Deshaciendo
Iraq
Un
proceso constitucional directo al fracaso
Internacional
Crisis Group
Rebelión,
11/10/05
Traducido
por Sinfo Fernández
I.
Perspectiva
En
lugar de tratar de mitigar las crecientes divisiones entre las tres
principales comunidades de Iraq –chiítas, kurdos y árabes
sunnitas–, el desarrollo de un precipitado proceso constitucional ha
profundizado desencuentros y endurecido sentimientos. Sin una
iniciativa clara dirigida por EEUU que calmara las preocupaciones de
los árabes sunnitas, es probable que la constitución consiga
incendiar, más que apagar, la resistencia, así como fomentar la
violencia sectaria y étnica y acelerar la desintegración violenta
del país.
Cuando
comenzó, en junio–julio del presente año, el proceso de redacción,
la inclusión de los árabes sunnitas fue la prueba fundamental de la
capacidad estadounidense e iraquí para tratar de derrotar a la
resistencia a través de una estrategia política. Cuando EEUU
incorporó a quince dirigentes políticos árabes sunnitas al Comité
Constitucional, aumentaron las esperanzas de que si se lograba un todo
compacto entre las comunidades, quizá se alcanzara un punto de
partida que pudiera estabilizar el país. Lamentablemente, la
administración Bush escogió sacrificar la integración en aras de
una fecha tope arbitraria, con la esperanza, aparentemente, de
preparar el terreno para una reducción militar significativa en 2006.
Como resultado, el proceso de elaboración de la constitución se
convirtió en un peligro más en la batalla política en lugar de
erigirse en instrumento de resolución.
Al
precipitar la elaboración de la constitución se produjeron dos bajas
más. La primera fue el consenso. Los árabes sunnitas se sintieron
cada vez más marginados de las negociaciones que empezaron a
principios de agosto cuando se les trasladó del Comité
Constitucional a un foro informal de dirigentes kurdos y chiítas,
rechazando firmar varios proyectos que les fueron mostrando desde ese
momento. Desde su punto de vista, el texto que fue aceptado en
septiembre por la Asamblea Nacional Transitoria amenaza sus intereses
vitales, ya que facilita implícitamente la disolución del país, dejándoles
acorralados y desprovistos de recursos.
La
segunda baja fue el contenido del texto en sí. Pasajes claves, como
los que referían a la descentralización y a la responsabilidad en el
control del sistema de impuestos, están redactados de forma vaga y
ambigua y conllevan las semillas de futuras discordias. Muchas áreas
vitales han quedado pendientes de leyes futuras, que les darán una
categoría menor a la de la Constitución, que serán más vulnerables
ante posibles enmiendas y que conllevarán la huella sectaria de la
comunidad chiíta, dado su más que seguro dominio en futuras
legislaciones.
El
15 de octubre de 2005, se le pedirá al pueblo iraquí, en un referéndum
lleno de incertidumbres, que acepte un endeble documento que carece de
consenso. En lo que puede ser el peor resultado posible, es probable
que sea aprobado, a pesar de la abrumadora oposición de los árabes
sunnitas. Los partidos kurdos y el Gran Ayatollah Ali al–Sistani
tienen una probada habilidad para sacar a la calle a sus partidarios
y, en cuanto a los árabes sunnitas, no es probable que superen el
umbral de las dos terceras partes necesarias para invalidarla. Un
resultado tal conseguiría dividir a Iraq, que se convertiría en
presa fácil tanto para insurgentes como para tensiones sectarias, que
han aumentado de forma dramática desde el pasado año.
EEUU
ha afirmado repetidamente que tiene interés estratégico en que Iraq
mantenga su integridad territorial [?] pero la situación actual
parece llevar de cabeza hacia la partición de facto y hacia una
guerra civil a gran escala. Las oportunidades para salvar la situación
se van agotando sucesivamente. Por desgracia, ahora es ya demasiado
tarde para volver a negociar el documento actual antes del referéndum
constitucional del 15 de octubre o para rechazarlo del todo, retrasar
el referéndum y empezar de nuevo todo el proceso con un parlamento
nuevo más representativo tras unas nuevas elecciones legislativas. La
menos mala de las opciones se ha evaporado, todo lo que puede hacerse
es que EEUU se embarque y queme el último cartucho y se
responsabilice en lograr un compromiso auténtico entre chiítas,
kurdos y árabes sunnitas que tenga en cuenta las preocupaciones
fundamentales de los árabes sunnitas sin que se lleguen a cruzar las
líneas rojas chiítas o kurdas. Esto requeriría que:
EEUU
patrocinara negociaciones para poder alcanzar un acuerdo político
antes del 15 de octubre y que las partes se comprometieran a dar una
serie de pasos una vez tengan lugar las elecciones de diciembre, a
través de legislación o de enmiendas constitucionales. Si tal
acuerdo llegara a conseguirse, su cumplimiento debería ser
garantizado por EEUU;
Las
partes deben estar de acuerdo, como fundamento de este proceso, en
limitar a cuatro el número de gobernorados (I) que podrían
convertirse en región mediante fusiones, de ese modo se calmarían
los temores de los árabes sunnitas acerca de una super–región chiíta
en el Sur;
Las
partes deben también ponerse de acuerdo para que los iraquíes que
eran miembros normales del Partido Baaz no sean excluidos de puestos públicos
o administrativos.
Con
las posiciones cada vez más polarizadas y enrocadas, hay razones
firmes para dudar de que una estrategia de ese cariz pueda tener éxito.
Pero teniendo en cuenta los riesgos, EEUU no puede permitirse no
intentarlo.
II.
Redactando la Constitución
El
28 de agosto de 2005, el Comité Constitucional de Iraq presentó su
proyecto de constitución permanente a la Asamblea Nacional
Transitoria (ANT), declarando que habían finalizado sus trabajos. La
asamblea aceptó el proyecto sin someterlo a votación y requirió que
se hicieran preparativos para celebrar un referéndum popular que
debería tener lugar, a más tardar, el 15 de octubre, para que se
mantuviera el calendario establecido por la Ley Administrativa
Transitoria (LAT), la constitución interina adoptada en marzo de 2004
(1).
El
proceso de elaboración del borrador no se había desarrollado
completamente según lo planeado. La intención de los redactores fue
la de completar su trabajo para el 15 de agosto, fecha límite de la
LAT. Pero como no consiguieron un consenso, en la misma tarde de ese día,
pidieron, y recibieron, una prórroga de una semana de la ANT, que de
forma precipitada se reunió una hora antes de la medianoche. Al final
de esa semana, pidieron una nueva ampliación de tres días, y cuando
ese tiempo también transcurrió, continuaron las deliberaciones,
aparentemente sin una base legal (2). El 28 de agosto, el liderazgo de
las comunidades chiítas y kurdas decidió que no podía llegarse a un
acuerdo con los árabes sunnitas y presentaron el borrador a la ANT
como desenlace de las últimas objeciones conflictivas. Pero incluso
entonces, las negociaciones continuaron como si no hubiera un proyecto
final. El proceso alcanzó un nuevo desenlace el 13 de septiembre,
cuando se presentó a la ANT otro borrador “final” (3).
El
proceso de redacción fue excepcionalmente corto (4). Tras las
elecciones del 30 de enero de 2005, llevó tres meses enteros formar
gobierno y un mes más para que la ANT estableciera un comité que
redactara la constitución (5). Necesitaron menos de tres meses para
completar el borrador. Como las negociaciones estaban teniendo lugar sólo
entre legisladores kurdos y chiítas, aumentaron las presiones sobre
el comité para que acomodaran en él a la comunidad árabe sunnita.
Los árabes sunnitas habían estado ausentes mayoritariamente de las
elecciones de enero –bien de forma voluntaria o porque creían que
el proceso era ilegítimo, o bien por temor a los actos violentos–
pero, aun lamentando su ausencia en el parlamento, ahora estaban
expresando su disposición para incorporarse a las negociaciones para
elaborar una constitución permanente. El principal dirigente
religioso chiíta, el Gran Ayatola Ali Sistani, insistió en la
necesidad de un proceso que incluyera a todas las comunidades, y EEUU
consideró que devolver a los árabes sunnitas al redil fortalecería
los esfuerzos para combatir una resistencia que se alimentaba del
descontento omnipresente con el nuevo orden dentro de esa comunidad.
Así,
el 5 de julio, quince representantes árabes sunnitas se sumaron a los
55 miembros del Comité Constitucional como miembros con voto, junto a
un representante de la pequeña minoría sabeana (6). Ha habido
controversia acerca de si los árabes sunnitas representaban de forma
adecuada a su comunidad, con algunos grupos argumentando que los ex
baazistas que no iban aceptar comprometerse aparecían
sobredimensionados (7). De hecho, y muy al contrario, precisamente
debido a que representaban equitativamente a su comunidad y eran
sensibles a sus preocupaciones fue lo que hizo que las negociaciones
se estancaran. Aunque no habían sido elegidos, los quince parecían
disfrutar al menos del apoyo tácito de su comunidad (8).
El
13 de julio, cuando llegaron al Centro de Convenciones en Bagdad para
unirse a los redactores, se les mostraron textos con secciones que ya
habían sido acordadas por los subcomités temáticos del Comité
Constitucional. Media hora antes de que le llenaran de plomo, Mijbel
Sheij Issa, uno de los nuevos miembros árabes sunnitas, dijo a Crisis
Group:
Nuestros
hermanos kurdos y chiítas están intentando imponer su noción de
federalismo sin consultarnos. Ya han tomado sus propias decisiones.
Los sunnitas nos hemos unido al comité demasiado tarde. Pensaban que
habían escogido a unos sunnitas que no les discutirían nada.
Pensaban que vendríamos y firmaríamos cualquier papel que nos
pusieran delante. No esperaban que les respondiéramos y que hiciéramos
comentarios. Se sorprendieron cuando leyeron todas las objeciones que
pusimos a sus borradores (9).
Aunque
los árabes sunnitas que se integraron parecían esforzarse de buena
fe en participar (10), se quejaban repetida y amargamente de que no
siempre se les incluía en negociaciones que se celebraban por detrás.
Esta situación se agravó después del 1 de agosto, cuando los
redactores, bajo las fuertes presiones de EEUU para que terminaran el
trabajo (11), renunciaron a la oportunidad de pedir una prórroga de
seis meses y trasladaron las negociaciones del Comité Constitucional
a un informal consejo de dirigentes chiítas y kurdos. Lo hicieron así
para acelerar el proceso y con la implícita seguridad de que el poder
real para tomar decisiones duraderas recaía en los dirigentes de esas
dos comunidades.
