Perú: Mercenarios
para Iraq con ayuda del ejército
Por Ángel Páez
Inter Press Service, (IPS), 28/10/05
Lima. “Piraña",
un ex sargento del ejército peruano que había combatido en los años
90 a los insurgentes maoístas de Sendero Luminoso en la selva del
Alto Huallaga, decidió a última hora no viajar junto a 200 ex
militares y policías contratados por la corporación estadounidense
Triple Canopy, para prestar "servicios de seguridad" al
nuevo régimen del convulsionado Iraq.
"Mi mamá me
convenció de que no me fuera. Me dijo que prefería verme pobre pero
vivo, y no muerto por un poco de dólares", dijo "Piraña"
a IPS con la condición de no revelar su identidad.
Denuncias de familiares
de ex soldados y policías peruanos contratados para combatir en Iraq
desenrollaron la madeja de un negocio aún vigente, conducido por
Triple Canopy con participación de empresas y del propio ejército de
este país sudamericano.
"Aquí no hay
trabajo y cuando encuentras algo te pagan una miseria. Yo soy 'guachimán'
(guardián) en una fábrica y gano el equivalente a ocho dólares por
una jornada de 12 horas. Por trabajar en Iraq me pagaban 35 dólares
al día, además de otros beneficios. Era toda una tentación, a pesar
del riesgo", explicó.
"Tengo tres hijos
y una esposa que me ayuda vendiendo comida en la calle, pero el dinero
no alcanza. Vi el aviso en el periódico y me presenté. Por mi
experiencia de combatiente en el ejército, rápidamente me aceptaron.
Ya había recibido entrenamiento y todo, pero mi mamá se enteró y me
cambió de opinión", relató el hombre, de 29 años.
En agosto comenzaron a
aparecer en los periódicos de Lima avisos convocando a ex miembros de
las Fuerzas Armadas y de la policía interesados en trabajar en
"tareas de seguridad". Se ofrecían "excelentes
ingresos". Centenares de personas se presentaron.
Los anuncios eran de
Triple Canopy, una corporación creada en 2003 en el estado
estadounidense de Illinois que, debido a sus contactos con el gobierno
de George W. Bush, obtuvo rápidamente millonarios contratos con el
Departamento de Estado.
La firma presta
servicios de seguridad a instalaciones y personas estadounidenses que
trabajan en la reconstrucción de Iraq, ocupado militarmente por
Estados Unidos desde marzo de 2003.
La expansión de Triple
Canopy es la expresión del éxito del nuevo negocio de los "ejércitos
privados".
Uno de los primeros
contratos de Triple Canopy fue por 90 millones de dólares para
resguardar durante medio año una docena de oficinas del gobierno
provisional iraquí, frecuente blanco de los ataques de la resistencia
a la invasión estadounidense.
"No contratamos
mercenarios. Son personas con experiencia en misiones de seguridad,
que conocen del manejo de armas, pero no van a combatir en Iraq. Claro
que es un trabajo muy peligroso, sin embargo nadie los obliga a tomar
el empleo. Triple Canopy les garantiza un seguro y una indemnización
en caso de accidentes, ataques o muerte", dijo a IPS Jorge
Mendoza, gerente de la empresa Gun Supply, a través de la cual la
corporación estadounidense entrenó a los 200 peruanos.
"Se les paga según
la responsabilidad que van a cumplir. Hay salarios de hasta 50 dólares
al día", agregó Mendoza.
Triple Canopy ha
reclutado a ex militares y ex policías de El Salvador, Colombia y
Chile, pero la paga para éstos es superior a la prometida a los
peruanos. Esta diferencia no disuadió a los peruanos. Desde este país
ya viajaron a territorio iraquí dos grupos que suman 380 personas.
Familiares de los
mercenarios se quejaron de que los contratos firmados con Triple
Canopy eran inapropiados e inhumanos.
Por ejemplo, si alguien
pretende demandar a la firma, deberá hacerlo ante un tribunal de
Virginia, porque el contrato se firma bajo las leyes de ese estado,
donde la compañía mudó su sede en junio "para estar más cerca
de nuestro principal cliente, el gobierno de Estados Unidos", según
un comunicado de su sitio en Internet.
Copias de los contratos
obtenidas por IPS indican su vigencia de un año, del 15 de octubre al
14 de octubre de 2006. Triple Canopy y el gobierno de Estados Unidos
no son responsables si los trabajadores resultan heridos o fallecen en
el cumplimiento de su misión.
