Iraq resiste

 

La violencia sectaria en Iraq y la nueva guerra en Oriente Medio

EEUU incrementa el número de tropas en Iraq y “reocupa” Bagdad

Por Carlos Varea (*)
Iraq Solidaridad, 10/08/06

"Si finalmente la violencia sectaria en Iraq adquiere la forma de una 'guerra civil' (como máximos responsables británicos y mandos militares de EEUU ya vaticinan que pueda ocurrir) ésta habrá sido el resultado, en primer lugar, de la propia lógica impuesta por los ocupantes y del amparo dado por éstos a la guerra sucia de los paramilitares; en segundo lugar, de la dinámica dentro del propio campo colaboracionista que, asociado a los intereses de terceros países (en el caso de las formaciones kurdas a Israel, y en el de las del confesionalismo shií a Irán), desea fracturar Iraq para gestionar autónomamente los recursos petrolíferos del norte y sur del país."

La violencia sectaria en Iraq es un hecho incuestionable. No lo es que sea la expresión de un enfrentamiento civil o religioso entre comunidades que han convivido y se ha mezclado durante siglos. No es una guerra que enfrente a sunníes contra shiíes, o a árabes con kurdos, sino a corrientes sectarias y regresivas alentadas por los ocupantes e interesadas en la desaparición de Iraq.

En primera instancia, la violencia sectaria en Iraq tiene por objetivo la erradicación del campo anti–ocupación, de los sectores laicos y seculares de su sociedad, la eliminación física de sus intelectuales y profesionales, la pérdida de derechos civiles y de la mujer, la expulsión de las comunidades minoritarias, ajenas en cualquier caso a la espiral de violencia. La violencia sectaria en Iraq tiene como objetivo final el desmantelamiento del Estado iraquí y la fractura de su sociedad, anticipo de la desmembración territorial del país y de la gestión oligárquica de sus recursos energéticos.

Ésta es su faceta estratégica. La supuesta "guerra civil" en Iraq expresa el conflicto entre el proyecto emancipatorio de la resistencia –la reconstrucción de un Estado plenamente soberano, de gestión pública y social de los recursos, integrador y democrático [1]– y el modelo opuesto de división sectaria del país en entidades territoriales gestionadas por fuerzas regresivas y sometidas a intereses foráneos.

La responsabilidad de lo que ocurre en Iraq corresponde, en primer lugar, a los ocupantes quienes introdujeron el germen del confesionalismo en las nuevas instituciones por ellos establecidas y abrieron el país a la red Al–Qaeda, cuando no a las tramas de servicios secretos propios o de terceros países que se ocultan tras este nombre. En segundo lugar, la responsabilidad de lo que ocurre en Iraq corresponde a las fuerzas que han abierto el país al confesionalismo reaccionario y a la fractura sectaria.

Ciertamente, la aparición de Al–Qaeda en Iraq y sus ataques indiscriminados han favorecido esta lógica ya explícita de limpieza étnica y de homogenización confesional o étnica, pero nunca pueden justificarla. La mayoría de los atentados atribuidos a Al–Qaeda [2] son obra de tramas opacas –de los propios ocupantes, de las nuevas autoridades, o de servicios secretos de terceros países– o de un pequeño contingente de militantes, en su mayoría extranjeros, instalados en Iraq gracias a la ocupación y que cuentan con el expreso rechazo de la población y de su resistencia armada.

Si finalmente la violencia sectaria en Iraq adquiere la forma de una "guerra civil" (como máximos responsables británicos y mandos militares de EEUU ya vaticinan que pueda ocurrir) ésta habrá sido el resultado, en primer lugar, de la propia lógica impuesta por los ocupantes y del amparo dado por éstos a la guerra sucia de los paramilitares; en segundo lugar, de la dinámica dentro del propio campo colaboracionista que, asociado a los intereses de terceros países (en el caso de las formaciones kurdas a Israel, y en el de las del confesionalismo shií a Irán), desea fracturar Iraq para gestionar autónomamente los recursos petrolíferos del norte y sur del país.

Éste, sin duda, no era el proyecto inicial de los ocupantes, que esperaban poder controlar fácilmente el país por medio de un gobierno central liberal y formalmente democrático. Su responsabilidad no es por ello menor. Sí lo es abiertamente el de sus principales socios internos colaboracionistas: el de la nueva oligarquía kurda y el del confesionalismo político shií. EEUU y el Reino Unido ensayan ahora no perderlo todo: acomodarse a esta realidad –la división efectiva de Iraq en tres entidades– o intentar revertirla parcialmente. Por su parte, la resistencia civil y militar iraquí combate ya en ambos frentes: contra la ocupación y contra el sectarismo.

Sin duda la guerra de atrición que mantiene Israel contra Líbano y Palestina tendrá su impacto en la evolución de la situación interna iraquí, como reparemos al final.