Desde
ese momento, las negociaciones clave tuvieron lugar en los hogares o
en las oficinas del presidente de Iraq, el kurdo Jalal Talabani, el
presidente del poderoso Consejo Supremo de la Revolución Islámica en
Iraq (SCIRI), Abd–al–Aziz al–Hakim, y –cuando llegó del norte
para unirse a las conversaciones poco antes de la fecha límite
primera del 15 de agosto– el presidente de la región del Kurdistán,
Masud Barzani. Se reunieron con otros dirigentes iraquíes, así como
con el embajador de EEUU Zalmay Jalilzad y con Peter Galbraith, un
antiguo embajador estadounidense que trabajaba como consejero de los
kurdos, y –una vez que chiítas y kurdos hubieron logrado un acuerdo
básico entre ellos– con los redactores árabes sunnitas (12).
Otros
miembros del Comité Constitucional se quejaron también de que habían
sido excluidos. Por ejemplo, Hunein Fado, miembro de la Alianza Unida
Iraquí (AUI), que representa a la minoritaria comunidad Shabak, se
lamentaba: “No sabemos lo que está pasando. Los dirigentes políticos
se están encontrando a escondidas. Pueden estar cambiando el
borrador, pero no sabemos en qué aspectos. Esto no va bien; sólo
traerá inestabilidad. Es muy mala señal” (13).
Los
retrasos que se produjeron después del 15 de agosto estuvieron
motivados por el intento de llegar a un compromiso aceptable para los
árabes sunnitas, porque todas las partes, incluido EEUU, comprendían
la importancia de tenerlos a bordo. Sin embargo, se mostraron poco
inclinados a llegar a compromisos significativos (14).
Finalmente,
el 28 de agosto, los participantes árabes sunnitas se retiraron de
las negociaciones, acusando a sus socios chiítas y kurdos de tratar
de imponer un documento desfavorable para sus intereses comunitarios.
“Durante las últimas semanas”, se quejó Tareq al–Hashimi,
secretario general del Partido Islámico Iraquí, “hemos luchado
para participar en la redacción, pero nuestro papel se reducía, como
mucho, al de asesores. Nos sentimos muy frustrados y disgustados”
(15). Sin consenso, los bloques chiítas y kurdos presentaron el
borrador a la ANT, donde fue leído en voz alta y aceptado sin ser
sometido a votación (16).
Las
secuelas inmediatas de esa situación hicieron que en vez de un texto
único y firme, estuvieran circulando al menos, con ligeras variantes,
tres borradores. Esto hizo imposible que Naciones Unidas pudiera
avanzar en su compromiso de promover la educación pública basándose
en el proyecto de constitución, pero se siguió adelante con la idea
del referéndum, imprimiendo cinco millones de copias para
distribuirlas por todos los rincones de Iraq. Se quiso dar mucha
importancia a esa acción porque los dos meses del período de redacción
se habían caracterizado por un casi nulo interés [gubernativo] en
informar y hacer partícipe al pueblo (17).
Tan
pronto como la constitución se presentó ante la asamblea nacional el
28 de agosto, el embajador Jalilzad sugirió que podría, después de
todo, no ser la versión definitiva (18). El período posterior
presenció una renovación de esfuerzos para alcanzar un compromiso
que los representantes de las tres comunidades pudieran aceptar. Fue
una especie de bombardeo, con los negociadores kurdos y chiítas
intentando simplemente endulzarles un poco el mal trago a los árabes
sunnitas, como, por ejemplo, tratando de camuflar las palabras
federalismo, desbaazificación e identidad nacional (19). Al no morder
los sunnitas el anzuelo, los dirigentes del Comité Constitucional los
excluyeron, sometiendo un nuevo proyecto “final” a la ANT el 13 de
septiembre; se incluyeron cuatro enmiendas relativamente
insignificantes y el proyecto fue aprobado el 18 de septiembre.
Durante
el período posterior al 15 de agosto, la política de EEUU parecía
confusa. La administración Bush había entrado en el proceso de
redacción con dos políticas imperativas: que el proyecto incluyera a
las tres comunidades principales y que se llegara a un documento
basado en un consenso amplio; y que el calendario de la LAT se
respetara estrictamente (21). Como el proceso de redacción llegó a
su segundo desenlace el 13 de septiembre, quedó claro que la
administración había sacrificado el principio de inclusión en aras
de un calendario arbitrario impuesto por las preocupaciones domésticas
de EEUU (22). Durante todo el año 2005, las presiones en EEUU para
sacar a las tropas han ido aumentando ante el aumento de bajas, las
crecientes dificultades que las fuerzas de EEUU han tenido que
enfrentar en todas partes y las escasas evidencias de avances sobre el
terreno (23). En ausencia de otros indicadores positivos, poner fechas
límite se ha convertido en el sustituto de un progreso genuino.
Si
bien la fecha tope del 15 de agosto podía ser flexible, el calendario
completo, incluyendo las elecciones a la asamblea de finales de año,
parecía inmutable. “Los estadounidenses”, afirmó un informado
observador jordano, “están más preocupados con su calendario que
con estabilizar Iraq. Quieren desengancharse a nivel político y
hacerse menos visibles a nivel militar” (26). Sin embargo, el
resultado de precipitar el proceso político, ante la ausencia de un
bloque compacto nacional estable, ha hecho que las desavenencias inter–comunitarias
se hayan profundizado, metiendo al país en el sendero hacia la guerra
civil o la desintegración (27).
Otro
observador iraquí independiente culpó a los dirigentes políticos
religiosos chiítas de emplear una estrategia de triunfadores
exclusivos a la hora de redactar la constitución, utilizando las
diferencias sectarias para conseguir más apoyo popular, una
estrategia propicia, opinaba, para conducir hacia una guerra civil:
“Cuando los hombres religiosos empiecen a gobernar Iraq, nos
meteremos en una situación peligrosa. Esa gente piensa que tienen la
solución correcta en sus manos porque han sido autorizados por
Dios” (28). “Puede que ahora ya sea difícil evitar la guerra
civil y la partición de Iraq “, se lamentó Ghassan Attiyah, un
observador iraquí independiente, se preguntaba con incredulidad: “¿Es
eso lo que quieren los estadounidenses?” (29).
De
forma clara, el proceso constitucional ha enrocado aún más las
identidades étnico–sectarias, de modo y manera que soplan malos
vientos para el futuro del país. En efecto, el amplio uso ahora en
Iraq de términos como “chiítas” y “árabes sunnitas” revela
la extensión de este fenómeno, ya que en forma alguna son
comunidades homogéneas sino que forman amalgamas inciertas cuyos
componentes siguen a líderes distintos. Los chiítas, por ejemplo,
están integrados en general tanto por individuos laicos como
religiosos. Entre éstos últimos, hay algunos que defienden un papel
importante para los clérigos en la política, mientras que otros
aborrecen la idea. Los chiítas pueden tener también varios
antecedentes étnicos –árabes, kurdos, turcomanos, shabak– y
esto, asimismo, puede determinar su orientación política.
Un
problema similar existe con la designación de “árabes sunnitas”.
El término de “sunnitas” incorporaría a los kurdos, con la mayor
parte de los mismos adheridos al Islam sunnita; el término “árabes
sunnitas”, a su vez, excluye por definición no sólo a los kurdos
sino también a los turcomanos, que también son sunnitas y que, en
algunas partes como Kirkuk, pueden tener un punto de vista similar al
de sus correligionarios árabes. Sin embargo, en la actualidad, estos
términos han llegado a ser de uso común a un nivel muy alarmante
incluso entre iraquíes que hasta ahora nunca estuvieron de acuerdo
con esas simplificaciones de la identidad. Como Adnan Dulaimi,
portavoz de la “Conferencia de Sunnitas” declaró en un evento
celebrado en julio, “si asistimos a esta conferencia en nombre de
los sunnitas, esto no significa que nos suscribimos al sectarismo…
Estamos simplemente reflejando una realidad que se está
produciendo” (30).
III.
Principales cuestiones en discusión
Se
suponía que el proceso constitucional resolvería los crecientes
conflictos entre las comunidades iraquíes, produciendo un documento
consensuado que se convertiría en el pilar político de la nación y,
como tal, ayudaría a socavar el apoyo a la insurgencia por parte de
los árabes sunnitas. En lugar de ser así, el proceso convirtió el
texto en algo general e impreciso, y escurridizo a la hora de
establecer compromisos con los árabes sunnitas. Y peor aún, al sacar
a la luz diferencias que no pudieron superarse, las negociaciones
endurecieron los sentimientos de todas las partes y profundizaron la
polarización sectaria.
El
proyecto de constitución publicado el 29 de agosto, y ligeramente
enmendado el 13 de septiembre, revela un conjunto compacto entre chiítas
y kurdos, ganadores de las elecciones del 30 de enero (31). Y el texto
resulta más notable aún por lo que olvida que por lo que contiene,
posponiendo muchas decisiones críticas para una asamblea nacional que
se elegiría en el futuro. Por ejemplo, el proyecto no incluye ni el
procedimiento ni las prerrogativas del futuro Consejo de la Federación
(la cámara asamblearia superior), ni habla sobre los diputados
presidenciales, el Consejo Judicial Supremo o el Tribunal Supremo
Federal, y deja sin resolver estipulaciones fundamentales de la futura
estructura federal, en particular las que se refieren al proceso a
través del cual se podrían ir formando regiones (además de la
kurda) (32). Estas omisiones pueden explicarse, en parte, por la
naturaleza precipitada del proceso constitucional y por la dificultad
de alcanzar un compromiso sobre principios, sin entrar en detalles.
Pero un tercer factor igualmente importante puede ser, como ha señalado
Nathan Brown, un experto en constitucionalismo árabe, la seguridad
anticipada de los redactores chiítas de que su comunidad, en función
de su mayoría demográfica, dominará cualquier legislatura y podrá
así tener un papel decisivo en la elaboración de las leyes (33).
Otro
rasgo llamativo del proyecto de constitución es el grado en el que se
descentraliza el sistema político. Cualquier gobernorado, que no sea
Bagdad, podrá unirse con otro(s) para crear una región, y dos o más
regiones pueden unirse para convertirse en una nueva región (34). Las
regiones y los gobernarados disfrutarán de una autonomía
considerable, quedando sólo la defensa, la política exterior y
fiscal (35) y la política de aduanas bajo control exclusivo del
gobierno central (36), aunque compartiendo otras responsabilidades,
como las de sanidad, educación, infraestructura y administración de
aduanas, y asumiendo el control absoluto en otras áreas, que incluyen
la organización de las fuerzas de seguridad internas y la preparación
de presupuestos regionales anuales.
Además,
el proyecto estipula que un gobierno regional podrá enmendar
cualquier ley federal que considere que entra en colisión con su
propia legislación, si la materia en cuestión no entra dentro de las
competencias exclusivas del gobierno federal; en las áreas de
responsabilidad compartida, la prioridad se concede de forma clara a
la ley regional en caso de disputa. Significativamente, las regiones
son responsables de su seguridad interna mediante la “policía y
guardias regionales y de seguridad”, un endoso de hecho de la práctica
de fuerzas militares locales (formadas típicamente con partisanos y
grupos étnicos y sectarios) que existen ya por todo el país.
