Antes
y después de Askariya (*)
Por
Firas Al Atraqchi
Al
Ahram Weekly / Rebelión, 27/02/06
Traducido del inglés para
Rebelión por Sinfo Fernández
El
Cairo. El 6 de junio de 1944, cuando se lanzó la Operación
“Bodyguard” como avanzada del Día–D, los planificadores
militares dijeron: “En tiempo de guerra, hay que utilizar una
escolta de mentiras para proteger la verdad” [1].
Esa
frase hacía referencia a la estratagema que sirvió para engañar a
las fuerzas de Hitler y así preparar el terreno para que los aliados
pudieran desembarcar en las playas de Normandía.
Actualmente,
esa perspectiva sigue siendo tan válida como lo fue entonces y
especialmente si entramos a considerar tanto la oportunidad del ataque
criminal a la mezquita de Askariya en la ciudad iraquí de Samarra,
como la identidad de sus autores.
En
primer lugar: la oportunidad
Desde
que los iraquíes acudieron a las urnas el pasado 15 de diciembre, se
han estado produciendo enfrentamientos políticos entre los diversos
partidos –los sunníes acusaron a los chiíes de fraude masivo–,
lo que ha servido para impregnar de tensión el ambiente.
Durante
los dos meses transcurridos desde las elecciones, no se ha podido
formar ningún gobierno viable. Dos semanas antes del estallido de las
bombas en la mezquita de Askariya, los partidos chiíes, kurdos y sunníes
se agruparon para formar gobierno.
Casi
inmediatamente, la administración estadounidense intervino para
asegurar que se formaría un gobierno no sectario más
“inclusivo”. Las presiones para que EEUU triunfara en Iraq han
desviado la atención de la necesidad de mantener a Irán fuera de los
asuntos iraquíes.
En
septiembre pasado, después de que el Ministro de Asuntos Exteriores
de Arabia Saudí, Saud Al Faisal, reprendiera a EEUU por estar
entregando Iraq a Irán, se produjo un sutil cambio político en el
enfoque hacia Iraq por parte de EEUU, así como también en la
cobertura de los sucesos por parte de los medios. Ya no oímos hablar
de “insurgentes”, ahora los medios estadounidenses se esfuerzan en
distinguir entre los efectivos de al Qaida y los grupos iraquíes que
conforman la resistencia, a menudo representando a los dos en oscuras
batallas de unos contra otros.
Posteriormente
se produjeron las revelaciones sobre las cámaras de tortura manejadas
por “elementos” del Ministerio del Interior bajo dirección chií
y los libres paseos de los escuadrones de la muerte, quienes, según
las fuerzas estadounidenses, son leales al ejército Mehdi del clérigo
chií Muqtada Sadr.
En
los días inmediatamente anteriores al ataque a la mezquita
presenciamos la siguiente oleada de sucesos:
Muqtada
Sadr, recién llegado de una visita a Irán, concede al anterior
Primer Ministro iraquí Ibrahim Yaafari el voto necesario para que
conserve su puesto en el nuevo gobierno permanente durante una etapa
de cuatro años. Sin embargo, también manifestó que rechazaba la
actual constitución y que creía que había que rechazar el
federalismo (el contexto que los kurdos habían insistido en incluir).
También
hizo un llamamiento, justo antes de embarcarse en una gira diplomática
por las capitales árabes, para que las fuerzas estadounidenses se
retiraran del país.
Mientras
tanto, el embajador estadounidense Zalmay Khalilzad lanzó un órdago
a la grande insistiendo en que deberían otorgarse más poderes al
bloque sunní (con una presencia de 55 miembros en una legislatura de
275). Hay informes indicando que EEUU quería como próximo primer
ministro al mismo que desempeñaba anteriormente el cargo, Iyad
Allawi.
Y
de repente, el prometido cargo para Yaafari parece no estar muy
asegurado.
Los
medios estadounidense aumentaron las presiones cuando The New York
Times, Los Angeles Times y el Washington Post, entre otros, informaron
que los escuadrones de la muerte estaban conectados con el Ministerio
del Interior iraquí. Al no dar éste ninguna respuesta sobre la
cuestión, los medios estadounidenses citaron fuentes militares para
informar que unos 1.500 policías de tráfico podrían también formar
parte de una extendida red de escuadrones de la muerte.
