Al–Maliki,
nuevo primer ministro
Otra
vuelta de tuerca en el afianzamiento del sectarismo
Por
Carlos Varea
IraqSolidaridad,
25/04/06
"La
defenestración de al–Jaafari y la designación de al–Maliki es un
triunfo para la Administración Bush, extremadamente irritada por el
bloqueo del proceso político, tras cuatro meses de celebradas las
elecciones para la formación de un nuevo gobierno con mandato para
cuatro años. Los ocupantes han logrado integrar en el proceso a
partidos denominados 'sunníes', particularmente al Partido Islámico,
así como al clérigo as–Sáder, pretendiendo demostrar con ello a
la opinión pública internacional y doméstica un nuevo 'avance' en
la consolidación de un Iraq integrado. Todo lo contrario: la lógica
sectaria del proceso impuesto por EEUU y Reino Unido es el germen de
la ruptura interna de Iraq."
Jawad
al–Maliki pertenece –al igual que el anterior primer ministro,
Ibrahim al–Jaafari– a una de las dos grandes formaciones
confesionales chiíes, Dawa, partido creado en 1950 y con muy fuertes
vínculos con Irán, organización que integra junto con el Consejo
Supremo para la Revolución Islámica en Iraq (CSRII) y otros grupos
menores la lista Alianza Unida Iraquí (AUI), la más votada en las
elecciones de enero y diciembre de 2006. Al–Maliki ha sido propuesto
por las seis formaciones de la AUI, incluida la del clérigo Muqtadar
as–Sáder, hasta ahora principal apoyo dentro del campo confesional
chií del anterior primer ministro al–Jaafari, quien había sido
vetado por EEUU para un segundo mandato. Al–Maliki fue el mediador
entre as–Sáder y las fuerzas estadounidenses de ocupación durante
los enfrentamientos de 2004 [1].
La
designación el pasado viernes de al–Maliki por la AUI ha sido
aceptada por las formaciones kurdas y sunníes presentes en el nuevo
parlamento [2] y que apoyan el proceso de institucionalización
interna iraquí puesto en marcha por el máxima responsable
estadounidense de la Autoridad Provisional de la Coalición, el procónsul
Paul Bremen, en el otoño de 2003, ante la crisis abierta en el
proyecto de dominación de Iraq por la aparición de la resistencia
armada. El embajador de EEUU en Bagdad, Zalmay Jalizad, inmediatamente
dio formalmenteel "visto bueno" de los ocupantes a la
designación de al–Maliki.
En
un mes al–Maliki deberá presentar el nuevo gobierno iraquí, que,
al igual que ha ocurrido ya con el reparto de los puestos en el
parlamento, seguirá criterios sectarios (el presidente designado de
la cámara, Mahmud al–Mashjadani, es un sunní de las formaciones
que han vuelto en diciembre al proceso político gestionado por EEUU).
El reparto de las carteras de Interior –ahora bajo control del
CSRI– y Defensa, así como de Economía será de nuevo motivo de
disputa entre las formaciones colaboracionistas, principalmente
respecto al primero de los tres mencionados ministerios, del que
dependen los nuevos aparatos de seguridad.
Al–Maliki
Miembro
de Dawa desde 1968, al–Maliki se exilió en Irán en 1980. Tras la
invasión de Iraq, durante 2003 y 2004 al–Maliki fue miembro de la
denominada Comisión de Desbaazificación, establecida por Paul Bremen
al inicio de la ocupación, de la que fue finalmente purgado debido a
su extremo celo en eliminar de la administración del Estado a miles
de miembro de base del Partido Baaz [3].
Al–Maliki
fue asesor de al–Jaafari en el anterior gobierno provisional y
miembro del Comité de Seguridad del parlamento. Desde este cargo,
diseñó la denominada "legislación antiterrorista", que
entraría en vigor en Iraq en 2005, destinada a fortalecer la lucha
contra la resistencia por parte de los nuevos cuerpos de seguridad
iraquíes. Fue también vicepresidente de la Comisión que redactó el
borrador de la nueva Constitución iraquí, aprobada en agosto del año
pasado y extremadamente regresiva desde el punto de vista económico y
social.