Aunque
sí se ha incluido el principio de descentralización, no se han
detallado bien todos sus aspectos, y su imprecisión y ambigüedad son
semillas de potenciales conflictos futuros. En cuanto a la región
kurda, cuya existencia se reconoce, el proceso para formar regiones se
pospone para el próximo parlamento. Hay otros temas muy serios en
juego aún, como son los relativos a los impuestos y a la distribución
de los ingresos. Sobre los impuestos, la ausencia de referencias específicas
en la constitución ha permitido a Peter Galbraith –un asesor de la
delegación kurda que refleja probablemente sus puntos de vista–
argumentar, de forma inverosímil, que su regulación es competencia
de la autoridad de las regiones (37). Asimismo, en un articulo
expresado ambiguamente, el petróleo y el gas son considerados
“propiedad de todo el pueblo iraquí en todas las regiones y
provincias”. El añadido de “en todas las regiones y provincias”
parece redundante si la intención de los redactores era la de
garantizarle al pueblo iraquí la propiedad del gas y del petróleo.
El lenguaje deja abierta la posibilidad de que el pueblo de cada región
tenga la propiedad del gas y del petróleo que se encuentre en ella.
Sobre
los ingresos provenientes de la explotación, el texto estipula que
“el gobierno federal administrará el petróleo y el gas extraídos
de los campos actuales en cooperación con los gobiernos de las
regiones y provincias productoras, a condición de que los ingresos se
repartan equitativamente con la distribución de la población en todo
el país” – con un cupo provisional para las regiones que a nivel
oficial estuvieron abandonadas en el pasado, “a fin de asegurar un
desarrollo equilibrado”. La ambigüedad más importante afecta a la
producción no cubierta por la frase “extraídos de los campos
actuales”, que saldría de los campos conocidos en la actualidad que
están pendientes de explotación y de cualquier campo que se
encuentre en el futuro; al no mencionar esa producción de forma explícita,
los kurdos tienen la opinión de que, por definición, no recae dentro
de los poderes exclusivos del gobierno federal, sino que es
responsabilidad de las regiones. Como explicó un negociador kurdo,
por ejemplo, en el caso de Kirkuk, la producción de los campos
conocidos actualmente pero que aún no están siendo explotados recaería
bajo el control exclusivo de la región, que en su opinión sería la
región del Kurdistán (una vez que se produzca la esperada
incorporación de Kirkuk tras el referéndum que se celebrará en
2007) (38).
El
compromiso inherente en ese artículo, según nuestras fuentes, tiene
su origen en la insistencia del Ayatola Sistani en que las riquezas
naturales –tanto las disponibles en la actualidad como las que
provengan de futuras exploraciones– sean compartidas con equidad por
todos los iraquíes, ante el propósito kurdo de quedarse con la mayor
parte de los ingresos por petróleo de la región y por el empeño de
los kurdos en que la palabra “futuro” no aparezca en el texto
(39). El supuesto entre los consejeros políticos de EEUU ha sido que
si la distribución de esos ingresos permanece dentro de los poderes
exclusivos del gobierno federal, el apetito de los kurdos por Kirkuk
–y su deseo de incorporarlo a la región kurda– podría disminuir,
y con él la posibilidad de llegar a la secesión (40). La ambigüedad
en la redacción de la constitución puede ser usada por una futura
mayoría chiíta en el Parlamento nacional para reafirmar el control
federal sobre los recursos claves iraquíes, o por el liderazgo kurdo
para intentar establecer un Kurdistán independiente.
Los
árabes sunnitas serán los obvios perdedores si se adopta el
documento actual. Como los nuevos desposeídos tras décadas (algunos
dirían siglos) de disfrutar de la supremacía (41), no están en
situación de presentar su agenda. Lo que ellos tienen son sólo unas
líneas rojas y, en su opinión, han sido ya cruzadas tres:
Nueva
estructura federal de Iraq. Al principio de las negociaciones, los árabes
sunnitas rechazaron cualquier idea de federalismo, equiparándolo a la
desintegración del país. Sin embargo, según las negociaciones
fueron avanzando, indicaron que se habían convencido de la idea de
una región kurda pero dejaron claro que tendría que estar dentro de
las fronteras que existían el 19 de marzo de 2003, cuando comenzó la
guerra (la denominada Línea Verde). Expresaron una preferencia clara
por un estado central fuerte, pero estaban dispuestos a considerar un
cierto grado de descentralización basado en los quince gobernorados
existentes.
Los
desarrollos siguientes hicieron que sonaran las alarmas. En respuesta
aparente a las demandas kurdas de amplios poderes para su región,
algunos negociadores chiítas introdujeron la noción de que se podrían
también establecer otras regiones sin poner límites al numero de
gobernorados que podrían unirse, dejando abierta la posibilidad de
una “super” región con nueve gobernorados predominantemente
chiitas. Los árabes sunnitas vieron esto como un complot sectario
para dividir Iraq, que les dejaría aislados en una región central
sin recursos significativos (44). En el proyecto actual, el principio
de regiones múltiples ha sido contemplado, pero la decisión sobre el
mecanismo por el cual las regiones se constituirán ha sido aplazado
para un parlamento futuro (45). Aunque los negociadores árabes
sunnitas pidieron tal aplazamiento (46), esta disposición les
proporcionó pocas alegrías, debido a la certeza de que serán minoría
en el próximo parlamento con posibilidad, como mucho, de enmendar, y
no de bloquear, las iniciativas legislativas chiitas.
El
Partido Baaz. El borrador ilegaliza el “Baaz de Sadam” (47). El
texto es una ampliación del decreto de desbaazificación
indiscriminada de mayo de 2003 de la Autoridad Provisional de la
Coalición, que juzgaba a los iraquíes no por su conducta en el
pasado sino por su pertenencia al partido. Los árabes sunnitas
protestaron de que esta prohibición absoluta podría ser utilizada de
forma arbitraria o para castigarles, con la desbaazificación convirtiéndose
en “des–sunnificación”, en palabras de un comentarista (48).
Sin embargo, la desconfianza de los árabes sunnitas era tan grande
que sus demandas podrían ser convenientemente rechazadas al
considerarlas como la defensa del último cartucho que el ancien régime
disparaba.
Identidad
nacional. Iraq, dice el borrador del 28 de agosto, es parte del mundo
islámico, “y su pueblo árabe es parte de la nación árabe”.
Esta redacción refleja la desgana kurda para aceptar el lenguaje de
anteriores constituciones iraquíes –y de las constituciones de
otros países árabes– que definen el país como “una nación árabe”.
De forma predecible, eso enfureció a los árabes sunnitas (y también
a algunos chiítas), que lo consideraron una negación de la identidad
de Iraq y, de ese modo, la ratificación de un futuro desmembramiento
del país. Bajo presiones de la Liga Arabe, el proyecto del 13 de
septiembre corrigió esto expresando que Iraq es “un miembro
fundador de la Liga Arabe y está sometido a su Carta”. Esta concesión
a los estados árabes apenas logró, sin embargo, satisfacer a los árabes
sunnitas de Iraq, quienes todavía lo ven como una negación de lo que
consideran como la “auténtica” identidad, i.e. árabe, de Iraq.
Los
árabes sunnitas también objetaron algunos puntos de menor entidad,
pero lo que es virtualmente cierto es que si estas cuestiones no se
abordan de alguna forma antes del 15 de octubre, movilizarán a su
comunidad para que vote en contra de la constitución en el referéndum.
Son posibles varios resultados, y ninguno es positivo: una mayoría
que vote la constitución, pero los árabes sunnitas recogerán los
dos tercios necesarios de votos con el “no” en tres provincias
para poder rechazarla y todo el proceso tendría que empezar desde
cero; una mayoría que vote la constitución, los árabes sunnitas
tendrán votos suficientes para rechazarla, pero a los chiitas y
kurdos se les oiría gritar y considerar que, de una forma u otra, ha
sido aprobada; o (lo más probable en este punto) que una mayoría
vote sí a la constitución, y entonces la mayoría de árabes
sunnitas se opondrán, pero no en número suficiente como para poder
rechazarla. En cualquiera de estas circunstancias, Iraq o carecerá de
constitución o tendrá una constitución que carece de apoyo por
parte de los árabes sunnitas y de muchos iraquíes corrientes, que
bien podrían seguir el llamamiento de sus dirigentes para votar “sí”
pero que han observado el proceso de redacción de la constitución
con desinterés si no con desprecio.
IV.
¿Es posible llegar a un entendimiento?
Un
compromiso estable y viable, aunque improbable, puede ser aún posible
pero no sin fuertes presiones exteriores. Los constituyentes iraquíes
han demostrado que carecen de incentivo, capacidad o madurez política
para alcanzar un texto aceptable de compromiso. Los EEUU pueden bien
ser el único actor capaz de jugar un papel mediador.
En
el mejor de los casos, EEUU se embarcaría ahora en un esfuerzo a gran
escala para llegar a un compromiso constitucional antes del referéndum
del 15 de octubre o, si esto falla, poner todo el peso en la decisión
de retrasar ese referéndum hasta después de las elecciones
parlamentarias de diciembre. Con esta última opción, el nuevo
parlamento recogería la tarea de renegociar el lenguaje
constitucional; los árabes sunnitas tendrían otros incentivos para
participar en las elecciones parlamentarias y, con mayor representación
en la asamblea, tendrían una voz más legitimada y fuerte en la
redacción constitucional. Esa decisión podría ser contemplada como
un gesto de buena voluntad por parte de los árabes sunnitas, cuya fe
en el proceso político global podría por ello aumentar (49).
Sin
embargo, en el punto en el que nos encontramos, ambas opciones se han
vuelto imposibles. El texto se ha dado por terminado, se siguen los
preparativos para el referéndum, y EEUU ha demostrado ser inflexible
con su oposición a cualquier ampliación del calendario político.
Con el referéndum sólo a tres semanas vista, tendrá que llegar un
acuerdo bajo la forma de un pacto político entre representantes de
las tres comunidades principales, apoyado por EEUU y concluido antes
del 15 de octubre. Esto podría conseguirse a través de un compromiso
público de todos los partidos principales, garantizado por
Washington, dando los pasos necesarios a través de legislación o de
enmiendas constitucionales tras las elecciones parlamentarias, a fin
de calmar ciertas preocupaciones específicas de los árabes sunnitas.
