EEUU:
El debate sobre la crisis de la ocupación – I
“Grupo
de Estudio de Iraq”: Ni irse ni quedarse
El
Partido Demócrata y la Administración Bush buscan un consenso sobre
la continuidad en Iraq
Por
Peter Grier (*)
'The
Christian Science Monitor', 14/11/06
IraqSolidaridad, 28/11/06
Traducido por Beatriz Morales
"Como
partido, los demócratas siguen divididos acerca de hasta qué punto
todavía se podría salvar Iraq, así como respecto a la naturaleza de
cualquier fecha límite para la retirada de tropas. [...] Dada su
naturaleza, parece poco probable que el Grupo de Estudio de Iraq
presente un informe que pida o bien la continuidad de la actual política
o bien una inmediata y rápida retirada de las fuerzas estadounidenses
en Iraq."
[Tras
el triunfo demócrata en las elecciones legislativas de noviembre],
para el equipo bipartidista de lumbreras conocido como Grupo de
Estudio de Iraq, lo más importante ahora podría ser negociar un
marco de convivencia en Washington [entre el Partido Demócrata y la
Administración republicana de Bush], en lugar de esbozar nuevas
listas de opciones para la política estadounidense respecto a Iraq.
Al fin y al cabo, a pesar de todo lo que Washington habla sobre
cooperación desde las elecciones de la semana pasada, entre muchos
demócratas y republicanos, así como entre ambos partidos, siguen
existiendo profundas diferencias acerca del camino que hay por delante
[1]. Sin embargo, todas las partes afirman que están deseando
escuchar a las demás y buscar un terreno común.
Veamos
[lo que opina] el Grupo de Estudio de Iraq, dirigido por el ex
secretario de Estado James Baker III y el ex congresista demócrata
Lee Hamilton. El momento –más la naturaleza de sus miembros– podía
haber adjudicado al grupo un papel central en el que quizá sea el
debate político más importante al que ahora se enfrenta la nación.
"Quizá un grupo ajeno sea capaz de crear una política que
puedan aceptar ambos lados, aunque no quiera asumir la responsabilidad
de elaborarla", afirma William Martel, un profesor adjunto de
Estudios de Seguridad en el Fletcher School de la Universidad Tufts en
Medford, Massachussets.
El
Grupo de Estudio de Iraq formado por diez miembros [2] lo creó el
Congreso la pasada primavera. En aquel momento la medida suscitó poca
atención, aparte de una ingente actividad entre los expertos
estrategas de Washington deseosos de servir como asesores al Grupo.
Ahora Washington espera con ansiedad su informe final, que se prevé
para antes de finales de año.
El
pasado lunes [13 de noviembre], miembros del Grupo se reunieron con
altos cargos de la Casa Blanca, lo que incluye al presidente Bush y al
vicepresidente Dick Cheney. El jueves se entrevistaron con el primer
ministro británico Tony Blair mediante videoconferencia. En cuanto a
la intervención de Bush ante el grupo, el portavoz presidencial Tony
Snow la definió como una conversación en la que ambas partes
compartieron puntos de vista. "No es una declaración",
afirmó Snow. El propio Bush afirmó que no estaba seguro de lo que el
informe del Grupo de Estudio de Iraq diría, pero que estaba deseando
verlo: "[...] No voy a emitir un juicio anticipado" del
trabajo del grupo.
El
equipo completo del Grupo de Estudio de Iraq ha esperado a comenzar
sus reuniones a la semana posterior al Día de Acción de Gracias [el
cuarto jueves del mes de noviembre en EEUU] para iniciar el polémico
proceso de redacción de las recomendaciones finales. Baker y Hamilton
no querían presentar ninguna lista [de recomendaciones] antes de las
elecciones, la cual se podría haber filtrado para obtener rédito político.
El
candidato de Bush para sustituir al secretario de Defensa Donald
Rumsfeld, el ex director de Inteligencia Robert Gates, era un miembro
del equipo. El viernes pasado Baker y Hamilton anunciaron que Gates
había dimitido del Grupo y había sido sustituido por el
ex–secretario de Estado Lawrence Eagleburger. El equipo sigue
compuesto por cinco demócratas y cinco republicanos.
