados Unidos se prepara para recibir, de regreso de
Irak, a su soldado muerto número 2 mil. No muestren cadáveres, por
favor, no deshonremos a los muertos de Nueva Orleáns tomándoles
fotos. Tampoco lo hagamos con los estadounidenses muertos en Irak
retratando sus ataúdes camino a casa. La muerte, como siempre, sólo
le ocurre a otras personas.
Las
fotos de soldados británicos envueltos en fuego y arrojándose desde
lo alto de sus vehículos Warrior en Basora, fueron las imágenes icónicas
de nuestra insensatez británica en Irak. Los lugartenientes de lord
Blair de Kut al Amara han fabricado otra mentira monstruosa sobre
esto. Los policías iraquíes que protestaron porque los británicos
destruyeron su prisión, al igual que las multitudes que prendieron
fuego a los Warrior y a sus ocupantes, fueron sólo unos cuantos
cientos de personas.
¿Quiénes
somos nosotros para sugerir que éstos representan a millones de
votantes chiítas musulmanes que fueron solemnemente a las urnas en
enero pasado? Jo, jo, jo, sí. ¿Y quiénes somos para sugerir que
"algunos cientos" de los "remanentes" de Saddam,
identificados como revoltosos a mediados de 2003, representan a la
insurgencia sunita? ¿Y quiénes éramos nosotros, en 1971, para
sugerir que algunos cientos de de tirapiedras en Falls Road y Short
Strand, en Belfast, representaban a "la vasta mayoría de católicos
amantes de la paz en Irlanda del Norte?
Hace
unas semanas especulé sobre cuándo reventará la burbuja. ¿Cuando
la insurgencia capture y masacre una base estadounidense en Irak? ¿Cuando
sea tomada la Zona Verde de Bagdad? Cada día nos trae una evidencia,
estilo Vietnam, de nuestro colapso. Los estadounidenses irrumpen en Al
Afar y matan, o eso nos dicen, a "142 insurgentes". ¿Entienden?
Las fuerzas estadounidenses consiguen matar a 142 enemigos, ¡y ni a
un sólo hombre, mujer o niño inocente! Pero volvamos a los ingleses.
¿Recuerdan cuando nos dijeron que nuestra inmensa experiencia en
"mantenimiento de paz" en Irlanda del Norte nos permitiría
llevarnos mejor con los iraquíes del sur que nuestros primos
estadounidenses? En realidad, yo no recuerdo que "mantuviéramos
la paz" en Belfast después de 1969; lo único que hicimos fue
golpear al ERI. En todo caso, el mito se hizo cenizas en los uniformes
de nuestros hombres en Basora.
De
hecho, gran parte de la guerra en Irlanda del Norte parecía girar en
torno a usar asesinatos y operativos secretos que mataron a hombres
del ERI en emboscadas. Esto nos lleva a la pregunta lógica de qué
estaban haciendo esos dos muchachos de los servicios secretos paseándose
por Basora disfrazados de árabes, con sus bigotitos postizos y sus
armas. ¿Por qué nadie preguntó? ¿Cuántos agentes secretos británicos
hay en el sur de Irak? ¿Por qué están ahí? ¿Cuáles son sus órdenes?
¿Qué armas llevan? ¡Ups! Nadie preguntó.
Lo
que realmente hacemos para "mantener la paz" en Basora es
hacernos de la vista gorda, como Nelson, ante los abusos, asesinatos y
anarquía que han reinado en Basora desde 2003, muchos de ellos
perpetrados por nuestros propios escuadrones.
Cuando
fueron asesinados vendedores de bebidas alcohólicas, guardamos
silencio. Cuando ex miembros de Baaz, incluidos mujeres y niños en
una suerte de guerra civil fueron muertos en las calles, nuestros
funcionarios británicos olvidaron decírselo a la prensa. Lo que sea
con tal de evitarle riesgos a nuestros muchachos.
Pero
esto es lo que ha estado sucediendo en Basora. Cuando la policía, a
sueldo de las autoridades de ocupación, incluyó en sus filas a lo
peor de todas las milicias locales, como ocurrió en las áreas
sunitas del norte, decidimos ignorarlo. Incluso cuando fue asesinado
–seguramente a manos de esta policía– un reportero estadounidense
que investigaba este hecho extraordinario, los británicos nos
quedamos callados. Estábamos patrullando las calles.
En
Amara, lugar cuyo nombre, estoy seguro, honrará por horrible
coincidencia a mi primer ministro favorito, los soldados británicos
realizan sólo un patrullaje fuertemente armado al día. Esta es la
medida de nuestro "control" allí. Ahora hay menos patrullas
nuestras en Basora. Claro que sí.
Un
gemido familiar ya se hizo escuchar desde el corral de los borregos.
"Potencias del exterior" están interfiriendo en el sur de
Irak. Hace 35 años era la República de Irlanda la que ayudaba a los
enemigos británicos del ERI. Ahora es Irán el que supuestamente está
empujando a los chiítas de Basora a la revuelta. En otras palabras,
de nuevo la culpa no es nuestra sino de esos malditos extranjeros.
Pero
¡ay!, no es así. Los iraquíes no necesitan armas o conocimientos
militares. Su país está lleno de armas y aprendieron a hacer bombas
–por millones– durante la guerra con Irán, de 1980 a 1988. La
mitad del gabinete iraquí tiene nexos con Irán. ¿O ya olvidaron los
británicos que el honorable partido Dawa de Bagdad trabajaba para el
mismo partido Dawa que hizo volar las embajadas estadounidense y
francesa en Kuwait, y luego trató de matar al emir a finales de los años
80? ¿No recuerdan que estos caballeros pertenecen al mismo partido
que controlaba a los rehenes occidentales en Beirut durante el mismo
periodo?
No;
todo esto se ha olvidado. Échenle la culpa a Irán. Sin duda, más
tarde, culparemos a esos ingratos iraquíes cuando declaremos la
victoria y hagamos lo que el ministro de Defensa, John Reid, ha dicho
que nunca haremos: cortar y huir. Ante la inminente destrucción de su
nave, un capitán corta la soga del ancla o de las velas para que el
barco no se estrelle contra las rocas o sea tragado por las olas.
Cortar y huir era considerada una medida razonable, pero para John
Reid ésta no es una opción. Nos vamos a estrellar contra las rocas.
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