Elecciones iraquíes:
"Libres y justas"
Por
Phyllis Bennis y Eric Leaver
Inter Press Service (IPS), 14/12/05
CSCAweb, 16/12/05
"Gane quien
gane las elecciones, el proceso de campaña electoral ya está
aumentando la división sectaria de Iraq. La capacidad social del país
sigue estando brutalmente fragmentada tras doce años de
inmisericordes sanciones económicas, bombardeos incesantes, invasión
y ocupación militar. Es comprensible que ahora se esté dando un
escenario que favorezca un retroceso de la tradicional identidad
secular nacional del país a favor de asociaciones menores:
religiosas, étnicas, tribales, clánicas o familiares".
El presidente Bush hizo
algo bien cuando afirmaba en marzo de 2005 que "todas las fuerzas
militares y personal de inteligencia (extranjeros) deberían retirarse
antes de las elecciones para que éstas sean libres y justas". Se
refería a las tropas sirias en Líbano; la misma demanda podría
formularse sobre las tropas de EEUU en Iraq. Las elecciones, a menudo
son destacados índices e instrumentos de la democracia, pero las que
se celebran bajo ocupación militar extranjera no son legítimas.
No importa la combinación
de fuerzas políticas que afirme "vencer" en los comicios
del 15 de diciembre; el resultado incrementará de todas formas el
nivel del sectarismo en Iraq.
El resultado de las
votaciones resulta irrelevante para la obligación que EEUU tiene con
la retirada de sus tropas y el fin de la ocupación -incluyendo a
todas las fuerzas de la "coalición" y a los mercenarios- ,
la evacuación de todas sus bases en Iraq, el abandono de toda
aspiración sobre el control del crudo iraquí, y el final de la
privatización, entre otras leyes impuestas por la ocupación.
Las voces oficiales árabes,
incluyendo las de gobiernos dependientes o aliados de EEUU, así como
la de la mayoría de facciones del gobierno interino iraquí, tal y
como se puso de manifiesto en la reciente declaración de El Cairo,
han comenzado a cambiar la dinámica regional, pidiendo se establezca
un calendario para finalizar la ocupación de EEUU y la "coalición".
La ilegitimidad de unas
elecciones realizadas bajo ocupación militar no es algo nuevo. En
nuestro análisis de hace un año en relación a las elecciones en
Iraq de enero de 2005 afirmábamos que "como estaba previsto, las
elecciones en Iraq están diseñadas para procurar un barniz de
credibilidad y legitimidad a la permanencia del control de EEUU sobre
Iraq, mediante la elección de un gobierno amigo de EEUU que dará la
bienvenida a las bases militares de estadounidenses en el país, y
mediante la formulación de una constitución guiada por EEUU..."
Tal escenario sigue prácticamente igual que entonces, a pesar de que
hoy se de un espectro mayor de fuerzas políticas iraquíes que se
movilicen y participen en las elecciones, y en especial la participación
sunní.
Así mismo, también
resaltamos hace un año que las "poderosas operaciones políticas
de EEUU en Iraq están destinadas a influenciar en el resultado de las
elecciones. Sea cual sea la cantidad de dinero que esté entrando en
Iraq desde Irán u otros centros regionales, lo que está claro es que
(a pesar de los desmentidos oficiales de Washington) la capacidad
financiera y política estadounidense para comprar influencia política
es bastante mayor. Tanto el Instituto Democrático Nacional (IDN) como
el Instituto Republicano Internacional (IRI) mantienen grandes campañas
para ayudar en "formación" y "capacidad de construcción"
a varios partidos iraquíes; abiertos a cualquier partido,
favoreciendo a los que estén dispuestos a mantener una estrecha
relación con EEUU y a los que estén por situar la economía iraquí
en la senda de la privatización y la globalización. La Agencia
Internacional Estadounidense para el Desarrollo Internacional ha
destinado 80 millones de dólares para estas y otras organizaciones,
muchas de ellas trabajando en su momento bajo el auspicio del
Organismo Nacional para la Democracia (OND, una entidad nacida de la lógica
de la guerra fría), para "asistir" a los partidos políticos
iraquíes en la carrera electoral. El resultado será, casi seguro, la
elección de muchos partidos, tendencias y candidatos, fuertemente
comprometidos, o al menos abiertos a participar de un trayectoria política,
militar y económica cuyo eje sean los EEUU."
Seymour Hersh confirmó
estos datos sobre la intervención de EEUU en las elecciones de enero
en un artículo de julio de 2005 en The New Yorker. Su artículo
desveló que el presidente Bush había autorizado planes secretos
durante el último año para apoyar las campañas electorales de iraquíes
con vínculos a la Casa Blanca, en especial Iyad Alaui, que había
sido instalado como primer ministro iraquí por EEUU en 2004, y que
previamente había trabajado muy estrechamente con la CIA. La misma
dinámica se está dando hoy, con el IDN, el IRI y el OND ofreciendo
"asistencia" electoral y conservando a Alaui como su
candidato preferido.
