La
“batalla de Najaf”
Mentiras
al desnudo
Por
Dahr Jamail y Alí al–Fadhily
Desde Najaf, Iraq
Inter
Press Service (IPS), 31/01/07
El
gobierno de Iraq miente cuando da su versión sobre la masacre de
cientos de chiitas en un operativo militar el domingo, en plena
festividad musulmana de Ashura, según testimonios recogidos por IPS
en esta ciudad.
Surgieron
informes contradictorios sobre las causas y el modo en que estalló la
batalla alrededor del pequeño poblado de Zarqa, al noreste de la
ciudad de Najaf, sagrada para la comunidad musulmana chiita, 90 kilómetros
al sur de Bagdad.
Lo
cierto es que cuando el humo se dispersó, más de 200 personas, la
mayoría de ellas chiitas naturales del lugar, yacían muertas tras
medio día de combates el domingo 28 de febrero.
Un
helicóptero estadounidense había sido abatido y murieron dos
soldados que viajaban en él. También cayeron 25 miembros de las
fuerzas de seguridad iraquíes.
Los
testimonios recogidos entre la población local indican que el choque
se originó en un ataque de uniformados iraquíes, apoyados por tropas
estadounidenses y británicas.
"Íbamos
a celebrar la ceremonia de todos los años cuando fuimos atacados por
soldados iraquíes", dijo a IPS Jabbar al–Hatami, dirigente de
la tribu chiita árabe Al–Hatami.
"Pensábamos
que se trataba de lo habitual en los soldados iraquíes: matar civiles
por error. Por lo tanto, fuimos hacia ellos para decirles que habían
matado a cinco de los nuestros. Pero nos sorprendieron con más
balazos", recordó.
La
festividad de Ashura se celebra en honor del imán Hussein, nieto del
profeta Mahoma y la figura más reverenciada de la comunidad chiita.
Se trata de un rito muy emotivo, en el cual la norma es la
autoflagelación en público.
Muchos
chiitas del sur, que son de ascendencia árabe y no persa, no siguen
la conducción del ayatolá Alí al–Sistani, nacido en Irán, entre
ellos los de las tribus Al–Hatami y Al–Jazali. Creen que su
liderazgo religioso debe quedar en manos de clérigos árabes.
Los
miembros de estas dos tribus creen que el ataque respondió a
instrucciones del gobierno iraquí para frenar la creciente unidad política
entre la mayoría chiita y la minoría sunita.
"Nuestra
procesión rumbo a Najaf estaba cerca de la de Al–Hatami. Fue en ese
momento que escuchamos un intenso tiroteo, y corrimos a ayudarlos
porque nuestras tribus tienen fuertes vínculos", dijo a IPS un
hombre de 45 años de Al–Jazali que se identificó como Ahmed.
"Los
de nuestras tribus creemos que los iraníes están provocando una
guerra religiosa en Iraq, una guerra que contradice la fe de todos los
musulmanes. Por eso, anunciamos una alianza con hermanos sunitas
contra cualquier violencia sectaria en el país", agregó Ahmed.
"Eso
no alegró a nuestro gobierno dominado desde Irán", concluyó.
Los
combates se registraron en la ruta entre Diwaniya y Najaf y se
propagaron dentro de las plantaciones de palmeras datileras a las que
los peregrinos acudieron en forma de refugio.
"Los
helicópteros estadounidenses participaron en la carnicería",
dijo a IPS Jassim Abbas, un agricultor de la zona. "Llegaron aquí
enseguida para matar a los peregrinos sin vacilar, pero nunca se habían
aparecido para ayudarnos."
Los
peregrinos "eran asesinado, un grupo detrás del otro, atrapados
en aquellas plantaciones", explicó.
Según
testigos, buena parte de la masacre correspondió a disparos desde
aviones de guerra estadounidenses y británicos.
Pero
autoridades locales, incluidos funcionarios de la oficina del
gobernador de Najaf, Asaad Abú Jalil, miembro del proiraní Consejo
Supremo para la Revolución Islámica en Iraq (SCIRI), habían
responsabilizado originalmente de la masacre a combatientes sunitas
vinculados con la red terrorista Al Qaeda.
Según
esta versión, la intención del ataque era perturbar la celebración
de Ashura atacando a peregrinos y ayatolás chiitas en Najaf, sede de
los principales centros de enseñanza religiosa de esta comunidad en
Iraq.
Funcionarios
atribuyeron la acción del Comando Escorpión iraquí a información
de inteligencia obtenida por las fuerzas de seguridad iraquíes de dos
detenidos.
El
ministro del Interior Jawad Al–Bolani informó a la prensa a las
nueve de la mañana del domingo que Najaf era atacada por Al Qaeda.
Minutos
después, el Ministerio de Seguridad Nacional aseguraba que los
muertos integraban el grupo chiita extremista Jund al–Sama (Ejército
del Paraíso), y que pretendían asesinar a altos clérigos en Najaf,
entre ellos el gran ayatolá Alí al–Sistani.
El
asesor del Ministerio Muaffaq Al–Rubaii indicó 15 minutos más
tarde que cientos de combatientes de países árabes ––como Arabia
Saudita, Egipto y Yemen–– y de Afganistán habían sido muertos, y
muchos otros arrestados.
Pero
la oficina del gobernador Jalil debió retractarse luego de
constatarse que la mayoría de los muertos eran chiitas locales.
Ahora, la mayoría de los funcionarios afirman que los muertos son
chiitas extremistas apoyados por potencias extranjeras.
El
gobierno del primer ministro Nouri Al–Maliki y sus apoyos en Estados
Unidos suelen asegurar que luchan contra terroristas. Muchos iraquíes
del sur acusan ahora a Bagdad y Washington de considerarlos
terroristas sólo porque se rehúsan a colaborar con las autoridades.
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