Tortura
y asesinatos extrajudiciales en Iraq
Por
Max Fuller
Global Research, 24/11/05
IraqSolidaridad,
29/11/05
Traducido para IraqSolidaridad por Felisa Sastre
"EEUU,
sobre todo a través de la CIA, tiene un largo historial de
complicidad en operaciones genocidas, desde la Indonesia de Suharto,
pasando por la operación 'Phoenix' en Vietnam, a las que se
desarrollan actualmente en Colombia. En estos momentos, las masivas
detenciones que se llevan a cabo en Iraq y las matanzas que les siguen
tienen el sello de aquellas operaciones. Por analogía, se puede
adivinar razonablemente que el baño de sangre de víctimas incluirá
a cualquiera que se oponga a la hegemonía de EEUU [...]. Con estos
precedentes, ha llegado el momento de plantearse las preguntas difíciles
sobre el papel que desempeñaban los dos miembros del SAS (Fuerzas
Especiales Británicas) detenidos con un coche cargado de explosivos y
acusados por las autoridades iraquíes de preparar un atentado contra
una conmemoración religiosa chií."
Durante
las dos últimas semanas, la Administración estadounidense se ha
visto zarandeado por la revelación de haber usado fósforo blanco en
Faluya y por el descubrimiento de que el gobierno al que ha ayudado a
tomar el poder tiene centros secretos de detención en los que se
somete a los prisioneros a graves maltratos.
El
sábado 13 de noviembre, se descubrieron las instalaciones [de detención]
de Yadriya, un distrito de Bagdad, cuando soldados estadounidenses
entraron en un edificio del ministerio del Interior en busca de un
joven de 15 años desaparecido. Lo que descubrieron era un cámara de
los horrores: más de 170 detenidos en un fétido búnker subterráneo
lleno a rebosar. Estaban medio muertos de hambre y muchos de ellos habían
sido golpeados duramente. Se encontraron instrumentos de tortura en un
falso techo y en los informes se indicó que a algunos prisioneros se
les había arrancado la piel [1].
Como
era previsible, la embajada de EEUU emitió una declaración en la que
se denunciaban los hechos y se insistía en que la tortura es
inaceptable, mientras que el primer ministro iraquí, Ibrahim al-Yafaari,
anunciaba que habría una investigación, y Husein Kamal,
subsecretario del ministerio del Interior, quitaba importancia al
asunto. Semejantes negativas no convencieron a los enérgicos medios
de información occidentales que, de inmediato, responsabilizaron a
las formaciones chiíes, predominantes en el gobierno, en especial en
el ministerio del Interior. Ciertos informes se hacían eco de los
rumores de que las instalaciones las había utilizado la organización
Brigadas Badr, brazo armado del Consejo Supremo de la Revolución Islámica
en Iraq [2]. Para la mayoría de los periodistas occidentales, el
incidente era otro ejemplo de lo que denuncian constituye una ola de
violencia sectaria que se extiende por Iraq.
Lo
que los medios occidentales hasta ahora no han desvelado es que un
hecho sorprendentemente similar se había producido justo antes de la
toma de poder nominal del gobierno interino de Iyad Allawi. El 29 de
junio de 2004, la policía militar de la Guardia Nacional de Oregón,
asaltó el mimo complejo del ministerio del Interior para rescatar a
docenas de detenidos que, comprobaron, habían sido torturados. De la
misma manera que en Yadriya, a las víctimas se les había privado de
comida y se les había golpeado de forma salvaje. Se descubrió a más
docenas de prisioneros en cobertizos junto a los instrumentos de
tortura. Algunos de ellos estaban en situación crítica y los
guardias tuvieron que proporcionales ayuda médica de urgencia.
Lo
más impactante es que, cuando los guardias pidieron ayuda por radio,
oficiales estadounidenses de alto rango les ordenaron que se
retiraran. Tras tensas horas de negociación, los guardias se fueron
de mala gana y dejaron a los prisioneros con sus torturadores.
