La nueva ley petrolera
Por Alejandro Nadal
La Jornada, 01/03/07
Esta semana la administración títere de Iraq aprobó la
llamada Ley Petrolera, con lo cual muestra una vez más la verdadera
razón de la invasión estadounidense. Esta nueva pieza de la ocupación
viene a llenar una laguna muy polémica. El espectáculo no es
agradable.
Para comenzar, la Ley Petrolera no es del todo compatible
con la Constitución aprobada en 2005, pues mientras la legislación
afirma que el petróleo es propiedad del pueblo de Iraq (artículo
109), la Ley Petrolera establece que la propiedad del petróleo y gas
natural en Iraq corresponde al Consejo Iraquí de Petróleo y Gas (CIPG).
Entre los miembros de la Organización de Países
Exportadores de Petróleo (OPEP), Iraq ocupa el tercer lugar en
reservas probadas (115 mil millones de barriles), detrás de Arabia
Saudita e Irán. ¿De quién es el petróleo? ¿Del pueblo de Iraq o
del consejo? La jerarquía de leyes podría indicar que debe
prevalecer la Constitución: el petróleo pertenece al pueblo de Iraq.
Pero a fin de cuentas, el debate es irrelevante porque la Constitución
no dice nada sobre el manejo de estos recursos. Eso convierte al CIPG
en el órgano clave de la política petrolera en Iraq. Lo malo es que
el CIPG es una entelequia creada por un gobierno que no puede respirar
sin el apoyo del invasor.
Para rematar la apertura del petróleo iraquí, la nueva
ley establece que en el CIPG estarán representadas las ''principales
compañías relacionadas con el petróleo'' (artículo 5.C). Podemos fácilmente
adivinar cuáles son estas empresas. Estuvieron al margen de la
industria petrolera de Iraq durante los años de la dictadura de
Saddam Hussein. Ahora las cosas han cambiado y pueden regresar. Lo
bueno es que George W. Bush nos ha asegurado una y otra vez que la
guerra contra Iraq no tenía nada que ver con el petróleo.
La nueva ley establece que el Consejo de Ministros es la
autoridad que aprueba la política petrolera. Pero en la práctica, el
CIPG es el organismo clave que tiene la iniciativa para proponer,
aplicar, supervisar y reformar las políticas que se decidirían en el
Consejo de Ministros. El CIPG debe definir los criterios y condiciones
para concesiones de exploración y producción primaria, construcción
y operación de oleoductos, transferencias de estas concesiones,
derechos y regalías. Claro, la Ley Petrolera también señala que
todo eso se hará siguiendo las ''mejores prácticas'' de la industria
petrolera a escala mundial. Eso sí lo hace a uno sentirse optimista.
En materia de solución de controversias, la Ley
Petrolera se parece a los acuerdos bilaterales de inversiones que
tanto promueven el Banco Mundial y la OMC. Las disputas se resuelven
de acuerdo con la ley iraquí, pero en lugar de tribunales de ese país,
los problemas se solucionarán por medio de arbitraje internacional,
ya sea por los Procedimientos de París o de la Cámara de Comercio de
Ginebra. En este punto, la ley petrolera es clara: en el país ocupado
no existe Poder Judicial.
Un tema que brilla por su ausencia es el de las divisas
para las transacciones (exportaciones de crudo y gas) realizadas por
las compañías que operarían en Iraq. Ante el silencio de la ley,
podemos suponer que quedarán excluidos los pagos en euros o en otras
divisas diferentes del dólar estadunidense. Los kurdos han cedido
sobre este punto, y para fines prácticos Iraq seguirá siendo
baluarte de la economía de los petrodólares.
Según la ley, el Ministerio de Petróleo es el encargado
de representar a Iraq en foros internacionales y firmar acuerdos
bilaterales o internacionales (artículo 5). Pero no se hace mención
de la OPEP, creada precisamente en la Conferencia de Bagdad en 1960.
Oficialmente Iraq sigue siendo miembro del cártel petrolero: en
cierto sentido eso convierte a Estados Unidos en un miembro de facto
de la OPEP. ¿Ironía o efecto deliberado de la invasión de marzo de
2003?
Desde que comenzó la guerra en Iraq, lo cierto es que
Estados Unidos ha apoyado una política de precios altos para el crudo
mundial. El delegado de Iraq/Washington en las reuniones de la OPEP
siempre ha votado a favor de recortes en la producción. En un
oligopolio, eso perjudica a los consumidores y beneficia a los
productores e intermediarios.
En el mismo Iraq, la producción se ha reducido un 40% en
relación con los niveles de los tiempos de Sadam Husein (grosso modo
, de 2.9 a 1.7 millones de barriles diarios). Los principales
beneficiarios de esta política de altos precios del crudo son las
grandes compañías petroleras de Estados Unidos y de Europa
occidental.
Así, mientras el Pentágono prepara planes de bombardeos
en Irán, la administración Bush tiene obsequios para el lobby
petrolero mundial. Con razón Cheney (antes del atentado en Afganistán)
había declarado que con la nueva ley se había logrado un gran avance
en el largo camino hacia la estabilidad democrática en Iraq.
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