La escalada de la violencia sectaria

Según datos oficiales iraquíes, más de 180.000 personas (30.000 familias) se han convertido en refugiadas desde la voladura de la cúpula de la mezquita de Samarra el 22 de febrero –una acción de autoría aún desconocida–, una cifra sin duda menor de la real al incluir solamente a las familias que se han registrado como tales [3]. Casi 30.000 de estos refugiados han huido de sus hogares en Bagdad en los últimos cinco meses. Su pertenencia comunitaria está muy equilibrada entre sunníes y shiíes. Esta ya por todos llamada "guerra civil" se nutre, por una parte, de los atentados indiscriminados con coches–bomba perpetrados por organizaciones supuestamente vinculadas a la red Al–Qaeda en Iraq (es decir, corrientes radicales sunníes takfiristas) y, por la otra, de los asesinatos de sunníes y de personas vinculadas al campo anti–ocupación llevados a cabo por paramilitares shiíes insertos en los aparatos de seguridad, en concreto las Brigadas (ahora Organización) Badr, del Congreso Supremo de la Revolución Islámica en Iraq (CSRII), y la milicia del clérigo as–Sáder, el Ejército del Mahdi.

El salto cualitativo ocurrido en el pasado mes de julio es la aparición de grandes operativos (asaltos a barrios, falsos controles de carretera, secuestros masivos) llevados a cabo por grupos de ambas corrientes sectarias, con el subsiguiente asesinato de decenas de personas según su filiación comunitaria, a menudo establecida exclusivamente por el nombre de pila que aparece en su carné de identidad que, en Iraq, no incluye la adscripción étnica o religiosa. Muy significativamente estos operativos se están llevando a cabo a plena luz del día y durante horas, con la participación de grandes grupos de hombres armados, quienes se desplazan en vehículos con armamento pesado, sin que las tropas de ocupación o de los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes intervengan o persigan después a los agresores, pese a que muy a menudo las matanzas se llevan a cabo cerca de destacamentos que necesariamente han de escuchar las detonaciones.

Tales actuaciones pueden ser ya consideradas de abierta limpieza étnica (confesional, más estrictamente) y comportan en Bagdad el establecimiento de áreas confesionales puras que conectan con zonas periféricas del centro y oeste del país de mayoría sunní o chií, claro anticipo de una fractura territorial de hecho del país. Lograr la hegemonía sectaria en la capital (o en sectores de ella) es esencial en el futuro diseño de las entidades territoriales de un Iraq divido según criterios comunitarios.

Igualmente, en Basora ya han sido prácticamente expulsadas sus comunidades cristiana [4] y sunní, y físicamente eliminados sus sectores seculares (sistemático ha sido el asesinato de maestros, por ejemplo) y shiíes moderados por los paramilitares de distintas organizaciones confesionales shiíes, a su vez enfrentados entre sí por el control de las exportaciones y del mercado negro del petróleo [5]. En las últimas semanas, paramilitares shiíes se han desplazado asimismo hasta Kirkuk, donde la violencia ejercida por los pehsmergas kurdos (a su vez integrados en las nuevas fuerzas de seguridad y militares) contra otras comunidades ya anticipa la batalla por el control de una zona estratégica en el aspecto energético [6].

Es evidente que, aunque las fuerzas de seguridad policiales y militares iraquíes hayan crecido desde los 169.000 efectivos hace un año hasta los actuales 264.000 [7], el deterioro de la situación interna en materia de seguridad es galopante. Es más: el incremento de la violencia y la compartimentación sectaria efectiva de la capital y de otras zonas del país se debe precisamente a la proliferación de servicios y fuerzas de seguridad que, estén formalmente adscritas al nuevo gobierno o sean privadas, han sido formadas según criterios sectarios o han sido infiltrados por milicias confesionales. Según un alto mando militar estadounidense en Iraq, de los 26 batallones de la Policía "[...] cinco o seis [de ellos] tienen jefes que los utilizan de manera criminal o sectaria, cuando no de ambas formas" [8]. Como señalan Cordesman y Sullivan, "hacia comienzos de 2006 las milicias han llegado a ser una seria amenaza prácticamente en todas las provincias, ciudades y áreas donde la resistencia tiene una presencia limitada" [9]. Otra formulación de esta misma aseveración es que los ocupantes han perdido el control del territorio, bien a favor de la resistencia, bien a favor de las milicias sectarias de las formaciones confesionales shiíes, que son, junto con las formaciones kurdas de Talabani y Barzani, sus principales aliados internos y hegemónicas en las nuevas instituciones.

La reocupación de Bagdad

Este verano, el Pentágono ha decidido reocupar Bagdad enviando a la capital hasta 5.000 soldados adicionales con carros de combate y vehículos acorazados a fin de frenar –así se afirma– la violencia sectaria que asola la ciudad. Los primeros 3.700 efectivos comenzaban a patrullar la capital el pasado sábado, 4 de agosto [10]. A ellos se sumarán otros 4.000 soldados iraquíes. Asimismo, las tropas británicas llevan ya varias semanas intentando recuperar el control perdido de amplias áreas de Basora y Amara, ciudades del sur de Iraq [11].

