Las
corporaciones de EEUU se apoderan de la economía iraquí
Un
plan de dominación del petróleo iraquí elaborado durante décadas
Por
Kevin Zeese American Chronicle, 09/05/06
IraqSolidaridad, 25/05/06
Traducido por Felisa Sastre
"El
objetivo está a punto de alcanzarse: el control del petróleo iraquí
y de la economía de Iraq estarán dominados por las corporaciones
estadounidenses apoyadas por el ejército de EEUU. Acabar con la
ocupación económica de Iraq puede resultar más difícil que
terminar con la ocupación militar. La implantación de leyes que
benefician la inversión extranjera, a través de los decretos de
Bremer y de la Constitución iraquí, harán difícil devolver Iraq a
los iraquíes."
Las
raíces del expolio económico de Iraq se remontan a mucho tiempo atrás
y son muy profundas. Se fueron haciendo más agresivas cuando el mejor
aliado de EEUU en la región, el Sha de Irán, fue depuesto en 1979. Y
los orígenes de la búsqueda del predominio en la rica región petrolífera
se apoyan en los dos partidos, Demócrata y Republicano, si bien el
acoso más belicoso lo ha llevado a cabo George W. Bush.
El
ex presidente Jimmy Carter dejó escrito en sus memorias que muchos
estadounidenses "[...] se sentían profundamente resentidos
porque la nación más grande del mundo estuviese siendo sacudida por
unos pocos Estados desérticos". Durante su presidencia, impulsó
la Doctrina Carter en un discurso sobre el estado de la Unión en 1980
en el que reconoció "[...] la abrumadora dependencia que tienen
las democracias occidentales del suministro de petróleo de Oriente Próximo",
y prometió que haría uso de la fuerza militar para asegurar el
acceso a su petróleo:
"Cualquier
intento de una fuerza exterior para hacerse con el control del Golfo Pérsico
será considerada como un ataque a los vitales intereses de EEUU y...
será repelida por todos lo medios necesarios, incluido el uso de la
fuerza."
Sin
embargo, según el libro de Antonia Juhasz, The Bush Agenda [1],
fueron los gobiernos de Reagan y de Bush padre e hijo quienes
hostigaron de forma más belicosa la economía petrolera de Iraq. Su
excelente libro cuenta la historia en la que se explican las razones
de la invasión y ocupación de Iraq. Cuenta cómo los gobiernos de
Reagan y Bush padre comenzaron a establecer una relación comercial
amistosa que proporcionó dinero, armas, información y protección
política a Sadam Husein, a pesar de su sanguinario historial de
dictador despótico. Y cómo los años de Clinton condujeron a la política
de "cambio de régimen" en Iraq [2], convertida en la política
oficial de EEUU, que en un desarrollo lógico desembocó en la invasión
militar del país llevada a cabo por Bush hijo.
La
autora subraya la maraña de intereses corporativos tejida por los
sectores petroleros y militares de la economía estadounidense que, de
forma conjunta con el gobierno, promovieron la invasión de Iraq.
Muchos de los actores corporativos (Chevron, Bechtel, Lockheed Martin
y Halliburton) tienen directivos que han estado entrando y saliendo
del gobierno durante años, que han tenido influencia en la dirección
de la política estadounidense para asegurarse que sus empresas se
beneficiaran más tarde extraordinariamente de las políticas que
ellos pusieron en marcha. Juhasz cita a Dick Cheney, Donald Rumsfeld,
L. Paul Bremer, Scooter Libby, Robert Zoellick, Paul Wolfowitz, Zalamy
Khalizad y George Schultz como principales responsables en la
planificación a largo plazo de la toma de la economía de Iraq.
La
globalización corporativa del comercio
La
historia de la invasión de Iraq y el expolio de la economía iraquí
forman parte de una historia más amplia de las multinacionales y de
la globalización corporativa que afecta a la mayor parte del mundo.
