Un referéndum en
que sólo se puede perder
Por Jim Lobe
Inter
Press Service (IPS), 12/10/05
Washington.
Funcionarios y expertos en política exterior de Estados Unidos
muestran pesimismo ante el referéndum constitucional del sábado en
Iraq, pues, al margen del resultado, ese país se acerca a una guerra
civil que desestabilizaría a todo Medio Oriente.
La aprobación del
proyecto de constitución alejaría aun más a la población sunita
del proceso político, alimentando una insurgencia que no ha podido
ser sometida ni por los 150.000 soldados estadounidenses ni por los
200.000 iraquíes que, según Washington, se sumaron a las fuerzas
armadas nacionales.
Si, en cambio, la
población sunita y otras comunidades descontentas son capaces de
derrotar la iniciativa, el proceso constitucional debería volver a
fojas cero.
El proyecto podría ser
rechazado por una mayoría de dos tercios en al menos tres provincias,
un escenario más que improbable, de acuerdo con todas las
estimaciones. Tal posibilidad bien podría hacer que chiitas y kurdos
se inclinen a recrudecer su ofensiva contra los sunitas.
"Un rechazo de la
constitución podría intensificar el conflicto sunita-chiita-kurdo",
con "probabilidad de una represalia chiita", dijo al diario
The New York Times Noah Feldman, profesor de derecho de la Universidad
de Nueva York y asesor de la Autoridad Provisional de la Coalición, máxima
autoridad civil de la ocupación disuelta el año pasado.
"El hecho que los
chiitas todavía no hayan orquestado una campaña sistemática de
represalia en respuesta a los ataques sunitas es lo único que de
momento se interpone en el curso de una inminente guerra civil en Iraq",
advirtió.
Algunos expertos creen
que, de alguna manera, la guerra civil ya ha comenzado, aunque todavía
no se haya desplegado abiertamente y en toda su dimensión.
"Ya estamos ante
una guerra civil horripilante, que no tiene necesariamente un día de
comienzo ni un motivo en particular", expresó la semana pasada
Nathan Brown, experto en constituciones árabes del Fondo Carnegie
para la Paz Internacional.
"Si creemos lo que
nos cuenta la gente que está ahí, podemos decir que ya hay episodios
de limpieza étnica en algunos barrios y zonas del país",
sostuvo Brown. "No creo que el referéndum sea un disparador que
vaya a empeorar la situación, aunque tampoco pienso que la vaya a
mejorar."
"Nosotros buscábamos
que la constitución fuera el resultado de un pacto nacional, pero la
percepción es que no lo es", manifestó, por su parte, el
general George Casey, comandante de las fuerzas de Estados Unidos en
Iraq, ante un grupo de legisladores en Washington.
En efecto, lo medular
del proyecto --al menos, los pasajes a los que más se oponen los
sunitas-- fue redactado entre kurdos y chiitas religiosos, pese a los
esfuerzos por parte de Estados Unidos para que el acuerdo contemplara
las preocupaciones de sunitas y chiitas laicos.
Tres cuartas partes de
los 24 millones de iraquíes son árabes, 20 por ciento kurdos y el
resto de pequeñas minorías. El Islam es la religión mayoritaria.
Sesenta y dos por
ciento de los habitantes, concentrados en el sur del territorio,
profesan el Islam chiita, y 35 por ciento el sunita, predominante en
el mundo árabe y en el régimen de Saddam Hussein, depuesto en 2003.
Otras comunidades, como
los turcomanos y los cristianos, constituyen un porcentaje muy pequeño
de la población.
Entre las principales
preocupaciones de los sunitas figuran, por ejemplo, una serie de cláusulas
que podrían ser utilizadas para discriminar y perseguir a ex
integrantes del partido socialista Baath, que gobernó el país hasta
la caída de Saddam Hussein.
Además, cuestionan el
lenguaje ambiguo con que se delinea el reparto de la riqueza petrolera
del país entre el gobierno nacional y las autoridades locales.
La objeción principal
de los sunitas, sin embargo, se refiere a lo que consideran una
autonomía excesiva para la región del sur, predominantemente chiita.
También cuestionan, aunque en menor medida, la autonomía de las tres
provincias de Kurdistán, en el norte.
Los sunitas se oponen a
una estructura confederativa porque sostienen que debilitaría el
gobierno central, que estuvo en poder de los sunitas desde tiempos del
Imperio Otomano.
También temen que las
provincias occidentales --predominantemente sunitas-- se vean privadas
de parte de la riqueza petrolera, la cual se explota solo en el sur
chiita y en el norte kurdo.
Los sunitas también
manifiestan su preocupación de la eventual intromisión del vecino Irán
en la autonomía chiita meridional.
Incluso algunos de los
iraquíes que apoyaron la invasión encabezada por Estados Unidos se
han quejado del proyecto de constitución, entre ellos Kanan Makiya,
profesor de la Universidad Brandeis que pasó en la Casa Blanca el 19
de marzo de 2003, cuando comenzó la operación militar.
En una reunión del
centro académico neoconservador American Entreprise Institute, Makiya
afirmó que la carta es "un documento fundamentalmente
desestabilizador".
"El acuerdo al que
hemos llegado es un acuerdo obviamente inviable", expresó.
"En la medida que se lo quiera hacer funcionar, va a desembocar
en un fratricidio".
Los dirigentes sunitas
están divididos entre los que recomiendan votar el "no" a
esta constitución y los que proponen boicotear la consulta, de la
misma forma que lo hicieron en ocasión de las elecciones legislativas
de enero.
A pesar de la
inminencia del referéndum, el embajador de Estados Unidos en Iraq,
Zalmay Khalilzad ha procurado febrilmente persuadir a kurdos y chiitas
de enmendar el borrador de modo que satisfaga las aspiraciones
sunitas, pero por el momento no ha conseguido más que gestos y
concesiones superfluas.
Washington también ha
invitado a los países vecinos, en especial a los de predominio
sunita, a presionar a sus correligionarios iraquíes para que se
presten a negociar un acuerdo que satisfaga a las tres partes.
Mientras, Arabia
Saudita y Jordania han alertado que la aprobación de la constitución
podría desatar una guerra civil.
Pero a esta altura,
cuando las posibilidades de éxito en las negociaciones son tan
remotas, los funcionarios estadounidenses se han dedicado a subrayar
los aspectos positivos del referéndum.
"La buena noticia
es que hay un gran debate y un gran interés en todo este
proceso", manifestó el lunes, de gira por Asia Central, la
secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Condoleezza Rice.
Un escenario optimista,
según el jurista Feldman, sería una significativa asistencia sunita
a las urnas que no logre derrotar el proyecto de constitución. Eso le
demostraría a esa comunidad que "la participación en la política
electoral es una opción viable a pesar de su estatus
minoritario", explicó.
"En lugar de
boicotear las elecciones legislativas, como hicieron antes, deberían
volver a las urnas en diciembre, cuando se prevén nuevos comicios, y
elegir representantes que sean su voz legítima para sus aspiraciones
colectivas", agregó.
La creciente tensión
entre kurdos y partidos chiitas, que se elevó en las últimas
semanas, también persuadiría a los sunitas de que el vago sistema
deliberadamente diseñado en la iniciativa constitucional podría
servirles para proteger sus derechos.
Pero Makiya consideró
que la combinación de violencia y referéndum amenaza "la mera
idea y la mera posibilidad de un Iraq" unido.
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