Conocimiento
de los hechos
El
incidente pone de manifiesto dos muy asuntos importantes. En primer
lugar, el último descubrimiento no es noticia para las autoridades
estadounidenses que eran conscientes de los graves maltratos que tenían
lugar en las instalaciones del ministerio desde hacía más de un año
y no hicieron nada para impedirlo. En segundo, tales maltratos no
pueden simplemente atribuirse al control de los chiíes en el
ministerio del Interior. En efecto, muchos de los puestos más
importantes del ministerio continúan ocupados por antiguos miembros
del Baas, incluidos algunos de los que se han asociado más
estrechamente con la represión de la rebelión chií al final de la
Guerra del Golfo [de 1991].
La
práctica de la tortura en las dependencias del ministerio del
Interior es, en muchos sentidos, como la punta del iceberg. Durante el
último año, centenares de cadáveres -aparentemente, víctimas de
ejecuciones extrajudiciales- han venido apareciendo en todo Iraq, y en
especial en Bagdad. En general, las víctimas estaban atadas y con los
ojos vendados y se las había despachado con tiros en la cabeza y el
pecho. En muchos de ellos aparecieron señales de tortura.
La
única investigación seria llevada a cabo en el interior del país
fue la realizada por el periodista iraquí, Yaser Salihee, quien llamó
la atención sobre los centenares de victimas de ejecuciones que
pasaban por la morgue de Bagdad y destacó el hecho de que en muchos
casos se sabía que habían sido arrestados por pistoleros con
uniforme de policía, con equipos muy caros, incluso vehículos, armas
y radios sofisticadas. Su último artículo se publicó el 27 de
junio, tres día después de su propio asesinato a manos de un
francotirador estadounidense, pero sus alegaciones repetían las de
los grupos sunníes que habían acusado al gobierno de terrorismo de
Estado.
La
mayor parte de las acusaciones concretas se centraban en una unidad,
denominada Brigada Lobo, dependiente de los comandos especiales de
policía del ministerio del Interior. Esta unidad, constituida en otoño
del año pasado, desarrolló su operación principal en Mosul en
noviembre de 2004, en lo que parece haber sido un grave enfrentamiento
con los combatientes de la resistencia. Docenas de cadáveres
comenzaron a aparecer en las calles mientras los comandos realizaban
un barrido de la ciudad.
Más
recientemente, en julio, la Brigada Lobo se sabe que fue responsable
de un incidente en el que se secuestró a 11 albañiles de un hospital
de Bagdad, se les colocó en la parte trasera de un vehículo de la
policía dejándoles durante 16 horas que se achicharraran al sol.
Diez de ellos murieron y los médicos que hicieron la autopsia
llegaron a la conclusión de que las víctimas habían sufrido
torturas, entre ellas descargas eléctricas.
Escuadrones
de la muerte
Si
bien en la actualidad se reconocen las matanzas al estilo de los
escuadrones de la muerte, se las atribuye casi siempre al
comportamiento de milicias chiíes, quizás bajo el control del
ministerio del Interior. Incluso a la Brigada Lobo se la relaciona con
la violencia sectaria, pero la realidad es que los comandos especiales
de Policía se componen también de antiguos miembros de las fuerzas
especiales y de personal de la Guardia Republicana y fueron creados
por antiguos miembros del Partido Baaz, con una larga historia de
complicidades con la CIA, bajo la supervisión de expertos
estadounidenses en contrainsurgencia [3]. Uno de estos consejeros fue
el mismo James Steele, quien estuvo al mando de la misión militar de
EEUU en El Salvador en los momentos álgidos de la indecible guerra
sucia que tuvo lugar en el país. Allí, Steele fue el responsable de
la creación de los escuadrones de elite que ocasionaron la mayor
parte de las víctimas civiles del ejército [4].
