Genocidio
científico y cultural en Irak
Por
José Steinsleger
rodelu.net,29/05/06
En
la marejada de textos y documentos que circulan en el ciber–espacio
llegó a mis playas un documento del Frente Democrático para la
Liberación de Palestina (FDLP), que empieza así:
"El
Mossad (agencia de inteligencia israelí) con la participación de los
ocupantes estadunidenses en Irak, ha logrado hasta el momento asesinar
a 350 científicos nucleares iraquíes y más de 200 profesores
universitarios de los diferentes campos científicos, según un
informe del Departamento de Estado de EEUU."
La
atroz densidad de la denuncia y la imposibilidad de cotejar la fuente
me llevaron a guardar el documento, tomando con pinzas las
afirmaciones de un grupo político con interés directo en los asuntos
que comenta. Pero en febrero pasado, un informe similar, de fuente más
creíble, asegura: "El Pentágono ha gastado 3 mil millones de dólares
en crear los 'escuadrones de la muerte' que podrían estar detrás de
los asesinatos de docentes..."
En
nómina actualizada hasta el 14 de marzo pasado, el Comité de
Solidaridad con Irak del Tribunal Bruselas precisa las circunstancias
en las que fueron torturados y asesinados 141 profesores de varias
instituciones y centros de enseñanza superior: universidad de Bagdad,
al–Mustansiriya, Tecnológica y al Bahrein, todas de la capital
iraquí: Hilla (Babilonia), Mosul (Nínive), Diwaniya (Quadisiya),
Instituto Técnico, y de Basora (Basora), Saladino (Tikrit), Baquba
(Diyala), Ramada (Al–Anbar), Kufa (Nayaf), Mosul (Mosul), entre
otras instituciones académicas.
Acerca
de la situación en que el intelectualmente fuera el país más
avanzado del islam, el redactor del informe, Dick Adriansens, dice:
"El personal universitario iraquí está desesperado". La
lista incluye nombres, apellidos y direcciones de rectores, decanos,
biólogos, sociólogos, médicos, historiadores, filólogos, físicos,
ingenieros, pediatras, lingüistas, geógrafos, economistas,
educadores y científicos nucleares que, lamentablemente, ya no podrán
colaborar con el nuevo "gobierno democrático de Irak".
Por
su lado, el Sindicato de Periodistas de Irak ofrece una relación
actualizada al 4 de mayo pasado, de 109 afiliados asesinados en
diversas situaciones. Ambos informes empatan con el presentado por el
colombiano Fernando Báez, quien en mayo de 2003 visitó Irak con una
comisión de la UNESCO.
Báez
es biblioclastiólogo (de biblioclastia), nombre que los griegos daban
a la destrucción de libros. Sólo la Biblioteca Nacional de Bagdad
(tres pisos uniformes de 10 mil 240 metros cuadrados construidos en
1977) perdió con los bombardeos más de un millón de volúmenes,
docenas de millones de documentos impresos, la casi totalidad de los
archivos microfilmados y del Archivo Nacional de Irak.
El
experto se pregunta: ¿por qué las tropas de ocupación hicieron la
vista gorda con los saqueadores de de las grandes bibliotecas del país?
¿Quién organizó a los grupos de civiles con apoyo externo que en
medio del caos, el humo y las llamas ingresaron a los recintos
climatizados que guardaban los manuscritos más importantes,
pergaminos, piezas y tablillas de arcilla 2 mil años más antiguas
que el reino de David?
El
anterior director de la Biblioteca de Bagdad se lamentó con
nostalgia: "No recuerdo semejante barbaridad desde los tiempos de
los mongoles" (1258, invasión de Bagdad, cuando las tropas de
Hulagu, descendiente de Gengis Kan, destruyeron todos sus libros arrojándolos
al río Tigres).
El
líder chiíta Al Sajid Abdul–Muncim al–Mussawi ordenó a sus
fieles rescatar de los bárbaros casi 300 mil libros que se
transportaron en camiones hasta la mezquita de Haq, "... donde se
amontonaron en hileras interminables que llegan en algunos casos al
techo".
"Concluido
el desastroso pillaje –añade Báez– no había literalmente nada
que hacer. El secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald
Rumsfeld, a modo de excusa ante estos hechos comentó: 'la gente libre
es libre de cometer fechorías y eso no puede impedirse'."
Entre
quienes cometen libremente "fechorías" no sólo hay
militares y saqueadores. Los criminales de guerra también cuentan con
el apoyo implícito de intelectuales "libres" como Salman
Rushdie, Oriana Fallacci, Martin Amis, Bernard–Henry Lévy, Michel
Houellebecq, Giovanni Sartori y otros que, con el único fin de vender
más libros, ignoran a conciencia que la primera destrucción de
libros del siglo XXI ocurrió en la nación donde tuvo lugar la
invención del libro en 3200 antes de Cristo.
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