Irak resiste

 

Federalismo Iraquí: una salida sospechosa

Cómo la élite shií esquivó a la democracia y el nacionalismo árabe

Por Adel Samara (*)
CSCAweb, 23/11/05
Traducción de Natalia Litvina

Los próximos desarrollos en la patria árabe podrían diluir o terminar con la hegemonía de los términos de clase y religión como referencia para el capitalismo comprador entre los shiíes. Tales desarrollos introducirían nuevas fuerzas (nacionales, seculares y socialistas) en el liderazgo shií y en general en Iraq. Es por eso que el federalismo mantiene y protege los intereses de la élite shií.

Desde el principio de la agresión y posterior ocupación de Iraq por parte de EEUU y Gran Bretaña (y otros), la élite superior shií (ESS), clérigos y capitalistas, no ha dudado en su compromiso de desintegrar el país, de acuerdo con los planes de las potencias coloniales. Hemos de preguntarnos: los motivos tras esta insistencia en fragmentar Iraq, ¿surgen de la ESS o hay otros proyectos detrás?

Si la cuestión es tomar el poder en Iraq, el tipo de federalismo que la ESS insiste en imponer no sería necesario, ya que la ocupación ha ofrecido a esta clase/élite la oportunidad de gobernar Iraq bajo la fórmula de "democracia bajo respaldo colonial". Además, en la medida en que los shiíes son la comunidad religiosa más importante de Iraq, y la influencia de su liderazgo religioso/capitalista es capaz de movilizar a la mayoría de sus seguidores en apoyo de sus políticas (otorgándole así una hegemonía sobre la mayoría de la propia comunidad), esta clase se encuentra en una posición de fuerza para permanecer en el poder, por lo menos a corto plazo.

La cuestión sigue en el aire: ¿por qué esta insistencia en el federalismo? Encontramos tres razones que la explican:

I. Plan de ocupación anglo–estadounidense

Los poderes coloniales actuaron contra Iraq con el objetivo evidente de destruirlo y desintegrarlo, porque un Iraq unido sería capaz de alzarse de nuevo y constituir una amenaza a los intereses capitalistas occidentales, en general, y particularmente, al control del petróleo. Un Iraq fuerte significa que tales intereses se verán amenazados tarde o temprano. Esta es la razón por la que el enemigo decidió desintegrar el país y poner cada "pedazo" bajo control de una clase clientelar que actuara como agente de las potencias coloniales que la instalaron en el poder. Ya que la historia ha demostrado que el plan Sykes–Picot "ha funcionado", ¿por qué no habrían de intentarlo de nuevo el neocolonialismo?. Pero, en este caso, el escenario Sykes–Picot iría aún mas allá, al dividir aún más a cada país árabe en varios "mini–Estados", tal y como se hiciera con la Gran Siria. Además, un Iraq frágil y desintegrado ya no sería una amenaza al régimen sionista askenazí, Israel.

II. La dimensión nacional

Un Iraq unificado significa un Iraq árabe. Esto nos recuerda el hecho de que la Ocupación ha intentado (entre otros objetivos) dar un golpe al nacionalismo árabe, y fragmentar aún mas a la Nación Árabe. La destrucción de Iraq es garantía para el enemigo en el centro capitalista de que Iraq nunca volverá a fortalecer a la Nación árabe o será capaz de contribuir a su despertar. Estas políticas sirven a la alianza global entre el núcleo capitalista del centro occidental y el Sionismo. Por el momento, parece claro que al núcleo le resultará difícil hacer de cada pieza de la federación un "estado clientelar independiente". Por ello, el centro opta por sustituir esta práctica por la partición de cada país árabe en unidades que se interconecten por el federalismo. Este es un primer paso hacia la división final de cada país, como ha sido el caso de Sudán. El objetivo de crear nuevas federaciones internas es borrar el carácter árabe de la patria árabe, sirviendo por un lado a los intereses sionistas y del centro capitalista global, y por otro a las clases clientelares de estos Estados fragmentados. La fragmentación adicional ayuda a impedir la unidad árabe. Cuando la cuestión de la unidad árabe surja en el futuro, todo será "más difícil" porque las clases dirigentes y dependientes en cada una de estas entidades fragmentadas proclamará que es una "nación diferente", y que no exista nada llamado Nación Árabe. Adicionalmente, existe otro factor que juega un papel significativo: el fortalecimiento de otros grupos étnicos y pequeñas naciones dentro de la nación Árabe conforma un desafío a una Nación árabe unificada, incluso si estos grupos étnicos y naciones son formalmente independientes. Resumiendo: estas otras étnicas y pequeñas naciones existen en una nación árabe fragmentada, no unificada.

