La
corriente as–Sáder retorna a las instituciones colaboracionistas
para desactivar el conflicto con EEUU
Bush,
al–Maliki y as–Sáder: dobles parejas
Por
Carlos Varea
IraqSolidaridad,
25/01/07
"En
estos días el Pentágono ha dado a conocer detenciones de
paramilitares de as–Sáder llevadas a cabo en el último mes y
medio. Muy significativamente, estos operativos se han llevado a cabo
antes de que as–Sáder y su grupo decidiera volver a las
instituciones, no después; e igualmente as–Sáder y su grupo nada
han dicho sobre el incremento de tropas de EEUU en Iraq y en concreto
en Bagdad, siguiendo así la consigna del gobierno al–Maliki y del
propio gobierno Bush: la lucha contra el 'terrorsimo'."
El
pasado domingo, 21 de enero, portavoces de la corriente del clérigo
shií Moqtadar as–Sáder anunciaban en rueda de prensa, acompañados
de representante de otras formaciones de la Alianza Unida Iraquí (la
coalición electoral y gubernamental shií), el fin de su boicot
parlamentario, iniciado tras la cita de Bush y el primer ministro
al–Maliki en Amán de finales de noviembre [1]. Para retornar al
Parlamento, as–Sáder y sus seguidores han dado por bueno el
compromiso con sus socios de gobierno de creación de un comité
parlamentario que analizará el establecimiento de un calendario para
el desarrollo de fuerzas de seguridad militares iraquíes y la
subsiguiente negociación de retirada de las tropas de ocupación.
La
corriente de as–Sáder (que no es formalmente una organización o
partido político) ostenta 30 de los 275 escaños del parlamento iraquí
y seis ministerios en el gobierno de al–Maliki. Dentro del bloque
confesional shií hegemónico en las instituciones colaboracionistas,
ha sido el principal apoyo del actual primer ministro iraquí Nuri
al–Maliki, miembro de un partido menor, también confesional shií,
ad–Dawa, frente a la formación histórica del shiísmo confesional
opositor a Sadam Husein y con fuertes vínculos con Irán, el Congreso
Supremo de la Revolución Islámica en Iraq (CSRII), que dirige Abdul
Aziz al–Hakim. La milicia de as–Sáder, el Ejército del Mahdi,
con sus 60.000 efectivos, es hoy por hoy la principal formación
sectaria de Iraq.
Pese
a pertenecer a las instancias colaboracionistas creadas por EEUU y
Reino Unido, la corriente de as–Sáder se posiciona abiertamente en
contra de la permanencia indefinida de las tropas de ocupación en
Iraq, recogiendo –y administrando– así el sentimiento anti–ocupación
que es también mayoritario entre los shiíes iraquíes. Sin embargo,
la corriente de as–Sáder no es una fuerza resistente: no ha
participado en la actividad armada contra los ocupantes (al menos
desde los enfrentamientos del verano de 2004 de Nayaf) y ha respetado
el edicto religioso (fatua) que, inmediatamente después de ocupado el
país, emitió parte de la jerarquía religiosa shií retornada del
exilio iraní prohibiendo atacar a las fuerzas de ocupación,
prohibición que, salvo algún incidente, han respetado el conjunto de
las milicias confesionales shiíes, incluido el Ejército del Mahdi.
Momento
crítico
La
decisión de poner fin a la suspensión –como así se definió en
noviembre– de su participación institucional se produce en un
momento muy particular de la deriva interna iraquí: de colapso de la
ocupación [2] y tras el anuncio de la denominada "Nueva
estrategia para Iraq" por parte del presidente Bush, que
contempla esencialmente intentar controlar Bagdad y someter áreas de
intensa actividad guerrillera incrementando en 21.500 los efectivos
estadounidenses en el país [3]. Para intentar controlar Bagdad (un área
urbana –en realidad, otra provincia más del país– de 50 kilómetros
de diámetro y hasta seis millones de habitantes) se destinará la
mayor parte de la cifra indicada: 17.500 soldados. El argumento
publicitario de Bush para seguir gastando dinero y vidas en Iraq es
poner fin a la escalada de violencia sectaria que sufre el país y la
capital en concreto.
