El
fiasco del gobierno de “compromiso” y el futuro de Iraq
El
nuevo gabinete de al–Malaki, marcado por el sectarismo religioso
Por
Sabah Ali (*)
Bagdad, 20/05/06
IraqSolidaridad, 23/05/06
Traducción de Beatriz Morales
"La cuestión
sigue siendo cómo semejante gobierno, con la desconfianza mutua de
sus miembros, sus agendas ocultas y sus atrincheramientos sectarios y
étnicos, va a abordar las descomunales complicaciones de la situación
iraquí. Ninguno de ellos confía en los demás como para permitirles
controlar las fuerzas de seguridad."
Para cualquier
observador político ha sido entretenido observar los últimos cinco
meses la formación del gobierno iraquí, una comedia oscura o
absurda. Desde que Nuri al–Maliki, el nuevo primer ministro iraquí,
anunció hace un mes lleno de optimismo que en 24 horas iba a formar
gobierno se ha visto sometido a tantas presiones y sumido en tantos
problemas entre los partidos políticos y los grupos parlamentarios
que ganaron las elecciones el 15 de diciembre de 2005 que un mes después
¡seguía sin haber fumata blanca en la chimenea del Parlamento!
Al–Maliki ha tenido que tragarse sus precipitadas palabras y
trabajar 16 horas al día negociando las aspiraciones políticas de
los distintos grupos. Finalmente, el elefantiásico proceso político
parió una rata tullida, y con cesárea.
Al–Maliki tuvo que
presentar un gobierno sin ministros del Interior y de Defensa, y sin
Consejero de Seguridad Nacional –y sin un programa político, que
había prometido presentar en un mes. Esta táctica de saltar hacia
adelante posponiendo los problemas principales hasta algún momento
futuro se ha convertido en un procedimiento rutinario de las
autoridades iraquíes desde 2003, a fin de esquivar los problemas
reales a los que se enfrenta el proceso político, como si éste fuera
un fin en sí mismo.
Tutela
estadounidense
Con todo, habría que
decir en justicia que no toda la culpa es de al–Maliki: tenía que
satisfacer las aspiraciones de todos y a varios niveles. Por encima de
todo, están las de los estadounidenses, las de la coalición chií
[Alianza Unida Iraquí] a la que él mismo pertenece, las de los
distintos grupos parlamentarios, las de los partidos políticos dentro
de esos grupos y, finalmente, la de los personajes dentro de esos
grupos. Cada uno de ellos tiene su propia agenda y quiere un
ministerio o un puesto elevado. Como el número de ministerios es
limitado, tuvo que crear nuevos ministerios, o subministerios; [tuvo
que crear] aquí y allá un consejo, una junta, un organismo o una
cartera de Estado. Tenemos 37 ministerios, aparte de los consejos y
organismosetc. El pastel no puede satisfacer a todas las bocas que se
abren, y el gobierno ha acabado siendo acusado de ser abiertamente
sectario, en vez del gobierno de unidad nacional prometido.
En su discurso de
toma de posesión, al–Maliki agradeció el apoyo a los "grandes
referentes religiosos" (chiíes) –como las llamó él mismo–,
especialmente al ayatolá as–Sistani. Prometió derrotar al
terrorismo y la violencia ("como derrotamos la tiranía",
afirmó). No mencionó nada acerca de los cientos de miles de soldados
de la ocupación, de las milicias armadas, de la resistencia o de las
14 bases militares permanentes estadounidenses en Iraq [1]. De hecho,
prometió trabajar en cooperación con las tropas de la "Coalición
[Multinacional]" hasta que fuera cabalmente conveniente para
ellos "volver a sus países" (no dijo salir de Iraq). En
relación a esto es importante recordar que el mandato del Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas para las fuerzas de ocupación en Iraq
acabó a finales de 2005. Aparte de la invitación del ex primer
ministro al–Yaafari [2], no tienen ninguna cobertura legal para
permanecer. Este fiasco les resulta muy útil para decir que
permanecen mientras los iraquíes no estén preparados para dirigir su
país, que se encuentra efectivamente a las puertas de la guerra
civil. Al nuevo gobierno iraquí le entusiasma la tutela
estadounidense
Desconfianza
generalizada
La cuestión sigue
siendo cómo semejante gobierno, con la desconfianza mutua de sus
miembros, sus agendas ocultas y sus atrincheramientos sectarios y étnicos,
va a abordar las descomunales complicaciones de la situación iraquí.
Ninguno de ellos confía en los demás como para permitirles controlar
las fuerzas de seguridad. La Alianza Unida Iraquí chií acusó a las
demás listas de pretender robar sus derechos electorales y de tratar
de cambiar los cargos. Por su parte, algunos [parlamentarios] sunníes
acusaron a los chiíes de estar trabajando en su agenda de dividir
Iraq por medio del control de las carteras relevantes, y abandonaron
la sesión [del Parlamento de presentación del nuevo gobierno] llenos
de ira. El partido al–Fadila (miembro de la Alianza Unida Iraquí),
que quería el ministerio de Petróleo, dejó las negociaciones de
gobierno porque se le había dado ese cargo al científico nuclear
iraquí Husein al–Shahristani, tachó todo el proceso de erróneo y
egoísta, y se unió a la oposición dentro del Parlamento [3]. El
Frente de Acuerdo Iraquí –sunní– afirmó que había sido
traicionado. Objetaron que el ministro de Asuntos Exteriores tenía
que ser un árabe, así que se creó una oficina para las relaciones
árabo–iraquíes dentro del ministerio de Exteriores a fin de
satisfacer su demanda, al tiempo que se creaba igualmente un
ministerio de Diálogo Nacional. Por su parte, el Frente Iraqiya, del
ex–primer ministro Alaui, observaba en silencio, descontento de que
no se les dieran cinco ministerios.