No
obstante, con kurdos y chiitas alcanzando un amplio acuerdo sobre las
coordenadas del nuevo Iraq, la clave en este punto recae en acomodar
las preocupaciones fundamentales de los árabes sunnitas sin cruzar
las líneas rojas chiitas o kurdas. Divididos internamente y obligados
a caminar por una fina cuerda entre el temor de ser marginados por el
monstruo kurdo–chiita o de ser asesinados por insurgentes si
consideran que se han involucrado mucho en el proceso político
–como le sucedió a uno de ellos (50)– los árabes sunnitas han
negociado desde una posición de debilidad extrema, obligados a
rechazar lo que se les ofrecía e incapaces de proponer alternativas
viables. Ahora se requiere la intervención de EEUU (II) para
equilibrar las cosas y producir un acuerdo post–constitucional que
pudiera aliviar los temores de los árabes sunnitas de que futuras
legislaturas, dominadas por los chiítas, elaboren leyes que amenacen
la viabilidad del estado iraquí y sus derechos como comunidad
minoritaria.
La
cuestión más conflictiva es, sin duda alguna, la del federalismo.
Todavía sería posible llegar a un compromiso aceptable para los árabes
sunnitas, teniendo en cuenta las profundas diferencias entre chiítas
sobre la descentralización de un Iraq no kurdo según los
gobernadorados existentes o nuevas regiones. Entre los chiítas, el
“federalismo en el sur” es altamente controvertido, y ha sido
adoptado por el SCIRI aparentemente por razones tácticas, aunque se
oponen a él con firmeza Muqtada al–Sadr y gran parte de sus
seguidores (que se concentran en Bagdad, no en el sur). Baha al–Araji,
un miembro de la AUI del comité de redacción que apoya a Muqtada
al–Sadr, expresó serias dudas sobre la idea del federalismo en la
zona sur del país, argumentando que fomentaría el sectarismo
teniendo en cuenta las presentes circunstancias. Dijo que el pueblo
iraquí no había tenido tiempo para llegar a entender la noción del
federalismo en general y, por tanto, no lo apoyaría y por eso proponía
aplazar la cuestión de organizar una región en el sur. Muchos otros
religiosos y dirigentes chiítas, según nuestras fuentes, se muestran
muy escépticos ante la idea; después de todo su ambición era
gobernar Iraq, no sólo las regiones dominadas por ellos.
El
compromiso al que llegaron fue aceptar la noción de regiones múltiples
mientras dejaban para una futura asamblea las decisiones sobre las
posibles modalidades. A fin de aliviar las preocupaciones de los árabes
sunnitas, los kurdos y chiítas pudieron acordar
–adelantándose
al referéndum constitucional– apoyar la legislación con la que la
nueva asamblea especificará que el sistema federal se organizará según
los gobernorados existentes, con la posibilidad de establecer regiones
que no agrupen a más de cuatro gobernorados – protegiendo de este
modo el núcleo de los intereses kurdos (la posibilidad de
incorporarse Kirkuk) sin fomentar el espectro de una región super–chiíta
en el sur (53).
Sobre
la cuestión del partido Baaz, es de nuevo el SCIRI quien fijó el
tono, pretendiendo su eliminación total (Art. 7A del borrador de
constitución) y manteniendo en su sitio la Comisión Nacional de
Desbaazificación constituida por la Autoridad Provisional de la
Coalición en mayo de 2003. En este tema han encontrado aliados bien
dispuestos entre otros chiítas, así como entre los kurdos, víctimas
todos del anterior régimen. Aun cuando la preocupación principal de
estas comunidades victimizadas es la de que los autores, dependiendo
de la magnitud de sus crímenes, sean o castigados o excluidos de
puestos de administración y oficinas públicas –una postura a la
que ni siquiera los árabes sunnitas podrían legítimamente oponerse
(54)– un compromiso aceptable consistiría en aclarar qué miembros
del anterior partido Baaz, o incluso cualquier iraquí (55), debería
ser juzgado por su conducta en el pasado, no por ser un simple miembro
de una determinada organización.
De
nuevo, esto debería hacerse antes del 15 de octubre, con el
compromiso de que se integre en la legislación o que enmiende la
constitución, a la vez que refleje un principio básico. Lo más
probable es que kurdos y chiítas no cedan en la prohibición del
partido (aunque con el criterio anterior en marcha y fortalecido, la
continuación de la existencia del partido Baaz, reformado para
excluir ideales racistas o similares, no ofrecería mayor problema, al
estilo de los partidos comunistas reformados en la Europa del Este). A
cambio de la concesión de juzgar a los miembros del partido Baaz, los
árabes sunnitas tendrían que aceptar la redacción del art. 7A tal
como está.
La
cuestión final se refiere a la identidad nacional iraquí.
Probablemente, uno de los principales fallos del proyecto de
constitución es la ausencia de definición de una identidad aceptable
para todas las comunidades, reduciendo el país a un patchwork
multicultural cuyas costuras están empezando a deshilacharse. El único
elemento unificador es el pasado del país, contenido en una grandiosa
referencia en el preámbulo “Nosotros, los hijos de Mesopotamia”.
Por otra parte, en reverencia a los ascendientes conservadores islámicos,
los cimientos de la sociedad se colocan sobre la familia, no sobre el
ciudadano; la ciudadanía se menciona sólo en relación con el
derecho a disponer de pasaporte (56). Se aplaza la definición de símbolos
unificadores como la bandera, el emblema y el himno.
Lamentablemente,
el texto puede sencillamente reflejar la realidad dominante, en la
cual los iraquíes han empezado a definirse a sí mismos como
comunidad en vez de cómo nación, o incluso como naciones separadas
– un proceso puesto en marcha tanto por las decisiones tomadas (II)
inmediatamente después de la ocupación y acelerado por las
elecciones de enero de 2005, como por el proceso constitucional
seguido [forzado, asimismo, por EEUU] (57). Los kurdos, por ejemplo,
que han pedido y luchado desde hace tiempo por su independencia, querían
inicialmente hablar de que si los árabes de Iraq son parte de la nación
árabe, sus kurdos serían declarados parte de la nación kurda (58),
una frase que habría hecho sonar las alarmas en Turquía, Irán y
Siria. En este tema sería sencillamente muy difícil llegar a un
compromiso, y los árabes sunnitas quizá tengan que aceptar lo que ya
ha sido redactado.
En
resumen, EEUU debería esforzarse ahora por lograr un acuerdo político
firmado por los dirigentes de las tres comunidades y que Washington
garantice a los árabes sunnitas que el número de gobernorados que
pueden fusionarse para conformar una región se limitará a cuatro, y
que los iraquíes no serán excluidos de puestos públicos o
administrativos tan sólo por ser meros miembros del partido Baaz.
V.
Conclusión
El
proceso de redacción de la constitución ha revelado –incluso
exacerbado– profundas realidades sobre la situación actual de la
política y sociedad iraquíes. En primer lugar, la forma de gobierno
está marcada por un sectarismo étnico creciente, en la cual los
iraquíes se identifican estrictamente con su propia, preferida y bien
definida comunidad e interpretan las situaciones exclusivamente a través
de la lente étnico–sectaria (III). Como en el caso de las
elecciones del 30 de enero, el precipitado proceso constitucional
alentó dicha polarización en cuanto que los iraquíes buscaron
maximizar sus beneficios políticos sobre la base de su identidad
grupal. De ese modo, el proceso político se ha convertido en un
peligroso proceso sociológico de afirmación de una identidad étnico–sectaria
(VI). Los kurdos constituyen el ejemplo principal, ya que buscan
aumentar al máximo la posibilidad de una ulterior secesión (59).
Pero no sólo ellos. Los partidos políticos chiítas están también
tratando de extremar sus ventajas sin importarles nada la viabilidad
del futuro estado iraquí, y los árabes sunnitas están inmersos en
una reflexiva actitud “anti–todo” para proteger lo que han
perdido. En gran medida, han fracasado las iniciativas que trataban de
establecer partidos o movimientos políticos de carácter no sectario.
El único movimiento con ese carácter de alguna importancia
actualmente es la muy informal y puramente táctica alianza entre los
seguidores Muqtada al–Sadr y algunos segmentos de la comunidad árabe
sunnita (61).
Una
segunda realidad es que la dispar clase de antiguos exilados y
expatriados que ha venido gobernando Iraq desde que empezó la guerra
y que ha redactado tanto la LAT como la constitución actual han
perdido virtualmente contacto con los sentimientos populares, como
ocurrió en abril de 2003 (62). Algunos de ellos son vistos, con
cierta justificación, como aventureros políticos foráneos que
intentan capitalizar las habilidades aprendidas en el exilio (63).
Otros han demostrado que son incapaces de tender puentes en el gran
vacío abierto entre sus puntos de vista y los de la mayoría de los
iraquíes, que nunca han dispuesto de oportunidad para expresarse con
libertad, desarrollar sus puntos de vista políticos y viajar fuera
del país. El feroz nacionalismo de Muqtada al Sadr se alimenta en
parte del resentimiento que muchos iraquíes sienten hacia esos
intrusos, que llegaron para tomar el poder aupados en los talones de
una intervención militar extranjera que muchos han vivido como
liberadora y humillante en igual medida.
Lo
que se está sugiriendo es que las heridas que están desgarrando el
cuerpo político de Iraq pueden ser ya demasiado profundas como para
poder cicatrizar, y no precisamente a través de un proceso tan
conflictivo como la elaboración de una constitución. Ese proceso y
su producto final nunca fueron considerados suficientes en sí mismos
para calmar a las comunidades enfrentadas. Desgraciadamente, la forma
en la que se ha elaborado el borrador no ha hecho más que exacerbar,
en vez de pacificar, la situación (64). Sin embargo, en este punto,
sin un consenso nacional que pudiera encarnarse en una constitución
permanente, hay pocas cosas que puedan detener el deslizamiento hacia
la guerra civil, el caos y la desmembramiento. Elaborar una constitución
basada en el compromiso y en el consenso podría haber sido el buen
primer paso de un proceso curativo. En lugar de eso, se sigue
caminando por un proceso que no va a ofrecer salidas.
En
la actualidad, sólo una determinada intervención política de EEUU
(IV) podría crear un complicado consenso político que podría ayudar
a impedir un desmembramiento violento del país. Sólo Washington
puede tener la influencia necesaria para sentar a las partes en la
mesa a fin de forjar un bloque duradero, como los dirigentes de las
tres comunidades saben. Si EEUU lo intenta, debería sugerir un
lenguaje que tendiera puentes sobre los vacíos existentes. Las
cuestiones sobre federalismo y sobre los componentes del partido Baaz
deberán abordarse de frente. La administración debería empujar a
los dirigentes de las tres comunidades a continuar las negociaciones,
no sobre enmiendas a la constitución, sino sobre un acuerdo político
que sirviera como garantía de que legislaturas futuras no amenacen
los intereses existenciales de una de las principales comunidades de
Iraq.
Por
último, mientras que una negociación que logre un acuerdo asumido
por chiítas, kurdos y árabes sunnitas puede ayudar a estabilizar
Iraq, no hay ninguna garantía de que finalmente sea así. Debería ir
acompañada de una serie de pasos concertados para combatir las
diferencias sectarias y perseguir una solución que sea aceptable a
nivel amplio sobre la cuestión de Kirkuk, cuyo estatuto no resuelto
puede incendiar una guerra entre árabes y kurdos.
