La
guerra invisible: los medios de comunicación y la resistencia iraquí
EEUU
pretende erradicar de la conciencia pública la resistencia a la
ocupación
Por
David Edwards ZNet, 21/09/06
IraqSolidaridad,
19/10/06
Traducido
por Felisa Sastre
"Abandonar
Iraq sin haber conseguido la victoria, o cuando menos el control, es,
en consecuencia, algo no previsto por EEUU. Esa es la realidad del
supuesto objetivo estadounidense de '[...] establecer una democracia
en el corazón de Oriente Medio'. Pero, ¿cómo justificar el enorme
coste en vidas humanas que implica la subordinación de los intereses
iraquíes a los fines de las elites estadounidenses? Una tarea clave,
está claro, es que la resistencia a la ocupación debe ser demonizada
y, si es posible, erradicada de la conciencia pública."
En
vísperas de las elecciones iraquíes de enero de 2005, Scott Peterson
y Dan Murphy informaban en Christian Science Monitor:
"Lo
único en lo que coinciden todos los iraquíes es en que la ocupación
debería acabar pronto."
Pero,
se recalcaba, era un corolario que entraría en conflicto directo con
el objetivo estadounidense de establecer "una democracia amiga de
EEUU que le permita remplazar su presencia militar en Arabia Saudí...
con una en Iraq que facilitaría a [los estadounidenses] mantener el
equilibrio de fuerzas regional" [1].
El
mismo mes, el [diario] Financial Times recogía la opinión del primer
ministro británico:
"Tony
Blair afirma que no existe ninguna posibilidad de que EEUU y el Reino
Unido establezcan un calendario para la retirada de sus tropas de
Iraq" [2].
El
problema con una auténtica retirada -como con la auténtica
democracia e independencia- es que un Iraq soberano participaría
probablemente en los intentos de integrar a Irán en la región, que
se iniciaron mucho antes de la invasión estadounidense y británica.
Noam Chomsky, en su último libro Failed Status, explica:
"[...]
Los líderes religiosos y políticos shiíes de Iraq tienen vínculos
muy estrechos con Irán. El éxito shií en Iraq ya está reforzando
las presiones por la libertad y la democracia entre la acerbamente
oprimida población shií de Arabia Saudí justo al otro lado de la
frontera, tendencias que se incrementarían si a Iraq se le
garantizara una cierta soberanía. [...] Esta es, además, la región
donde se encuentra la mayor parte del petróleo saudí" [3].
La
consecuencia final de una auténtica independencia iraquí podría ser
una alianza controlada por los shiíes de Iraq, Irán y las regiones
petrolíferas de Arabia Saudí. Alianza, señala Chomsky, que sería
independiente de Washington y controlaría la mayor parte de las
reservas mundiales de energía, "[...] casi la peor pesadilla
para Washington."
En
2004, Financial Times describía el "ambiente de euforia" en
los consejos de administración y los grupos de presión corporativos
tras la victoria electoral de George Bush, porque "[...] las
empresas estadounidenses esperan conseguir un dominio absoluto",
ahora que "[...] el panorama político se ha inclinado a favor de
las corporaciones estadounidenses como nunca antes en la historia
moderna de EEUU" [4].
Charles
Lewis del Centre for Public Integrity, encargado de vigilar a los
grupos de presión empresariales en Washington, afirma:
"La
situación es tan buena como nunca lo había sido para cualquiera de
esas industrias, realmente es el Nirvana para esa gente" [5].
En
un análisis minucioso de los orígenes de la política exterior
estadounidense, Lawrence Jacob y Benjamin Page llegaron a la conclusión
de que la principal influencia [sobre ésta] era "[...] la de las
corporaciones de empresas con proyección internacional". Por el
contrario, la opinión pública tenía "[...] escasa o
insignificante influencia en los funcionarios del gobierno
[estadounidense]" [6].
De
todo ello pueden sacarse dos conclusiones:
1.
Habida cuenta de que son las grandes empresas, y no la opinión pública,
quienes dominan la política interior y exterior de EEUU, es ingenuo
creer que los mismos intereses empresariales estén dispuestos a que
la opinión pública iraquí controle la política exterior e interior
del país.
