Chiitas
pierden fe en el gobierno
Por
Dahr Jamail y Ali al-Fadhily
Inter Press Servive (IPS), 04/12/06
Bagdad.-
La ruidosa manifestación que recibió al primer ministro iraquí
Noori Al-Maliki en su última visita a Ciudad Sadr demostró que el
gobierno, dominado por chiitas, es rechazado por un influyente e
indignado grupo de esa misma comunidad.
El
convoy fuertemente custodiado de Maliki fue agredido la semana pasada
en ese barrio chiita de Bagdad con piedras y zapatos, lo que
constituye un grave insulto en Iraq.
Alrededor
de 60 por ciento de los casi 25 millones de iraquíes son chiitas, y
los líderes de esa rama del Islam ahora dominan el gobierno. Éste
enfrenta una oposición cada vez más agresiva de parte de grupos
sunitas que se sienten perseguidos.
Los
sunitas –unos cinco millones– fueron la rama dominante durante el
régimen de Saddam Hussein (1979-2003).
Ahora
Iraq está profundamente dividido. Los enfrentamientos sectarios
crecen día a día.
Los
chiitas creen que el profeta Mahoma designó a su sobrino, el imán Alí,
para liderar a la comunidad islámica tras su muerte, en contraposición
a los sunitas, que defienden la tradición y el derecho a la libre
sucesión, no hereditaria.
Se
sospecha que insurgentes sunitas perpetraron los atentados con coche
bomba que mataron a más de 200 personas en Ciudad Sadr hace dos
semanas. El primer ministro acudió a ese barrio a presentar sus
condolencias a las familias de las víctimas, pero fue atacado y
acusado de traidor a la causa chiita.
"Él
y otros líderes del partido Dawa no cumplieron las promesas que
hicieron al movimiento Sadr antes de las elecciones", dijo a IPS
en Bagdad un líder del movimiento del clérigo chiita Muqtada al-Sadr.
Maliki
es del partido chiita Dawa, pero el grupo de Sadr es mucho más
influyente entre los chiitas de esta zona.
"La
gente se queja de que este gobierno no les presta atención, ni a su
ciudad, arruinada pese a los enormes contratos firmados para la
reconstrucción", dijo el líder del movimiento de Sadr.
"Creemos que este gobierno no es adecuado para conducir al país,
y podemos retirarle nuestro apoyo si no realiza ningún cambio
importante", alertó.
También
se suscitaron diferencias entre Maliki y el movimiento de Sadr, del
que depende fuertemente para conseguir apoyo político, en torno a la
reunión del primer ministro con el presidente de Estados Unidos,
George W. Bush, la semana pasada en Amman.
El
movimiento de Sadr tiene 30 parlamentarios, y una eventual retirada
podría perjudicar a un gobierno con escaso apoyo popular.
El
Ejército del Mahdi, ala armada del movimiento de Sadr, lanzó duras
amenazas vinculadas a las relaciones con Washington.
Estados
Unidos "es nuestro enemigo, y Bush quiere salvar su silla y
festejar a expensas nuestras. La reunión de Amman fue una conspiración
contra los chiitas, auspiciada por el rey Abdulá de Jordania",
dijo a IPS Hussein Al-Bahadly, del Ejército del Mahdi.
Tanto
los chiitas iraquíes como los iraníes consideran enemiga a la
monarquía jordana, porque apoyó al Iraq gobernado por sunitas
durante la guerra con Irán (1980-1988).
El
actual gobierno de Iraq está perdiendo apoyo, al igual que la ocupación
de Estados Unidos.
Es
probable que las noticias de que Gran Bretaña prevé retirar a sus
7.000 soldados del sur de Iraq para fines del año próximo generen más
frustración en Washington y en Bagdad.
Italia
y Polonia ya anunciaron la inminente retirada de lo que queda de sus
tropas.
Es
posible que estas fuerzas en el sur sean reemplazadas por soldados
estadounidenses, que probablemente luego sufran más ataques del Ejército
del Mahdi, responsable ya de dos revueltas contra las fuerzas de
ocupación.
Más
frustrante para Washington es la reciente visita a Teherán del
presidente iraquí Jalal Talabani, en busca de ayuda iraní para
impedir que Iraq se hunda en una guerra civil total.
Buena
parte de los medios occidentales ya califican de "guerra
civil" a lo que ocurre en este país, pero a nivel local muchos
son aún reticentes a hacerlo.
"La
guerra civil, como la llaman los medios, todavía no es un
hecho", dijo a IPS Zahiu Yassen, profesor de ciencia política en
la Universidad de Bagdad.
"La
violencia todavía está dentro de los límites del conflicto político
entre los partidos gobernantes, y todas las matanzas son realizadas
por pandillas contratadas por políticos. Ningún iraquí mató a su
vecino por ser sunita o chiita, pero ¿por cuánto tiempo la gente
mantendrá la razón y la paciencia?", afirmó.
Los
escuadrones de la muerte chiitas, compuestos por miembros del Ejército
del Mahdi y del Ejército Badr, ala armada del Consejo Supremo para la
Revolución Islámica en Iraq, respaldado por Irán, son responsables
de buena parte del derramamiento de sangre en el país. Los
insurgentes sunitas también devuelven los golpes.
Se
cree ampliamente que milicias chiitas son respaldadas por altos líderes
de esa comunidad en el gobierno y el parlamento.
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