Un
gobierno sin gobernabilidad
Análisis
de Mohammed A. Salih
Inter
Press Service (IPS), septiembre 2006
BAGDAD.-
El gobierno de unidad nacional del primer ministro chiita Nouri
al-Maliki no cumplió sus promesas de mejorar las vidas de los iraquíes.
Cinco meses después de su llegada al poder, el país todavía soporta
una creciente violencia sectaria y servicios públicos casi
inexistentes.
En Bagdad hay pocas
señales de gobierno aparte de un fuerte despliegue de fuerzasm
uniformadas, que tampoco trajeron seguridad.
Edificios
desvencijados y en ruina se alinean calle tras calle en Bagdad. Las
mismas vías están congestionadas por un tráfico caótico. Hay
puestos de control establecidos por guardaespaldas privados. El
gobierno no controla ni siquiera la capital.
Taxistas chiitas
temen ingresar a vecindarios sunitas por miedo a los insurgentes de
esa comunidad. Del mismo modo, los choferes sunitas no conducen dentro
de áreas chiitas, donde temen que cualquiera con un documento de
identidad que sugiera que es sunita pueda ser asesinado en puestos de
control de las milicias chiitas.
El gobierno considera
presentar un "proyecto de desarme de milicias" en el
parlamento el mes próximo.
"Las milicias
son un gran problema y una amenaza al gobierno y al pueblo de
Iraq", dijo el viceprimer ministro Barham Salih. "Las
fuerzas políticas deben dejar las armas y participar en el proceso
político del país. De otro modo, no aceptaremos esto".
El gobierno fijó la
seguridad y la reconciliación como sus prioridades, pero hasta ahora
se logró muy poco. Las últimas cifras sugieren que la cantidad de víctimas
de la violencia sectaria cayó a 1.485 personas en agosto, en relación
a las 1.859 de julio. Pese a esta reducción de 14 por ciento en las
matanzas, todavía hay fundados temores de que el país vaya
gradualmente a una guerra civil.
Los iraquíes dicen
que cualquier plan para un país mejor debería abordar asuntos clave
de seguridad y también el fin de la presencia de fuerzas extranjeras.
"Como una de sus
prioridades, el gobierno de Al-Maliki tiene que hacer lo mejor para
controlar la situación de seguridad, que se ha vuelto muy
peligrosa", dijo a IPS Nabeel Mohammed Salim, académico de
ciencia política en la Universidad de Bagdad. Sin embargo, ningún
otro gobierno puede hacerlo mejor que el de Al-Maliki en las actuales
circunstancias, estimó.
Y un cambio en las
circunstancias debe significar una salida de tropas extranjeras,
manifestó. "Tiene que establecerse un calendario para poner fin
a la ocupación y para la retirada de las fuerzas ocupantes",
sostuvo.
El gobierno iraquí
depende demasiado de fuerzas extranjeras, opinó Salim. "El
gobierno no tiene la capacidad de ejercer sus funciones sin
interferencia de los estadounidenses", agregó.
Si la situación
continúa como hasta ahora, las consecuencias de no reducir la
violencia pueden ser severas, afirmó Salim. Ahora hay una
"guerra civil solamente entre milicias", pero si no se la
frena puede expandirse a "civiles y personas de otros grupos y
partes del país también".
A medida que aumenta
la insurgencia liderada por los sunitas en las regiones central y
noroccidental de Iraq, funcionarios de Washington admiten haber hecho
mal los cálculos sobre la posguerra en el país, invadido en marzo de
2003 por una fuerza extranjera encabezada por Estados Unidos.
"No esperábamos
que la insurgencia durara tanto tiempo", señaló el
vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, a la cadena de televisión
NBC la semana pasada. "Creo que el movimiento insurgente está
dando sus últimos respiros", había dicho el año pasado.
Algunos creen que la
propia composición del gobierno iraquí constituyó un obstáculo
para su éxito.
En las dos elecciones
previas, los árabes chiitas y sunitas y los kurdos votaron por una
agenda sectaria y étnica de los partidos que representaban a sus
comunidades. En última instancia, eso resultó en un reparto del
poder político según líneas sectarias, lo que ha llevado a algunos
a exigir el reemplazo del actual gobierno.
"Tenemos que
formar otro gobierno sobre una base nacional", expresó Salim.
"Deberá trabajar por el interés nacional de todos los iraquíes,
y no por los intereses de un sector o partido en particular".
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