Ni
irse ni quedarse
Dada
su naturaleza, parece poco probable que el Grupo de Estudio de Iraq
presente un informe que pida o bien la continuidad de la actual política
o bien una inmediata y rápida retirada de las fuerzas estadounidenses
en Iraq. Baker, por su parte, en sus apariciones públicas para
promocionar su último libro ha sido un tanto crítico con la lentitud
del gobierno estadounidense para reaccionar ante la intensificación
de la violencia en Iraq. Cuando Baker era secretario de Estado estaba
abierto a hablar incluso con los enemigos de EEUU, hasta el punto de
soportar largas arengas del difunto dirigente sirio Hafez al–Assad.
Como copresidente del Grupo, Baker ya se ha reunido con Javad Zarif,
embajador de Irán en EEUU.
Es
posible que el Grupo de Estudio de Iraq pudiera urgir a algún tipo de
encuentro regional sobre el futuro de Iraq que incluya a Irán y
Siria, una recomendación a la que anteriormente la Casa Blanca se había
opuesto [3]. El ex embajador [estadounidense] ante Naciones Unidas,
Richard Holbrooke, un demócrata, afirmó recientemente que una
conferencia regional similar a la que él utilizó para elaborar un
final para la guerra de Bosnia en 1995 podría ser útil. "[...]
Esta guerra la están llevando a cabo sobre el terreno fuerzas
despiadadas, las cuales no estarán necesariamente muy interesadas en
lo que dicen los actores regionales e internacionales", ha
afirmado Holbrooke, "[...] [pero] aún así, creo que vale la
pena intentarlo".
Sin
calendario de retirada
Por
supuesto, dada la presencia de Baker y de otros veteranos republicanos
en el grupo, es también poco probable que el Grupo de Estudio pida
con insistencia algún tipo de calendario para una retirada de tropas,
ni siquiera uno poco definido –algo que a los demócratas les costaría,
sin embargo, aceptar.
Respecto
a posibles soluciones a medio plazo, se dice que el equipo de expertos
ha estado sopesando una solución llamada "Primero,
Estabilidad" [4] que enfatiza la retirada de las tropas
estadounidenses de la mayor parte del país para centrar todos los
esfuerzos en la estabilización de Bagdad. Una opción complementaria
sería la llamada "Reubicar y Contener", que supondría la
retirada de la mayoría de las fuerzas estadounidenses a las naciones
vecinas donde servirían como reserva móvil para las fuerzas
nacionales iraquíes.
Hamilton
ha manifestado que es posible que su equipo no sea capaz de llegar a
un consenso. Como partido, los demócratas siguen divididos acerca de
hasta qué punto todavía se podría salvar Iraq, así como respecto a
la naturaleza de cualquier fecha límite para la retirada de tropas.
No es que el Partido Republicano, como partido, sea ahora por el
contrario un frente unificado. El senador John McCain por Arizona
(republicano) ha afirmado que lo que se necesita en este momento es un
incremento de las fuerzas estadounidenses en Iraq, al menos durante un
tiempo.
Por
lo que se refiere al diálogo entre los partidos, mientras que
senadores demócratas clave han hecho promesa de presionar para [que
se apruebe] una resolución que exigiría la retirada de las tropas en
cuestión de meses, parece que un calendario de retirada sigue siendo
un anatema para la Casa Blanca. "[...] No creo que seamos
receptivos a la idea de que haya un calendario fijo según el cual nos
retiremos automáticamente", declaró el jefe de personal de Bush,
Joshua Bolten, en una entrevista en un programa de fin de semana [5].
(*)
Peter Grier es redactor del 'The Christian Science Monitor'.
Notas
de IraqSolidaridad:
1.
Véase en IraqSolidaridad: Joe Kay: Demócratas y republicanos:
Mantener la ocupación de Iraq. Antes que una retirada o reducción de
tropas, se prevé un incremento de hasta 30.000 efectivos
2.