2.
Abandonar Iraq sin haber conseguido la victoria, o al menos el
control, es, no es una opción para EEUU. Esa es la realidad del
supuesto objetivo estadounidense de "[...] establecer una
democracia en el corazón de Próximo Oriente" [7].
Eliminar
a la resistencia
Pero,
¿cómo justificar el enorme coste en vidas humanas que implica la
subordinación de los intereses iraquíes a los fines de las elites
estadounidenses? Una tarea clave, está claro, es que la resistencia a
la ocupación debe ser demonizada y, si es posible, erradicada de la
conciencia pública. El diario The New York Times informaba de la última
oferta de George Bush:
"Si
abandonamos la lucha en las calles de Bagdad nos enfrentaremos con los
terroristas en las calles de nuestras propias ciudades" [8].
Si
el enemigo son simples terroristas a quienes hay que destruir,
entonces ni siquiera debe plantearse la cuestión de algún tipo de
solución política negociada.
En
un artículo del mismo día en The New York Times, se contribuía al
afán de erradicar de la mente de la opinión pública la conciencia
de [que existe] la resistencia [en Iraq]. Edward
Wong informaba:
"Desde
el domingo, más de 300 iraquíes han resultados muertos por bombas,
asesinatos y por la explosión de un oleoducto. [...] La violencia, en
general, se cree que se debe a la resistencia, a las milicias y a las
bandas criminales implicadas en los enfrentamientos sectarios entre
sunnitas y shiíes" [9].
Fíjense
en que los resistentes responsables de los "atentados con
bombas" se mezclan con las "milicias y bandas
criminales" y con los "enfrentamientos sectarios de shiíes
y sunníes", en lugar de tratarlos como resistentes. Wong continúa:
"La
reciente oleada de bombas pone en cuestión la efectividad a largo
plazo de la ofensiva conjunta braco-estadounidense para preservar la
seguridad en Bagdad. Se esperaba que las medidas de seguridad
contribuyeran a un descenso relativo del número de víctimas mortales
de civiles en agosto."
El
ejército estadounidense, que de hecho creó el caos, se presenta como
un benévolo espectador que interviene para impedir un enfrentamiento
mediante "medidas de seguridad". La resistencia no existe,
ni la ocupación, ni la violencia estadounidense, ni la ilegalidad
estadounidense, ni las masivas matanzas estadounidenses de civiles.
Todo esto queda suprimido de la historia.
Resulta
una notable gesta propagandística si la comparamos con la evaluación
que hacía en agosto la Agencia de Inteligencia de Defensa de EEUU, en
la que revelaba que de las 1.666 bombas que explotaron en Iraq sólo
en julio, el 90 por ciento iban dirigidas a las tropas
estadounidenses. ¿Quién adivinaría de los informes de los medios
que 518 soldados estadounidenses resultaron heridos en julio, muy por
encima de los 287 de enero? ¿Quién adivinaría que la oposición a
la ocupación estadounidense es más feroz que nunca? [10].
Lo
peor del engañoso marco mediático está en los detalles. Vean este párrafo
de Julian Borger en The Guardian:
"Altos
cargos estadounidenses han señalado con optimismo a las estadísticas
que sugieren que el centrar las acciones militares en la capital ayudó
a contener los asesinatos sectarios entre grupos shiíes y sunníes,
aunque en los últimos días se ha elevado otra vez el número de
muertos. Ayer, al menos 24 personas fueron asesinadas y 55 resultaron
heridas en un atentado con bomba contra una multitud en un mercado de
Bagdad central, mientras que otra bomba mató a 12 voluntarios en un
centro de reclutamiento del ejército iraquí en la ciudad shií de
Hilla [Babilonia]" [11].
Fíjense
en el intelectual juego de magia: Borger describía las esperanzas
estadounidenses de contener "[...] los asesinatos sectarios entre
grupos shiíes y sunníes", para introducir después la palabra
clave "aunque" 12 voluntarios resultaron muertos en el
atentado contra un centro militar iraquí de reclutamiento. De un
plumazo, Borger convierte un atentado de la resistencia en
"violencia sectaria", de manera que la ocupación ilegal y
la guerra de resistencia contra ella se hacen invisibles.