Con el pretexto de las políticas económicas de "libre
mercado", las corporaciones multinacionales han llegado a tener más
poder que los gobiernos. Se han aprobado leyes que favorecen a las
corporaciones: menos regulación, menos compromisos con lugares específicos
y restricciones para que el gobierno no impida que los beneficios económicos
se alejen de las pequeñas empresas locales, trabajadores,
consumidores y el medio ambiente. La globalización comercial se
proclama beneficiosa porque hace que los beneficios se distribuyan
hacia abajo pero en realidad sigue canalizando la riqueza hacia los de
arriba, convirtiendo a los ricos en más ricos, a los pobres en más
pobres y reduciendo las clases medias.
En
1970, la producción de petróleo en EEUU alcanzó su nivel máximo.
EEUU empezó a depender de los recursos petrolíferos extranjeros, y
siguió intensificando su adicción al petróleo que continúa hasta
hoy. Fue también la década en la que los productores de petróleo de
Oriente Próximo empezaron a mostrar su fuerza. La OPEC se sirvió del
petróleo como un arma para responder a la guerra árabe–israelí de
1973, imponiendo el embargo a EEUU. El embargo terminó en 1974, pero
el aviso fue tenido en cuenta.
En
1978, llegó el segundo golpe del petróleo con el embargo del crudo
iraní que redujo el abastecimiento en un 5 por ciento, aumentó los
precios del petróleo en un 150 por ciento, disparó la inflación y
los índices de interés en EEUU y llevó a un rápido crecimiento de
la deuda en los países en desarrollo. Carter amenazó con la fuerza
militar para proteger el acceso al petróleo y pidió al Banco Mundial
que encontrara más petróleo: en 1981 el Banco Mundial tenía 28
proyectos petrolíferos en marcha.
El
presidente Reagan se sirvió del Banco Mundial con otros fines:
obligando a otros países a cambiar sus leyes para que las
corporaciones estadounidenses pudieran tener acceso directo y
controlar el petróleo.
Desde
1982 a 1984, Reagan aumentó los proyectos petrolíferos del Banco
Mundial a más de 55. Además, llevó adelante ferozmente la teoría
del chorreo hacia abajo –en el interior y en el exterior– que se
basaba en que al enriquecer a los ricos, en teoría, los beneficios
repercutirían en todos. Pero la realidad fue la contraria. Juhasz señala
que en los trece años anteriores a la época Reagan (1967–1980) la
diferencia de ingresos se había ido reduciendo y la gente más pobre
en EEUU había aumentado su participación en la renta nacional en un
6,5 por ciento. La violenta redistribución de la riqueza que benefició
a los más ricos, llevada a cabo por Reagan, cambió esa tendencia y
desde 1980 a 1990 las estadísticas indican que los estadounidenses más
pobres perdieron más del 10 por ciento de la tarta de la renta
mientras los más ricos ganaban casi el 20 por ciento.
Reagan
y Bush padre aumentaron espectacularmente el comercio con Iraq. Ambos
conocían las atrocidades contra los derechos humanos de Sadam Huseín,
y que Iraq se encontraba en la lista estadounidense del terrorismo
pero suministraron dinero, armas y productos comerciales a Iraq.
Incluso permitieron a las corporaciones estadounidenses que
proporcionaran materias primas para la fabricación de armas de
destrucción masiva [3]. En marzo de 1982, Reagan borró a Iraq de la
lista de países terroristas para impulsar más el comercio. En 1981,
prácticamente no existía comercio con Iraq pero en 1989 el comercio
anual llegó a los 3.600 millones de dólares y se esperaba que esta
cifra se duplicara en 1990, antes de que Iraq invadiera Kuwait. Cuando
Sadam Husein rechazó los intentos estadounidenses de construir un
oleoducto, se cambió la estrategia por la de prescindir de Sadam
Husein. Lo primero provocó la Guerra del Golfo [de 1991], pero tras
ella se fracasó en alcanzar el segundo objetivo.
