La ocupación es la
causa de violencia que asola Iraq
Echarle la culpa a
los iraquíes
Por Sara Flounders
(*)
IraqSolidaridad,
22/03/07
Traducido por Nadia
Hasan
“La invasión y
la ocupación estadounidenses son las responsables de la violencia
actual en Iraq. Periodistas, corresponsales y redactores omiten este
hecho básico subyacente en casi toda la información sobre violencia
sectaria. El ejército de ocupación estadounidense, sus altos mandos,
sus ‘contratistas’ –otro nombre para mercenarios– son los
causantes de la violencia diaria. No son inocentes transeúntes que
llegaron al país para llevar democracia y reconciliación.”
El 1 de febrero, el
gobierno Bush hizo público un vil resumen de cuatro páginas del
informe clasificado más largo sobre Iraq titulado Nacional
Intelligence Estimate. Elaborado por 16 agencias de inteligencia
estadounidenses que trabajan en este país, la reseña describe la
situación en Iraq como de mal en peor. Esta conclusión es quizás la
única afirmación en todo el informe que es cierta. El resto,
elaborado por las mismas agencias espías que en 2002 apoyaron las
falsas acusaciones del gobierno Bush de “armas de destrucción
masiva” y de “vínculos de Iraq con el terrorismo”, es una serie
de distorsiones y difamaciones sobre los iraquíes. Con intencionada
ironía sugiere que el Pentágono, que llevó a cabo en Iraq [la
operación] Conmoción y pavor [1], ahora tiene que quedarse para
pacificar a los iraquíes, que están infectados genética o
culturalmente “[…] con una predisposición a la violencia”. El
informe describe los problemas en Iraq de la misma forma que los
medios de comunicación corporativos definen el caos allí.
En primer lugar es
importante reconocer que la “violencia sectaria” de hoy en Iraq no
tiene precedente en la historia del país. Los bombardeos cotidianos y
los asesinatos en Bagdad eran poco frecuentes incluso durante los dos
primeros años de la ocupación estadounidense, y aquellos que
ocurrieron se interpretaron como ataques políticos contra las fuerzas
de ocupación y sus colaboradores.
En el momento de la
invasión estadounidense en 2003, Iraq era considerado el Estado más
secular en la región con una fuerte identidad nacional. Shiíes y
sunníes vivían en vecindarios mixtos en las grandes ciudades como
Bagdad, Mosul y Kirkuk. Normalmente se casaban entre ellos. Sus
diferencias religiosas eran menos marcadas que las de los grupos de
protestantes y católicos en EEUU hoy.
Shiíes en el
Partido Baaz
Antes de 2003, tanto
el ejército iraquí como la burocracia gubernamental estaban
organizados sobre la base del laicismo. Ahora, prácticamente en
cualquier artículo de los medios de comunicación corporativos se señala
que los shiíes en Iraq estaban totalmente oprimidos y completamente
excluidos de todos los puestos de poder. Este es un mito intencionado
de división y fue denunciado en un artículo [de la página web] de
al–Jazeera del 19 de diciembre de 2006, titulado “El sesgo mediático
‘amenza’ Iraq”.
“[…] La información
sobre Iraq difundida por los medios de comunicación occidentales es a
menudo tristemente inexacta o absolutamente errónea, según los
principales dirigentes árabes, y tales distorsiones perjudican
cualquier posibilidad de paz en el país,” afirma el artículo. El
artículo cita a un portavoz del Partido Baaz Árabe Socialista, el
partido político gobernante en Iraq desde 1968 a 2003:
“[…] La mayoría
de los medios de comunicación occidentales han ayudado a las
autoridades de la ocupación estadounidenses a retratar al partido
Baaz como un partido sunní que reprime a la Shía y les niega sus
derechos […]. El Comité de desbaazificación publicó una relación
de 100.000 altos oficiales baazistas iraquíes a los que no se les
permitiría acceder a cargos gubernamentales, 66.000 de los cuales
pertenecían a la Shía, por tanto ¿cómo es que el partido Baaz es
un partido sunní?"