Si
EEUU fracasa en coger el bastón de mando, Iraq puede enfrentar un
escenario en el que la constitución se apruebe el 15 de octubre y se
elija un gobierno el 15 de diciembre que carecerán de una unidad política
fuerte que apuntale su legitimidad. En ese caso, el país se deslizará
hacia la guerra civil y la desintegración, con expulsiones masivas en
zonas en que la población está mezclada (incluyendo a Bagdad,
Basora, Mosul y Kirkuk) podría llegar a convertirse en una realidad.
Se
ha sugerido que el 15 de octubre podría rechazarse la constitución,
abriendo el camino para nuevas elecciones (unas elecciones en las que
se presume que los árabes sunnitas abandonarían su boicot y
participarían en gran número), para una nueva asamblea nacional y
para renovar esfuerzos a fin de redactar otra constitución en el
plazo de un año. Esto asume la capacidad de los árabes sunnitas para
llamar a una mayoría de dos terceras partes en los tres gobernorados
o, en alianza con otros elementos descontentos, una mayoría simple a
nivel nacional (65). Aunque se piensa que los árabes sunnitas
constituyen la mayoría demográfica de cuatro gobernorados (al–Anbar,
Niniveh, Salah al–Din y Diyala), la comunidad está probablemente
dividida –entre votar, y por tanto legitimar el proceso, o quedarse
en casa y aguantar una constitución lesiva para sus intereses– para
poder movilizar a suficientes votantes que salgan a la calle. Y aunque
otros iraquíes se oponen a la constitución, como potencialmente podrían
hacer los seguidores de Muqtada Sadr (66), pueden salir en masa a
votar “no”, pero están ampliamente ausentes de los gobernorados
predominantemente árabes sunnitas, y junto con éstos no es probable
que puedan superar el umbral del 50 % necesario para derrotar la
constitución por toda la nación.
En
medio de este ambiente deprimente hay dos lugares luminosos. Primero,
los dirigentes árabes sunnitas saben ahora que su boicot a las
elecciones de enero de 2005 fue un error estratégico, un error que no
piensan repetir en diciembre (67); segundo, el 12 de septiembre se
aprobó una nueva ley electoral que construye un sistema de
representación proporcional basado en el distrito dentro de los
dieciocho gobernorados y, de esa forma, automáticamente aparta a un
lado una cierto número de escaños para los árabes sunnitas
(particularmente en los cuatro gobernorados mencionados
anteriormente), sin importar si participan el día de las elecciones
(68). Esa es la razón más poderosa para asegurar que los árabes
sunnitas participen en las elecciones y que lo hagan así sobre la
base de un amplio e inclusivo acuerdo político.
Ammán/Bruselas,
26 de septiembre de 2005
Notas
del Informe de ICG:
(1)
Para consultar el texto (original) en inglés de la LAT, véase:
<http://www.cpa–iraq.org/government/TAL.html>.
(2)
Los dirigentes árabes sunnitas han desafiado la legalidad de
cualquier prórroga más allá del 15 de agosto, declarando que la LAT
no permite una ampliación en ese punto. La LAT afirma (Art. 61A) que,
“la Asamblea Nacional redactará el borrador de constitución
permanente no más tarde del 15 de agosto de 2005”. “Si fuera
necesario”, el presidente de la ANT, con el acuerdo de la mayoría
de los miembros de la asamblea, puede “certificar al Consejo de la
Presidencia, en fecha no posterior a la del 1 de agosto de 2005, que
se necesita un tiempo adicional para completar la redacción del
proyecto de constitución. El Consejo Presidencial ampliará entonces
la fecha límite para redactar la constitución por un período no
superior a seis meses” (Art. 61F). Los redactores no aprovecharon
esta posibilidad, dicen los árabes sunnitas, por eso cualquier
intento de ampliar la fecha límite del 15 de agosto va en violación
de la LAT, por tanto es ilegal, y provocaría inmediatamente la
disolución de la asamblea y nuevas elecciones. El Art. 61G afirma
explícitamente: “Si la Asamblea Nacional no ha completado el 15 de
agosto de 2005 la redacción del borrador de constitución permanente
y no ha solicitado la ampliación de la fecha límite como señala el
artículo 61F mencionado anteriormente, se aplicarán las
disposiciones del Art. 61E mencionado arriba”. El Art. 61E postula
la disolución de la ANT si no se aprueba en referéndum el proyecto
de constitución. La misma LAT puede enmendarse por una mayoría de
tres cuartos en la ANT y la aprobación unánime del Consejo
Presidencial (Art. 3A), pero estos pasos no se han dado.
(3)
Para mayores detalles sobre los desarrollos del 13 de septiembre, véase
Robert F. Worth: The New York Times, 14 de septiembre de 2005: “75
killed in Bagdad blast; atended charter approved”.
(4)
Para analizar las trampas potenciales de apresurar la constitución, véase
Crisis Group Middle East Report nº 42: Iraq: Don’t Rush the
Constitution, 8 de junio de 2005.
(5)
El gobierno del Primer Ministro Ibrahim al–Ja’fari prestó
juramente el 3 de mayo de 2005. Los 55 miembros del Comité
Constitucional fueron nombrados una semana después, el 10 de mayo,
pero el presidente y el vicepresidente lo fueron el 24 de mayo, y
hasta esa fecha el comité no pudo empezar a trabajar.
(6)
Los sabean, o sabean–mandeans, que se llaman a sí mismos
“sabe’a manda’iyoun” son una pequeña minoría que viven
predominantemente en Bagdad y los gobernorados del Sur. Seguidores de
Juan el Bautista, no se consideran baptistas o cristianos, adhiriéndose
a una religión separada. Hablan mandeo, un dialecto del arameo.
Declaran que hay 25.000 miembros de su comunidad en Iraq, no tenían
representación en la ANT. Otros grupos minoritarios habían situado a
sus representantes en varias listas más amplias para las elecciones
de enero de 2005. Por ejemplo, los kurdos Fayli –de etnia kurda y
religión chiita– tomaron parte con la lista kurdas o la principal
lista chiíta, la Alianza Unida Iraquí (AUI). Dirigentes del Shabak,
un pequeño grupo étnico en el gobernorado de Ninive que son
predominantemente chiítas, se unieron a la AUI. Los Yazidíes, no
musulmanes que son predominantemente kurdos (con unos rasgos árabes),
iban en la lista kurda. Representantes de las comunidades
cristianas–asirias–caldeas–siriacas, predominantes en el norte,
o iban en sus propias (pequeñas) listas o se unieron a los kurdos.
Los turcomanos sunnitas tenían su propia lista, mientras que los
turcomanos chiítas se unieron a la AUI. Minorías más pequeñas,
como los bahais y los judíos, no estaban representadas. Entrevistas
de Crisis Group con representantes de grupos minoritarios de Iraq en
Jordania el 17 de julio de 2005.
(7)
El ministro de defensa iraquí, Sa’doun al–Dulaimi, un árabe
sunnita de Ramadi que retornó a Iraq en 2003 tras un largo exilio,
criticó la elección de los quince miembros árabes sunnitas para el
comité en una entrevista mantenida en agosto de 2005, casi dos meses
después de su selección. “Quienes les eligieron cometieron un gran
error”, dijo, “porque representan la ideología del Partido Baaz,
no los intereses sunnitas”. Citado en el artículo de James Glanz
“Sunnis on constitution panel: determined but impugned”, The New
York Times, 5 de agosto de 2005. Peter Galbraith, un antiguo embajador
estadounidense que formó parte del equipo kurdo que ayudó a redactar
la constitución, también declaró que los miembros árabes sunnitas
“en su mayoría” no eran representativos de su comunidad. Véase
Peter W. Galbraith, “Last chance for Iraq”, The New York Review of
Books, vol. 52, nº. 15, 6 de octubre de 2005.
(8)
No hubo protestas públicas por su selección. Su participación, más
que su representatividad, fue denunciada, sin embargo, por los
insurgentes. Uno de los quince, Mijbel Sheij Issa, fue asesinado en
Bagdad, junto con una persona de su confianza, el 19 de julio de 2005.
No se encontró a los autores, se asumió que habían sido insurgentes
árabes sunnitas.
(9)
Entrevista de Crisis Group, Bagdad, 19 de julio de 2005.
(10)
Sin embargo, este no es el punto de vista kurdo. Por ejemplo, un
miembro kurdo del equipo de negociaciones acusó a los árabes
sunnitas de ir “en contra de todo. Eran anti–chiitas, anti–kurdos,
anti–mujeres, y nunca dijeron qué es lo que querían
exactamente”. Entrevista de Crisis Group, Salah al–Din, 19 de
septiembre e 2005.
(11)
Aunque las presiones de EEUU eran fuertes, algunos dirigentes iraquíes
deseaban el estricto cumplimiento del calendario fijado por la LAT. Véase
Crisis Group Report, Iraq: Don’t Rush the Constitution, op.cit.pp.8–9.
(12)
A finales de agosto, algunos redactores árabes sunnitas invitados a
la sede del Partido Democrático del Kurdistán se quejaron de que los
negociadores chiitas les estaban ofendiendo, por lo que preferían
comunicarse con ellos a través de mensajes. Esto enfadó a los
negociadores árabes sunnitas que abandonaron la reunión. Entrevista
de Crisis Group con Saleh Mutlaq, que fue uno de los negociadores que
estaba presente esa tarde, Bagdad, 27 de agosto de 2005. En ese
momento, los kurdos, que habían introducido en las negociaciones sus
demandas básicas con los chiitas, estaban actuando como mediadores
entre los chiitas y los árabes sunnitas. Véase
Galbraith, op.cit.
(13)
Entrevista de Crisis Group, Bagdad, 25 de agosto de 2005. Numerosos
ciudadanos iraquíes, incluidos representantes de organizaciones no
gubernamentales, grupos de mujeres y partidos políticos, rechazaron
el proceso que seguía el comité constitucional al no sentirse
incluidos en el mismo.
(14)
Por ejemplo, Laith Kubba, portavoz del Primer Ministro Ibrahim al–Jafaari,
declaró: “El borrador que fue presentado (el 22 de agosto) es, más
o menos, el borrador que se considerará válido”. Cita en “Iraq
faces rage over draft”, Internacional Herald Tribune, 24 de agosto
de 2005.
(15)
Entrevista realizada por Crisis Group, Bagdad, 5 de septiembre de
2005. En una conferencia de prensa en el Centro de Convenciones de
Bagdad el 20 de julio de 2005, el presidente del Comité
Constitucional, Humam Hamudi, declaró que “los sunnitas han sido
muy activos y cooperativos. Sus puntos de vista se han tenido en
cuenta en la redacción”. Tres días antes, había manifestado a
Crisis Group: “Hay graves desencuentros con los nuevos miembros
sunnitas [del Comité Constitucional]. Los miembros de la Asamblea
Nacional serán los jueces finales”. Entrevista de Crisis Group,
Bagdad, 17 de julio de 2005. Teniendo en cuenta que la ANT sólo tiene
17 miembros árabes sunnitas de entre 275, la advertencia de que serían
los jueces finales, aunque fuera técnicamente correcta, sólo podía
ser interpretada por los árabes sunnitas como una amenaza de que sus
propuestas podrían ser fácilmente anuladas.