El Grupo de Estudio de Iraq, que lleva trabajando desde abril, está
compuesto por: [2] copresidentes James Baker III, ex–secretario de
Estado del gobierno de George H.W. Bush, y Lee Hamilton,
ex–congresista (demócrata) por Indiana; [y 8 miembros] Lawrence
Eagleburger, ex–secretario de Estado de la Administración de George
H.W. Bush; Vernon Jordan, abogado, consejero presidencial de Clinton;
Edwin Meese, ex–fiscal general del Estado del gobierno Reagan;
Sandra Day O'Connor, ex magistrada del Tribunal Supremo; Leon Panetta,
ex–jefe de personal de la Casa Blanca con la Administración Clinton;
William Perry, ex–secretario de Defensa con el gobierno Clinton;
Chuck Robb, ex–gobernador demócrata de Virginia; y Alan Simpson, ex
–senado (republicano) por Wyoming.
3.
Miembros de la Administración Bush y máximos dirigentes iraníes ya
habían avanzado la posibilidad de abrir un diálogo bilateral sobre
la estabilización de Iraq, reiterada en estos días. Véase al
respecto en IraqSolidaridad: Carlos Varea: EEUU e Irán, dispuestos a
negociar sobre Iraq – La operación 'Swarmer' en Samarra, cortina de
humo del fracaso militar estadounidense en Iraq | EEUU e Irán
negociarán sobre Iraq una vez formado el nuevo gobierno de al–Maliki
| Gareth Porter: Bush busca la ayuda de sus enemigos en Iraq | Gareth
Porter: Los ocupantes, as–Sáder e Irán. EEUU depende de Irán y de
sus aliados shiíes iraquíes para mantener la ocupación de Iraq |
Pedro Rojo y Carlos Varea: ¿Está jugando Irán a la 'resistencia' en
Basora? | Gareth Porter: La crisis de la ocupación de Iraq y la
negociación EEUU–Irán – ¿Hacia un condominio de Estados Unidos
e Irán sobre Iraq?. Por su parte, Siria ha reestablecido relaciones
diplomáticas con Iraq este mes, una medida que supone por parte del régimen
sirio la aceptación del marco de la ocupación de Iraq y debe
interpretarse como un gesto hacia EEUU.
4.
La opción más probable que presentará el Grupo de Estudios sobre
Iraq (demócrata–republicano), coincidente con la de otro grupo
militar de evaluación creado por la Junta de Jefes de Estado Mayor,
sería la de incrementar inicialmente en entre 20.000 y 30.000
efectivos estadounidenses los más de 140.000 actuales, para
reducirlos posteriormente a 60.000 (The Washington Post, 20 de
noviembre, 2006). Con este incremento se pretende asegurar el control
de Bagdad y desplegarse en otras zonas del país, particularmente en
la provincia occidental de al–Anbar, de muy fuerte presencia
guerrillera. De hecho, el Pentágono ya ha enviado a esta zona la
semana pasada a 2.200 marines más (Associated Press, 25 de noviembre
de 2006).
5.
El general John Abizaid, comandante en jefe del Comando Central de
EEUU para Oriente Medio y Asia Central, descartó, en una
comparecencia realizada ante el Senado en noviembre, la imposición de
un calendario de salida de las tropas de Iraq, así como su reducción.
EEUU:
El debate sobre la crisis de la ocupación – II
Demócratas
y republicanos: Mantener la ocupación de Iraq
Antes
que una retirada o reducción de tropas, se prevé un incremento de
hasta 30.000 efectivos
Por
Joe Kay
World Socialist Web Site, 20/11/06
IraqSolidaridad, 2811/06
Traducido por Paloma Valverde
"Los
demócratas están claramente aplazando la cuestión de la retirada de
las tropas a un futuro lejano, al tiempo que la tarea inmediata es la
'estabilización', es decir, un nuevo baño de sangre contra las
organizaciones hostiles a la presencia de EEUU en Iraq."