Este
perfil político, junto con su declaración relativa a su voluntad de
integrar en el nuevo ejército iraquí (la Guardia Nacional) a las
milicias –a los peshmergas kurdos y a los milicianos de Badr del
CSRII, y ahora también a los del Ejército de El Mahdi de as–Sáder–
[4] ha levantado la preocupación en el interior de Iraq sobre una
definitiva cristalización del carácter sectario de las nuevas
instituciones del país, además de sobre un previsible endurecimiento
represivo y de la guerra sucia contra sectores civiles anti–ocupación.
Estas mismas milicias sectarias han siendo acusadas de estar
utilizando los cuerpos de seguridad policiales bajo control del
ministerio del Interior como cobertura de los Escuadrones de la muerte
que operan impunemente en Iraq y son responsables del asesinato de
decenas de personas cada día, particularmente en el área de la
Bagdad [5].
Sectarismo
Las
dificultades habidas en estos dos años y medio a lo largo de cada una
de las fases del proceso, desde que se pusiera en marcha por los
ocupantes a finales de 2003, muestran su extrema fragilidad
estructural, al pretender combinar los intereses contrapuestos de
fuerzas sectarias y disruptivas, más fieles a los intereses
regionales de Israel –las kurdas–, de Irán –las chiíes– o de
Arabia Saudí y otros regímenes árabes –las sunníes– que a un
proyecto común de un Iraq soberano, integrado y democrático.
Por
lo pronto, la defenestración de al–Jaafari y la designación de
al–Maliki es un triunfo para la Administración Bush. EEUU estaba
extremadamente irritado por el bloqueo del proceso político: tras las
elecciones de diciembre se han precisado de cuatro meses para poder
designar un nuevo primer ministro para un nuevo gobierno con mandato
ya de cuatro años. Además, los ocupantes han logrado integrar en el
proceso a partidos denominados "sunníes" (con tal
caracterización, igualmente sectarios), particularmente al Partido
Islámico, así como a la corriente del clérigo as–Sáder,
pretendiendo demostrar con ello a la opinión pública internacional y
doméstica un "avance significativo" en la consolidación de
un Iraq integrado. Todo lo contrario: la lógica sectaria del proceso
impuesto por EEUU y Reino Unido es la razón de la imposible
estabilización del país, cuando no el germen de una confrontación
interna intercomunitaria, que está siendo alentada brutalmente en los
últimos meses por los Escuadrones de la muerte parapoliciales.
Y
todo ello, claro, está sin cuestionar la propia ocupación. Como era
de esperar, al–Maliki no ha expresado opinión alguna sobre la
presencia de las tropas de ocupación en Iraq, ni planteado, al menos,
un calendario pactado de su salida del país.
Notas:
1.
The Washington Post, 22 de abril, 206.
2.
Véase en IraqSolidaridad: 1.000 días de guerra. Elecciones bajo
ocupación: Listas sectarias y fractura en el campo anti–ocupación
3.
Al–Jazeera, 24 de abril, 2006.
4. The Washington Post, 21 de abril, 206.
5.
Véase en IraqSolidaridad: Andrew Buncombe y Patrick Cockburn: Miles
de personas han sido asesinadas en los últimos meses por los
'Escuadrones de la muerte' – Carlos Varea: El pueblo iraquí
considera mayoritariamente que la ocupación empeora la situación
interna | Max Fuller: Tortura y asesinatos extrajudiciales en Iraq |
Mahan Abedin: Badr, Irán y los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes
| Tom Lasseter: Irán gana influencia y poder en Iraq a través de las
milicias – Paul Martin y Maria Cedrell: Militares iraníes al frente
de los centros de tortura en Iraq.
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