(16)
Veáse Jonathan Finer y Omar Fekeiki, “Iraqis finish draft charter
that Sunnis vow to defeat”, The Washington Post, 29 de agosto de
2005.
(17)
Robert F. Worth, “75 killed in Baghdad blast; amended charter
approved”, The New York Times, 14 de septiembre de 2005. Imprimir
tantas copias llevó diez días. El texto fue enviado, según nuestras
fuentes, a Nueva York para empezar a imprimirlo sólo tras la sesión
de la ANT del 13 de septiembre.
(18)
Jalilzad dijo a los corresponsales el 30 de agosto que creía “que
no había todavía un proyecto definitivo, o que los editores todavía
no lo habían presentado”. Cita en Robert H. Red, “U.S. Envoy:
Iraq constitution may change”, Associated Press, 31 de agosto de
2005.
(19)
Por ejemplo, se discutió acerca de ampliar el período de tiempo
antes de que el Consejo de Representantes que iba a elegirse en
diciembre de 2005 pudiera promulgar una ley que definiera los
procedimientos para formar regiones en un plazo de seis a dieciocho
meses (en el proyecto del 13 de septiembre). Además, los negociadores
chiítas y kurdos estuvieron de acuerdo en cambiar el lenguaje sobre
la identidad nacional en el borrador del 28 de agosto que definía
Iraq como un estado cuyo “pueblo árabe son parte de la nación árabe”
para pasar a definirlo como “miembro fundador de la Liga Arabe”. Véase
más abajo.
(20)
Las cuatro enmiendas se referían a: federal versus control regional
sobre los acuíferos internos y externos; la identidad del estado
iraquí (véase la nota previa y la posterior); la aplicación de los
tratados internacionales de derechos humanos; y la creación de un
segundo puesto de viceprimer ministro además del único que se
estipulaba en el borrador del 28 de agosto. Sólo la segunda de estas
enmiendas recoge las preocupaciones árabes sunnitas y lo hace de
forma muy insatisfactoria desde la perspectiva árabe sunnita.
(21)
Muchos iraquíes que comprenden la importancia de hacer las cosas bien
antes que hacerlas rápido se molestaron por las presiones de EEUU
para completar la constitución como fuera, que ellos atribuían a
preocupaciones domésticas. Un observador kurdo, por ejemplo, afirmó:
“Bush quiere mostrar a su pueblo que todo va bien en Iraq. Pero la
constitución es mi futuro y requerirá tiempo elaborarla bien”.
Entrevista de Crisis Group con Asos Hardi, editor del periódico
independiente kurdo, Hawlati, Ammán, 19 de julio de 2005.
(22)
Los funcionarios estadounidenses se empeñaron en que los redactores
no aprovecharan la prórroga de seis meses que la LAT permitía. El
Secretario de Defensa Donald Rumsfeld, por ejemplo, declaró a finales
de julio: “No queremos retrasos [en el proceso constitucional].
Sencillamente van a tener que cumplir con los compromisos necesarios y
mantenerlos”. Citado en Eric Schmitt, “Iraq gets blunt talk from
Rumsfeld”, 28 de Julio de 2005. Un redactor independiente kurdo dijo
a Crisis Group: “Nosotros, los miembros del Comité Constitucional,
pedimos un prórroga de un mes. Pero Human Hamudi [el presidente del
comité] dijo que teníamos que terminar a tiempo. Todos los
dirigentes políticos querían tenerla a tiempo. Seguían las órdenes
de EEUU. Bush, como ves, está esperando al teléfono”. Entrevista
de Crisis Group con Mahmud Toman, Bagdad, 15 de agosto de 2005. Otro
redactor, Raja Habib Khuza’i, dijo a mediados de julio, justo después
de que los árabes sunnitas se unieran al comité redactor, que había
una necesidad creciente de ampliar el proceso de redacción,
especialmente de los miembros de la AIU: “Fue la primera vez que
tantas personas lo solicitaban”. Entrevista de Crisis Group, Bagdad
13 de julio de 2005.
(23)
Tanto el Reino Unido como Italia han señalado su intención de
retirarse, o reducir de forma importante, sus fuerzas desplegadas en
Iraq en 2006. Véase Daniel Williams y Caryle Murphy, “Italia planea
sacar las tropas de Iraq”, The Washington Post, 16 de marzo de 2005;
y Jimmy Burns y Peter Spiegel, “MoD plans Iraq troop withdrawal”,
The Financial Times, 4 de julio de 2005.
(24)
Ver Crisis Group Middle East Report nº 34, What can we the US. Do
in Iraq?, 22 de diciembre de 2004.
(25)
Un factor adicional fue que, al haber fijado el calendario, EE.UU.
empezó a hacer planes alrededor de esas fechas, incluyendo una rotación
importante de tropas fijada para el período diciembre 2005–enero
2006. La razón fundamental para la rotación en esa época era para
tener más fuerzas sobre el terreno que proporcionaran seguridad
durante las elecciones del 15 de diciembre, con tropas nuevas llegando
antes de las elecciones y tropas que serían reemplazadas y permanecerían
durante un período corto.
(26)
Entrevista de Crisis Group con Adnan Abu Odeh, un antiguo asesor del
Rey Hussein y del Rey Abdullah II, Ammán 8 de septiembre de 2005. Abu
Odeh es miembro del consejo de administración de Crisis Group.
(27)
Funcionarios estadounidenses han sugerido que la estricta observancia
del calendario de la LAT, la creación de un gobierno iraquí que
disfrutara del apoyo del pueblo y la transferencia de las
responsabilidades acerca de la seguridad a ese gobierno constituyen el
mejor modo de luchar contra la insurgencia. La parte superficial de
este enfoque es que, en ausencia de un bloque nacional compacto, no
habrá gobierno que tenga el apoyo popular. Al contrario, el déficit
de legitimidad que ha perseguido a todos los gobiernos de transición
iraquíes desde julio de 2003 continuaría afectando a cualquier
gobierno que saliera elegido sobre la base de la constitución actual.
Una evolución de este tipo sólo jugaría a favor de la insurgencia,
que se ha visto alimentada por el descontento ante las condiciones de
vida diarias y con los sucesivos gobiernos incapaces de mejorarlas.
(28)
Entrevista de Crisis Group con Munqeth Dagher, administrador del
Instituto Independiente de Estudios Administrativos y sobre Sociedad
Civil, que organiza sondeos de opinión, Bagdad, 30 de agosto de 2005.
(29)
Entrevista de Crisis Group, Ammán, 1 de septiembre de 2005.
(30)
Sermón del viernes para los fieles en la mezquita de Al–Nida,
Bagdad, 14 de julio de 2005.
(31)
Se puede consultar el proyecto de constitución en:
<http://www.iraqfoundation.og/projects/constitution/constitutionindez.htm>
(32)
El proyecto del 13 de septiembre señala en el artículo 114: “El
Consejo de Representantes redactará, en un período que no excederá
de seis meses desde la fecha de la primera sesión, una ley que defina
los procedimientos ejecutivos para formar regiones, que será aprobada
por mayoría simple”. Para comentarios sobre el proyecto final,
incluyendo las referencias al federalismo, véase Nathan J. Brown,
“The final draft of the Iraqi constitution: analysis and commentary”,
en:
<http://www.carnegieendowment.org/files/–FinalDraftSept16.pdf>.
(33)
El proyecto de constitución se refiere escasamente al tema de los
derechos humanos, incluidos los derechos de las mujeres. Este problema
se ve conformado por el hecho de que el texto lo deja a la
interpretación y a la puesta en práctica de las autoridades que sean
nombradas para una legislatura futura, en la cual los islamistas
socialmente conservadores son quienes probablemente ejercerán una
influencia mayor. Sobre este punto, véase Nathan J. Brown,
“Iraq’s constitucional process plunges ahead”, Carnegie
Endowment for International Peace, Policy Outlook, Julio de 2005, en:
<http://www.carnegieendowment.org/files/PO19Brown.pdf>
(34)
A diferencia de la LAT, que impide que los gobernorados de Bagdad y
Kirkuk formen o se unan a una región, el proyecto actual de
constitución menciona a este respecto sólo a Bagdad. Esto deja
abierto el estatuto de Kirkuk a los deseos de su población que, según
el proyecto, puede decidir por mayoría simple en un referéndum, que
se celebrará antes de 2007, si quiere unirse con otra región. Esta
disposición representa el botín más importante para los kurdos, ya
que la incorporación de Kikurk ha sido su objetivo a largo plazo, y
han estado trabajando duro durante los dos últimos años y medio para
que retornaran los kurdos desplazados y expulsar a los colonos árabes
para poder cambiar el balance de la población. La resolución del
estatuto de Kirkuk será materia de un próximo informe de Crisis
Group.
(35)
La palabra árabe maliya puede ser traducida como “financiero” o
“fiscal”. Esto, combinado con la ausencia de cualquier referencia
específica a los impuestos, ha obligado a cuestionar si los poderes
para fijar impuestos generales se concederán, por parte de la
constitución, al centro o a las regiones: ver texto inferior. La
mejor traducción de maliya en el presente contexto sería
“fiscal”: en el art. 107 (véase punto 36 a continuación) aparece
unida a “política aduanera”; además, el artículo se refiere de
forma distinta a “política monetaria” normalmente en lo que podría
pensarse que es “política financiera”. Sin embargo, hay incluso
posibilidad de confusión en temas tan básicos como que la distribución
que se hizo de poder confirma la celeridad con que la constitución
fue redactada y el potencial para provocar disputas reales.
Intercambios por e–mail y conversaciones telefónicas de Crisis
Group con Nathan Brown y un antiguo asesor de la Autoridad Provisional
de la Coalición, septiembre de 2005.
(36)
El art. 107 afirma que será competencia exclusiva de las autoridades
de gobierno federales: “Formular la política fiscal y de aduanas en
temas como los relativos a la moneda, política comercial reguladora
entre regiones y fronteras de los gobernorados en Iraq, elaborar el
presupuesto nacional estatal, formular políticas monetarias y
establecer y administrar un banco central”.
(37)
Galbraith, op.cit. y véase nota 35. Nathan Brown señala otro punto
contra Galbraith y sugiere que se supone que las competencias sobre
los impuestos generales recaen en el gobierno central, que en todos
los países árabes es la wizarat al maliyya –que aquí se traduce
invariablemente como “hacienda”– que supervisa la cuestión de
los impuestos. Intercambio de E–mails de Crisis Group con Nathan
Brown, 20 de septembre de 2005.