Cuatro
días antes de las bombas en Askariya, los medios estadounidenses
informaron que 400 miembros (incluidos puestos de alto nivel) del
Ministerio del Interior estaban bajo investigación por denuncias que
iban desde corrupción a implicación en el funcionamiento de las cámaras
de tortura y de los escuadrones de la muerte.
Dos
días antes de las bombas en Askariya, el “Secretario de Asuntos
Exteriores de EEUU” Jack Straw llegó a Bagdad para aumentar las
presiones sobre Yaafari y sus aliados del Consejo Supremo para la
Revolución Islámica (SCIRI, en sus siglas en inglés) en el
gobierno.
Irán,
el principal patrocinador del SCIRI, reiteró su posición de que las
fuerzas británicas deberían retirarse completamente del sur de Iraq
tras hacerse público el vídeo con soldados británicos golpeando
salvajemente a unos muchachos iraquíes. La lógica nos indica que,
una vez que las tropas británicas se retiren, la seguridad en el sur
quedará en manos de las milicias armadas – la Organización Badr
(el ala armada del SCIRI) y del ejército Mehdi.
Khalilzad
a su vez acusó a Irán de intromisión en los asuntos iraquíes en términos
más duros aún, acusando a Teherán de una “estrategia global… de
un jugador que busca la supremacía regional”.
Desde
luego, sus declaraciones –efectuadas un día antes del ataque al
santuario– hicieron también alusión al continuo fracaso en las
negociaciones sobre las ambiciones nucleares de Irán. Asestó,
asimismo, un duro golpe a las relaciones diplomáticas de Iraq con Irán
(rotas precisamente por Yaafari en Teherán a comienzos de 2005)
diciendo que estaba gobernado por un sistema “que trabaja con
milicias, que se sirve de grupos extremistas, a los que proporciona
entrenamiento y armas”.
Menos
de doce horas después, la Mezquita de Askariya en Samarra era
destruida parcialmente, destrozando un santuario de 1.200 años.
Ante
las consecuencias de diversos ataques en represalia, que prendieron
fuego a varias mezquitas sunníes y dispararon en la calle a
ciudadanos sunníes, Abdul–Aziz al–Hakim, dirigente del SCIRI y la
Organización Badr, que ha estado sometida a muchas presiones por
parte de los estadounidenses, criticaron duramente a Khalilzad.
“Si
hay algo seguro es que las declaraciones hechas por el embajador no
fueran hechas de forma responsable y que su conducta no fue la propia
de un representante de otro país”, dijo al–Hakim a los
informadores. “Esas declaraciones provocaron más presiones y dieron
luz verde a los grupos terroristas. Y, por todo ello, parte de la
responsabilidad de lo ocurrido es suya.”
Es
importante señalar aquí que Hakim ha estado pidiendo a las fuerzas
de EEUU que traspasaran a sus fuerzas el control de la seguridad, a
pesar de los montones de evidencias contra su Organización Badr de
ser la responsable de dirigir los escuadrones de la muerte y las cámaras
de tortura.
Como
cientos de mezquitas sunníes fueron atacadas, el clérigo iraní en
Nayaf, el Gran Ayatolah Ali al–Sistani, pidió a la comunidad chií
que protestara por el ataque al santuario, pero que mantuviera la
calma.
También
hizo una velada amenaza contra los estadounidenses, que fue
significativamente minimizada en los medios de EEUU. Dijo que si las
fuerzas estadounidenses no podían mantener la seguridad de los
santuarios sagrados, sus propias fuerzas asumirían esa tarea. No se
sabe si se estaba refiriendo directamente a su propia milicia, Ansar
Sistani, al Ejército Mehdi o a Badr.
La
importancia de esa afirmación no puede enfatizarse suficientemente ya
que llega después de las muchas presiones estadounidenses sobre los
escuadrones de la muerte, de la demanda de Hakim de un mayor control
sobre la seguridad y del llamamiento de Irán de una retirada de las
tropas británicas.