Echando
balones fuera, Bush acusa a fuerzas foráneas a Iraq de la catástrofe
que sufre el país. Ciertamente, la retórica que prevalece en los últimos
discursos de Bush es acusar de la quiebra interna que vive Iraq, por
una parte, a "[...] Al–Qaeda y otros extremistas sunníes"
y, por otra, a "[...] elementos radicales shiíes, algunos de los
cuales reciben apoyo de Irán y han formado escuadrones de la
muerte", como ha afirmado el pasado 24 de enero en su discurso
sobre el Estado de la Nación [4]. Ello le permite además recuperar
de nuevo la agresividad verbal contra Irán de los debilitados neocons,
en contra de lo recomendado, entre otras instancias, por el Grupo de
Estudios de Iraq demócrata–republicado, que en su informe recomendó
abrir un diálogo diplomático con Irán y Siria para la estabilización
de Iraq, además de con la resistencia [5].
Atrapado
entre una resistencia imbatible y la escalada sectaria, Bush ha optado
por el contrario por cerrar toda posibilidad de negociación con la
resistencia y revalidar a al–Maliki como su exclusivo interlocutor
interno [6]. Ciertamente, en contra de las recomendaciones de unos y
de otros, Bush ha apostado por una mayor implicación militar directa
en Iraq ante la evidente falta de solvencia del nuevo ejército y de
los nuevos cuerpos de seguridad iraquíes, los cuales, creados a
partir de las milicias sectarias shiíes y kurdas, son más que la
solución al "problema de la seguridad" en el país, parte
esencial del mismo, al haberse reconvertido en mafias y escuadrones de
la muerte uniformados.
Cumplir
el trato
Bush
ha de lograr ahora que al–Maliki cumpla su parte del trato: poner
coto a los desmanes de sus propias milicias y fuerzas de seguridad,
mientras EEUU reabre la guerra frontal contra la resistencia en varias
provincias del país y en la propia capital. Cinismo puro el de EEUU,
al pretender ahora poner orden en un país devastado: los ocupantes,
cuanto menos, llevan meses mirando para otro lado mientras los
paramilitares shiíes asesinan cada día a un centenar de personas en
la capital y aniquilan las estructuras civiles del país. Lo cierto es
que, sea cuál sea su génesis, la escalada de terror perpetrada estos
meses por los paramilitares shiíes vinculados al gobierno
colaboracionista y a sus nuevos aparatos de seguridad, objetivamente
ha servido a EEUU, al menos en una primera fase, para aniquilar el
tejido asociativo anti–ocupación, de poderoso bullir en los
primeros dos años de ocupación. Cabe recordar nuevamente que según
el embajador de EEUU en Iraq, Zalmay Jalilzad, el 77% de los
asesinatos de civiles en Bagdad son ya obra de escuadrones de la
muerte para–gubernamentales [7].
Darse
por enterados
Pero
tanto al–Maliki como as–Sáder, por la cuenta que les trae, se han
dado bien por enterados: uno y otro son el resultado de la ocupación
y han medrado a la sombra de los ocupantes.
Al–Maliki,
el primer ministro, un personaje débil, miembro de un partido menor,
cautivo de la compleja trama interna del confesionalismo shií, se ve
forzado hoy a elegir entre llamar la atención a su principal aliado
interno, as–Sáder, o perder la confianza de los ocupantes, quienes
le exigen que controle la escalada de violencia sectaria que insuflan
los escuadrones de la muerte de as–Sáder. Al parecer, el gobierno
Bush no descartaría favorecer un golpe de Estado interno y devolver a
la presidencia del gobierno a Iyad Alaui, anterior primer ministro,
como reiteran medios de información árabes estos días.
El
22 de enero, el diario The Washington Post recogía la información de
Associated Press relativa a que dos altos funcionarios del gobierno de
al–Maliki daban ya por hecho que el primer ministro iraquí
"[...] había puesto fin a su protección de la milicia de as–Sáder,
el Ejército del Mahdi, después de que oficiales de inteligencia de
EEUU le convencieran [sic] de que "este grupo estaba infiltrado
por 'escuadrones de la muerte'". Como confirmación o advertencia
de ello, un portavoz militar de EEUU informaba el pasado martes, 23 de
enero, de que más de 600 paramilitares del Ejército de as–Sáder
habían sido detenidos en Bagdad en 52 operaciones llevadas a cabo en
los últimos 45 días por fuerzas combinadas estadounidenses e iraquíes
[8].