Otro
de ellos, fue Steven Casteel, el consejero principal estadounidense
del ministerio del Interior y el mismo que negoció con éxito la
retirada de la Guardia Nacional de Oregón. Parte de su experiencia la
adquirió en Colombia donde se vio envuelto en las operaciones Centra
Spike, las operaciones en las que se recopiló una lista de los
colaboradores del barón de la coca, Pablo Escobar, a quienes asesinó
el escuadrón de la muerte Los Pepes. Los Pepes constituyen en la
actualidad el núcleo central del mortífero la organización
Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
EEUU,
sobre todo a través de la CIA, tiene un largo historial de
complicidad en operaciones genocidas, desde la Indonesia de Suharto,
pasando por la operación Phoenix en Vietnam, a las que se desarrollan
actualmente en Colombia. En estos momentos, las masivas detenciones
que se llevan a cabo en Iraq y las matanzas que les siguen tienen el
sello de aquellas operaciones. Por analogía, se puede adivinar
razonablemente que el baño de sangre de víctimas incluirá a
cualquiera que se oponga a la hegemonía de Estados Unidos, como los
centenares de profesores y académicos ya asesinados [5] y la basura
humana producida por los "duros interrogatorios". Una remota
posibilidad es que los sunníes iraquíes se inmolen como parte de una
estrategia para fomentar las luchas sectarias con el fin de llegar a
la balcanización de Iraq. Con estos precedentes, ha llegado el
momento de plantearse las preguntas difíciles sobre el papel que
desempeñaban los dos miembros del SAS (Fuerzas Especiales Británicas)
detenidos con un coche cargado de explosivos y acusados por las
autoridades iraquíes de preparar un atentado contra una conmemoración
religiosa chií [6].
De
acuerdo con The Guardian, un antiguo preso del ministerio del Interior
afirmaba que los detenido suplicaban que se les trasladaran a Abu
Ghraib, lo que no quiere decir que se elogie el trato que EEUU aplica
a los prisioneros, sino que pone de manifiesto el hecho de que la
mayoría de los más execrables crímenes se encargan a sus
testaferros. En relación a El Salvador, Chomsky señaló que para los
paramilitares respaldados por EEUU no era suficiente con asesinar a
alguien sino que había que decapitarlo y exhibir su cabeza en un
estaca. Algo parecido ocurre en Iraq: las víctimas de los escuadrones
de la muerte entrenados por EEEUU no sólo son humilladas: se les saca
los ojos, se les quita la piel y se les agujerea las rodillas con
taladros eléctricos [7].
Notas
de IraqSolidaridad:
1.
Según informaron telefónicamente desde Bagdad a la CEOSI fuentes
iraquíes, el mismo ministro del Interior iraquí, Bayan Jabr, disponía
de despacho propio y era asiduo al centro de detención denunciado
como lugar de tortura de presos iraquíes y presentado como
clandestino por el gobierno del primer ministro al-Yafaari. Los
testimonios de numerosos detenidos en el centro, posteriormente ex
carcelados, recogidos por organizaciones de derechos humanos iraquíes,
confirman la presencia habitual del ministro en el inmueble, situado
en las proximidades del hotel Babel, en la capital. Las tropas
estadounidenses visitan frecuentemente el centro.
2.
Ya formalmente disueltas como milicia, han nutrido las nuevas fuerzas
de seguridad iraquíes.
3.
Las primeras víctimas de los escuadrones de la muerte fueron cuadros
del Partido Baaz, principalmente en las provincias del sur. Cuando la
delegación de la CEOSI visitó Iraq en abril pasado, una lista de
decenas de iraquíes contarios a la ocupación que debían ser
asesinados fue mostrada al grupo. La lista había sido filtrada desde
el ministerio del Interior.
4.
Sobre la denominada "Opción salvadoreña", véase en
IraqSolidaridad: "Opción El Salvador" para Iraq - El Pentágono
estudia enviar fuerzas especiales para la creación de Escuadrones de
la muerte iraquíes
5.
Véase en IraqSolidaridad: Una guerra encubierta para borrar la
cultura y el futuro de los iraquíes: Lista de profesores
universitarios asesinados en Iraq durante el período de ocupación
6.
Véase en IraqSolidaridad: Noticias breves 2004-2005
7.
Para más información sobre el papel de los escuadrones de la muerte
en Iraq y la falta de información de los medios sobre el asunto, véanse
los artículos de Max Fuller publicados al respecto en la web Global
Research.
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