El
proyecto para el expolio económico de Oriente Próximo
El
proyecto inicial para apoderarse de Iraq se gestó en 1992, año final
del Gobierno de Bush padre. El Plan Director de la Defensa (DGP, en
sus siglas inglesas) describe la estrategia global militar de EEUU y
recoge las opiniones del Presidente y del Secretario de Defensa. Fue
elaborado por Dick Cheney, Paul Wolfowitz, Salami Jalizad, Sccoter
Libby, Eric Edelman y Colin Powell, seis hombres que prestaron
servicios en los gobiernos de los Bush, padre e hijo, y que en su
mayoría trabajaron también para el de Reagan.
El
DGP fue redactado tras el éxito de la Guerra del Golfo de 1991 y el
fracaso en echar a Sadam Husein del poder, dos años después de la caída
del Muro de Berlín y de la emergencia de EEUU como única
superpotencia. El documento, basado en la mencionada Doctrina Carter,
y en vigencia durante la era Clinton, establece claramente el plan: el
objetivo de EEUU en Oriente Próximo es "[...] continuar siendo
la potencia dominante extranjera en la región y garantizar el acceso
al petróleo de la zona para EEUU y occidente". El documento
describe un programa militar agresivo, unilateral y preventivo, que
incluye coaliciones de países circunstanciales en lugar de trabajar
por medio de organizaciones como Naciones Unidas.
Muchos
de los que formaban aquel grupo se reunieron en 1997 para elaborar el
Project for the New Amecican Century (PNAC, en sus siglas inglesas),
el Proyecto para el Nuevo Siglo Americano). Este proyecto reafirmó el
apoyo al DGP y a la consecución del predominio militar estadounidense
en el mundo. Sus autores reconocían la importancia del dominio económico
absoluto como complemento del militar. Proponían un aumento anual del
gasto militar entre 15.000 y 20.000 millones de dólares. Prestaban
especial atención a conseguir las condiciones de actuar de forma
preventiva en Oriente Próximo, afirmando que "[...] EEUU ha
buscado durante décadas jugar un papel más permanente en la
seguridad regional del Golfo". Describían a Sadam Husein como
"justificación inmediata" para que hubiera una "fuerza
estadounidense importante"en Oriente Próximo. En enero de 1998
los autores del PNAC escribieron al presidente Clinton presionándole
para que derrocara a Sadam Husein y advirtiendo de que Husein era una
amenaza para "[...] una parte significativa del suministro de
petróleo mundial."
Otro
grupo principal fue el Comité para la Liberación de Iraq. El grupo
fue creado en 2002 por Robert Jackson, ejecutivo de la Lockheed
Martin, y redactor del programa de relaciones exteriores del Partido
Republicano en el año 2000. Constituyó el Comité mientras trabajaba
en la Lockheed y defendió apasionadamente el derrocamiento de Sadam
Husein. El presidente del Comité era el ex Secretario de Estado y
ejecutivo de Bechtel, George Schultz, quien publicó una columna en el
Washington Post en 2002 exigiendo que EEUU "Actuara ya [en Iraq].
El peligro es inminente y Sadam Husein debe ser derrocado". En el
artículo argumentaba vigorosamente a favor de un ataque inmediato
basado en las armas de destrucción masiva y en las mentiras de Sadam
Husein sobre el terrorismo. Decía lo siguiente: "Si en su patio
hay una serpiente de cascabel no tiene que esperar a que le ataque
para auto defenderse". Schultz echó leña al fuego del miedo al
afirmar que "[...] el peligro es que se pueden producir decenas o
centenares de miles de muertos en un atentado con armas químicas,
biológicas o nucleares". Tras la ocupación, Lockheed Martin
consiguió un aumento de ventas de más de 11.000 millones de dólares,
y de contratos, entre ellos uno de 5,6 millones para trabajar con las
fuerzas aéreas en Iraq. Bechtel obtuvo cerca de 3.000 millones en
contratos para la reconstrucción de Iraq.
Los
defensores del dominio militar también se movieron en otras esferas.