Un
día antes, el [diario británico] The Independent informaba sobre el
mismo atentado contra el centro de reclutamiento militar:
"Con
frecuencia la resistencia ha atacado a los aspirantes a formar parte
del ejército y de la policía mientras forman colas en el exterior de
los centros de alistamiento como una forma de desanimar a la gente
para que no se una a los servicios de seguridad y mantener así la
debilidad del ejército y de la policía" [12].
Pero
en absoluto puede considerarse un genuino ataque sectario.
Nos
dirigimos a Borger que contestó el 4 de septiembre:
"Estoy
de acuerdo en que debería haber dicho algo sobre el aumento de los
coches bomba de la resistencia pero lo más impactante es el asunto de
las matanzas sectarias, en parte porque matan a más gente pero también
porque tienen la posibilidad de llevar adelante una escalada que se
convierta en una devastadora guerra civil. El informe oficial de la
semana pasada sobre la estabilidad y seguridad en Iraq cita al juez de
instrucción de Bagdad declarando que en julio llegaron más de 1.800
cadáveres, de los cuales el 90 por ciento había sido ejecutado con
un disparo. Tiene razón al decir que elegir como objetivo a los
centros de reclutamiento de la policía o del ejército es una de las
tácticas preferidas de la resistencia pero este atentado en
particular, en una barriada shií, reúne ambos objetivos: los de la
resistencia y el sectarismo" [13].
Además,
un informe del Pentágono del 29 de agosto [de 2006] dirigido al
Congreso de EEUU revelaba que más del 60 por ciento de los atentados
de todo tipo contra las tropas estadounidenses y extranjeras, fuerzas
de seguridad iraquíes, civiles o infraestructuras iban dirigidas
contra objetivos gubernamentales estadounidenses e iraquíes. Los
civiles sólo fueron el blanco del 15 por ciento de los atentados,
aunque suponen la mayoría de las víctimas de la violencia.
Seguramente, el primer objetivo de los atentados, y el hecho de que se
hayan incrementado de forma masiva en los últimos meses, también es
"sorprendente". El problema es que el énfasis de Borger se
repite en todos los medios de comunicación.
En
un artículo del 19 de agosto en The Independent, el subdirector de
Internacional, Daniel Howden, llamaba la atención sobre el hecho de
que los intentos estadounidenses "[...] de controlar la espiral
de violencia sectaria en Bagdad" se han "topado de inmediato
con problemas". Sin mencionar a la resistencia en todo el artículo,
Howden sin embargo trataba de informar de cómo un tribunal militar
estadounidense estaba juzgando si cuatro soldados deberían someterse
a un consejo de guerra por la violación y asesinato de una niña
iraquí y de su familia en marzo [2006]. El tribunal escuchó la
declaración de cómo los soldados "[...] se habían vuelto
locos" por el estrés del combate:
"El
soldado Justin Cross explicaba de qué forma las circunstancias '[...]
casi habían aplastado al pelotón', que vivía con el miedo constante
a ser asesinados"
"Te
vuelve loco. Sientes que cada paso que das podría hacerte volar.
Llegas a un punto en el que te dices. 'Si me muero hoy, pues me muero.
Es como si estuvieras caminando hacia la muerte" [14].
¡Cada
paso que das puede hacerte volar! Pero lo único digno de interés
periodístico, según el artículo de Howden, era la "espiral de
la violencia sectaria."
A
primeros de agosto, Sarah Baxter narraba acontecimientos dentro del
mismo marco contradictorio en The Times:
"Resulta
infrecuente que Donald Rumsfeld, secretario de Defensa estadounidense,
se deje llevar por las palabras. El secretario de Defensa no puede
permitirse decir la frase guerra civil, pero sus mandos militares lo
hacen por él. Sus análisis han sido casi tan francos como el de
William Patey, corresponsal británico en Iraq, quien advertía en una
carta de despedida enviada a Londres que el país se encontraba en
'una guerra civil de baja intensidad' con disminución de las
posibilidades de alcanzar una democracia estable.