La reciente mayor
atención de los media británicos y norteamericanos sobre la campaña
de Alaui refleja un mayor esfuerzo de EEUU para asegurar, por los
medios necesarios, su victoria electoral. Los media occidentales se
están centrando en el aparente secularismo y
"profesionalidad" de la propia campaña de Alaui, que exhibe
carteles y anuncios televisivos al estilo electoral norteamericano, así
como en la actual tendencia mostrada por encuestas en Iraq que parecen
exigir un "líder fuerte". Todo ello es una muestra del
esfuerzo por cubrir algunas de las debilidades de la campaña
electoral de Alaui, incluyendo la acusación de que el propio Alaui
disparó a seis detenidos maniatados en el patio de una prisión
gestionada por EEUU durante los primeros meses de la ocupación, o su
apoyo a la reconstitución de la cúpula baasista militar como medio
de fortalecer la política. En los días previos a estas elecciones,
las encuestas atribuían a Alaui un 20% de los votos... lo que
significa que Alaui podría convertirse en la clave para las
negociaciones entre los partidos dominados por shiíes y kurdos, que
no alcanzarían la mayoría necesaría de 2/3 del parlamento.
Gane quien gane las
elecciones, el proceso de campaña electoral ya está aumentando la
división sectaria de Iraq. La capacidad social del país sigue
estando brutalmente fragmentada tras doce años de inmisericordes
sanciones económicas, bombardeos incesantes, invasión y ocupación
militar. Es comprensible que ahora se esté dando un escenario que
favorezca un retroceso de la tradicional identidad secular nacional
del país a favor de asociaciones menores: religiosas, étnicas,
tribales, clánicas o familiares.
El surgimiento de una
nueva serie de partidos políticos basados sobre todo en la identidad
étnica o religiosa continúa fortaleciendo la fragmentación de la
identidad nacional iraquí. El abrazo de Washington sin ambages hacia
los partidos "shiíes" y "kurdos" ( que no por
coincidencia se radican en las zonas petrolíferas más ricas del país),
combinado con sus patéticos esfuerzos por ganar algo de legitimidad y
minar a la Resistencia convenciendo a líderes sunníes para que se
unan al proceso político, siguen en esta línea de agotar la
identidad nacional iraquí y la capacidad nacional a favor de
subgrupos étnicos y religiosos. Desde el principio de la ocupación,
los esfuerzos de EEUU se concentran consistentemente en la división
de Iraq y de los iraquíes según filiaciones étnicas y religiosas,
destinadas a sabotear la identidad nacional iraquí primaria.
Mientras las elecciones
se desarrollan en Iraq, la oposición política a la ocupación y la
demanda de traer las tropas de vuelta a casa están en pleno auge en
EEUU, de forma aún más visible tras los últimos acontecimientos en
el Congreso. John Murtha, congresista y decidido defensor de la
guerra, realizó una sorpresiva petición para que las tropas
volvieran en seis meses, aunque defiende una "presencia en el
horizonte" de fuerzas de EEUU repartidas en la costa de Iraq y
Kuwait; esta propuesta es el exponente más claro del ir y venir de
alianzas en el Congreso. La tarea de los activistas contra la guerra
es seguir presionando a las fuerzas afines en el congreso para que
mantengan su postura, así como la creciente presión sobre los demócratas
que todavía permanecen reluctantes, para que al menos sigan la
demanda pública por el fin de la guerra.
Los activistas
estadounidenses e internacionales contra la guerra deberían irse
preparando para una serie de retiradas de tropa significativas,
inmediatamente después de las elecciones. En Enero de 2006,
probablemente lo harán unos 20.000 efectivos, y otros 25.000 o 30.000
más tarde en primavera, todas ellas irremediablemente acompañadas de
una escandalosa fanfarria mediática. Esto NO constituirá un fin de
la ocupación. Finalizar la ocupación significa traer de vuelta TODAS
las tropas destinadas en todo Iraq, retirar a todos los mercenarios
(llamados eufemísticamente "contratistas militares"),
renunciar explícitamente a todo intento de controlar el crudo iraquí,
e invalidar todas las leyes (especialmente las que privatizan la
economía de Iraq y ponen la riqueza nacional petrolífera iraquí en
manos de corporaciones privadas) impuestas por las autoridades de la
ocupación. Sólo tras cumplimentar todo esto podremos comenzar un
proceso que gestione adecuadamente las obligaciones pendientes de EEUu
con el pueblo de Iraq: compensación por los años de sanciones,
reparaciones por la devastación de la guerra, cancelación de la
insultante deduda, apoyo (y no control) en la asistencia para la
reconstrucción y la pacificación, y asistencia real en la regeneración
que precisan los iraquíes cuando sean ellos quien regeneren el país
por sí solos.
Las falsas
declaraciones de Bush sobre "traer la democracia a Iraq" no
deben ser el requisito previo para acabar con la ocupación y traer a
las tropas de vuelta. La invasión y la ocupación fueron y siguen
siendo ilegales, y es nuestra obligación luchar porque acaben ahora.
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