Paul Wolfowitz abandonó la Administración de Clinton y se marchó a
la Johns Hopkins School of Advanced International Studies, desde donde
empezó a patrocinar la segunda Guerra del Golfo, que en esta ocasión
incluía la caída de Sadam Husein. Zalmay Jalilzad, actual embajador
estadounidense en Iraq, fue a la Rand Corporation, creó el Center for
Middle Eastern Studies y trabajó como consejero a sueldo de la Unocal
Oil Corporation (comprada por Chevron en 2005), desde donde públicamente
defendió unas relaciones más estrechas con los talibán para la
construcción de un gasoducto de 890 millas para el traslado del gas
natural ya que "[...] los talibán no siguen la línea
fundamentalista anti–estadounidense que practica Irán".
Bush
hijo combinó la globalización militar y la corporativa en lo que
Juhasz denomina "un arma poderosa del Imperio". Ella subraya
que el unilateralismo de Bush se hizo evidente antes del 11–S con la
retirada del Tratado para la Prohibición de Misiles Anti–balísticos
(Anti–Balistic Missile Treaty), con la oposición al Tratado para la
Prohibición Absoluta de Pruebas Nucleares (Comprehensive Test Ban
Treaty), con el rechazo al Tribunal Penal Internacional y a los
protocolos sobre armas biológicas y tóxicas. En lugar de un nuevo
DGP, Bush hizo pública una Estrategia de Seguridad Nacional (National
Security Strategy) en la que se aprovechaba la posición de EEUU como
única superpotencia como excusa para el incremento del gasto militar
estadounidense con el objetivo de disuadir a otros de desafiar su
dominio. Asimismo, Bush llevó adelante el principio de que EEUU
"[...] no dudará en actuar solo, si es necesario, para ejercer
nuestro derecho a la auto defensa mediante actuaciones
preventivas".
Las
corporaciones estadounidenses en Iraq
Una
vez que George W. Bush se convirtió en presidente, llegaron al poder
quienes habían planeado y defendido el ataque contra Iraq para
derrocar a Sadam Husein. Dick Cheney mantuvo reuniones amparadas en su
Energy Task Force con corporaciones como Halliburton, Bechtel y
Chevron. En abril de 2001 se publicó en los medios un borrador de las
recomendaciones de la Task Force. La primera recomendación sobre el
reforzamiento de las alianzas mundiales incluía un gráfico con las
exportaciones de petróleo iraquí a EEUU en el año 2000 y establecía
que uno de los objetivos era "[...] convertir en prioridad de
nuestros comercio y política exterior la seguridad energética".
El segundo objetivo era "[...] apoyar las iniciativas de los
proveedores [de Oriente Próximo] para abrir sus sectores energéticos
a la inversión extranjera". En 1998, el presidente de Chevron
decía: "Iraq tiene enormes reservas de petróleo y gas y me
gustaría que Chevron tuviera acceso a ellas". Su sueño estaba a
punto de realizarse.
Comenzaron
entonces a sonar los bien conocidos tambores de guerra contra Iraq y
tras el éxito de la invasión, comenzó el expolio económico. El
primer zar de Iraq, Jay Garner, dirigió la Oficina de Reconstrucción
y Ayuda Humanitaria. Era partidario de pasar la responsabilidad a los
iraquíes lo antes posible y de celebrar elecciones rápidamente.
Garner fue cesado por Rumsfeld la misma noche de su llegada a Iraq, a
su juicio, la causa de su cese fueron esas opiniones. Fue remplazado
por el neocon Paul Bremer y por la Autoridad Provisional de la Coalición.
Bremer
estuvo en el poder desde el 6 de mayo de 2003 al 28 de junio de 2004
[fecha en la que se disuelve la Autoridad Provisional de la Coalición].
Ejerció una autoridad total legislativa, ejecutiva y judicial sobre
Iraq. Tenía cuatro décadas de experiencia empresarial y
gubernamental ya que había trabajado con Kissinger como director
ejecutivo de Kissinger and Associates, y en el gobierno con George
Schultz y Donald Rumsfeld.