Samarra
La
protección de la mezquita Askariya en Samarra se ha convertido en una
cuestión de la mayor importancia, ya que los iraquíes están
tratando de comprender quién fue capaz de perpetrar un ataque tan vil
contra un santuario reverenciado tanto por chiíes como por sunníes.
La
misma Samarra es una ciudad predominantemente sunní y la Mezquita de
Askariya cae bajo la Dotación Sunní, un órgano de gobierno que
atiende las necesidades de las mezquitas sunníes y de los
establecimientos religiosos por todo el país.
Durante
sus 100 años de existencia, la Mezquita Askariya, que alberga el
santuario de 1.200 años de antigüedad, no fue nunca atacada. La
población sunní de Samarra se siente particularmente orgullosa de su
cuidado, un símbolo de la hermandad entre chiíes y sunníes.
Samarra
es el lugar donde se produjo la desaparición del doceavo y último Imán
– Mohammad al–Mahdi, un descendiente del Profeta Mahoma. Se dice
que volverá para restaurar la justicia en el mundo.
Junto
con Nayaf y Kerbala, Samarra es también un destino para los
peregrinos chiíes de todo el mundo.
Pero
la misma Samarra ha sido también un centro de conflicto. Ha sido
“ganada” y perdida en varias ocasiones por las fuerzas
estadounidenses en lucha con Al–Qaida en Iraq. En el último
episodio conflictivo, el ejército de de EEUU se habían felicitado a
sí mismo por pacificar la ciudad.
El
pasado viernes, en que hubo un toque de queda general, implantado para
asegurar algunas zonas de Bagdad, funcionarios iraquíes dijeron que
el ataque sobre el santuario había sido un trabajo de
“especialistas”.
El
Ministro de la Construcción, Jasem Mohammed Jaafar, que viajó a
Samarra e inspeccionó los daños del santuario, dijo que la colocación
de explosivos en el interior de cúpula había sido meticulosa y que
debía haber necesitado al menos doce horas de trabajo.
“Se
habían hecho agujeros en los cuatro pilares principales del mausoleo
y se habían atestado de explosivos”, dijo a los medios, añadiendo
que el trabajo realizado en cada pilar debía haber necesitado al
menos de cuatro horas.
Esa
declaración resulta totalmente asombrosa. Eso significa que los
autores tuvieron campo libre durante una enormidad de tiempo antes de
llevar a cabo su atroz crimen.
En
primer lugar, ¿cómo es que pudieron acceder hasta el santuario?
Los
informes iniciales decían que cuatro hombres, un comando con
uniformes propios del Ministerio del Interior, habían asaltado el
santuario el viernes, tras los rezos del amanecer, tomando a cinco
guardias como rehenes y huyendo antes de hacer detonar la carga
explosiva.
Liberaron
a los guardias y se mezclaron con los devotos de los rezos del Fajr
[2] antes de escapar inadvertidamente.
Informes
posteriores dijeron que los atacantes eran diez hombres vestidos con
equipos de comando y que habían sido detenidos.
Se
pensaba que el santuario estaba protegido por un contingente de 35
efectivos del Ministerio del Interior, debido a que la Mezquita es de
especial importancia para la comunidad chií.
Las
preguntas abundan: ¿Por qué se redujo el destacamento de seguridad
de 35 a sólo 5 hombres para guardar un santuario tan importante?
Si
fueron necesarias al menos doce horas colocar los explosivos, ¿por qué
nadie se dio cuenta de que los cinco policías habían sido tomados
como rehenes?
Si
fueron necesarias al menos doce horas para colocar los explosivos, ¿significa
eso que nadie tuvo acceso al santuario durante los rezos vespertinos
de la noche anterior?
Periodistas
iraquíes ejecutados
Confiando
en encontrar respuestas y a fin de entrevistar a vecinos de Samarra,
la agencia de noticias Al–Arabiya envió a tres de sus periodistas,
incluida la anterior reportera de Al–Jazira, Atwar Bahjat, ella
misma originaria de la antiquísima ciudad.