El Pentágono ha tenido que recurrir a tropas desplegadas en la zona norte del país (dos batallones de la Brigada 172 Stryker del Ejército y hasta cinco compañías de la Policía Militar), aunque también llegará a Bagdad un batallón de artillería desde Kuwait. A estos primeros efectivos enviados a la capital se les ha aplicado la impopular medida de prolongar cuatro meses más su período de servicio en Iraq, que es de un año [12]. Según el teniente general del Ejército Peter W. Chiarelli, comandante de Operaciones en Iraq, estas tropas adicionales funcionarán como "[...] fuerzas de reacción rápida para responder ante enfrentamientos sectarios" [13].

Con el envío del contingente desde Kuwait y la prolongación del servicio de otras unidades, EEUU habrá superado nuevamente los 130.000 soldados en Iraq. Este nuevo incremento de tropas estadounidenses pone de manifiesto dos cosas: en primer lugar, la dudosa consistencia del calendario de reducción de tropas a lo largo de 2006 anunciado por el general Casey hace escasamente un mes y, en segundo lugar, la insolvencia y debilidad extremas del nuevo gobierno de al–Maliki. Tras ello, el reto que aún tienen EEUU y Reino Unido de garantizar un control mínimo de Iraq.

En año electoral la Administración Bush pretendía mostrar avances efectivos en Iraq, particularmente la reducción de la implicación militar directa estadounidense; es decir, menor número de tropas y menor número de bajas. Así, desde el otoño de 2005 el Pentágono está procurando reducir sus bajas en combate cediendo –o perdiendo– el control territorial a fuerzas iraquíes o recurriendo abusivamente a su poder aéreo y naval en las zonas bajo hegemonía de la resistencia [14]. Pese a ello, a lo largo de 2006 se ha mantenido el número oficial de soldados de EEUU muertos en combate en una media de dos al día, algo menor en julio (cuando se produjeron 30 bajas mortales) pero de nuevo recuperada en agosto [15]). Es más, sin un incremento sustancial de efectivos totales estadounidenses, el traslado de tropas de las áreas bajo control total o parcial de la resistencia a zonas de violencia sectaria (además de a la capital, al menos a cuatro provincias de las 18 en que está divido Iraq) supone debilitar la lucha contraguerrillera, cuando no verse en trance de asumir más bajas propias. Altos mandos militares en activo o en la reserva, además de analistas, reiteran estos días que el actual despliegue de tropas en Iraq es insuficiente para controlar el país [16].

El envío de más tropas de EEUU a Bagdad supone, además, el reconocimiento por parte de la Administración Bush del fracaso del plan de seguridad para la capital puesto en marcha en junio por el primer ministro al–Maliki, plan en el que las nuevas fuerzas de seguridad iraquíes, y no las tropas estadounidenses, deberían desempeñar el papel principal. El 31 de mayo, el plan de seguridad de Bagdad seguía a la declaración del estado de emergencia en Basora, la segunda ciudad del país. Pero pese a las medidas impuestas en la capital (toque de queda, controles y patrullas) y a las expectativas tras el asesinato de al–Zarqaui el 7 de junio en un ataque aéreo estadounidense, la espiral de violencia sectaria que vive el área metropolitana de Bagdad desde el inicio del año no solo no ha disminuido sino que ha aumentado espectacularmente.

Al–Qaeda y los paramilitares shiíes

El fracaso del plan de seguridad de al–Maliki para Bagdad cabe achacárselo a facciones dentro del propio gobierno iraquí, que están detrás de la escalada de limpieza étnica de los últimos meses contra la comunidad sunní, en la capital y su corona metropolitana. La espiral de violencia sectaria pone de manifiesto el enfrentamiento dentro del propio campo confesional shií colaboracionista y el definitivo desenganche de los intereses de EEUU y de Reino Unido de las corrientes más abiertamente pro–iraníes del gobierno iraquí.

Como era de prever tras la muerte de al–Zarqaui [17], y tal y como señalan documentos recientes de la propia organización [18], la red de Al–Qaeda en Iraq ha radicalizado su campaña explícita de terror contra la comunidad shií en la capital y su periferia sur [19], recurriendo a coches–bomba en barrios de mayoría shií y, más recientemente, a asaltos en áreas mixtas, como el llevado a cabo en Mahmudiya, al sur de la capital, el pasado 17 de julio [20].

Sin embargo, mandos militares estadounidenses reconocen que la violencia sectaria desarrollada por paramilitares de filiación confesional shií está causando nueve veces más víctimas que los atentados con coches–bomba atribuidos a Al–Qaeda o grupos afines [21]. En los primeros cinco meses de 2006, los paramilitares shiíes han asesinado, tras su secuestro, a 6.000 personas tan solo en la capital [22]. En junio, la morgue central de Bagdad recibió 1.595 cuerpos, una cifra aún mayor que la de los meses precedentes. Está institución recibe de 35 a 50 cadáveres al día, la mayoría de ellos con signos de haber sido torturados (la firma de los escuadrones de la muerte son las marcas del uso de taladros y las cuencas de los ojos vacías) [23]. Para el conjunto del país, los datos oficiales iraquíes arrojan una cifra nacional de 14.338 iraquíes asesinados entre enero y junio de 2006.