Antes
de la invasión, Bearing Point recibió un contrato de 250 millones de
dólares de la Agencia de Cooperación estadounidense para elaborar un
proyecto para la transformación de la economía iraquí en una
"economía de mercado", favorable a los interese
empresariales estadounidenses. El trabajo de Bremer fue el de llevar a
cabo el plan de Bearing Point. Juhasz subraya que, mientras pudo no
haber habido un plan militar adecuado, sí hubo un plan para la toma y
transformación de la economía de Iraq.
Bremer
tenía autoridad para promulgar leyes mediante la publicación de
"instrucciones obligatorias y directivas." Promulgó 100
decretos, de los que Juhasz, en una entrevista de 2005, describe
algunos de los más importantes:
"Decreto
número 39 que permite: 1. la privatización de 200 empresas
estatales; 2. la propiedad al 100% de empresas iraquíes; 3.
"trato nacional"– lo que significa no dar preferencia a
las empresas locales frente a las extranjeras; 4. la transferencia,
libre de impuestos y sin restricciones de todos los beneficios y otros
fondos; 5. licencias de propiedad por 40 años.
"De
esta forma impedía que los iraquíes tuvieran preferencia en las
reconstrucción mientras permitía a las corporaciones extranjeras
–Halliburton y Bechtel, por ejemplo, comprar empresas iraquíes,
realizar todo el trabajo y transferir todo el dinero a casa. No se les
exigía contratar a iraquíes o reinvertir su dinero en la economía
iraquí. Podían sacar sus inversiones en cualquier momento y por
cualquier cantidad.
"Los
decretos 57 y 77 aseguraban la ejecución de las órdenes al colocar
auditores nombrados por EEUU e inspectores generales en todos los
ministerios, por periodos de cinco años y con amplia autoridad sobre
los contratos, programas, empleados y regulaciones.
"El
decreto número 40 permitía a los bancos extranjeros comprar hasta el
50% de los bancos iraquíes.
"El
decreto número 49 rebajó la tarifa fiscal a las corporaciones desde
un máximo del 40% a un mínimo del 15%. Los impuestos sobre los
ingresos fueron también congelados en un 15%.
"El
decreto número 12 (prorrogado el 24 de febrero) deroga '[...] todas
los aranceles, tasas aduaneras, impuestos sobre las importaciones, y
libera de tasas y otras cargas a los bienes que entren o salgan de
Iraq'. Lo que dio lugar a una inmediata y dramática afluencia de
bienes de consumo extranjeros baratos, que arruinaron a los
productores y vendedores locales no preparados para enfrentarse al
desafío de sus mastodónticos competidores mundiales." [4]
Las
consecuencias de estos decretos fueron la creación de un entorno económico
más favorable a losa corporaciones estadounidenses que las propias
leyes que rigen en EEUU. El resultado ha sido que las empresas y
trabajadores iraquíes han quedado excluidos de la reconstrucción de
Iraq. Y el proceso de reconstrucción ha sido incapaz de suministrar
electricidad, alimentos, tratamiento de las aguas residuales, y ni tan
siquiera gasolina, pero las corporaciones estadounidenses se han
aprovechado extraordinariamente del fracaso de la reconstrucción.
Juhasz
describe el impacto de las políticas estadounidense en la economía
iraquí:
"La
nueva legislación económica ha transformado básicamente la economía
de Iraq al aplicar alguna de las más radicales, y deseadas, políticas
de la globalización corporativa en el mundo y al derogar las leyes
existentes sobre comercio, servicios públicos, banca, impuestos,
agricultura, inversiones, propiedad extranjera, medios de comunicación
y petróleo, entre otras. La nueva legislación concede amplias
ventajas a las empresas estadounidenses, incluido un mayor acceso y
control del petróleo iraquí por parte de las corporaciones. Y los
beneficios han comenzado ya a afluir: sólo entre 2003 y 2004, el
valor de las importaciones de petróleo iraquí aumentaron en un 86
por ciento para seguir creciendo en los primeros tres trimestres de
2005."