Una de las cláusulas más
abusivas señala que la póliza de seguro que cubre al personal no es
aplicable si éste es víctima de algún incidente fuera de su centro
de trabajo o de su horario de servicio. Por tanto, si los empleados
son atacados por insurgentes en su lugar de residencia por el hecho de
apoyar a los invasores, no hay indemnización.
Portavoces de Triple
Canopy afirmaron que los peruanos trabajarán en la "zona
verde" de Bagdad, el área de extrema seguridad donde se
encuentran las embajadas de Estados Unidos y Gran Bretaña y las sedes
del gobierno iraquí, y que ha sido blanco de varios ataques rebeldes.
"Creo que el
entrenamiento fue insuficiente, no más de quince días, pero igual
casi todos se fueron" a Iraq, narró Piraña.
"Tenían apuro de
enviar a la gente, querían que todo saliera rápido", afirmó el
ex sargento, que ha vuelto a su empleo de guachimán.
Las denuncias de los
familiares obligaron a la cancillería peruana a actuar. El encargado
de la Oficina de las Comunidades Peruanas en el Exterior, embajador
Jorge Lázaro, anunció que había iniciado la investigación de los
contratos para determinar si eran abusivos y violentaban los derechos
humanos.
"Los peruanos
tienen libertad para trabajar donde quieran, pero el gobierno debe
asegurarse de que los contratos respeten los acuerdos internacionales
a los que está suscrito el Estado", dijo Lázaro en conferencia
de prensa.
Mientras el gobierno
manifestaba su preocupación por el destino de estos peruanos, la
prensa reveló que los 200 reclutados para Triple Canopy se habían
entrenado en la Fábrica de Armas y Municiones del Ejército (FAME).
De acuerdo con un
contrato entre el ejército y Gun Supply, al que tuvo acceso IPS, la
fuerza de tierra prestó a los adiestradores los proyectiles
necesarios para prácticas de tiro.
El ejército, que sufre
un drástico recorte de presupuesto, aceptó el negocio con Gun Supply,
representante en Lima de Triple Canopy, como forma de obtener dinero.
La operación, de 150.000 dólares, fue aprobada por el propio
comandante de la fuerza, general Luis Muñoz, sin consultar al
Ministerio de Defensa ni a la cancillería, lo que podría costarle el
cargo.
El hecho llevó a una
comisión parlamentaria a citar al ministro de Defensa, Marciano
Rengifo, quien debió admitir el error de ese contrato y anunció que
había ordenado una investigación para identificar a los
responsables.
Pero pese al escándalo,
el negocio continúa.
Mendoza, de Gun Supply,
dijo a IPS que la firma recibió el encargo de Triple Canopy de
contratar a otros 600 peruanos. "Eso es lo que nos han pedido. Al
menos por el momento el ejército no nos ha pedido anular el contrato.
Si lo hace, hay una penalidad", indicó.
Las compañías que
forman parte del negocio tienen excelentes contactos en Perú. El dueño
de Gun Supply es contratista del Estado y vendió munición a la
guardia personal del presidente Alejandro Toledo. Además, Mendoza es
hijo del jefe de seguridad de la embajada de Estados Unidos en Lima.
Otra empresa, Gesegur,
contratada por Triple Canopy para seleccionar a los "trabajadores
de seguridad" peruanos, también es una conocida contratista
estatal, vinculada al Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), el
aparato de represión del régimen del ex presidente Alberto Fujimori
(1990–2000) que conducía el entonces asesor presidencial Vladimiro
Montesinos, hoy preso y bajo proceso por varios delitos.
Gesegur se vinculó
luego al Consejo Nacional de Inteligencia, organismo que reemplazó al
SIN tras la asunción de Toledo a la Presidencia.
"Soy especialista
en armas y tengo varios años de experiencia en combate, era perfecto
para ese trabajo", dijo "Piraña". "Pero, si iba y
me moría, mis hijos iban a quedar desamparados. Puedo asegurar que no
es cobardía. No tengo miedo a la guerra. Mi mamá me hizo notar que más
importante es vivir".
Según Mendoza, el
gobierno no prohibió a Gun Supply continuar entrenando peruanos para
enviarlos a Iraq. "Ellos reconocen que es una oportunidad de
trabajo. Lo tomas o lo dejas, así de simple", apuntó. "Mil
dólares mensuales en Perú es una plata muy importante".
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