Fuentes
de Iraq dicen que se encontraba entrevistando a residentes en la
ciudad cuando un camión lleno de hombres armados desconocidos la
raptaron mientras gritaba pidiendo socorro. Bahjat, de 30 años, con
ascendencia mezclada sunní y chií, fue encontrada ejecutada en las
afueras de Samarra, junto con su cámara y el técnico de sonido. Su
equipo de campo y el vídeo desaparecieron.
Páginas
de Internet iraquíes están especulando por qué Bahjat fue tan
brutalmente asesinada y qué fue de su material de vídeo.
Según
el blogger [3] Zeyad of Healing Iraq, que citaba otras fuentes iraquíes,
Bahjat había estado grabando en Samarra el arresto de dos iraníes
que fueron liberados cuando el Ministro del Interior Baqer Abr llegó
al lugar de la acción.
Esto
no ha sido verificado de forma independiente.
Sin
embargo, testigos presenciales de Samarra han publicado relatos en
varias web, como Iraqirabita.org, diciendo que fuerzas iraquíes y
estadounidenses habían cerrado los caminos de acceso al santuario la
noche anterior a la explosión. Algunos han dicho que Bahat había
entrevistado a algunos de esos testigos.
Esto
tampoco pudo ser verificado de forma independiente.
Pero
lo que sí puede verificarse es que Iraq es el centro de una
conspiración, como dijo acertadamente el Presidente Yalal Talabani.
La conspiración consiste en desgarrar Iraq por los cuatro costados y
azuzar las diferencias sectarias hasta llegar a una diabólica guerra
civil.
Cuando
escribo esto, me llegan informes desde Iraq de que las barriadas sunníes
han formado grupos de milicias para proteger las mezquitas, de las
cuales 196 han sido atacadas, destruidas o arrasadas hasta los
cimientos. Fuentes iraquíes dicen que a pesar de las declaraciones de
Sadr de que los sunníes no serían objetivos de su milicia, han
continuado atacando, secuestrando, atacando y torturando a quienes
sospechan que son sunníes.
¿Quién
se beneficia de todo esto? ¿Quién se beneficia de una guerra civil
en Iraq y de la muerte de decenas de miles de personas?
¿No
se han dado cuenta los iraquíes de que el actual gobierno en el mejor
de los casos es incompetente y en el peor es cómplice de ensanchar aún
más la grieta entre las diversas sectas y religiones iraquíes?
Durante
su anterior visita este año a Irán, Sadr se comprometió a apoyar y
defender a Irán si era atacado por EEUU. Como se está diciendo que
han aumentado las posibilidades de un ataque inminente a las
instalaciones nucleares iraníes, los funcionarios iraníes lanzaron
indirectas de que Iraq se convertiría en un infierno para los
estadounidenses antes de que pudieran incluso organizar un ataque
contra Irán.
Iraq
es el campo de batalla en el que los intereses iraníes y
estadounidenses están actualmente representándose.
Iraq
está al borde del abismo, tan al borde está que muchos iraquíes
tienen miedo de asomarse a él. Sin embargo, deberían hacerlo para
poder comprender toda la gravedad de su situación. Si no consiguen
acercarse medianamente entre ellos para resolver sus diferencias políticas
y asegurar que se reduzcan las milicias, Irán puede muy bien haber
ganado la invasión estadounidense de Iraq.
(*)
Recordamos que la mezquita de Askariya, uno de los mayores sitios
sagrados del Islam chiita, fue misteriosamente dinamitado en febrero
pasado, lo que echó leña al fuego de los enfrentamientos sectarios
entre sunníes y chíitas. (Nota de Sob)
N.
de T:
[1]
Frase aparecida en un discurso pronunciado por Winston Churchill en
1943.
[2]
El Fajr es el primero (al amanecer) de los cinco rezos diarios de los
creyentes practicantes musulmanes.
[3]
Persona que mantiene un blog, página de Internet actualizada de forma
periódica y que recopila cronológicamente textos o artículos
alrededor de una temática particular, conservando siempre el autor la
libertad de dejar publicado lo que crea pertinente.
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