¿Y la cúpula del
partido Baaz? Hay que tener en cuenta que la propia lista elaborada
por la ocupación estadounidense con los 55 altos cargos iraquíes que
se buscaban vivos o
muertos comienza con el presidente Sadam Huseín. El mismo artículo
señala que de la famosa "baraja de cartas" [de dirigentes
iraquíes a detener] la mitad eran shiíes; el resto, sunníes,
cristianos y kurdos.
La ocupación es
la raíz de la violencia
La invasión y la
ocupación estadounidenses son las responsables de la violencia actual
en Iraq. Periodistas, corresponsales y redactores omiten este hecho básico
subyacente en casi toda la información sobre violencia sectaria. El
ejército de ocupación estadounidense, sus altos mandos, sus
contratistas –otro nombre para mercenarios– son los causantes de
la violencia diaria. No son inocentes transeúntes que llegaron al país
para llevar democracia y reconciliación.
Antes de la guerra
estadounidense de 1991, Iraq tenía el mayor nivel de vida en la región,
acceso total y gratuito a la educación y a la salud. La fuerza aérea
del Pentágono lanzó 110.000 bombardeos aéreos en 1991, teniendo
como objetivo cada complejo industrial, centro de comunicaciones,
embalse, estación de bombeo, planta depuradora e industria
alimenticia del país, junto con escuelas, hospitales y viviendas. Los
bombardeos esporádicos estadounidenses se sucedieron durante 12 años,
junto con las sanciones impuestas por EEUU y Naciones Unidas (NNUU).
Esto creó una hambruna forzada, diseñada para estrangular todo el país,
y condujo a la muerte a un millón y medio de iraquíes. Después
vinieron los bombardeos masivos, la invasión y la ocupación
estadounidense en 2003.
La Autoridad
Provisional de la Coalición (APC), encabezada por L. Paul Bremer,
comenzó entonces la instauración de una estructura que acentuó las
diferencias sectarias. Bremer cerró todas las industrias estatales,
comenzó a privatizar los recursos petrolíferos de Iraq, antes públicos,
e instaló en el gobierno a un elegido grupo de colaboradores, la
mayoría de los cuales han vivido fuera de Iraq durante más de 30 años.
Los colaboracionistas formaban parte de la antigua y corrupta clase
feudal, que fue derrocada en la revolución iraquí de 1958.
Reinstalados por EEUU, reestablecieron el viejo sistema de jefes de
clanes, en el que descansaba el colonialismo británico, junto con los
fundamentalistas religiosos más reaccionarios. Aún así, tuvieron
que demostrar su cobarde lealtad organizando una caza de brujas que
acorraló a los antiguos miembros del partido Baaz.
Bremer eliminó de
todos los estamentos del gobierno a decenas de miles de profesores, técnicos,
científicos y administradores iraquíes que anteriormente habían
pertenecido al partido Baaz. Este programa de desbaazificación les
impide trabajar, tener un despacho [profesional], o incluso votar.
La APC decidió quién
podría presentarse a un cargo o formar un partido político,
favoreciendo a aquellos que pertenecían a sectas religiosas y
organizando las elecciones estrictamente de acuerdo a líneas
sectarias. Debido a que la resistencia armada contra la ocupación
estadounidense era más fuerte en las áreas mayoritariamente sunníes,
los partidos shiíes y kurdos obtuvieron un mayor número de escaños
en el Parlamento y el control de ministerios donde podrían repartir
miles de puestos de trabajo y nombramientos gubernamentales. Las
fuerzas estadounidenses amenazaron después con aislar a algunos sunníes
para persuadirlos de colaborar con la ocupación.