"El
general John Abizaid, jefe de las fuerzas estadounidenses en Próximo
Oriente, declaró ante el Comité de Senado que la violencia sectaria
era 'probablemente tan terrible como lo hemos visto, en particular en
Bagdad y, si no se ataja, es posible que Iraq derive hacia la 'guerra
civil'".
Baxter
sigue hablando sobre el mismo asunto:
"Las
estadísticas en Iraq cuentan por sí mismas la grave situación.
Durante el año en curso, el número de muertes violentas de civiles
ha aumentado de 1.178 en enero, a 3.149 en junio, último periodo del
que se disponen datos" [15].
A
pesar de haber dedicado todo el artículo a acentuar esto, en sus últimos
dos párrafos, Baxter cita al coronel Larry Wilkerson, ex jefe del
gabinete de Colin Powell en el Departamento de Estado:
"'Los
problemas podrían desencadenarse rápidamente si se produjera una
concatenación de acontecimientos', advertía Wilkerson. 'Si el apoyo
estadounidense a la guerra disminuye rápidamente, si se nos obliga a
establecer un calendario para la retirada y la resistencia cree que no
sólo nos está llevando a un punto muerto sino que nos están
venciendo, dejarán que nos cuelguen a todos'.
"El
enemigo puede oler la sangre y cuanto más poder uses en enfrentarte a
ellos, más perderás."
De
repente, sale a la luz: EEUU tiene enemigos reales, que son quienes de
verdad se oponen a su ocupación; no se trata sólo de violencia
sectaria, los estadounidenses no son únicamente pacificadores. Pero
esto, bastante importante, se etiquetó en una frase que se ceñía
casi exclusivamente a la violencia sectaria.
También
a primeros de agosto, Rupert Comwell escribía en The Independent:
"Lejos
de retirarse, EEUU ha reforzado sus tropas esta semana con 5.000 [más]
en una tentativa de reprimir la violencia sectaria." [16]
Más
aún, según una encuesta del ministerio de Defensa británico de
agosto de 2005, el 82 por ciento de los iraquíes estaban
"totalmente en contra" de la presencia de las tropas de la
coalición, y el 45 por ciento creían que los ataques contra éstas
estaban justificados [17].
Intercambio
de mensajes con 'The New York Times'
Decidimos
plantar cara a varios periodistas, al azar, de medios de comunicación
ante su descripción de la guerra en Iraq como un conflicto
fundamentalmente sectario. El 31 de agosto, escribimos a Damien Cave
de The New York Times:
"Querido
Damien:
"En
tu artículo de hoy, escribes: 'Los tiroteos y los atentados con
bombas en un mercado, una gasolinera y un centro de alistamiento del
ejército mataron el miércoles al menos a 52 iraquíes, continuando
una ola de violencia sectaria que ha desafiado a los enormes esfuerzos
para detener su proliferación'. [18]
"Pero,
con seguridad, el atentado contra el centro de reclutamiento militar
formaba parte de una oleada de resistencia, no de violencia sectaria.
El 17 de agosto, tus colegas Michael R. Gordon, Mark Mazzetti y Thom
Shanker enfatizaban el enorme incremento de los ataques de la
resistencia en los últimos meses en su artículo 'Insurgent Bombs
directed at G.I's increase in Iraq'. ¿He omitido algo?
"Saludos.
David Edwards."
Cave
contestó el mismo día:
"[...]
Bueno, los ataques de la resistencia no siempre son no sectarios. De
hecho, con frecuencia, están íntimamente relacionados con la
violencia sectaria. Aquí en general se considera que las fuerzas
policiales están controladas por los shiíes, y los atentados contra
ellos parece que persiguen dos objetivos: tanto socavar el proyecto
estadounidense aquí como matar shiís a quienes se considera (en
algunos casos) implicados en las actividades de los escuadrones de la
muerte que tienen como blanco a los sunníes.
"La
realidad es que intentar desentrañar las razones que existen aquí
para matar puede resultar difícil. Es una mezcla de sectarismo,
oposición política, y simplemente crímenes comunes.
"Espero
que sea de utilidad [...] es un planteamiento válido y quizás
necesitemos encontrar la manera de hacer noticia el asunto,
precisamente para poner en claro lo muy poco clara que puede ser
determinada violencia.