Los
dirigentes demócratas se han comprometido con entusiasmo a trabajar
estrechamente con el gobierno de Bush para fraguar una política
bipartidista con el fin de continuar la ocupación de Iraq y han
anunciado su apoyo a un aumento significativo en el presupuesto de las
Fuerzas Armadas y en el reclutamiento de más tropas para el ejército.
Estos comentarios surgen en medio de un intenso debate dentro de los círculos
de poder sobre cómo salvar la ocupación de Iraq y preservar los
intereses del imperialismo estadounidense en Oriente Medio. Mientras
se barajan varias opciones, la posibilidad de una retirada inmediata
de parte o de la totalidad de las tropas (la postura apoyada por la
gran mayoría de aquellos que votaron por los candidatos demócratas
en las elecciones celebradas hace menos de dos semanas) ha quedado
fuera de las conversaciones [1].
Steny
Hoyer, el congresista de Maryland que fue elegido la semana pasada por
el Comité Ejecutivo demócrata para ser el nuevo líder de la mayoría
en el Congreso, estableció la línea del Partido Demócrata en una
entrevista en [el programa] "Esta Semana con George
Stephanopoulos", en las noticias del domingo de la [cadena
televisiva] ABC. Stephanopoulos pidió a Hoyer que respondiera a la
consideración del senador republicano por Arizona, John McCain, de
que se deben enviar más tropas estadounidenses a Iraq. [Stephanopoulos]
recordó además que una de las opciones que se están considerando en
el bipartidista [demócrata–republicano] Grupo de Estudio de Iraq
[2] era aumentar el poder militar de EEUU para apoyar el aplastamiento
de las milicias que operan en Bagdad. "[...] Si ese aumento
temporal [de tropas] es compatible con un plan de transición y de
redespliegue de las tropas estadounidenses", afirma Hoyer,
entonces [John McCain] debería estar preparado para llevarlo a cabo.
Hoyer además repitió la postura de muchos demócratas y de sectores
de la jerarquía militar de que el problema fundamental en la
Administración Bush con la política en Iraq ha sido, para empezar,
que no se han enviado suficientes tropas.
Los
comentarios de Hoyer fueron una señal inequívoca a la Administración
Bush de que los demócratas apoyarían un aumento de tropas si [tal
incremento] se pudiera presentar como un paso hacia una posterior
retirada. Para recalcar este punto, Hoyer afirmó, hacia el final de
la entrevista, que las tropas estadounidenses estaban en peligro no
porque estuvieran obligadas a luchar en Iraq, sino porque "[...]
su falta de efectivos les expone a diario al peligro y a la
muerte."
El
nuevo líder de la mayoría en el Congreso también dejó claro que
los demócratas no considerarían cortar la financiación para la
ocupación de Iraq. "[...] No vamos a dejar sin fondos a las
tropas en el campo de batalla, punto", añade. El poder para
suprimir los gastos en una guerra es la última competencia esgrimida
por el Congreso para obligar al poder ejecutivo a modificar su política
exterior. Rechazó de plano que eso signifique que la Administración
Bush pueda continuar la guerra en Iraq, como Bush había prometido,
hasta el final de su mandato, el 20 de enero de 2009.
Esas
declaraciones resaltan el significado del voto demócrata del Congreso
la semana pasada por Hoyer frente a John Murtha, el candidato apoyado
por la portavoz entrante en el Congreso, Nacy Pelosi. Murtha, que
tiene estrechas relaciones con sectores del ejército y que durante décadas
formó parte del ala derechista de la dirección del partido Demócrata,
fue objeto de la atención pública hace casi un año cuando pidió en
el Congreso una retirada inmediata de las tropas estadounidenses de
Iraq. La semana pasada, durante la campaña para votar por el
dirigente de la mayoría [en el Congreso], Murtha sufrió el ataque de
los medios de comunicación y de compañeros demócratas en relación
con su implicación en el escándalo de sobornos de Abscam [3], hace
casi un cuarto de siglo. [El escándalo] Abscam resucitó como una
manera de vilipendiar a Pelosi y a Murtha, pero la verdadera cuestión
era la postura de Murtha sobre la guerra.