La violencia sectaria perpetrada por las formaciones paramilitares shiíes está teniendo un impacto tan brutal debido a dos factores. El primero, a que ha contado –al menos hasta la designación de al–Maliki, como ahora veremos– con la tolerancia, cuando no con la directa implicación en su creación y actuación, de las fuerzas de ocupación, que han visto en la actuación de los escuadrones de la muerte parapoliciales la más eficaz fórmula de aniquilación del campo civil secular y anti–ocupación, y de sometimiento por el terror de la comunidad sunní, considerada la cantera principal de la resistencia. Es la llamada "Opción El Salvador" [24] que sin duda ha beneficiado a los ocupantes al provocar el éxodo al exterior de millares de profesionales, profesores, intelectuales, mujeres y activistas, con el consiguiente desbaratamiento interno de la poderosa red de organizaciones políticas, sindicales y sociales creadas en los primeros meses de ocupación.

El segundo factor –claramente asociado al anterior– se debe a que los paramilitares shiíes se han amparado para su actuación en los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes, sobre todo en la Policía y sus cuerpos especiales, pero también en la Guardia Nacional y en los ejércitos privados del llamado Servicio de Seguridad de Suministros e Instalaciones (SPS, Facilities Protection Service [25]). Así, la formación militar del Congreso Supremo de la Revolución Islámica en Iraq, la principal organización de la coalición gubernamental shií Alianza Unida Iraquí, dirigida por Abdul Aziz al–Hakim, la Organización Badr, fundada en Irán en los primeros años de la década de los 80 como un cuerpo de la Guardia de la Revolución con 20.000 miembros [26], se ha valido de los cuerpos especiales de seguridad del Ministerio del Interior para dar cobertura a sus escuadrones de la muerte, como denuncia Naciones Unidas y reconocen los propios ocupantes [27]. Por su parte, los escuadrones de la muerte de la milicia del clérigo as–Sáder, el Ejército del Mahdi, con unos 10.000 efectivos, operan uniformados como cuerpos privados de seguridad de los ministerios que controlan (cinco en el nuevo gobierno de al–Maliki) e igualmente desde dentro de la Policía, aunque llevan acabo asaltos contra barrios de Bagdad (por ejemplo, el de Adamiya) ataviados con los uniformes negros que les son propios [28]. Badr y el Ejército del Mahdi se reparten así los estimados 65.000 miembros de los distintos cuerpos de seguridad del ministerio del Interior desplegados en Bagdad [29]. Además, la adscripción sectaria de los batallones de la Guardia Nacional ha determinado que los grupos paramilitares shiíes cuenten habitualmente con el apoyo de soldados iraquíes en sus ataques, como ha ocurrido en los sucesivos intentos de penetración en el barrio de Adamiya desde abril, en los que según testigos presenciales también habrían participado tropas estadounidenses [30].

Hacia el federalismo sectario

La violencia de los paramilitares shiíes se presenta habitualmente en los medios de comunicación como defensiva, es decir, como la legítima respuesta de esta comunidad ante los ataques masivos de Al–Qaeda, o ante el intento de la resistencia de revertir la situación interna creada tras la caída del régimen de Sadam Huseín. Esta es la consideración que permite argumentar que lo que ocurre en Iraq es el anticipo de una "guerra civil". Sin embargo, el crecimiento exponencial de la violencia por parte de los paramilitares shiíes en el transcurso de 2006 responde esencialmente a los enfrentamientos dentro del propio campo colaboracionista del confesionalismo shií, como ya hemos apuntado.

EEUU impuso la elección de Nuri al–Maliki –un hombre irrelevante y anodino– como nuevo primer ministro del primer gobierno no interino de Iraq, vetando abiertamente al anterior, al–Yaafari, el candidato de Teherán, a quien Washington y Londres acusaban de estar dando cobertura, dentro de los nuevos aparatos de seguridad, a escuadrones de la muerte nutridos por las milicias de Badr y el Ejército del Mahdi. La designación de al–Maliki contó durante meses con la férrea oposición de los valedores de al–Yaafari, las formaciones políticas de ambas milicias: el CSRII y la corriente as–Sáder, respectivamente [31]. Con 30 de los 275 escaños del nuevo Parlamento, el visto bueno final de as–Sáder a la designación de al–Maliki le valió cinco ministerios en su gobierno y meses de tolerancia estadounidense para que sus escuadrones de la muerte operen con plena impunidad contra la comunidad sunní y los sectores laicos.

La Administración Bush quiere de al–Maliki que favorezca el mantenimiento, dentro del denominado "proceso político", de formaciones políticas sunníes (básicamente, del Partido Islámico), a fin de dar al mismo la apariencia de unitario (pero, apréciese, siempre en clave confesional) y con ello, si es posible, favorecer el alto el fuego de sectores islamistas sunníes moderados de la resistencia. Es la lógica que subyace al ya olvidado proyecto de reconciliación presentado por al–Maliki el pasado 25 de junio [32].

