Iraq resiste

 

El 14% de los soldados y el doble de los 'marines' afirman ser responsables de muertes de civiles

El Pentágono fuerza el retorno a Iraq de soldados con trastornos mentales

Por Stephen Soldz (*)
OpEdNews.com, 27/03/06 / IraqSolidaridad, 06/04/06
Traducido por Beatriz Morales

"Los profesionales [sanitarios militares] que están tratando a los soldados con trastornos emocionales están siendo presionados para que autoricen el que sean enviados de nuevo a Iraq. Enviar soldados 'enfermos mentales' de vuelta al combate no solo pone en peligro la propia salud mental de estos soldados, sino que también pone en peligro a los iraquíes."

Mientras que el Ejército estadounidense tiene dificultades para reclutar y retener soldados para su interminable guerra de ocupación de Iraq, los servicios armados están recurriendo a medios cada vez más desesperados de reclutamiento. La opción Detener bajas (stop–loss) en los contratos de los soldados ha permitido retener a los soldados en servicio durante meses o años una vez que expira el término de su servicio. Miembros de la Guardia Nacional están siendo enviados a ultramar en una proporción que no tiene precedentes. Y los baremos [para el reclutamiento] han bajado, de tal manera que el consumo de alcohol o drogas, el embarazo y una mala forma física ya no son motivo para denegar nuevos reclutamientos [1].

Y ahora se habla de que soldados "enfermos mentales" están siendo enviados de vuelta a Iraq [2]. Este artículo se refiere a "[...] una verdad sobre la que se habla muy poco y llena de implicaciones", pero todas estas implicaciones tienen que ver con los efectos sobre los soldados que han vuelto [a Iraq] y con la "falta de efectividad de estos soldados en el combate". El artículo sugiere –correctamente– que en muchos casos el volver al combate y a un estado de constante tensión exacerbará los problemas los soldados.

El artículo indica que el Ejército está presionando a los expertos en salud mental que tratan a estos soldados para minimizar sus problemas y para que los declaren aptos para volver a Iraq y combatir. Por ejemplo, algunos médicos del Ejército están informando de que se les dice que diagnostiquen "Reacción ante el estrés del combate" en vez de los más graves "Desórdenes de estrés post–traumático" (PTSD, en sus siglas en inglés). Además, el artículo informa de que los profesionales que están tratando a los soldados con trastornos emocionales "están siendo presionados" para que autoricen el que sean desplegados otra vez a Iraq. Hemos escrito acerca de las cuestiones morales que implica al tratamiento de la salud mental de los soldados en Iraq [3]. Los médicos que tratan a soldados cuando vuelven tienen problemas parecidos si desempeñan algún papel a la hora de decidir si el soldado debe volver o no al combate. Los profesionales de la salud mental no están en posición de hacer juicios imparciales respecto a la disponibilidad de un soldado para volver al combate cuando su propio estatus y ascenso en el ámbito militar puede depender de cómo ejercen dicho juicio.

Una "consecuencia" que no se menciona siquiera en el artículo es que enviar soldados "enfermos mentales" de vuelta al combate no solo pone en peligro la propia salud mental de estos soldados, sino que también pone en peligro a los iraquíes. ¿Qué capacidad de decisión tienen soldados con un fuerte estrés, cuando no sufren PTDS o cualquier otra forma de "reacción al estrés del combate"? Estos soldados están armados con armas mortíferas y muchas veces se ven en la tesitura de tener que tomar en un segundo decisiones de vida o muerte. Después de todo, cuando otras autoridades armadas, como la policía, son sorprendidas con un comportamiento abusivo o incluso asesino suelen utilizar el estrés como defensa. Seguramente los efectos del estrés solo pueden ser exagerados en soldados que pasan un año o más destinados en un país en el nunca se pueden sentir completamente seguros.

Por las memorias escritas por los soldados estadounidenses en Iraq sabemos lo distantes que se sienten de los iraquíes. Así, Colby Buzzell, en su My War: Killing Time in Iraq (Mi guerra: matando el tiempo en Iraq) describe que se sintió "impactado al darme cuenta de que estoy en la otra parte del planeta lejos de mi casa y que soy un extraño en un país verdaderamente extraño" (p. 297).

Estos extraños se sienten tan distantes de los iraquíes que tienen varios nombres para ellos. Como nos cuenta Kayla Williams en Love My Rifle More Than You: Young and Female in the US Army (Quiero a mi rifle más que a ti: joven y mujer en el Ejército estadounidense):

"Los llamamos hajjis, pero también sadiqis, o habibis Los llamamos cabezas de toalla, cabezas de harapos, jinetes de camellos. O La puta gente local. Términos que no consideran a nuestro enemigo como personas –como el padre, hijo, hermano o tío de alguien." (Pág. 200, la cursiva, en el original.)