III. La dimensión persa

La actitud de la República Islámica de Irán hacia la nación árabe no es diferente de la del anterior régimen del Shah. Si bien la religión domina actualmente al Estado en Iraq, el Estado de los Ayatolás no entra en conflicto con el nacionalismo persa. Al contrario de esta postura, este Estado está en contra del nacionalismo árabe en base a sus intereses y aspiraciones regionales, sin ser determinados por el nacionalismo persa o el sectarismo shií, por el régimen del Shah o el de los Ayatolás. Es a este nivel que los intereses del centro capitalista, del Sionismo, del régimen iraní y de la ESS en Iraq convergen contra la nación árabe. En tal contexto, la uilaya Shií (provincia o distrito del Iraq federal) del sur y centro de Iraq será un protectorado persa que actuará contra el nacionalismo árabe y su unidad. Adicionalmente, y dado por el hecho de que la ESS es incapaz de pronosticar el nivel de conciencia nacional de los árabe shiíes en el futuro, esta clase tratará de impedir a los shiíes de Iraq que decidan pertenecer a la nación árabe, garantizándose para ello una uilaya propia separada de la nación árabe.

El posible curso de los acontecimientos

La insistencia de la clase dirigente shií en imponer una solución federal en Iraq surge del miedo a que el futuro traiga el cambio a la patria árabe, bajo la forma, por ejemplo de la unidad árabe. En tal caso, la ESS se habría asegurado para sí misma un "Estado" , que dará protección a sus intereses a expensas de la mayoría empobrecida de los shiíes y de la nación árabe en general.

Los próximos desarrollos en la patria árabe podrían diluir o terminar con la hegemonía de los términos de clase y religión como referencia para el capitalismo comprador entre los shiíes, y ciertamente en otras partes de la patria. Tales desarrollos introducirían nuevas fuerzas (nacionales, seculares y socialistas) en el liderazgo shií y en general en Iraq. Es por eso que el federalismo mantiene y protege los intereses de la ESS.

Pagando el precio y "devolviendo el favor"

El liderazgo shií llegó a Iraq sobre los tanques coloniales. Esto no le salió gratis a los shiíes. El coste es la división de Iraq de manera que sirva a los intereses del enemigo colonial y la ESS. En resumen: ya que la burguesía dependiente y los agentes de potencias extranjeras no tienen un proyecto para el país, y menos un proyecto panarabista nacional, la desintegración del país es resultado lógico. Merece la pena señalar que esto no es una excepción en la historia de la humanidad, ni ahora, cuando somos testigos de la derrota del laborismo por el capital, el colapso del campo socialista y el surgimiento de la globalización. La ESS iraquí, que trabaja como agente del capitalismo global colonialista, no es el único ejemplo, ya que vemos experiencias similares en antiguas repúblicas socialistas, Yugoslavia, Sudán y también la burguesía clientelar kurda.