Así, la pretensión de EEUU de estabilizar mínimamente la situación interna y el propio compromiso del gobierno de al–Maliki incluyen necesariamente poner coto a las actuaciones de los paramilitares shiíes y sus escuadrones de la muerte. La lógica es sencilla de entender, como explica al–Abdul Ilah al–Bayati:

"Lo fundamental [...] es dar la impresión de que Irán y los escuadrones de la muerte, controlados directa o indirectamente por este país, constituyen el verdadero peligro que se cierne sobre Iraq. Y que, en consecuencia, la resistencia árabe debería cooperar con EEUU y el régimen de ocupación para rechazar este peligro. Ningún patriota en su sano juicio, ni ninguna persona consciente, puede caer en esa trampa, con independencia de que se encuentre comprometido o no en la resistencia nacional armada. Todos son conscientes de que el 'proceso político', al margen de cómo lo enmascaren, puede resumirse así: el poder para los colaboracionistas y el petróleo para EEUU. El cambio de los colaboracionistas no altera el proyecto." [33]

En tal empeño, ni EEUU y Reino Unido ni al–Maliki cuentan con gran apoyo dentro del propio gobierno. Muy significativamente, en clara contraposición a la pretensiones de al–Maliki, el líder del CSRII y anteriormente jefe de las Brigadas Badr, Abdul Aziz al–Hakim, aprovechaba el tercer aniversario de la muerte en atentado de su hermano Baqir (24 de julio) para advertir en Nayaf a los ocupantes de que no interfieran en el esfuerzo de erradicación del "terrorismo", identificado por él con la resistencia baazista y Al–Qaeda. Al–Hakim, en lo que es un claro respaldo a unos cuerpos de seguridad acusados insistentemente de alentar la violencia sectaria y amparar a los escuadrones de la muerte, afirmó, en referencia a EEUU, que "el tema de la seguridad [en Iraq] debe recaer en los cuerpos de seguridad y nadie debería interferir en ello". Al–Hakim llamó asimismo a la formación de "comités de defensa" en los barrios, un aliento a multiplicar aún más las estructuras paramilitares [34].

De igual manera, no es casual que fuerzas de ocupación estadounidenses y británicas en Bagdad, Diwaniyah, Basora y otras ciudades meridionales hayan atacado sedes del Ejército del Mahdi de as–Sáder (acciones que incluyeron la muerte de 15 paramilitares en un enfrentamiento con tropas de EEUU al sur de la capital), desde finales de julio y a lo largo de agosto, recurriendo incluso a bombardeos aéreos contra el barrio bagdadí de Medina as–Sáder en la madrugada del 6 al 7 de agosto –ataques estos últimos que han costado la vida a 30 personas y han sido criticados por el primer ministro al–Maliki y el presidente Talabani [35]: no se trata de una intervención contra un grupo resistente, sino más bien contra un díscolo socio del gobierno colaboracionista que sigue su propio guión, el de medrar dentro del campo confesional shií radicalizando su discurso anti–ocupación y anti–israelí, ahora aún más con el telón de fondo de la agresión contra Líbano.

No son ajenas a esta situación las claves internas y regionales. El parlamento iraquí deberá abordar en lo que queda de año cuestiones trascendentales ya incluidas en el texto de la Constitución aprobada en 2005, en concreto, el federalismo y –es lo relevante– la eliminación de un marco jurídico estatal único respecto a derechos civiles y económicos. De nuevo, al–Hakim (e igualmente el vicepresidente Abdel Abd al–Mahdi, también alto responsable del CSRII) ha señalado recientemente su intención de establecer una región autónoma shií que incluiría nueve de las 18 provincias que tiene el país, desde Babilonia (Babil) a Basora, siguiendo el ejemplo de la ya declarada en Kurdistán [36].

Iraq y la nueva agresión israelí contra Líbano

La violencia sectaria justifica y favorece la limpieza étnica y permite homogeneizar territorios por medio del terror. Como ocurre en el Kurdistán, en el centro y sur del país (donde no actúa en absoluto Al–Qaeda) la violencia de los paramilitares de Badr o de as–Sáder está destinada a eliminar a los competidores en la gestión del mercado negro del petróleo, a expulsar a las comunidades minoritarias sunníes o cristianas, a erradicar sectores laicos y a impedir la expansión de la actividad resistente anti–ocupación. Es decir, a implantar un régimen autoritario islámico que proceda a gestionar de manera directa los hidrocarburos del sur del país. La experiencia de estos años de ocupación y las declaraciones explícitas de las fuerzas colaboracionistas permiten imaginar que tal gestión se realizará con altos niveles de corrupción y adoptando criterios capitalitas [37]. Y ello, más que en sintonía con los intereses estratégicos de EEUU o Reino Unido, con los de Irán, de igual manera que en el Kurdistán lo están con los de Israel.

En esta coyuntura, crítica para el futuro de Iraq y para el conjunto de su población, la guerra de agresión que mantiene Israel contra Líbano y Palestina tiene al menos tres puntos de conexión con la evolución de la situación interna iraquí.