Muy irónicamente,
todos estos vehementes defensores de los cargos hablaban con un doble
discurso: por un lado de abandonar y renunciar al enfoque sectario y
étnico a la hora de distribuir los cargos, y de elegir los ministros
según su "eficiencia técnica y política", y no su
afiliación religiosa, étnica o personal; pero, por otro lado,
ninguna de ellos aceptó o rechazó su parte o la de los demás basándose
en diferencias políticas, un punto de vista ideológico o en agendas
o programas electorales: todas sus objeciones se basaban en cuánto
obtenían ellos o los demás.
Sin embargo, mucho más
interesante y revelador es el hecho de que todos estos patriotas se
peleaban por los tres ministerios principales: Petróleo, Defensa y
(especialmente) Interior. Ninguno peleaba por el ministerio de
Sanidad, de Educación, de Transportes o de Electricidad, por ejemplo,
ministerios éstos que se encuentran en una situación completamente
caótica y de los que los iraquíes tenemos una extrema necesidad,
pero que a los candidatos no les parecen suficientemente importantes.
Esto no quiere decir que los tres ministerios más deseados estén en
mejores condiciones, al contrario, según los propios altos
funcionarios del gobierno están devorados por la corrupción [4] y la
mala administración, pero estos son puestos de dominio. La mayoría
de los políticos iraquíes entiende ahora que aquellos que posean el
ministerio de Interior, por ejemplo, poseerán Iraq y su futuro.
La
pugna por el ministerio de Interior
El dirigente de la
Alianza Unida Iraquí, al–Hakim, construyó su proyecto de región
federal centro–sur sobre la falacia de que el Iraq chií se extiende
desde Samarra (centro norte) hasta el puerto de Fao en el Golfo. Se
supone que amplias zonas de Bagdad, las provincias de al–Anbar y
Diyala forman parte del "Iraq chií". Esta teoría explica
la brutal limpieza sectaria de los barrios del extrarradio de Bagdad
en todas las direcciones geográficas. También ilumina enormemente el
enigma de las explosiones de Samarra, que encendieron los disturbios
sectarios. Para los chiíes es muy importante mantener ahora el
ministerio de Interior para acabar, con la ayuda de los
estadounidenses, el trabajo de "liberar las zonas chiítas de la
ocupación sunní".
Todos los demás
bloques electorales están en contra de que la Alianza Unida Iraquí
mantenga el ministerio del Interior, basándose en los miles de
asesinatos, detenciones y torturas relacionados con éste. Muy
significativamente al–Zarqaui anunció por primera vez que va a
defender a los sunníes –como si éstos le hubieran otorgado su
representatividad– y que ¡en tres meses va a crear su Estado islámico!
Por supuesto, el Kurdistán ya está separado de facto del resto de
Iraq, hablando en términos prácticos. Y el sur está controlado por
los siete principales partidos chiíes, que no dejan por ello de tener
muchas disputas y enemistades entre ellos. La cuestión es cómo el
nuevo gobierno aborda el peligro de desintegración, un asunto que
al–Maliki no mencionó en su programa político.
Lo
que hace que todo este fiasco parezca incluso peor, consiga o no
al–Maliki que funcione su gobierno de compromiso, es que el gobierno
iraquí, sea cual sea, no tiene autoridad alguna y menos control sobre
nada: seguridad, recursos, corrupción, milicias armadas, Escuadrones
de la muerte, las atrocidades de la ocupación, las amenazas militares
turca e iraní, y la prometida revisión de la Constitución, por no
mencionar nada acerca del colapso del país, en todos los sentidos del
término. Mientras la ocupación permanezca aquí, el fracaso que de
hecho ha demostrado el nuevo primer ministro, los enormes problemas
que nada más el hecho de formar un gobierno ha ocasionado, y los
conflictos de intereses y lealtades no iluminan ninguno de los
rincones del oscuro túnel por el que está atravesando esta nación.
Notas
de IraqSolidaridad y del autor:
(*)
Texto enviado por el autor para IraqSolidaridad.
1.
Véase en IraqSolidaridad: Las bases militares de EEUU en Iraq. EEUU
ha gastado 1.100 millones de dólares en instalaciones militares en
Iraq
2.
Véase en IraqSolidaridad: Noticias relacionadas con las tropas de
ocupación en Iraq
3.
Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Nuevo gobierno en Iraq:
inestable reparto sectario – La lista del nuevo gobierno
4.
El ex ministro de Petróleo, Ibrahim Bahrl Olom, ha afirmado que
millones de barriles de petróleo iraquí, por valor de miles de
millones de dólares, han pasado de contrabando por las mafias en
Bagdad y el sur con el conocimiento y la ayuda de altos funcionarios
iraquíes. La Oficina del Inspector General de Iraq publicó hace poco
su último informe, en el que afirma lo mismo. Es de sobra conocido
que el fuego ocasionado hace dos semanas en varios departamentos de
archivos del ministerio del Petróleo fue provocado para eliminar las
pruebas de ello. En su primera conferencia de prensa el nuevo ministro
del Petróleo, Husein al–Shahristani, prometió que su prioridad iba
a ser la lucha contra la corrupción. [N. del autor.]
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