No
a una retirada inmediata
Mientras
que Murtha resultó útil para atraer el voto [del movimiento] contra
la guerra, el 7 de noviembre [de 2006, día de las elecciones], hacia
los candidatos demócratas al Congreso, no existe un apoyo
significativo a la postura de una retirada inmediata de las tropas, ni
en la dirección del Partido Demócrata, ni en la elite dirigente
estadounidense en su conjunto. Aunque los asuntos políticos, los
intereses regionales, incluso la idiosincrasia personal afectaron
indudablemente al voto secreto a puerta cerrada, la guerra en Iraq se
sitúa por encima de cualquier cuestión. Los demócratas decidieron
por una abrumadora mayoría de votos (149 a 86) que no querían entrar
en el nuevo Congreso con un líder absolutamente identificado por el público
con la retirada de las tropas [de Iraq].
La
declaración de Hoyer se hizo pública un día después de las
observaciones hechas por el dirigente demócrata del Senado, Harry
Reid, durante las alocuciones semanales demócratas por radio. Reid
apeló a un "[...] cambio en el curso de los
acontecimientos", y afirmó que estaba "[...] animado de que
el presidente [Bush] finalmente escuche a los expertos independientes
y a los miembros del Congreso", una referencia en concreto al
Grupo de Estudio de Iraq. "[...] Trabajar unidos" afirmó
Reid, "[...] [para] crear una nueva vía hacia el futuro, una vía
que permita estabilizar Iraq y que nuestras tropas inicien la
retirada. Respecto a Iraq, y a cualquier otra parte, los demócratas
rezamos para que el presidente trabaje con nosotros, porque estamos
preparados para trabajar con él."
La
semana pasada Reid afirmó que una de sus prioridades fundamentales en
el Senado será la aportación de un fondo adicional para el ejército
de 75 mil millones de dólares, específicamente para reconstruir el
Ejército de Tierra y el Cuerpo de Marines, seriamente minados por las
pérdidas tanto de efectivos humanos como de equipamiento en Iraq y
Afganistán [4]. La invasión y la ocupación de Iraq ya ha alcanzado
un coste aproximado de 350 mil millones de dólares.
Los
demócratas están claramente aplazando la cuestión de la retirada de
las tropas a un futuro lejano, al tiempo que la tarea inmediata es la
estabilización, es decir, un nuevo baño de sangre contra las
organizaciones hostiles a la presencia de EEUU en Iraq. El ejército
estadounidense lleva mucho tiempo planificando operaciones importantes
contra las milicias shiíes en Bagdad, especialmente las controladas
por Moqtada as–Sáder [5].
Si
esto requerirá, o no, un aumento de las tropas estadounidenses en
Iraq es uno de los temas principales que actualmente se están
discutiendo en los círculos dirigentes políticos. El senador demócrata
Carl Levin, el presidente entrante del Comité de Servicios Armados
del Senado, se manifestó contra un aumento del poder militar en una
entrevista para el programa de los domingos "Última Edición"
de la CNN. Sin embargo, Levin también dejó clara que su postura
–que EEUU debe anunciar que iniciará la retirada de las tropas
estadounidenses de Iraq en cuatro o seis meses– no es una petición
para poner fin a la ocupación.
Levin
subrayó que no abogaba por un calendario concreto para retirar
"[...] todas o incluso la mayoría de nuestras tropas", y
afirmó que una presencia militar estadounidense importante continuaría
indefinidamente. "[...] No planteamos la retirada total" en
ninguna de nuestras propuestas, afirmó. La esperanza de Levin es que
amenazar al gobierno iraquí con una retirada parcial servirá para
presionar a las distintas facciones de la esfera de gobierno en Iraq
con el fin de alcanzar algún tipo de acuerdo entre ellas.