(38)
Entrevista de Crisis Group con Safin Dizayi, director del Departamento
de Relaciones Internacionales del Partido Democrático del Kurdistán.
Véase también Galbraith, nota anterior.
(39)
Entrevista telefónica de Crisis Group con un consejero político
iraquí, Ammán, 10 de septiembre de 2005. Al principio de las
negociaciones, los kurdos habían pedido que “cada región
controlara la extracción de sus propios recursos de gas y petróleo.
Los ingresos serían compartidos entre el centro y la región, el 30%
para el gobierno federal, el 5% para el gobernorado en el que se
localizara el yacimiento, y el 65% a la región en la que se
localizara el petróleo. Pero esto es negociable”. Entrevista de
Crisis Group con Sa’di Barzinji, persona de confianza de Masud
Barzani, del Partido Democrático del Kurdistán, que fue presidente
del subcomité sobre federalismo, Bagdad, 18 de julio de 2005. Esta
demanda se eliminó en las negociaciones finales. Ya que la mayor
parte del petróleo en el norte se encuentra en los gobernorados de
Kirkuk, Barzinji y Dizayi, presumen que el gobernorado de Kirkuk se
integrará en la región kurda.
(40)
Los kurdos se mofaron de esta idea, afirmando que Kirkuk era suyo históricamente
y que atribuían una gran importancia simbólica a ese hecho. El petróleo,
dicen, no tiene nada que ver con ello. Otros iraquíes acusan a los
kurdos de estar motivados precisamente por el deseo de atrapar los
importantes recursos petrolíferos de Kirkuk como paso para la secesión.
Véase
Crisis Group Middle East Report nº 35, Iraq: Allaying Turkey’s
Fears Over Kurdish Ambitions, 26 de enero de 2005. Para
las conflictivas demandas de las comunidades de Kirkuk, véase Crisis
Group Middle East Report nº 26, Iraq’s Kurds: Toward an Historic
Compromise?, 8 de abril de 2004.
(41)
Los árabes sunnitas y muchos otros iraquíes no consideran que el
anterior régimen llevara a cabo una típica represión étnico–sectaria
y rechazan la idea de que, como comunidad, han dominado chiitas y
kurdos desde la fundación del estado moderno en 1920s. Este argumento
disfruta de una cierta legitimidad, ya que el régimen tenía como
objetivos todos los que disentían, independientemente de su composición
étnica o religiosa. Al mismo tiempo, creció una seria oposición al
régimen particularmente entre las comunidades kurdas y chiítas,
expresándose respectivamente como nacionalismo kurdo (después de
1961 y, especialmente, durante la guerra Irán–Iraq de 1980–88) y
el Islam político. En respuesta, el régimen empezó a atrincherarse
dentro de la comunidad árabe sunnita, especialmente entre las tribus
árabes sunnitas, y como consecuencia, la represión cada vez más fue
tomando un carácter étnico–sectario. En los años 1990, sin
embargo, una vez que el régimen puso fin a las rebeliones kurda y chiíta,
su represión empezó de nuevo a ser no sectaria, incluida la campaña
para debilitar a las tribus árabes sunnitas que antes había aupado,
la ejecución de miembros importantes del propio clan de Sadam Husein
y la matanza de gente importante de Tikrit, como los descendientes de
Maulud Mujlis, a quien el grupo de Tikrit debe sobre todo gran parte
de su influencia en las fuerzas armadas.
(42)
Un dirigente árabe sunnita, por ejemplo dijo a Crisis Group:
“Aceptamos el federalismo para los kurdos, pero sólo para los
kurdos y como una excepción. El Kurdistán consistiría en los tres
gobernorados de Irbil, Suleimaniya y Dohuk, con las fronteras señaladas
en blanco y negro”. Entrevista de Crisis Group con Mijbel Sheik Issa,
miembro del Comité Constitucional, Bagdad, 13 de julio de 2005.
(43)
Ghassan Attiyah afirma que la iniciativa vino de negociadores del
Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq (SCIRI, en sus
siglas en inglés) como un as para persuadir a los kurdos que no sólo
ellos sino que todas las partes tendrían que ceder ciertos poderes.
Entrevista de Crisis Group, Ammán, 1 de septiembre de 2005. Si esto
constituyó una oferta chiíta para limitar las demandas kurdas de máximos
poderes para su región, como varios observadores sugirieron, les salió
el tiro por la culata. En lugar de reducir sus demandas, los kurdos
vieron la posible aparición de otras regiones como una vindicación
poderosa de su propia reclamación de una región kurda. Durante algún
tiempo hubo un movimiento “federalista sureño” que se concentró
en Basora y estuvo motivado por la comprensión de que el olvido
oficial es algo que no se limitó al régimen anterior sino que era
una actitud común en todos los gobiernos centrales fuertes. Para
asegurar el desarrollo del sur, utilizando las riquezas petrolíferas
importantes de la región, una inestable coalición de fuerzas
fundamentalmente laicas apeló al establecimiento de una región sureña
que tuviera un control considerable sobre sus propios recursos.
Entrevistas de Crisis Group con una amplia gama de actores políticos,
Basora, 22–27 de marzo de 2005. Véase también Edward Wong, “Secular Cites in Iraq seek autnomy in
oil–rich south”, The New York Times, 30 de junio de 2005.
(44)
Por ejemplo, Anan Dulaimi, un importante dirigente árabe sunnita,
declaró en agosto: “Rechazamos el federalismo para las zonas sur y
centro de Iraq, porque no tiene otro fundamento que el sectarismo.
Cualquier iraquí honorable se opondría a aquellos que buscan
profundizar el sectarismo en Iraq. Iraq permanecerá unido, con Bagdad
como su capital”. Discurso en la “Conferencia General de la Ahl
al–Sunna en Iraq”, Bagdad, 24 de agsoto de 2005. Nabil Yunes, un
profesor árabe sunnita de la Universidad de Bagdad dijo: “Esta
constitución va a aumentar las tensiones sectarias. Es un texto
sectario que va a dividir el Estado, la tierra y al pueblo”.
Entrevista de Crisis Group, Bagdad, 30 de agosto de 2005.
(45)
Esta, aparentemente, fue la concesión a los árabes sunnitas que el
Presidente de EEUU George W. Bush pidió a través de una llamada
telefónica al dirigente de SCIRI Abd–al–Aziz al–Hakim, el 25 de
agosto en la onceava tentativa de salvar el proceso de redacción del
colapso total. Entrevista de CG con Ghassan Attiyah, Ammán, 1 de
septiembre de 2005.
(46)
Por ejemplo, Iyad al–Samarra’i, dirigente del Partido Islámico
Iraquí y miembro del comité de redacción, dijo a CG: “Dejaremos
las cuestiones conflictivas para el próximo parlamento nacional. La
principal es el sistema federal. El parlamento próximo podría
estudiar esta cuestión; se daría el tiempo que la gente necesitaría
para decir lo que quiere”. Entrevista de CG, Bagdad, 14 de agosto de
2005.
(47)
El artículo 7 del proyecto de constitución dice: “Las entidades o
tendencias que abracen, instiguen, faciliten, glorifiquen, propaguen o
justifiquen el racismo, el terrorismo, las acusaciones de falta de fe
[takfir] o limpieza sectaria están prohibidas, especialmente el
Partido Baaz de Sadam en Iraq y sus símbolos, bajo cualquier
denominación. No se les permitirá formar parte del pluralismo político
en Iraq, y estarán fuera de la ley”.
(48)
Entrevista de Crisis Group con Nabil Yunes, un árabe sunnita profesor
en la Universidad de Bagdad, 30 de agosto de 2005.
(49)
Esta opción fue sugerida por el senador estadounidense Joseph Biden,
que argumentó que un retraso “animaría el creciente deseo de los
sunnitas de participar en el proceso político. Legitimaría a los
dirigentes sunnitas que pueden vender la constitución a su comunidad.
Y podría separar a la población sunnita de la resistencia y los
jihadistas extranjeros”. The Washington Post, 14 de septiembre de
2005.
(50)
Como señaló un diplomático occidental, los árabes sunnitas
“tienen el temor de ser marginados, pero al mismo tiempo les asustan
las presiones de los extremistas de estar participando demasiado”.
Entrevista de Crisis Group, Bagdad, 18 de julio de 2005. Mijbel Sheij
Issa fue tiroteado al día siguiente.
(51)
Entrevistas de Crisis Group, Bagdad, 13 de julio y 5 de septiembre de
2005.
(52)
Entrevista de Crisis Group con un diplomático occidental, Bagdad, 16
de julio de 2005.
(53)
Esto es consecuente con el lenguaje de la LAT, que señala (Art. 53C):
“Cualquier grupo de gobernorados no mayor a tres que esté fuera de
la región del Kurdistán, a excepción de Bagdad y Kirkuk, tendrán
derecho a formar regiones entre ellos mismos”. La LAT deja que sea
la ANT quien decida el mecanismo para crear las regiones y que sea
aprobado en referéndum en los gobernorados pertinentes”.
(54)
Como Wamidh Nadhmi señala: “sería injusto despedir a antiguos
miembros del partido Baaz, a menos que haya acusaciones legales contra
ellos por crímenes tales como corrupción, tortura o asesinato. No
puedes juzgar a alguien sólo porque es un ex baazista. Algunas
personas fueron obligadas a unirse al Baaz”. Entrevista de Crisis
Group, Bagdad, 6 de septiembre de 2005.
(55)
Muchos miembros del partido Baaz nunca cometieron un delito, mientras
que muchos de los peores secuaces del régimen anterior se instalaron
cómodamente en el aparato de seguridad (como ejecutores e
interrogadores), donde no se requería ser miembro del partido Baaz.
Además, puede haber más miembros en el sur chiíta que en las zonas
árabes sunnitas, porque sobrevivir era particularmente una necesidad
y prometer ser miembro un billete para salir de la miseria.
(56)
Entrevista de Crisis Group con Ghassan Attiyah, Ammán, 1 de
septiembre de 2005. El Artículo 29 del borrador de constitución
afirma: “La familia es el fundamento de la sociedad; el estado la
protegerá, así como sus valores religiosos, morales y patrióticos”.
(57)
El pasado reciente ha visto un uso creciente de referencias a la
“nación sabean–mandean” y a la “nación asirio–caldeo–siriaca”,
minorías étnicas de las que sus miembros proclaman sus raíces en
Mesopotamia, así como la “nación turcomana” y la “nación
shabak”. Véase el folleto “Iraqi Minorities’ First Nacional
Conference”, Bagdad, julio 2005. La conferencia, que tuvo lugar el 2
de julio de 2005 en Bagdad, estableció el Consejo de las Minorías
Iraquíes, con el Dr. Hunein al–Qaddo nombrado presidente fundador.
