No hay garantías para
el juicio a Saddam Hussein
Está “diseñado
para garantizar que la complicidad de Estados Unidos con los crímenes
queden fuera del escrutinio”
Por
Jim Lobe
Inter Press Service (IPS), 19/10/05
Los mismos defensores
de los derechos humanos que durante dos decenios pedían el
juzgamiento por crímenes contra la humanidad del ex dictador de Iraq,
Saddam Hussein, cuestionan la legitimidad del proceso iniciado este miércoles
en Bagdad.
Human Rights Watch (HRW)
ha sido la institución más extravertida en sus cuestionamientos a
las normas que rigen el Supremo Tribunal Penal de Iraq, cuyas
audiencias quedaron postergadas hasta el 28 de noviembre.
Saddam Hussein y otros
siete acusados se declararon este miércoles no culpables de la
ejecución de 143 hombres y niños en 1982. Y no es el único caso por
el que deberá sentarse en el banquillo.
"Tenemos grandes
preocupaciones de que el tribunal no garantice un juicio justo",
dijo el director del Programa de Justicia Internacional de HRW,
Richard Dicker. "Para asegurar justicia y por su propia
legitimidad, el tribunal debe corregir sus deficiencias."
Mientras, Amnistía
Internacional, que despachó tres observadores para presenciar el
juicio en Bagdad, también manifestó preocupación respecto de las
garantías del debido proceso en varias etapas de la preparación del
juicio, tras la detención de Saddam Hussein por fuerzas
estadounidenses en diciembre de 2003.
El equipo de abogados
defensores del ex dictador aseguró que contó con muy poco tiempo
para preparar el caso, y advirtió que pondrá en evidencia las
deficiencias del tribunal en cada oportunidad que se les ofrezca.
"Si esto fuera un
juicio regular en Londres, la defensa hubiera contado con seis meses
para prepararse", dijo a la agencia de noticias Reuters uno de
los abogados, Abdel al Haq al-Ani. "Los estadounidenses intentan
convertir esto en puro teatro, en un espectáculo judicial."
El gobierno de George
W. Bush asegura, en cambio, que el juicio es totalmente controlado por
Iraq. "Saddam Hussein se enfrenta con la justicia iraquí",
dijo este miércoles el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan.
Pero las leyes que
rigen el juicio fueron establecidas por la Autoridad Provisional de la
Coalición, máxima instancia civil de la ocupación encabezada por
Estados Unidos, y sufrió apenas modificaciones leves cuando el
gobierno de transición se constituyó a comienzos de año.
Según HRW, Washington
gastó hasta ahora unos 128 millones de dólares en la investigación
y la acusación, y aportó más de una docena de funcionarios al caso.
También cubrió los
costos de convertir la antigua sede del partido laico Baath, el que
lideró Saddam Hussein, en la sede judicial donde se desarrollará
este juicio.
Según el diario
estadounidense The New York Times, la Oficina de Enlace sobre Crímenes
del Régimen, dominada por Washington, ha sido "el poder real
detrás del tribunal, asesorando, y con frecuencia decidiendo, sobre
casi todas las facetas del trabajo, siempre detrás de un escudo de
anonimato".
La Oficina está
integrada por abogados y expertos en justicia internacional
estadounidenses, y también de otros países de la coalición militar
que invadió Iraq en marzo de 2003, especialmente Gran Bretaña y
Australia.
Muchos perciben en el
tribunal una expresión de "justicia de los vencedores",
imagen alimentada por la intervención extranjera en los
procedimientos, así como por el hecho de que ninguno de los cinco
jueces asignados al caso son árabes sunitas, la minoría religiosa a
la que pertenece Saddam Hussein.
Para colmo, los
funcionarios judiciales vinculados antes con el partido Baath, sin
importar su rango, fueron purgados. Ese es uno de los hechos que más
ira provoca en la comunidad sunita, que a pesar de su carácter
minoritario ejerció el poder en Iraq desde el fin del Imperio
Otomano, en 1919.
El proceso iniciado
este miércoles será el primero de varios que deberían tener a
Saddam Hussein en el banquillo.