En primer lugar, Israel ha actuado de manera autónoma respecto a EEUU, aprovechando la extrema debilidad que el conflicto de Iraq impone a nivel internacional y regional en la Administración Bush. El gobierno de EEUU se ha visto obligada por ello –y no al revés– a respaldar la aventura militar de Israel en Líbano, incluyendo ésta en el marco de su "Guerra global contar el terrorismo", pero teniendo que olvidarse por mucho tiempo de cualquier proyecto de estabilización política e integración económica de la zona de Oriente Medio, planes (el "Nuevo Gran Oriente Medio") rescatados tras las invasión y ocupación de Iraq en 2003.

En segundo lugar, como resultado de la nueva guerra regional la Administración Bush ha podido desviar la atención internacional y doméstica de la atroz situación que vive Iraq, cuya población se hunde en la miseria, el caos y la violencia, y abandona por decenas de miles un país por cuyo futuro nadie apuesta ya. Y también desviar la atención del propio atolladero en el que se encuentra, tras meses de escándalos (los últimos, la violación y asesinato de una adolescente iraquí por tropas estadounidenses en Mahmudiya el 12 de marzo, la condena a una unidad de marines por la matanza de Hadiza y comprobación de desfalcos en las cuentas gestionadas por los ocupantes) y en un momento en el que aumenta y no disminuye –en contra de lo anunciado– su implicación militar directa, como confirma la reocupación de Bagdad. A la Administración Bush sólo le cabe presentar al pueblo estadounidense que la prolongación de su presencia en Iraq tiene como noble objetivo salvar al pueblo iraquí de sí mismo, de la "guerra civil", como ya narran los periodistas empotrados de los grandes medios de comunicación del país.

Pero –esta es la tercera conexión–, más allá de este alivio limitado, la guerra de devastación que desarrolla Israel contra Líbano y Palestina desde el 11 de julio debilitará el intento de EEUU y de Reino Unido de utilizar al primer ministro al–Maliki para recuperar algo del control perdido en Iraq. La capacidad militar y política de Hezbollah e Irán de afianzarse como referentes anti–imperialistas y anti–sionistas en la zona aprovechando esta nueva guerra regional alentará –ya lo está haciendo– a las corrientes del confesionalismo político shií en Iraq más cercanas a Irán a sacudirse ya definitivamente la tutela de los ocupantes, gracias a los cuáles han podido afianzarse en el país pero que ya son prescindibles.

La agresión de Israel contra Líbano ha sido condenada por todos los miembros del gobierno colaboracionista iraquí, incluido el propio al–Maliki, quien tuvo la mala suerte de tener que hacerlo durante su visita a Londres y Washington. Igualmente, el máximo líder espiritual shií iraquí, el gran ayatolá Ali as–Sistani, condenaba a finales de julio la agresión israelí contra Líbano y –sin mencionar a EEUU– pedía al mundo islámico que no olvidará qué países están bloqueando un alto el fuego en beneficio de Israel [38]. Finalmente, as–Sáder convocaba el pasado viernes, 4 de agosto, en el barrio de Bagdad que lleva el nombre de su padre una marcha nacional en apoyo a Hezbollah, que contó con el apoyo manifiesto de varios ministros del gobierno de al–Maliki (entre ellos, el de Defensa) pertenecientes a otras organizaciones confesionales shiíes [39]. Una prueba del poder fáctico adquirido por as–Sáder desde sus revueltas de 2004 es que, como hemos indicado, el primer ministro al–Maliki haya condenado los ataques de las tropas estadounidenses contra este mismo barrio 48 horas después de la concentración de varias decenas de miles de sus seguidores. EEUU no puede arremeter abiertamente contra los paramilitares de as–Sáder sin debilitar la propia posición de al–Maliki. Como ha señalado estos días un oficial militar estadounidense, para eludir el embrollo: "Tenemos [los estadounidenses] que tener mucho cuidado en no demonizar a todo el movimiento de as–Sáder" [40].Con un Kurdistán ya de hecho independiente, atrapados entre la actividad de la resistencia en buena parte del país y la amenaza de una revuelta shií pro–iraní en el resto, los ocupantes lo tienen realmente complicado en Iraq.

Mientras que el esfuerzo resistente de Hezbollah –una fuerza política democrática integrada en las instituciones libanesas– ante la agresión de Israel ha cosechado el respaldo incuestionable dentro de la sociedad libanesa, las organizaciones sectarias shiíes iraquíes aprovechan la nueva guerra en Oriente Medio para avanzar en su proyecto de fragmentación de Iraq en entidades confesionales, el modelo opuesto al que ensaya Líbano y que Israel procura una y otra vez hacer fracasar. Junto a las víctimas civiles de los bombardeos de Israel sobre Líbano y Palestina, el esfuerzo emancipatorio del pueblo iraquí contra la ocupación y el sectarismo podría acabar siendo así otro "daño colateral" de la nueva guerra de Oriente Medio.


Notas:

(*) Carlos Varea es coordinador de la CEOSI (www.iraqsolidaridad.org).