Incremento
de las Fuerzas Armadas
Un
tema en el que están de acuerdo las diversas facciones de los grupos
de poder [estadounidenses] es la necesidad de un aumento de los
efectivos del ejército estadounidense en su conjunto, lo que se
percibe como una precondición imprescindible para aumentar las tropas
estadounidenses en Iraq. El domingo [19 de noviembre], el editorial de
The New York Times, titulado "El ejército que necesitamos",
expresaba el punto de vista de que "[...] hay que aumentar el
total de la fuerza militar autorizada que Rumsfeld tenía en mente
para los próximos años entre 75.000 y 100.000 efectivos más".
The New York Times expresa aquí la postura de los dirigentes demócratas
que llevan tiempo presionando para aumentar el número de soldados en
el Ejército de Tierra y en el Cuerpo de Marines.
La
semana pasada, el general John Abizaid, comandante en jefe del Comando
Central de EEUU para Oriente Medio y Asia Central [USCENTCOM], descartó,
en una comparecencia realizada ante el Comité de Servicios Armados,
reducir las tropas en Iraq, pero afirmó que aumentar la presencia de
tropas estadounidenses era inviable debido a la presión que existe
sobre el ejército. El momento de esta declaración fue muy
significativo por producirse poco después de las elecciones, como si
se pretendiera alejar la discusión de cualquier debate sobre la
retirada de las fuerzas estadounidenses.
Lo
que se esconde en la trastienda de los debates sobre el aumento de la
fuerza militar es la cuestión del reclutamiento obligatorio [6]. El
demócrata Charles Rancel, presidente entrante del Comité de Medios y
Arbitrios del Congreso [7], reiteró en el programa "El estado de
la nación" de la CBS su apoyo a la puesta en marcha del
reclutamiento obligatorio. "[...] Si estamos desafiando a Irán y
a Corea del Norte y algunos piden más tropas en Iraq", afirmó,
"[...] no podemos hacerlo" sin el reclutamiento obligatorio.
"[...] No entiendo cómo alguien puede apoyar esta guerra y no
apoyar el reclutamiento obligatorio" [8]. Rangel prometió que
reintroduciría una propuesta de Ley para poner en marcha el
reclutamiento obligatorio, una propuesta que ha estado apoyada por
muchos estrategas demócratas, como uno de los primeros actos en la
nueva sesión del Congreso el año que viene.
El
senador republicano Lindsey Graham, que intervino después de Range,
declaró que él también apoya un aumento del número de efectivos
del ejército, pero que cree que esto se podría hacer con una fuerza
de voluntarios. Sin embargo, si esto no es posible, afirmó Graham,
"[...] buscaremos otra opción."
En
los debates sobre cómo salvaguardar la ocupación de Iraq, los demócratas
llevan tiempo cerrando filas en torno al Grupo de Estudio de Iraq,
creado por algunos congresistas republicanos para proponer una nueva
estrategia estadounidense en Iraq [y compuesto paritariamente por
miembros de ambos partidos]. Dentro de este grupo, ocupando un lugar
prominente, hay antiguos miembros de la primera Administración Bush y
de las de Clinton, que mantienen algunas diferencias tácticas con el
actual gobierno de Bush y con personajes como el vicepresidente Cheney
y el saliente secretario de Defensa, Donald Rumsfeld.
Dirigentes
demócratas, incluido Reid, ya han declarado también su total apoyo
al nuevo nombramiento hecho por Bush de Robert Gates como secretario
de Defensa. Gates fue durante mucho tiempo un agente de la CIA con el
presidente Reagan y director de la CIA con Bush padre. [Gates] jugó
un papel fundamental en el escándalo Irán–Contra [9], y también
estuvo implicado en el apoyo estadounidense a los fundamentalistas islámicos
en Afganistán, incluido Osama Bin Laden, durante su guerra contra la
Unión Soviética en la década de 1980.