Para
incrustar más aún la economía empresarial estadounidense en Iraq,
la Constitución del país ha incorporado previsiones que ratifican
los decretos de Bremen [5]. La nueva Constitución de Iraq deroga
específicamente la Ley Administrativa Transitoria [de marzo de 2004],
pero no así los decretos de Bremer, que siguen por ello en vigor como
legislación del país. De manera que las corporaciones
estadounidenses continúan su predominio en la reconstrucción del país
y los contratistas estadounidenses siguen disfrutando de inmunidad
absoluta frente a un procesamiento en Iraq. Además, varios artículos
de la Constitución refuerzan los decretos de Bremer, por ejemplo, al
artículo 25, que propugna "[...] principios económicos modernos
que aseguren la inversión total de sus recursos, la diversificación
de sus fuentes y la promoción y desarrollo del sector privado";
el artículo 26 "[...] garantiza la promoción de la inversión
en diversos sectores," el artículo 27 permite la privatización
de las empresas estatales. Juhasz subraya que por principios económicos
modernos se entiende la globalización de las corporaciones y los
principios de mercado de los decretos de Bremer, y que por inversión
privada se quiere decir inversión extranjera.
Más
aún, la Constitución iraquí no dice nada de poner fin a la ocupación
militar. En los borradores iniciales se incluían provisiones que
impedían "[...] usar Iraq como base o corredor para tropas
extranjeras" y "[...] que existieran bases militares en el
país", pero estas previsiones desaparecieron en el documento
final [6].
El
futuro
El
siguiente paso en Iraq es una ley nacional que permitirá a las compañías
petroleras firmar contratos con Iraq que les den acceso y control
sobre el petróleo iraquí. Juhasz señala que, seis meses antes de la
invasión, las compañías estadounidenses de petróleo aconsejaron al
gobierno de Bush sobre la política petrolera en Iraq. Además, el
denominado Grupo sobre Proyectos Futuros del Petróleo y la Energía
de Iraq, del que formaba parte Ibrahim Bahr al–Ulou –formado en la
industria petrolífera estadounidense y ministro iraquí del petróleo
desde septiembre de 2003 y de nuevo a principios de mayo de 2005
[7]– estaba de acuerdo en que Iraq "[...] tras la guerra, debería
abrirse lo antes posible a las compañías internacionales de petróleo".
La
vía utilizada por EEUU para controlar el petróleo de Iraq son los
Acuerdos de Producción Conjunta (PSA, en sus siglas inglesas) [8],
que favorecen a las compañías privadas en detrimento de las
exportaciones gubernamentales, mientras que las prospecciones en su
totalidad, las perforaciones y la construcción de infraestructuras se
encargan a compañías privadas mediante contratos de entre
veinticinco y cuarenta años de duración. Estos contratos se rigen
por las leyes en vigor en el momento de la firma, de manera que los
firmados ahora se ajustan a las normas de Bremer sin tener en cuenta
lo que pudiera hacer un futuro gobierno iraquí.
El
primer ministro interino Alaui presentó las líneas maestras de la
nueva ley del petróleo iraquí en septiembre de 2004. Sus directrices
ponían "[...] fin a la economía centralizada y de planificación
estatal en Iraq" y urgían a que "[...] el gobierno iraquí
se desligara de la dirección del sector petrolero". Iba más allá,
al recomendar la privatización de la industria "[...] que debería
estar exclusivamente en manos privadas; que el control de la
comercialización de la venta al por mayor y al público de los
productos derivados del petróleo debería de ser transferida
paulatinamente al sector privado y que el desarrollo de las
principales refinerías o refinerías básicas debería encomendarse a
los sectores privados locales y extranjeros". Finalmente, Alaui
proponía que todos los yacimientos de petróleo y gas poco
desarrollados pasaran a las compañías privadas internacionales de
petróleo. Todo ello, en un momento en que sólo diecisiete de los
ochenta yacimientos descubiertos estaban en marcha. El artículo 109
de la Constitución de Iraq refuerza este objetivo al establecer que
el gobierno federal sólo administre los yacimientos de petróleo y
gas ya en explotación. Las bases de la nueva ley del petróleo las
hizo públicas en una conferencia de prensa en Washington Abdel Abdul
Mehdi, ex ministro de Finanzas y en la actualidad nuevo vicepresidente
de Iraq [9].