1. Véase en IraqSolidaridad: Reunión de la Delegación de la CEOSI con el Partido Baaz, la Unión del Pueblo y la Alianza Patriótica Iraquí – Proyecto de creación del Frente de Liberación Nacional y 'Por un Iraq democrático e independiente' (Declaración conjunta del Partido Baaz Árabe Socialista, la Alianza Patriótica Iraquí y la Asociación de Intelectuales contra la Ocupación).

2. El Pentágono reconoció en enero de 2006 que de los 34.131 ataques habidos en 2005, sólo 67 fueron ataques suicidas y 441 con coches–bomba, los propios de Al–Qaeda, es decir, menos del 1% del total de las acciones armadas (UPI, 23 de enero, 2006).

3. Reuters, 31 julio, 2006.

4. La mitad de los 1,2 millones de cristianos iraquíes (de una población de 27 millones) que vivían en Iraq han abandonado el país desde el inicio de la ocupación (Catholic News Services, 3 de agosto, 2006).

5. Véase en IraqSolidaridad: Pedro Rojo y Carlos Varea: ¿Está jugando Irán a la 'resistencia' en Basora?.

6. Cordesman A.H., y Sullivan WD: Iraqi Force Development in 2006, CSIS, 19 de julio, 2006. Véase también en IraqSolidaridad: Mohamed Abu Nasser: La otra guerra de Iraq. La confrontación entre Reino Unido e Irán en el sur del país.

7. Cockburn P. "Civil war won't end until troops leave Iraq", The Independent, 26 de julio, 2006.

8. Reuters, 2 de agosto, 2006.

9. Cordesman A.H., y Sullivan WD: Iraqi Force Development in 2006, CSIS, 19 de julio, (pág. 57).

10. Associated Press, 30 de julio, y al–Jazeera, 5 de agosto, 2006. Anteriormente en Bagdad había ya 9.000 soldados de EEUU, además de 8.500 soldados del nuevo ejército iraquí (la Guardia Nacional) y 34.000 policías (Los Ángeles Times, 27 de julio, 2006).

11. Cordesman A.H., y Sullivan WD: Iraqi Force Development in 2006, CSIS, 19 de julio, 2006. Véase también en IraqSolidaridad: Mohamed Abu Nasser: La otra guerra de Iraq. La confrontación entre Reino Unido e Irán en el sur del país.

12. AFP, 27 de julio, 2006.

13. Los Ángeles Times, 27 de julio, 2006.

14. Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Abandonando el terreno – Atacado con misiles el aeropuerto de Basora | El Cuerpo de Marines cerca Rutba con un muro de arena de 17 kilómetros | Doug Lorimer: EEUU incrementa los bombardeos contra ciudades iraquíes. Al menos 18 ciudades fueron atacadas en 2005 por aviones estadounidenses.

15. http://icasualties.org/oif/

16. McClatchy Newspapers, 27 de julio, 2006.

17. Véase en IraqSolidaridad: Pedro Rojo: La ejecución sumaria de al–Zarqaui y su papel real en Iraq.

18. Cordesman A.H., y Sullivan WD: Iraqi Force Development in 2006, CSIS, 19 de julio, 2006.

19. Al–Qaeda estaría centrando la intervención de sus células –según documentos internos, muy desestructuradas– en el área de Bagdad y por medio de coches–bombas y atentados suicidas contra los cuerpos de seguridad iraquíes y la comunidad shií, abandonando las ciudades del oeste y norte del país. En estas zonas han sido frecuentes los enfrentamientos entre la resistencia y la red Al–Qaeda en Iraq en los últimos meses. Véase en IraqSolidaridad: Pedro Rojo: Cruce de declaraciones entre al–Zarqaui, los ocupantes y la resistencia.

20. En este asalto al menos 58 personas fueron asesinadas por hombres armados vestidos con uniformes de la Guardia Nacional. Un nuevo grupo, hasta hace poco desconocido, los "Defensores del Pueblo Sunní", reivindicó la masacre como represalia por otra previa perpetrada por paramilitares shiíes en un barrio de Bagdad el 9 de julio. Este grupo se había dado a conocer con el atentado con coche–bomba llevado a cabo en un mercado de Medina as–Sáder, en Bagdad, el 1 de julio, que causó la muerte al menos a 62 personas (Al–Jazeera, 1 de julio, 2006).

21. Los Ángeles Times, 7 de mayo, 2006, recogido en Cordesman A.H., y Sullivan WD: Iraqi Force Development in 2006, CSIS, 19 de julio, 2006.

22. Véase en IraqSolidaridad: Kadhem al–Attabi: 6.000 víctimas de 'Escuadrones de la muerte' en los últimos cinco meses en Bagdad. La morgue central de Bagdad recibe al día de 35 a 50 cadáveres.

23. Informe sobre Derechos Humanos de la Misión de Naciones Unidas para Iraq (UNAMI) correspondiente al período del 1 de mayo al 30 de junio.

