Iraquíes
sin fe en el gobierno
Por
Dahr Jamail y Ali Al–Fadhily
Inter Press Service (IPS),
27/12/16
Bagdad.–
El gobierno de Iraq, encabezado por el primer ministro Noori Al–Maliki,
parece haber acabado por completo con los sueños de paz y desarrollo
de la población.
Las
elecciones generales del 15 de diciembre de 2005 llevaron al poder a
funcionarios que se suponía escucharían a todos los iraquíes. Fue
llamado gobierno de unidad porque el gabinete incluía a ministros de
todas las sectas religiosas y grupos étnicos, luego de meses de
negociaciones en el parlamento.
“Éste
es un gobierno de unidad al que nadie debería objetar”, dijo Al–Maliki
a periodistas en Bagdad días atrás. “Todos los poderes en el
parlamento deben asumir su cuota parte en la mejora de la seguridad y
de los servicios para así poder alcanzar el éxito”, añadió.
El
primer ministro condenó a grupos como Jabhat al–Tawafuq y el Frente
Iraquí para el Diálogo Nacional, críticos a su gobierno.
Jabhat
al–Tawafuq está conformado por tres grupos sunitas: el Partido
Iraquí Islámico, la Conferencia Popular Iraquí y el Consejo de Diálogo
Nacional. Su plataforma es la unidad nacional y el fin a la ocupación
extranjera.
Pero
líderes de la oposición acusan a Al–Maliki de privarles de más
espacio en su administración, y por tanto niegan que se trate de un
gobierno de unidad.
“En
realidad no estamos en el gobierno. Al–Maliki y su coalición nunca
nos dio ningún verdadero papel en el gobierno, y las acciones de
nuestros ministros están por lo tanto paralizadas”, dijo a IPS uno
de los dos vicepresidentes de Iraq, Tariq al–Hashimi, líder del
Partido Islámico.
El
grupo de Hashimi, como otros sunitas y los chiitas moderados, prácticamente
no tiene voz en el gobierno.
La
coalición chiita dominante fue formada según el consejo del gran
ayatolá Alí Al–Sistani, reverenciado clérigo chiita nacido en Irán
y radicado en la sureña ciudad de Nayaf.
Esta
coalición fue creada para vencer en las elecciones a una lista de
partidos seculares liderados por el ex primer ministro Iyad Allawi.
El
peso de la coalición chiita hizo que los sunitas opositores se
unieran en una lista común, mientras que los kurdos hicieron lo
propio. Todo el proceso político estuvo dividido en líneas
religiosas y étnicas.
Con
este trasfondo, pocos iraquíes están sorprendidos de que su gobierno
se encuentre fracturado y fragmentado.
“Este
gobierno definitivamente llevará al país al desastre. El país se
hundirá en una guerra civil si continúan las actitudes sectarias, y
es por esto que hemos decidido no participar en este gobierno”, dijo
a IPS Salih al–Mutlaq, líder del Frente Iraquí para el Diálogo
Nacional.
El
ex primer ministro Ibrahim al–Jaafari era apoyado por el clérigo
chiita Muqtada al–Sadr, pero rechazado por todos los demás grupos,
e incluso por algunos sectores dentro de la coalición gobernante.
Luego
asumió el cargo Al–Maliki, quien se comprometió a una justa
distribución del gabinete entre los sectores ganadores y a un trato
equitativo a todos los iraquíes sin importar su identidad religiosa o
étnica.
“Las
cosas sólo están empeorando, y este gobierno y el parlamento se
ganaron el título de peores en la historia de Iraq. Todo el sistema
necesita ser cambiado, o el país será dividido en pequeños estados
y la catástrofe será demasiado grande como para ser corregida”,
dijo a IPS Thafir al–Ani de Jabhat al–Tawafuq.
Al–Ani
citó encuestas recientes en las que se revela que 90 por ciento de
los iraquíes están molestos con el gobierno, en particular por la
incesante violencia y la falta de empleos y servicios básicos como
agua y electricidad.
Una
de las mayores sombras sobre la legitimidad del gobierno iraquí es el
alineamiento de altos funcionarios con el chiita Movimiento Sadr,
acusado de apoyar a la mayoría de los escuadrones de la muerte
sectarios responsables de masacres de sunitas.
“Este
gobierno no cumplió ninguna de las promesas hechas a los iraquíes, y
por eso ahora todos quieren cambiarlo”, dijo a IPS el portavoz de la
Asociación de Eruditos Musulmanes, Muhammad Basher al–Faidhy
Los
iraquíes incluso “lamentan haber participado en las elecciones.
Nuestra Asociación advirtió que éste iba a ser el peor gobierno de
todos. Simplemente no se deshicieron de los escuadrones de la muerte
porque son su mayor aliado”, añadió.
La
mayoría de los iraquíes no ven futuro en el gobierno de Al–Maliki,
que apenas puede controlar la seguridad de la llamada Zona Verde en
Bagdad, donde se ubican sus oficinas. El resto del país está
fragmentado, y la economía y la infraestructura en ruinas.
“Se
están hundiendo a pesar del fuerte apoyo que tienen de Estados
Unidos”, dijo a IPS el analista Maki al–Nazzal.
“Enfrentan
una crítica internacional por su resonado fracaso en mejorar la
situación de seguridad y el completo colapso de los servicios y de
los planes de reconstrucción”, añadió.
|