Los iraquíes están
llamados a las urnas para apoyar un texto que en su mayoría no
conocen
El voto del país
destrozado
Por Giuliana Sgrena
(*)
rodelu.net, 21/10/05
La paradoja es
grotesca. Para entenderlo, miremos el referéndum constitucional que
se desarrolló el pasado 15 de octubre en Irak. Los iraquíes están
llamados a las urnas para apoyar un texto que en su mayoría no
conocen. ¿De qué Constitución se trata? Las Naciones Unidas dicen
haber difundido cinco millones de ejemplares, pero son pocos quienes
han podido leerla.
Hasta la vigilia de las
votaciones, por problemas de seguridad, no se conocían ni siquiera
los colegios electorales. Y se vota bajo toque de queda, en un clima
de tensión y miedo. Porque esta vez también algunos grupos armados
–sobre todo en Ramadi– han amenazado a quienes se atrevan a
acercarse a las urnas. Una historia ya repetida en el "triángulo
suní" el pasado 30 de enero. Pero, a diferencia de las
elecciones legislativas, hay quien sostiene –incluidos los grupos
radicales de Falluja– la idea de que en esta ocasión se pueden usar
las urnas para rechazar de plano una Constitución que ha excluido a
la minoría suní y que, además, llevaría al desmembramiento del país.
Los suníes podrían aprovechar una enmienda concedida a los kurdos en
la ley de transición y que haría posible rechazar la Constitución
con la mayoría de los dos tercios alcanzada ya en las tres
provincias. Una opción nada lejana que teme incluso el Gobierno, ya
que pocos días antes de la elecciones había intentado cambiar la ley
electoral. Intento fallido por la oposición de la ONU.
Pero la comunidad suní
está demasiado dividida para aprovechar esta enmienda, que sobre e
papel es una garantía para todas las minorías.
Al partido islamista
iraquí –unido a los Hermanos musulmanes y en parte ya en el
Gobierno anterior– lo ha rescatado en el último momento el
presidente Jalal Talabani (bajo fuerte presión americana) con
promesas de que el futuro Gobierno podrá cambiar la Constitución, un
texto que todavía no ha ratificado el voto popular. Los ulema (los líderes
religiosos suníes) han condenado este repentino cambio de chaqueta e
invitan a votar por el no, caballo de batalla también de los líderes
radicales. Mientras que el resto, ante lo cual, se han declinado por
el boicot. Falluja, que siempre ha sido el símbolo de la resistencia,
donde muchos se han inscrito en las listas electorales, será una
prueba de fuego.
Los partidos –como
nos cuenta Mohammed Abdullah, del Centro de estudios por los derechos
humanos y la democracia de Falluja– no han permitido la creación de
comités independientes con función de observadores durante el voto,
lo cual sería una garantía contra el fraude electoral. Mucho se
temen el pucherazo. Justo por esto son tantos los que piensan que no
merece la pena jugársela yendo a votar.
Contra esta Constitución
votarán también los partidarios del líder radical chií Muqtada al
Sadr. Pero, como suele ocurrir, al final muchos chiíes podrían
atender a las indicaciones de su máxima autoridad religiosa, el gran
ayatolá Ali al Sistani, que les ha dicho que voten por el sí.
O sencillamente, a
pesar de que en su mayoría son contrarios al federalismo, previsto
por la Constitución y defendido a ultranza por los kurdos, no querrán
dejar escapar la posibilidad de apropiarse del petróleo producido en
los yacimientos de Bassora (el 60% de la producción nacional).
Ocurra lo que ocurra,
aunque hoy no haya atentados espectaculares, el resultado de la
jornada electoral será a buen seguro desastroso y llevará al
desmembramiento del país. Divido en tres bloques, según la elección
federalista –Kurdistán al norte, centro suní y sur chií– ,
todos unidos por la identidad islámica, y ya no árabe –por otra
parte, los kurdos nunca fueron árabes– , que inducirá a que la
sharia sea la única ley reinante.
Los únicos derrotados
no serán los suníes –marginados por la política, purgados en el
proceso de debate y excluidos en la repartición del petróleo, ya que
el "triángulo suní" no dispone de pozos–, sino también
los laicos y sobre todo las mujeres. Ellas han protestado, inútilmente,
contra la islamización y han visto mermados sus propios derechos. Y aún
antes de que entre en vigor el Tratado ya han llegado las milicias
religiosas a imponerles sus propios dictados.
La Constitución se
aprobará, porque conviene a la agenda de Washington. Las prioridades
de Bush han prevalecido siempre sobre las de Bagdag. Poco importa que
Iraq retroceda irrevocablemente en su propia historia. O si la
democracia en Iraq muere, mientras que pelea por nacer.
(*) Periodista italiana
de Il Manifesto, la que fuera secuestrada en Irak y en cuya liberación
fuera asesinado, por tropas norteamericanas, un agente de inteligencia
italiano
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