Eludir
el enfrentamiento
Por
su parte, la decisión de as–Sáder de retornar al Parlamento se
debe, no al mencionado (y ridículo) acuerdo alcanzado sobre una
pactada retirada de los ocupantes de Iraq, sino a su intento de
desactivar el enfrentamiento con al–Maliki y el resto de las
formaciones del bloque confesional shií de su gobierno, esencialmente
con el Congreso Supremo de la Revolución Islámica en Iraq, que hasta
la irrupción populista de as–Sáder era la principal fuerza del shiísmo
confesional iraquí. Y también, claro está, de desactivarlo con los
ocupantes: el diario en lengua árabe al–Hayat informaba en su edición
del pasado 16 de enero que los dirigentes del Ejército del Mahdi habían
recibido órdenes de eludir el enfrentamiento con las tropas de EEUU
en Bagdad, incluso retirándose a zonas de menor confrontación en la
capital o fuera de ella.
Como
indicábamos antes, en estos días el Pentágono ha dado a conocer
detenciones de paramilitares de as–Sáder llevadas a cabo en el último
mes y medio. Muy significativamente, estos operativos se han llevado a
cabo antes de que as–Sáder y su grupo decidiera volver a las
instituciones, no después; e igualmente as–Sáder y su grupo nada
han dicho sobre el incremento de tropas de EEUU en Iraq y en concreto
en Bagdad, siguiendo así la consigna del gobierno al–Maliki y del
propio gobierno Bush: que el envío de más soldados estadounidenses a
Iraq responde a la propia estrategia del gobierno iraquí de
"[...] lucha del pueblo iraquí contra los grupos terroristas,
como los extremistas y los sadamistas", como declaraba el líder
del CSRII, al–Hakim a al–Hayat el pasado 18 de enero.
Por
todo ello, no cabe imaginar una confrontación frontal entre EEUU y el
Ejército del Mahdi de as–Sáder, por lo demás una estructura
nebulosa con ramificaciones mafiosas y no toda ella bajo control
efectivo del llamado "clérigo radical". No ha llegado aún
el tiempo de un desafío frontal contra los ocupantes por parte de
as–Sáder, que de salir mal –para alegría de otros socios de la
coalición shií–, malograría la preeminencia que ha logrado en el
Iraq ocupado. La propia jerarquía religiosa shií no se lo toleraría.
Y EEUU no puede debilitar aún más al ya de por sí débil
al–Maliki, ahondando en la división del propio campo
colaboracionista.
El
eje esencial de la realidad de Iraq va a seguir siendo el intento de
EEUU de someter la actividad armada anti–ocupación. Como demostración
de ello, EEUU y fuerzas auxiliares iraquíes reanudaban este miércoles
el asalto del distrito de la avenida Haifa [9], en el centro de la
capital, recurriendo a un intenso bombardeo aéreo, combates en los
que habrían muerto 30 defensores, según fuentes estadounidenses.
Notas:
1.
Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Continuidad de la guerra. El
Grupo de Estudios sobre Iraq elude un calendario de retirada de tropas
y recomienda negociaciones con Siria e Irán
2.
Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: EEUU cierra 2006 con una
situación crítica en Iraq. Sadam Husein fue ejecutado por seguidores
de as–Sáder como concesión del gobierno Bush
3.
Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: "Nueva estrategia para
Iraq": Bush vuelve a equivocarse. Fuertes combates en Bagdad
anticipan la aplicación del nuevo plan de Bush y Thomas E. Ricks y
Ann Scott Tyson: La nueva batalla por Bagdad. El plan de Bush
prefigura una intensificación de los combates en las calles de Bagdad
La nueva batalla por Bagdad
4.
Al–Jazeera, 24 de enero, 2007.
5.
Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Continuidad de la guerra. El
Grupo de Estudios sobre Iraq elude un calendario de retirada de tropas
y recomienda negociaciones con Siria e Irán
6.
Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Guerra abierta y más
violencia sectaria. EEUU pierde en combate en Iraq en diciembre una
media diaria de cuatro soldados – Testimonio gráfico: Ramadi, bajo
control de la resistencia y Los baazistas confirman el cierre de los
contactos con EEUU y su compromiso con un Iraq democrático –
Comunicado del Partido Baaz Árabe Socialista (extractos): Mantener la
estrategia de resistencia armada
7.
Recogido por A. Cordesman en su informe de noviembre de 2006
8.
Al–Jazeera, 23 de enero, 2007.
9. Véase en IraqSolidaridad: El distrito de Haifa,
bajo asedio – La resistencia reivindica el derribo del helicóptero
de combate 'Black Hawk' y Carlos Varea: "Nueva estrategia para
Iraq": Bush vuelve a equivocarse. Fuertes combates en Bagdad
anticipan la aplicación del nuevo plan de Bush http://www.nodo50.org/iraq/2007/docs/ocup_12–01–07_varea.html
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