El primero se refiere a
la masacre que sucedió en el poblado chiita de Dujail tras el intento
de asesinato de Saddam Hussein en 1982 por parte de 19 hombres, al
parecer integrantes del partido Dawa, cuyo actual líder, Ibrahim
Jaafari, es el presidente del país.
Saddam Hussein habría
ordenado una feroz represalia contra la población civil. Más de
1.500 pobladores fueron enviados a superpobladas cárceles, y al menos
200 habrían muerto allí. Y 143 hombres y niños fueron juzgados y
ejecutados por su supuesta complicidad con el atentado.
El caso Dujail no es el
peor por el que se juzgará a Hussein. Pero es aquel cuya acusación
fue más simple de preparar.
Otro caso aborda la
masacre de Anfa, en que decenas de miles de kurdos fueron asesinados
en 1988, algunos con armas químicas. La acusación estaría casi
completa. También está en preparación un juicio relativo a la
sangrienta represión de la revuelta chiita en el sur de Iraq tras la
guerra del Golfo de 1991.
La selección de los
casos desató severos cuestionamientos de expertos y activistas.
"El enfoque estrecho de las acusaciones parece diseñado para
garantizar que la complicidad de Estados Unidos con los crímenes
queden fuera del escrutinio", dijo Richard Falk, profesor de
derecho internacional de la Universidad de Princeton.
Washington, según
numerosas versiones, promovió el ascenso de Saddam Hussein al poder y
lo respaldó en la guerra de Iraq contra Irán (1980-1988).
El ministro de Justicia
iraní Jamal Karimirad marcó la contradicción al considerar, este miércoles,
que el ex dictador debería ser juzgado por crímenes cometidos en esa
guerra, incluido el uso de armas químicas contra civiles.
"Los ocupantes
solo quieren ejecutar a Saddam Hussein sin clarificar qué apoyo le
brindaron cuando estuvo en el poder", advirtió Karimirad.
Organizaciones de
derechos humanos reclaman al Consejo de Seguridad de la Organización
de las Naciones Unidas (ONU) la constitución de un tribunal
internacional para juzgar a Saddam Hussein similar al que, instalado
en La Haya, procesa las acusaciones contra el ex presidente yugoslavo
Slobodan Milosevic y otros ciudadanos serbios.
Al menos, proponen los
activistas, debería crearse un tribunal como el que procesa crímenes
de guerra en Sierra Leona, constituido por jueces del país africano y
otros del extranjeros.
Pero eso contradiría
la intensa campaña del gobierno de Bush contra la Corte Penal
Internacional constituida para el juzgamiento de casos de genocidio,
crímenes de guerra y contra la humanidad. Además, parte de su
gobierno aún está resentido por la negativa de la ONU a avalar la
invasión a Iraq.
Por lo tanto, ha
insistido en la creación de un tribunal exclusivamente iraquí,
aunque dependiente a grado extremo del financiamiento y la experiencia
judicial de Estados Unidos y otras potencias occidentales.
HRW consideró que los
procedimientos establecidos para el criminal no cumplen con principios
básicos del derecho internacional.
Los jueces, por
ejemplo, podrán condenar a Saddam Hussein si están apenas
"satisfechos" por la evidencia acusatoria, cuando el
principio establecido es que se debe probar la culpabilidad más allá
de toda duda razonable.
Además, los
procedimientos establecidos por la coalición ocupante permiten que la
negativa del acusado a contestar preguntas sea usada en su contra, en
contradicción con principios del derecho internacional contra la
autoincriminación.
Por otra parte, los
abogados de Hussein no tuvieron un acceso incondicional a su cliente o
a la evidencia. El mes pasado recibieron, por ejemplo, una lista
incompleta de los testigos que presentarán los acusadores.
Además, ningún
tribunal internacional admite hoy una condena a muerte. Y el derecho
iraquí no sólo las permite, sino que además ordena su ejecución
dentro de los 30 días posteriores a la sentencia.
Por lo tanto, existe la
posibilidad de que Saddam Hussein sea ejecutado antes de que se
procesen otros casos en su contra.
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