Reid
ha afirmado que Gates debería ser investido sin problemas en las próximas
semanas. Las declaraciones de los demócratas en los últimos días
subrayan el hecho fundamental de que no hay sector, dentro de los
grupos de poder político opuesto a la guerra, a pesar de que esta es
la postura de la mayoría del pueblo estadounidense. Por el contrario,
tras las elecciones, los demócratas pretenden formar un nuevo
consenso a favor de la guerra para defender los intereses de la elite
dominante estadounidense. Mientras la población estadounidense se está
desplazando hacia la izquierda, la clase dirigente está respondiendo
con un tremendo giro a la derecha.
Notas
de IraqSolidaridad:
1.
La opción más probable que presentará el Grupo de Estudios sobre
Iraq (demócrata–republicano, ver más adelante y el texto referido
en nota 2), coincidente con la de otro grupo militar de evaluación
creado por la Junta de Jefes de Estado Mayor, es la denominada Go Long,
incrementar inicialmente en entre 20.000 y 30.000 efectivos
estadounidenses los más de 140.000 actuales, para reducirlos
posteriormente a 60.000 (The Washington Post, 20 de noviembre, 2006).
Con este incremento se pretende asegurar el control de Bagdad y
desplegarse en otras zonas del país, particularmente en la provincia
occidental de al–Anbar, de muy fuerte presencia guerrillera. De
hecho, el Pentágono ya ha enviado a esta zona la semana pasada a
2.200 marines más (Associated Press, 25 de noviembre de 2006).
2.
Véase en IraqSolidaridad: Peter Grier: Grupo de Estudio de Iraq: Ni
irse ni quedarse. El Partido Demócrata y la Administración Bush
buscan un consenso sobre la continuidad en Iraq
3.
El escándalo Abscam, 1980, se produjo cuando se descubrió que varios
congresistas aceptaban sobornos a cambio de favores políticos.
4.
El Cuerpo de Marines contribuye con 23.000 combatientes a la ocupación
de Iraq (Associated Press, 22 de noviembre de 2006) y mantiene la tasa
más alta de muertos en combate de las tropas de EEUU desplegadas en
Iraq.
5.
El clérigo shií Moqtada as–Sáder mantiene una ambigua e
interesada postura. Mientras se muestra formalmente contrario a la
ocupación, no apoya ni participa en la resistencia armada, ostentando
varias carteras en el gobierno colaboracionista de Nuri al–Maliki,
del que es ahora su principal sustento interno. Este hecho está
determinando la tolerancia que el primer ministro iraquí al–Maliki
muestra hacia los escuadrones de la muerte, nutridos por los miembros
del Ejército del Mahdi, seguidores de as–Sáder, junto con los
milicianos de la Organización Badr (brazo militar del Congreso
Supremo de la Revolución islámica en Iraq, CSRII), un motivo
permanente de fricción entre los ocupantes y el gobierno iraquí, que
no puede o no quiere atender los requerimientos de EEUU de favorecer
una estabilización interna de Iraq que permita una disminución de su
implicación militar directa.
6.
Una nueva propuesta de ley que se introdujo el pasado enero en el
Congreso y que establece el servicio militar obligatorio a todos los
hombres y mujeres comprendidos entre los 18 y los 42 años de edad.
7.
Comité con jurisdicción sobre todas las tasas e impuestos así como
de supervisión de algunos programas tales como seguridad social,
desempleo, sanidad, etc.
8.
Véase en IraqSolidaridad: Will Dunham: El ejército estadounidense
muestra síntomas de agotamiento. Cinco años de guerra en Iraq y
Afganistán ponen a prueba el ejército voluntario en EEUU y sus
enlaces incluidos.
9.
Durante la guerra irano–iraquí (1980–1988), EEUU, siguiendo la
estrategia denominada de Doble Contención, el debilitamiento de ambos
contendientes, Irán e Iraq, suministró información a Bagdad (dado
que su armamento era de origen soviético) y suministros militares a
Irán (con unas Fuerzas Armadas equipadas por los estadounidenses
durante la etapa del Sha) por medio de un trama clandestina en la que
intervino el Pentágono y que, con la intermediación de Israel,
permitió al tiempo que con el dinero iraní se financiera la contra
nicaragüense, de ahí su nombre.
|