Perder el temple en
Irak
Por Immanuel
Wallerstein
La Jornada, 23/12/05
Traducción de Ramón Vera Herrera
En respuesta a la
siempre creciente sensación de que a Estados Unidos le está yendo
mal en Irak –de hecho, según el punto de vista de muchos está
perdiendo la guerra–, el gobierno estadounidense ha lanzado una
campaña para persuadir a todos de que no es así. En noviembre de
2005, el Consejo de Seguridad Nacional estadounidense publicó, con
grandes fanfarrias, el documento Estrategia nacional para la victoria
en Irak. Y el presidente George W. Bush está impulsando esta línea,
de manera vociferante, en los discursos públicos.
Lo que arguye ese
documento es que esa victoria se está gestando pero, al ocurrir en
etapas, tal triunfo es un interés vital para Estados Unidos (que
cuenta con una clara estrategia para lograrlo) que llevará tiempo
conseguir. La frase clave en este documento verboso, que evade todo análisis
concreto de lo que realmente ocurre, es una cita del discurso del
presidente Bush el 6 de octubre de 2005: 'En Irak no habrá paz sin
victoria. Mantendremos nuestro temple y obtendremos dicha victoria'.
Mantendremos nuestro
temple, dice Bush. Pero su Rasputín, el vicepresidente Cheney, no está
tan seguro, pues constantemente asegura que las críticas
estadounidenses al gobierno de Bush, no importa que tan suaves sean,
minan este 'temple' y amenazan hacer que Estados Unidos pierda su
determinación. El número de congresistas y senadores republicanos
preocupados por que los votantes hayan perdido ya su 'temple' y puedan
sufragar contra ellos parece crecer a ritmo muy acelerado, lo que da
la impresión de tener gran impacto sobre el 'temple' de estos políticos
republicanos.
Cuando el diputado
republicano John Murtha, ex marine y partidario fiel de los halcones
de tiempo atrás, hizo un llamado a retirarse de Irak, la mayoría de
los comentaristas sintieron que era la voz no oficial de gran número
de antiguos militares de alto grado que no podían expresar sus
preocupaciones públicamente. ¿Pierden su temple? Ni Murtha ni los
antiguos militares de alto grado ocultos lo definirían de esta
manera. Ellos consideran que en la situación en que se encuentra
Estados Unidos no será capaz de obtener la victoria de la que habla
Bush, y creen que si se quedan en Irak las tropas estadounidenses se
debilitarán como fuerza militar que ya no podrá hacer su tarea en
otras partes del mundo. Quieren reducir las pérdidas antes de que las
fuerzas armadas estadounidenses pierdan aun más.
Queda claro ahora que
virtualmente todos los miembros de la coalición estadounidense que
cuentan con fuerzas militares en Irak intentan reducir su número, si
no es que retirarlas por completo, en 2006. Claro que Estados Unidos
hará lo mismo. Nadie, por supuesto, admite que esté perdiendo el
temple, pero la opinión pública en casa y las elecciones venideras
comienzan a cobrar su cuota.
¿Y qué pasa con los
iraquíes? Existen dos grupos principales: los que combaten enérgicamente
a las fuerzas estadounidenses más cualquier iraquí que sea
sospechoso de cooperar con ellos, y los otros.
En el documento del
Consejo de Seguridad Nacional se dice que quienes combaten enérgicamente
a Estados Unidos son tres grupos: los rechazantes (árabes sunitas que
no han 'abrazado' los cambios), los saddamistas (que desean restaurar
el antiguo régimen) y los terroristas afiliados a Al Qaeda o
inspirados por ésta. Según el documento, Estados Unidos más o menos
dejó de intentar hacer algo con las dos últimas categorías, pero
tiene esperanzas de persuadir a 'muchos' del primer grupo de que
reduzcan su oposición. Sin embargo, no hay muchas evidencias de que
algo así esté ocurriendo. En resumen, aquellos a quienes Estados
Unidos llama 'enemigos' no parecen haber perdido el temple o su
eficacia en el combate.
Pero, ¿y los otros
iraquíes? Aquí Estados Unidos parece contar con las nuevas fuerzas
de seguridad, supuestamente bajo la autoridad del nuevo gobierno de
Irak. Supuestamente porque es obvio que estas fuerzas de seguridad están
infiltradas tanto por los 'enemigos' de Estados Unidos como por las
varias milicias –dos clases de milicias kurdas y por lo menos tres
de chiítas– que persiguen sus propios intereses bajo la cobertura
del ejército nacional. Estados Unidos dice contar con estas fuerzas
de seguridad para cumplir con la tarea de combatir al 'enemigo'; es
decir, a aquellos que rechazan toda legitimidad de la invasión a
Irak.
¿Pero será realmente
que el objetivo de quienes controlan varias partes de las nuevas
fuerzas de seguridad es el mismo del régimen de Bush? ¿Acaso
intentan ser 'socios de tiempo completo en la guerra contra el
terrorismo' (el fin de largo plazo de Estados Unidos, según el
documento citado)? ¿Será creíble esto en un plazo más largo? Aun
cuando quienes están en el nuevo gobierno permanezcan por dos años más
(una proposición dudosa por sí misma), ¿por qué habrían de jugar
este papel que únicamente hará más difícil crear una situación
política moderadamente estable en Irak?
Y al final, entre los
ganadores y los perdedores, los observadores prestan mayor atención a
la posibilidad de que el gran triunfador sea Irán. No se trata de que
un gobierno iraquí dominado por los chiítas fuera en algún sentido
un pelele de los iraníes. Es simplemente que no quiere, de ninguna
manera, jugar el papel de ser hostil con Teherán, y como tal no podría
se comprensivo con los objetivos estadounidenses vis–a–vis Irán.
No preguntemos por quién
doblan las campanas en Irak. Doblan por Bush y Estados Unidos. Bush
alegaba que entró en Irak para no tener que pelear esta 'guerra' en
suelo estadounidense. Pero sucede lo contrario. La agitación regresa
a suelo estadounidense con una venganza. Uno de los alegatos de por qué
Estados Unidos no debe retirarse inmediatamente de Irak es porque eso
podría desencadenar una guerra civil iraquí. Pero nadie discute qué
clase de guerra civil pueda estar en proceso de desarrollarse en
Estados Unidos.
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