(58)
Entrevista de Crisis Group con Sa’di Barzinji, asesor constitucional
de Masud Barzani, 18 de julio de 2005. En efecto, los árabes sunníes
animaron a los kurdos a añadir referencias sobre el tema,
comprendiendo muy bien, como dijo un político kurdo, que Turquía no
lo iba a aceptar nunca. Entrevista de Crisis Group con Adnan Mufti,
presidente de la Asamblea Nacional del Kurdistán, Irbil, 19 de
septiembre de 2005.
(59)
Una de las redactoras se quejó de que durante un debate sobre el cupo
de mujeres en la Asamblea Nacional, “nadie me apoyó [en una petición
que hizo para aumentar el cupo de 25 a 31% con carácter de
perpetuidad], si siquiera los kurdos”. Estos, dijo, no parecían
estas dispuestos a tomar posición sobre nada excepto sobre las
cuestiones referentes al federalismo y al estatuto de Kirkuk.
Entrevista de Crisis Group, Bagdad, 15 de julio de 2005.
(60)
Una iniciativa parecida fue encabezada por Ghassan Attiyah, quien se
ha ido desmoralizando sobre las posibilidades de políticos no
sectarios en Iraq. Iyad Allawi perdió sus credenciales como no
sectario, al menos a los ojos de los árabes sunnitas, cuando en
noviembre de 2004, como primer ministro del Gobierno Provisional,
autorizó el ataque estadounidense sobre Faluya. Entrevistas de Crisis
Group, Bagdad, septiembre 2005. Wamidh Nadhmi, un profesor de ciencias
políticas en la Universidad de Bagdad, trató de constituir un grupo
que se llamara a sí mismo “Corriente Nacional Arabe”, una coalición
no sectaria cuyo secretario general, el Ayatollah al–Jalisi, es chiíta.
Nadhmi mismo es un árabe sunnita. Entrevista de Crisis Group, Bagdad,
6 de septiembre de 2005.
(61)
Muqtada al–Sadr ha obtenido gran popularidad entre los árabes
sunnitas por su fuerte oposición a la presencia de fuerzas militares
extranjeras en Iraq y por su condena del asalto estadounidense sobre
Faluya en noviembre de 2004. Por ejemplo, Isam Kadhem al–Rawi,
miembro de la Asociación de Sabios Musulmanes, dijo “Muqtada es un
iraquí y un árabe auténtico. Compartimos los mismos principios básicos:
Somos iraquíes y aspiramos a la unidad nacional. El no es como al–Hakim
o al–Jafari. Esos chicos son persas. Respeto a Muqtada al–Sadr, y
tengo una buena relación con sus seguidores”. Entrevista de Crisis
Group, Bagdad, 28 de agosto de 2005. La popularidad de que gozan los
árabes sunnitas ante los ojos de al–Sadr es otra cuestión,
teniendo en cuenta el apoyo que muchos de ellos han dado a un régimen
acusado de matar, en 1999, al padre y a dos hermanos de al–Sadr y
que reprimieron ampliamente a los activistas políticos chiítas
durante su reinado de 35 años. Todavía, un miembro del ejército
Mehdi de al–Sadr dijo a Crisis Group: “Nos sentimos unidos a los
sunnitas. Durante la crisis de Faluya les hemos apoyado con armas y
comida. Nos sentimos más cercanos a ellos que a las lista de [chiíta]
los 169. El movimiento Sadr es el único, junto con los sunnitas, en
rechazar la ocupación”. Entrevista de Crisis Group, Ciudad Sadr en
Bagdad, 30 de agosto de 2005.
(62)
Los kurdos no se incluyen en este grupo, al haber controlado desde
1991 su territorio.
(63)
Los funcionarios del gobierno, miembros de la ANT y redactores de la
constitución han sido acusados de emplear muy poco tiempo en trabajar
en Bagdad, prefiriendo irse de viaje al extranjero para asistir a
conferencias y eso en un esfuerzo para encontrar un respiro a las
tensiones y preocupaciones por la seguridad que invaden sus vidas en
Iraq. Un diplomático occidental, por ejemplo, señaló con
consternación: “Me desagrada el nuevo gobierno. Nunca están allí.
Es un gobierno invisible. Están siempre viajando al extranjero.
Cuando intento conseguir una entrevista con un funcionario
gubernamental, tengo que esperar de forma invariable un mes y
medio”. Entrevista de Crisis Group, 18 de julio de 2005.
(64)
Peter Galbraith, op.cit., ha argumentado que la constitución
proporciona “una fórmula que podría reducir la probabilidad de un
conflicto a gran escala… un plan de paz que podría funcionar”,
que “lejos de incendiar una guerra civil extendida, la constitución
proporciona vías para ir resolviendo las cuestiones que pueden
provocar esa guerra: petróleo y territorio”. Lamentablemente, la
actual constitución lo que hace precisamente en agravar los motivos
que pueden llevar al país a la secesión.
(65)
El artículo 61C dice: “El referéndum general tendrá éxito y se
ratificará el proyecto de constitución si una mayoría de los
votantes en Iraq la aprueba y si las dos terceras partes de los
votantes de tres o más gobernorados no la rechazan”. Ha habido
discusión sobre qué se quiere significar con “votantes”:
aquellos cuyos nombres aparecen en las listas electorales o los que
salen de sus casas para dar sus votos. Es en interés de la ANT,
dominada por chiítas y kurdos, adherirse a la primera definición,
que es más probable –asumiendo que se produzca una presencia
considerable de chiítas y kurdos y al menos un boicot parcial por
parte de los árabes sunnitas– que impida el rechazo a la constitución
en tres gobernorados. Por otra parte, como Nathan Brown señaló en
referencia a la necesidad de “una mayoría de votantes” para
aprobar la constitución, “no he oído a nadie decir que significa
que la constitución tiene que conseguir, para resultar aprobada, la
mitad de los votos de todos los votantes registrados”. Intercambio
de correos de Crisis Group con Nathan Brown, 20 de septiembre de 2005.
(66)
Muqtada al Sadr ha permanecido mudo sobre si apoya la constitución.
Las especulaciones han aumentado sobre si la apoyará o la denunciará
una vez concluido el borrador final, o permanecerá neutral y permitirá
que sus seguidores la voten según sus preferencias. Los dirigentes
kurdos dijeron que esperaban que aparte de la posición de Muqtada al
Sadr sobre el proyecto de constitución, no estará preparado para
contradecir la aprobación anticipada por el Ayatola Sistani,
Entrevista de Crisis Group, Irbil y Salah al–Din, 18–19 de
septiembre de 2005.
(67)
Por ejemplo, en una conferencia celebrada en Bagdad el 14 de julio de
2005, los políticos árabes sunnitas adoptaron la siguiente resolución:
“En interés público de todos los iraquíes, deben prepararse para
participar en las próximas elecciones registrando sus nombres en los
lugares electorales”. Una resolución separada dice: “Rechazamos
la ocupación y pedimos un calendario para la retirada de las fuerzas
de ocupación”. Es notable que antes de enero de 2005, una mayoría
de dirigentes árabes sunnitas insistían en que no podría haber
elecciones legítimas durante la ocupación, y en esta ocasión han
separado las dos cuestiones.
(68)
De los 275 escaños de la Asamblea Nacional, 230 serían elegidos
sobre la base de los dieciocho gobernadorados, los 45 restantes deberían
reservarse para una denominada lista nacional para que los iraquíes
que están fuera del país puedan votar. El beneficio adicional de
este sistema es que puede trasladar el peso que en la Asamblea
Nacional tienen los antiguos exiliados y expatriados a los iraquíes
que nunca se fueron y así conseguir una representación más acertada
de los sentimientos e intereses públicos.
Internacional
Crisis Group
Policy
Briefing
Middle
East Briefing nº 19
Texto
original en inglés:
<http://www.crisisgroup.org/library/documents/middle_east___north_africa/iraq_iran_gulf/b19_unmaking
_iraq_a_constitutional_process_gone_awry_web.doc>
Notas
de la traducción:
(I)
“Gobernorado” = entidad subnacional, un término genérico para
una región administrativa dentro de un país, que, con un gobierno
local, agrupa a varias municipalidades, condados o provincias con un
cierto grado de autonomía en una serie de materias.
(II)
[por Estados Unidos]
(III)
Testimonios de interés sobre esa cuestión ofrecidos en las sesiones
del Tribunal Internacional sobre Iraq celebradas en Barcelona del 20 a
22 de mayo de 2005 por la periodista y traductora iraquí Imán Ahmad
Jamas: “… pero yo no siento que sea sunnita o chiita, yo siento
que soy iraquí. Y lo que digo se podría aplicar también a la mayoría
de los iraquíes. Los iraquíes estamos casados sunnitas con chiitas y
viceversa y en la misma familia podemos ver personas de las dos
religiones. Sucede lo mismo en cuanto a los nacionalismos y hay un
millón de kurdos en el norte de Iraq y muchos árabes casados con
kurdos y hacen su vida normal. No hubo en la historia de Iraq ninguna
guerra civil en el sentido de que la gente se mató porque eran de
religiones diferentes, son las autoridades las que imponen
determinadas políticas con arreglo a los objetivos que
persiguen….”
Y
de Yawad Muhammad al Jalisi, Director de la Universidad Escuela Al–Jalisiya,
imán de la mezquita Al–Khadimiya (Bagdad), secretario general del
Congreso Fundacional Nacional Iraquí: “….El proyecto de EEUU no
ayuda a acercar las distintas etnias o religiones sino a dividirlas y
a crear conflictos entre ellas. La creación del Consejo de Gobierno
sobre bases religiosas, así como la Ley de la Administración del
Estado, contienen en su letra pequeña muchas minas que podrían
explotar en cualquier momento dentro de la sociedad iraquí. Y lo que
hallamos detrás de todo es el objetivo de redibujar el mapa de la
zona de Oriente Medio empezando por dividir y debilitar el Estado de
Iraq…” “…Desde los años ochenta, EEUU y sus aliados se han
venido concentrando en la división de la sociedad iraquí, siempre
hablaban de sunníes, shiíes y kurdos, utilizando divisiones
sectoriales, étnicas, religiosas. Desde el punto de vista sectorial o
étnico, hay turcomanos, kurdos y matrimonios entre un turcomano
cristiano y una kurda, y dentro de la confesión musulmana,
matrimonios entre shiíes y sunníes. Los kurdos pueden ser shiíes o
sunníes, y los shiíes y sunníes en su mayoría son árabes, pero
también hay turcomanos sunníes o shiíes. Esa división es la mejor
prueba de que EEUU quiere anular el concepto de ciudadano para abrir
el camino al plan que está trazando y todo ello al servicio de su
aliado estratégico: Israel…”
(IV)
Véase en Web de la Campaña Estatal Contra la Ocupación y por la
Soberanía deIraq:
www.nodo50.org/iraq/2004–2005/docs.ceosi_4–10–05.<http://www.nodo50.org/iraq/2004–2005/docs.ceosi_4–10–05.html>
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