Fuerzas de seguridad
se hunden en el sectarismo
Por Jim Lobe
Inter
Press Service (IPS), 30/11/05
Washington. El
presidente de Estados Unidos, George W. Bush, aseguró este miércoles
que las fuerzas de seguridad de Iraq serían capaces de controlar ese
país sin necesidad de tropas extranjeras, pero informes de prensa
indican que, por el contrario, contribuyen a la desestabilización.
Una serie de artículos
publicados por importantes diarios estadounidenses desde que se
descubrió hace dos semanas una prisión subterránea en la sede del
Ministerio del Interior de Iraq (en la que eran torturados unos 170
sunitas), revelaron detalles sobre la existencia de escuadrones de la
muerte dentro la policía iraquí.
Estas unidades estarían
bajo control de dos milicias chiitas que lograron infiltrarse en las
fuerzas de seguridad del Estado. Se trata de la organización Badr, al
parecer entrenada por Irán y brazo armado del Consejo Supremo de la
Revolución Islámica en Iraq, y del islamista Ejército Mahdi,
liderado por Muqtada al–Sadr.
Operando a través de o
junto con las fuerzas de seguridad iraquíes, los dos grupos, rivales
entre sí, han secuestrado, torturado y ejecutado a cientos, quizás
miles de hombres sunitas, según informaron en los últimos días los
diarios The New York Times y Los Angeles Times, así como el servicio
de noticias de la cadena de diarios estadounidenses Knight–Ridder.
"Cientos de
denuncias sobre asesinatos y secuestros fueron presentadas en las últimas
semanas, la mayoría hechas por civiles sunitas, quienes aseguran que
familiares suyos han sido detenidos por hombres iraquíes uniformados
sin orden judicial ni explicación alguna", informó The New York
Times en su edición del martes.
"Algunos sunitas
fueron encontrados muertos en cunetas y en campos, con agujeros de
bala en la sien, quemaduras de ácido y perforaciones corporales al
parecer efectuadas por taladros. Otros simplemente han
desaparecido", añadió.
Los motivos de los
secuestros son varios, según los informes. En algunos casos, parecen
estar dirigidos contra supuestos insurgentes. Otros serían parte de
una "limpieza étnica" en ciertas zonas, y otros,
represalias por las décadas de discriminación y represión del régimen
del derrocado Saddam Hussein (1979–2003), que privilegió a la minoría
sunita en detrimento del sector mayoritario de la población, adherida
a la rama chiita del Islam.
En cualquier caso, la
represión ahora dirigida contra la comunidad sunita amenaza los
planes de Bush de reducir de 160.000 a menos de 100.000 el número de
soldados estadounidenses desplegados en Iraq para el año próximo a
través del fortalecimiento de las fuerzas de seguridad iraquíes.
Estados Unidos ocupa
militarmente Iraq desde que lo invadió, en marzo de 2003.
Bush dio este miércoles
un discurso en la Academia Naval de Estados Unidos, en la nororiental
ciudad de Annapolis, en el que intentó fundamentar la viabilidad de
su "estrategia de salida" de Iraq. El mandatario aseguró
que las fuerzas iraquíes, integradas por más de 200.000 efectivos,
serían capaces de lograr y garantizar la estabilidad.
"Los
estadounidenses deben tener una idea clara de esta estrategia",
afirmó el mandatario, aunque pidió "paciencia".
Pero la creciente
percepción de que esos efectivos ––110.000 de los cuales
pertenecen al Ministerio del Interior–– actúan contra los sunitas
en nombre de los partidos políticos chiitas sólo impulsará aun más
la insurgencia sunita.
Los abusos
"socavan los esfuerzos de Estados Unidos para estabilizar la nación,
y entrenar y equipar a las fuerzas de seguridad iraquíes, que son los
requisitos clave de Bush para un eventual repliegue", indicó el
periódico Los Angeles Times.
Toby Dodge, experto en
Iraq de Instituto Internacional para Estudios Estratégicos, con sede
en Londres, señaló que la situación en el país de Medio Oriente
"se está convirtiendo en una guerra sin reglas de todos contra
todos".
"Las fuerzas de
seguridad iraquíes se están convirtiendo simplemente en otros
elementos de conflicto, y si obedecen a alguien es a sus comandantes,
pero en absoluto al Estado", dijo Dodge al periódico
estadounidense The Wall Street Journal.
Las nuevas fuerzas
iraquíes, surgidas bajo la ocupación estadounidense, están
constituidas en su mayoría por unidades reclutadas de las guerrillas
kurdas "peshmerga" (en kurdo, dispuestos a morir) y de las
milicias chiitas. Sus operaciones dentro del llamado "triángulo
sunita", en el centro del país, han estimulado la insurgencia.
Los comandantes
estadounidenses procuraron remediar el problema prohibiendo el
reclutamiento de ex miembros del partido Baath, de Saddam Hussein, y
pagando a las milicias tribales para mantener el orden, pero el
Ministerio del Interior, dominado por chiitas, es el mayor escollo,
sobre todo después del descubrimiento de la prisión secreta.
El primer ministro
Ibrahim Al Jaafari prometió que las torturas serían investigadas y
todos los responsables castigados, pero el ministro del Interior,
Bayan Jabr, ex líder de la milicia Badr, minimizó el asunto.
Los informes sobre
torturas y asesinatos "son definitivamente creíbles y muy
preocupantes", dijo Joe Stork, especialista en Medio Oriente de
la organización internacional de derechos humanos Human Rights Watch.
La semana pasada, el ex
primer ministro iraquí Ayad Allawi, un chiita que procura el apoyo de
los sunitas para las elecciones parlamentarias del mes próximo, afirmó
que la represión de la policía le hacía recordar al régimen de
Saddam Hussein.
"Están haciendo
lo mismo que en aquellos tiempos, y peores cosas aun", dijo al
periódico británico The London Observer.
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