De
esta manera, el objetivo está a punto de alcanzarse: el control del
petróleo iraquí y de la economía de Iraq estarán dominados por las
corporaciones estadounidenses apoyadas por el ejército de EEUU.
Acabar con la ocupación económica de Iraq puede resultar más difícil
que terminar con la ocupación militar. La implantación de leyes que
benefician la inversión extranjera, a través de los decretos de
Bremer y de la Constitución iraquí, harán difícil devolver Iraq a
los iraquíes.
EEUU
ya está maniobrando para conseguir el control de sectores más
amplios de la economía de Oriente Próximo. Su vigoroso impulso a la
Zona de Libre Comercio de Oriente Próximo (MEFTA, de sus siglas en
inglés), tiene como modelo el NAFTA y busca encadenar económicamente
la región (donde se encuentra el 54 por ciento de la reservas de petróleo
del mundo) con EEUU. El MEFTA intenta incluir a 20 países de Oriente
Próximo y del norte de África y se está desarrollando por medio de
negociaciones bilaterales con cada uno de los países que desemboquen
en un amplio acuerdo regional. EEUU se vale de la estrategia
"nosotros contra ellos", es decir, que aquellos que se nos
oponen están en nuestra contra. Entre los términos de la negociación
se encuentra el Generalized System of Preferences que asegura la
importación libre de impuestos en EEUU. La naturaleza trilateral de
estos acuerdos es única en Oriente Próximo: es decir, EEUU, otro país
e Israel. Para conseguir la entrada libres de impuestos de ciertos
productos en los mercados estadounidenses, deben pasar a través de
Israel para que los israelíes se beneficien de parte del negocio.
La
economía iraquí es la primera en caer, pero la enorme embajada
estadounidense en Bagdad es prueba de lo que serán las operaciones
estadounidenses en la región. El subtítulo del libro de Juhazs
–Invading the World, One Economy at a Time– es coherente con las
perspectivas del PNAC, con el DPG de 1992 y con el discurso de
"La llegada del Mal". Según dijo en 2003 John Gibson,
fundador del Comité para la Liberación de Iraq, "Esperamos que
Iraq sea la primera ficha del dominó, y que Libia e Irán sean las
siguientes. No nos gustaría quedar al margen de esos mercados porque
ello daría a nuestros competidores un ventaja desleal". El PNAC
consideraba en 2000 que los países que preocupaban en mayor medida
eran Iraq, Irán y Corea del Norte, es decir los que habrían de
constituir el "Eje del Mal" de George W. Bush. Situaban a Irán
como segundo objetivo al afirmar que "[...] a largo plazo, Irán
puede convertirse en una amenaza tan grande para los intereses
estadounidenses en el Golfo como lo ha sido Iraq".
El
presidente Bush ha declarado que ya estamos en la III Guerra Mundial.
Si bien a esta guerra mundial se la ha denominado la lucha entre el
bien y el mal, es decir del terrorismo contra EEUU, de lo que puede
tratarse en realidad es del dominio corporativo y militar del mundo.
Tal como asegura Juhasz, del expolio estadounidense de una economía
en su totalidad.
Notas
del autor y de IraqSolidaridad:
1.
Para obtener más información sobre el libro de Antonia Juhasz,
publicado en Harper Collins, 2006, véase www.TheBushAgenda.net.
Juhasz es una de las principales especialistas en la globalización
corporativa, fue directora del Project of International Forum on
Globalization y en la actualidad profesora invitada en el Institute of
Policy Studies. Su libro es de lectura obligatoria para quienes
quieren entender por qué hemos llegado a donde estamos en Iraq y cuándo
pasará EEUU a la fase siguiente de la "III Guerra Mundial".
[N. del autor].
2.
Sobre la estrategia puesta en marcha por la Administración Clinton de
cambio de régimen en Iraq en el otoño de 1998, léase de Carlos
Varea "Iraq, asedio y asalto final" (Hiru, 2002), junto a
Phillys Bennis y Hans Koechler.