La lección de la Resistencia

La ESS iraquí era la última en esperar el surgimiento de la resistencia iraquí con tal intensidad. Su promesa a la ocupación estadounidense fue que los iraquíes darían la bienvenida al ejército invasor con flores, no era exagerada por su parte. De hecho, parece que los EEUU esperaban niveles más altos de resistencia que la ESS. Y esto incluso teniendo en cuenta que el enemigo no esperaba una resistencia de tal calibre, ya que los arrogantes, fundamentalistas e ignorantes sólo creen en la fuerza bruta. La burguesía británica tiene una comprensión propia de la historia de los movimiento de resistencia, ya que Gran Bretaña ha sido cuna de movimientos políticos que se organizaron en territorio británico y más tarde fueron exportados a sus propias naciones). Sin embargo, a la clase dirigente estadounidense y a la ESS se han visto forzadas a entenderlo. En base al papel que está jugando, el campo enemigo está muy preocupado ante la posibilidad de que la Resistencia dé nueva forma sobre el terreno al futuro de Iraq. Se muestra turbado ante la posible emergencia de un Iraq revolucionario y democrático, un nuevo Iraq que podría trascender el actual sectarismo, la estructura de clases y la hegemonía. Si la resistencia triunfa, Iraq será diferente tanto a nivel de nación como de clase. Sin duda acabará con las bases sectarias, especialmente la de la ESS. A pesar de que la ESS proclame su adherencia al Islam, su fuerte dependencia y relación con Occidente minimizan su credibilidad, no sólo a ojos de los árabes sunníes, sino también a los de los propios árabes shiíes y de todos los voluntarios árabes, musulmanes e internacionalistas en Iraq, en especial de aquellos grupos que luchan mas allá de consideraciones religiosas y étnicas.

Por lo tanto, la ESS lee y evalúa los acontecimientos, sin duda, y por ello encuentra que su mejor opción es el federalismo, porque de esta manera lograría escapar del control del Estado central iraquí, teniendo en cuenta que un Iraq centralizado o unificado significaría un Iraq árabe. Esta postura de la ESS justifica la resistencia contra esta élite por la eliminación de sus líderes o su ejército particular, que fue creado por la ocupación colonial.

Es importante señalar aquí que la resistencia nos ha enseñado muchas lecciones. Una de las principales es que el retroceso en el desarrollo, o concretamente la marcha atrás en lo económico e industrial ofrece buenas oportunidades para el dominio del sectarismo, el clero, y sobre todo el capitalismo clientelar, que está totalmente dirigido desde el exterior. Mientras que esta dominación puede aparentar surgir de un bagaje ideológico, lo cierto es que en realidad tiene su origen en una base material, lo que lleva directa o indirectamente a las clases populares a la creencia y la percepción de que su futuro, seguridad, protección e incluso la esencia de su vida diaria, están controladas por la ESS.

Una distorsión de tal envergadura sólo se puede resolver de dos maneras; la primera es un plan de desarrollo, sin duda industrial, que convierta a cada ciudadano en trabajador productivo y autosuficiente que encuentre seguridad en su labor y no en sus lazos con una estructura religiosa. Esto se ha logrado en el centro capitalista; sin embargo, los mismos países del bloque central bloquearon tal desarrollo en el tercer mundo. Este es el caso en Iraq.

La segunda es una situación revolucionaria que aplaste las viejas estructuras, que no son capaces ni de resistir al colonialismo ni de enfrentarlo, ni de "invitarlo" a que recolonice la patria. Esto es lo que ha ocurrido en Iraq y lo que ja empujado a la ESS a traicionar a la nación árabe y luchar por el federalismo en Iraq.


(*) Adel Samara es economista palestino residente en Ramala y editor de Ka'ana Bulletin, una publicación dependiente del Centro para el Estudio Cultural y del Desarrollo al–Mashriq al–A'mil (Ramala, Palestina Ocupada) y de 'Palestine Research and Publishing Foundation' (EEUU). Samara ha participado en diversas iniciativas organizadas en Madrid por el CSCA y ha publicado en Nación Árabe, núm. 42, otoño de 2000: "Paz y globalización: un modelo liberal para Palestina".

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