Por supuesto, términos como éstos no describen sólo al "enemigo" y no es sólo el enemigo quien no es considerado como personas. Iraquíes corrientes de todo tipo son calificados de "hajjis" o "la puta gente local".

No es sorprendente que este clima de distanciamiento combinado con el interminable peligro que todo lo impregna, hasta los soldados mentalmente "sanos" tengan problemas emocionales. Por ejemplo, Jason Christopher Hartley, autor del libro de memorias Just Another Soldier: A Year on the Ground in Iraq (Un soldado más: Un año sobre el terreno en Iraq) describe el intento de negarse a partir de Iraq:

"Con toda sinceridad, lo hice porque no quería irme de Iraq. Una de las maneras de sobrellevar el estar en combate es enloquecer solo un poquito y aprender a disfrutar del trabajo [...]. Tenía miedo de que si me marchaba iba a ser difícil volver luego a la manera de pensar de 'el combate es divertido' cuando volviera." (Pág. 279.)

Si Hartley, a todas luces un soldado sano mentalmente, solo podía sobrevivir "enloqueciendo un poquito" y, en su caso, cultivando el amor al combate, ¿qué le ocurre a un soldado con problemas emocionales que vuelve a un ambiente que hace enloquecer? ¿Se encoge él o ella de terror, quizá disparando ante un estímulo que es un poco más peligroso que su propia sombra, incluso si resulta que esos estímulos son civiles iraquíes? ¿O cultiva quizá un amor al combate aún mayor y dispara contra los iraquíes como expresión de un juego necesario para transformar el miedo que todo lo impregna? Indudablemente cada uno elige alguna de estas pautas. Cada posibilidad aumentará las probabilidades de aumentar el elevado número de civiles iraquíes muertos por esta guerra de ocupación, que en septiembre de 2004 se calculaban en 100.000 personas y ahora considerablemente mayor [4]

En cuestión de segundos los soldados que están en Iraq toman rutinariamente decisiones acerca de disparar o no, como ocurre en los innumerables checkpoints [5] o cuando van en convoy [6]. Gracias a un estudio publicado el 1 de julio de 2004 por la revista New England Journal of Medicine [7] (véase su tabla 2) sabemos ya que el 14% de los soldados del Ejército [de Tierra] y el 28% de los marines que vuelven de Iraq afirman "[...] ser responsables de la muerte de no combatientes". Es probable que el hecho de desplegar soldados inestables mentalmente (por no hablar de aquellos con problemas de alcohol o de drogas) haga que aumenten estas cifras terribles. Por consiguiente, esta política de hacer volver a combatir a Iraq a soldados potencialmente inestables no sólo es una grave amenaza para la salud de los soldados sino también una amenaza para los iraquíes bajo la ocupación.

Estas medidas, ya de por sí censurables por el peligro que supone a largo plazo para la salud mental de los soldados estadounidenses, lo es igualmente en lo que respecta a la vida de los iraquíes y constituye otro ejemplo de los innumerables Crímenes de Guerra que se están cometiendo contra el pueblo iraquí.

Notas del autor y de IraqSolidaridad:

(*) Stephen Soldz es psicoanalista, psicólogo, investigador de la sanidad pública y miembro del cuerpo docente del Instituto para el Estudio de la Violencia de la Escuela de Psicoanálisis de la Universidad de Boston. Es miembro de la asociación Vecinos de Roslindale por la Paz y la Justicia y es fundador de 'Psychoanalyts for Peace and Justice'. El título original de este artículo es: "Hacer volver a Iraq a los soldados enfermos mentales: una imprudente falta de consideración por la salud de los soldados y por las vidas de los iraquíes".

1. Véase en IraqSolidaridad: Robert Burns: El Ejército de EEUU, al límite – Will Dunham: El Ejército estadounidense obliga a 50.000 soldados a prolongar su periodo de servicio y enlaces relacionados.

2. www.rinf.com/columnists/news/927

3. www.counterpunch.org/soldz11302005.html

4. www.zmag.org/content/showarticle.cfm?ItemID=6565

www.zmag.org/content/showarticle.cfm?ItemID=9660

 http://web.mit.edu/CIS/pdf/Audit_6_05_Roberts.pdf

Véase en IraqSolidaridad: Nicolas J. S. Davies: Enterrar el informe 'Lancet'... y con él a las víctimas civiles de Iraq. Entre 120.000 y 500.000 iraquíes habrían sido asesinados por las fuerzas de ocupación

5. www.csmonitor.com/2005/0307/p01s04–woiq.html

6. www.commondreams.org/headlines05/0616–02.htm

7. http://content.nejm.org/cgi/content/full/351/1/13