3.
Véase: The Arming of Iraq. [N.
del autor.]
4.
La entrevista completa se encuentra en: http://democracyrising.us. [N.
del autor.]
5.
Aprobada en el verano de 2005, véase en IraqSolidaridad: Bajo ocupación,
sin soberanía ni libertades ciudadanas: No al referéndum sobre la
nueva Constitución iraquí | Carlos Varea: El borrador de Constitución:
fin del Estado iraquí y de los derechos ciudadanos de su población |
El borrador para una nueva Constitución iraquí: Comunicados de la
Asociación de Ulemas Musulmanes y de la de la Alianza Patriótica
Nacional | Las formaciones contrarias a la ocupación llaman al pueblo
iraquí a rechazar la Constitución
6.
Véase en IraqSolidaridad: Las bases militares de EEUU en Iraq. EEUU
ha gastado 1.100 millones de dólares en instalaciones militares en
Iraq
7.
Ya sustituido en su cargo en el nuevo gobierno de al–Maliki, véase
en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Nuevo gobierno en Iraq: inestable
reparto sectario – La lista del nuevo gobierno
8.
Véase en IraqSolidaridad: Miriam Amie: Crudos propósitos. EEUU
considera que la producción de petróleo iraquí permanecerá
estrangulada durante años – La compañía noruega 'DNO' perfora en
tres nuevos campos petrolíferos del Kurdistán y enlaces
relacionados.
9.
Véase en IraqSolidaridad: ¿Cuánto petróleo ha exportado Iraq? (BTC
News) – El vicepresidente de Iraq marca el compromiso de las nuevas
autoridades con la liberalización de la economía.
El
nuevo ministro de Petróleo anuncia la apertura del sector a las compañías
extranjeras
'Es
necesario promulgar leyes que establezcan un marco para la cooperación
internacional'
Nota
Informativa de la CEOSI
IraqSolidaridad, 25/05/06
El
nuevo ministro del Petróleo [1], Husein al-Shahristani, ha anunciado
su deseo de iniciar "[...] una amplia campaña de contactos con
compañías internacionales para favorecer la inversión" en el
sector [2]. Al-Shahristani es miembro independiente de la Lista Unida
Iraquí de las formaciones confesionales chiíes, y anteriormente fue
uno de los vicepresidentes del Parlamento. Se le considera
extremadamente conservador y muy vinculado a Irán.
"Vamos
a iniciar contactos con las mayores compañías mundiales, que desean
venir y trabajar en Iraq, trayendo su tecnología y su capital, y
firmar [con ellas], bajo nuestras condiciones, contratos para lograr
grandes beneficios para el pueblo iraquí", ha indicado
al-Shahristani, quien considera que, tras 25 años de paralización
del sector, Iraq puede albergar, ya por delante de Arabia Saudí, las
primeras reservas planetaria de crudo, una opinión sostenida por
muchos expertos. Las reservas probadas de petróleo iraquí son de 112
mil millones de barriles.
Nueva
legislación
El
ministro ha señalado que "Es necesario promulgar leyes para el
petróleo y el gas que establezcan un marco para la cooperación
internacional y el desarrollo de la capacidad iraquí".
Al-Shahristani
ha indicado que pretende acabar con los ataques de la resistencia
contra la red petrolífera, acciones que a veces son presentadas así
para encubrir redes mafiosas de contrabando vinculadas a las nuevas
autoridades iraquíes y sus milicias [3].
Iraq
produjo en abril de 2005 2,1 millones de barriles y exportó 1,6, una
cifra inferior a la mantenida antes de la invasión.
Notas:
1.
Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Nuevo gobierno en Iraq:
inestable reparto sectario - La lista del nuevo gobierno
2.
AFP, 23 de mayo, 2006.
3.
Véase en IraqSolidaridad: "Lo importante no es el número de
combatientes, sino el número de civiles que les apoyan". Una
entrevista con la resistencia iraquí y enlace en nota 1.
.-
Kevin Zeese es director de 'Democracy Rising'.
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