"Gracias
por escribir [...]. Damián."
El
mismo día volvimos a escribirle:
"Querido
Damien:
"Muchas
gracias por tan rápida respuesta. Estoy de acuerdo en que no puede
darse el caso de que ataques contra objetivos militares sean
no-sectarios. Pero resulta muy simplista, cuando menos, escribir
'continuando con una oleada de violencia sectaria y de la resistencia
que ha desafiado los enormes esfuerzos para detener su proliferación'.
Considerando que, según la Agencia de Inteligencia de la Defensa, el
90 por ciento de las bombas caseras va dirigido a las fuerzas
capitaneadas por EEUU, ¿no resulta perverso centrarse principalmente,
y más aún en exclusiva, en el aspecto de la violencia sectaria?
"Asimismo,
parece poco apropiado hablar de las tropas estadounidenses intentando
'detener la proliferación' de la violencia. Ellos mismos son agentes
de la violencia y, desde luego, están incitando la violencia con su
presencia en Iraq. Nunca hubiéramos hablado de la Unión Soviética
tratando de "detener la violencia" en Afganistán en los años
1980.
"Saludos.
David."
Cave,
de nuevo, respondió el 31 de agosto:
"[...]
Tu primera sugerencia me parece sencilla y una buena idea.
Probablemente la utilizaré la próxima vez.
"En
cuanto a la segunda, tienes que entender que las bombas caseras no son
ni mucho menos las únicas bombas a las que me refiero, ni resulta
perverso centrarse en el aspecto sectario de la violencia. Aquí, día
tras día, es lo que predomina en realidad. Y no es mi opinión, sino
que procede de mis conversaciones con iraquíes. En los últimos días,
hemos observado un ligero cambio en la tendencia: los atentados
parecer tener más que ver con la resistencia. Pero es difícil
afirmarlo sin conocer las motivaciones verdaderas.
"En
cualquier caso, reconozco que tu opinión merece tenerse en cuenta.
"Respecto
a tu última puntualización, lamento tener que disentir de nuevo
tengo. Puede que los soldados estén alimentando la violencia pero
también están claramente intentando detenerla. Podemos discutir
sobre la lógica de esta contradicción interna, pero no creo que
Afganistán en los años 1980 sea el ejemplo adecuado. Quizás Bosnia
sería un modelo mejor.
"Damián."
Notas
del autor y de IraqSolidaridad:
1.
Christian Science Monitor, 28 de enero, 2005.
2.
Financial Times, 26 de enero, 2005.
3.
Noam Chomsky, Failed States [Estados fallidos], Hamish Hamilton, 2006,
pág. 144
4.
Financial Times, 4 de noviembre, 2004.
5.
Ídem.
6.
American Political Science Review, febrero, 2005.
7.
Mark Urban, Noticiero de noche, BBC2, 12 de abril, 2005.
8.
The New York Times, 1 septiembre, 2006.
9.
Ídem.
10.
Véase en IraqSolidaridad: Paul Rogers: "Guerra desigual":
la derrota de EEUU en Iraq. Los ocupantes cercan Bagdad para intentar
impedir los movimientos de la resistencia y Carlos Varea: Se
multiplican por cuatro los ataques contra los ocupantes. El incremento
de la resistencia fuerza a EEUU a un nuevo aumento de sus tropas en
Iraq
11.
The Guardian, 31 de agosto, 2006. [Hilla, situada al lado de la
antigua Babilonia, no puedes ser caracterizada como una ciudad shií.
Nota de IraqSolidaridad.]
12.
The Independent, 30 de agosto, 2006.
13.
Borger, correo electrónico a Media Lens.
14.
The Independent, 29 de agosto, 2006.
15.
Yhe Sunday Times, 6 de agosto, 2006.
16.
The Independent, 5 de agosto, 2006.
17.
Chomsky, op. cit. pág.164
18.
The New York Times, 31 de agosto, 2006.
[1].-
David Edwards pertenece al colectivo 'Media Lens' de 'ZNet'. Junto a David Cronwell, Edwards ha publicado en 2006 el libro 'Guardians
of Power: The Mit. Of the Liberal Media' (Pluto Books, Londres)
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