La APC también
organizó las unidades militares iraquíes según principios
sectarios. Intencionadamente utilizaron unidades shiíes en zonas sunníes
y unidades sunníes contra la resistencia shií, al tiempo que los
medios de comunicación iraquíes, apenas una fuerza independiente,
enfatizaban las luchas sectarias. Para asegurarse una línea favorable
a EEUU, el Pentágono concedió un contrato de 96 millones de dólares
a la empresa de comunicaciones estadounidense Harris Corp. para fundar
el canal de televisión al–Iraqiya, una emisora de radio y un periódico
nacional. Las fuerzas de ocupación estadounidenses nombraron a los
directores, a los productores, al personal y a los periodistas.
Las autoridades
estadounidenses de la ocupación también presionaron mediante una
nueva Constitución que radicalizó el antagonismo religioso y las
diferencias regionales. Cuando en octubre de 2005 esta Constitución
fue sometida a voto, los iraquíes advirtieron que con ella los
derechos de la mujer retrocederían 50 años, se quebrantaría el
gobierno central y se promovería el sectarismo e incluso una guerra
civil. Antes de 1991, los derechos de la mujer en Iraq eran los más
avanzados de toda la región.
Mientras Washington
siempre tuvo buenas palabras para apoyar la unidad iraquí, aumentar
la división entre los iraquíes siempre formó parte de los planes de
guerra de Washington. De hecho, la Constitución la redactó un grupo
de trabajo de expatriados iraquíes reunidos por el Departamento de
Estado de EEUU antes la invasión estadounidense. La Constitución
final dio el poder tanto a las provincias como a los ministerios
competentes para contar con sus propias fuerzas de seguridad [2].
La mano oculta
de Washington
Incluso sin
operaciones encubiertas para provocar problemas, la ocupación
estadounidense creó la estructura y estableció las políticas
segregacionistas. En un país empobrecido y devastado por la guerra,
han colocado en el poder a miles de colaboracionistas, cuya posición
y continuos privilegios se sustentan en un Iraq dividido, ocupado y
traumatizado.
El que haya por lo
menos 16 agencias secretas de inteligencia estadounidenses, cada una
con su propio plan y agentes, operando en Iraq es otra fuente de
violencia e inestabilidad. Ahora hay 100.000 contratistas trabajando
para EEUU en Iraq, [de ellos] entre 30.000 y 50.000 trabajando en
seguridad, según datos de The Washington Post de 5 de diciembre de
2006 [3], en suma, mercenarios. Además, el Mossad israelí y otras
fuerzas especiales de otros países han enviado personal.
La detención el 19
de septiembre de 2005 de dos agentes británicos disfrazados de
terroristas árabes con un vehículo lleno de explosivos en Basora,
provocó la reflexión internacional y amplió la sospecha de una mano
oculta detrás de las voladuras. Sin haber podido asegurarse la
liberación de sus dos terroristas disfrazados en manos de la policía
local, las fuerzas británicas actuaron de forma increíble y
arrasaron la comisaría de policía y la cárcel para poder liberarlos
antes de que los pudieran interrogar.
¿Divide y
gobierna Iraq?
En Washington, tanto
los comentaristas derechistas neo–conservadores como los liberales
han argumentado que la única manera de someter y controlar Iraq es
dividiéndolo en un norte kurdo, un centro sunní y un sur shií. Esta
visión fue defendida enérgicamente por Peter Galbraith en el libro
El fin de Iraq y en sus columnas en The
New Republic, que han sido reeditadas por todo Estados Unidos.
Con anterioridad el punto de vista de Galbraith respecto a Yugoslavia
había prevalecido (Galbraith se convirtió posteriormente en el
embajador estadounidense en Croacia). Veía esencial para la hegemonía
de EEUU la disolución de la Unión Soviética y de Checoslovaquia.