24. Véase en IraqSolidaridad: "Opción El Salvador" para Iraq – El Pentágono estudia enviar fuerzas especiales para la creación de Escuadrones de la muerte iraquíes | Stephen Zunes: La responsabilidad de EEUU en la violencia sectaria de Iraq – Más de 14.000 iraquíes detenidos por los ocupantes. NNUU reconoce la vinculación de los 'escuadrones de la muerte' a los nuevos aparatos de seguridad iraquíes | Dirk Adriaensens: Profesores iraquíes en zona de muerte: La necesidad de una investigación internacional independiente – Al menos 224 sanitarios han sido asesinados desde el inicio de la ocupación | ¿Quiénes están detrás de los 'Escuadrones de la muerte'? Unidades especiales vinculadas a los ocupantes alientan la ruptura de Iraq.

25. Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Iraq, Estado de terror. 146.000 iraquíes integran ejércitos privados sin control alguno – Amenazados de muerte 461 intelectuales en una nueva lista negra.

26. Véase en IraqSolidaridad: Mahan Abedin: Badr, Irán y los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes.

27. Véase en IraqSolidaridad: Declaración de la oficina del imán al–Jalisi sobre los atentados indiscriminados de Bagdad y el ataque a Tal Afar y Andrew Buncombe y Patrick Cockburn: Miles de personas han sido asesinadas en los últimos meses por los 'Escuadrones de la muerte'.

28. Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Paramilitares de as–Sáder asesinaron al abogado al–Obeidi. Cuatro abogados defensores de dirigentes del depuesto gobierno han sido asesinados y Dan Murphi: La milicia de as–Sáder afianza su dominio sobre la Sanidad. Sobre el movimiento as–Sáder puede leerse en inglés el  Informe de International Crisis Group (ICG).

29. Cordesman A.H., y Sullivan WD: Iraqi Force Development in 2006, CSIS, 19 de julio, 2006.

30. A la milicia de as–Sáder se le atribuyen, asimismo, las agresiones contra determinados colectivos, por ejemplo contra las mujeres que no siguen estrictamente los supuestos preceptos coránicos (incluido el uso de móviles o conducir coches), o el asesinato de homosexuales (véase al respecto el último Informe sobre Derechos Humanos de la UNAMI ya referido). Atinando respecto a quiénes les están erradicando de Iraq, la comunidad palestina en este país pedía a finales del pasado mes de julio a Hezbollah que intercediera ante Irán para que las milicias de la Organización Badr y del Ejército del Mahdi pusieran fin a los asaltos y asesinatos perpetrados desde el inicio de la ocupación contra ellos (www.uruknet.info, 29 de julio, 2006). Todo parece indicar (y un comunicado del Partido Baaz así lo ha confirmado –en inglés en: www.uruknet.info), que los paramilitares de as–Sáder asesinaron al abogado del grupo de dirigentes iraquíes presos, al–Obiedi, el pasado 21 de junio (véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Paramilitares de as–Sáder asesinaron al abogado al–Obeidi. Cuatro abogados defensores de dirigentes del depuesto gobierno han sido asesinados.

31. Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Nuevo gobierno en Iraq: inestable reparto sectario – La lista del nuevo gobierno y Nueva vuelta de tuerca en el afianzamiento del sectarismo en el país: Al–Maliki, nuevo primer ministro de Iraq

32. Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: La resistencia rechaza el plan de 'reconciliación nacional' de al–Maliki'. Las organizaciones anti–ocupación reiteran que solo negociarán con los ocupantes su retirada incondicional y Un sector de la resistencia islamista ofrece negociar con EEUU su participación en el proceso. El Congreso Fundacional Nacional Iraquí anuncia que no participará en las elecciones de diciembre

33. Véase en IraqSolidaridad: Abdul Ilah al–Bayati: La oferta de al–Maliki: Elegir el mal menor. El "plan de reconciliación" responde esencialmente a los intereses de EEUU

34. Al–Jazeera, 25 de julio, 2006.

35. Associated Press, 30 de julio, 2006; al–Jazeera, 7 de agosto, y AFP, 8 de agosto, 2006.

36. Al–Quds al–Arabi, 1 de agosto, 2006.

37. La adhesión de las formaciones del confesionalismo político shií iraquí y de las nuevas autoridades al dogma capitalista es total. Véase en IraqSolidaridad: ¿Cuánto petróleo ha exportado Iraq? (BTC News) – El vicepresidente de Iraq marca el compromiso de las nuevas autoridades con la liberalización de la economía y Kevin Zeese: Las corporaciones de EEUU se apoderan de la economía iraquí – El nuevo ministro de Petróleo anuncia la apertura del sector a las compañías extranjeras. Sobre medidas de entrada de capital extranjero en el sector en el Kurdistán, léase: Miriam Amie: Crudos propósitos. EEUU considera que la producción de petróleo iraquí permanecerá estrangulada durante años – La compañía noruega 'DNO' perfora en tres nuevos campos petrolíferos del Kurdistán

38. Associated Press, 30 de julio, 2006.

39. Associated Press, 4 de agosto, 2006.

40. Reid RH, "Power and Position Serve as Brakes on Shiite Cleric as He Confronts U.S.", Associated Press, 7 de agosto, 2006.