Leslie Gelb, ex
editora y columnista de The New
York Times y presidenta emérita del Consejo de Relaciones Exteriores
creado por Rockefeller, también puso de manifiesto este punto de
vista en un artículo ampliamente difundido titulado “La solución
de los tres Estados” (The New York Times, 26 de noviembre de 2003).
Gelb comparó los problemas en Iraq con el éxito del imperialismo en
la partición de Yugoslavia.
Otro comentarista al
que se ha dado amplia cobertura es David Brooks, quien ve en la Bosnia
ocupada por la OTAN un “[…] modelo que podría ayudar a
estabilizar Iraq”. Brooks celebra el resurgimiento de la hegemonía
estadounidense y llama a una partición inducida de Iraq. Brooks es un
columnista habitual de The New York Times y de The Washington Post,
redactor colaborador de Newsweek, y comentarista en los programas
“News Hour" de la PBS de Jim Lehrer y “All Things Considered”
de la NPR.
La estrategia
imperialista de EEUU, y antes la de Reino Unido y Francia, siempre se
han basado en el Divide y gobierna. Esta fue su política respecto a
la población indígena de las América, de África, del subcontinente
indio y de Oriente Medio. Para controlar Oriente Medio, los poderes
coloniales jugaron con las diferencias y hostilidades entre las
comunidades sunníes y shiíes, drusas y cristianas, kurdas, iraníes
o de otras nacionalidades. Dividir zonas en mini–Estados fue la
respuesta imperialista a los desafíos revolucionarios del
nacionalismo anticolonial panarabista; hoy es la respuesta frente a la
resistencia panislámica.
La posición oficial
de EEUU siempre ha sido apoyar un Iraq unido, soberano y democrático.
Con tantos comentaristas imperialistas importantes abogando por una
separación violenta, sería ingenuo, sin embargo, asumir que no hay
organismos involucrados en la ejecución de este plan. Muchos
analistas ven esta división como el único camino para evitar una
humillante derrota estadounidense. Por ejemplo, en un artículo
publicado el 14 de enero de 2005 por Newsweek, titulado “The
Salvador Option”, el subtítulo decía: “El Pentágono podría
situar equipos de fuerzas especiales para asesinar o secuestrar en
Iraq”. En otras palabras, escuadrones de la muerte.
El creciente
entusiasmo popular en la región debido a la humillación de
Washington en Iraq y al sorprendente revés israelí en Líbano amenazó
a todos los corruptos regímenes feudales y dictaduras militares
instaurados por el poder militar estadounidense. La resistencia
popular y la unidad son una amenaza para la dominación imperialista.
Los regímenes clientelistas de EEUU en Arabia Saudí, Bahrein, Qatar,
Jordania y Egipto han ido al compás de EEUU con todo el poder de sus
medios de comunicación para presionar en el mundo árabe con la
cobertura de noticias diarias que destaquen las divisiones, sospechas
y antagonismos entre las comunidades
religiosas shií y sunní.
Mientras que el caos,
provocado por el profundo conflicto sectario y la guerra civil,
incrementa el número de víctimas entre la población iraquí, no
ayudará necesariamente a estabilizar el control de la ocupación
estadounidense en Iraq o en la región. En lugar de ello, el conflicto
podría adquirir un carácter anti–estadounidense radical y llevar a
una mayor resistencia antiimperialista en toda la región. Todos los
grupos desconfían de EEUU y se sienten traicionados por las promesas
estadounidenses ya que la ocupación ha traído inseguridad, miseria y
caos a todo Iraq.
Notas de
IraqSolidaridad:
(*) Sara
Flounders es co–directora de 'International Action Center'. Ha
publicado cinco libros sobre Iraq y coordinado varias delegaciones,
encabezadas por Ramsey Clark, que visitaron Iraq para desafiar los
bombardeos y sanciones estadounidenses.
1. Nombre oficial de
la campaña área estadounidense sobre Bagdad de marzo–abril de
2003.
2. Particular
relevancia tiene el contenido de esta nueva Constitución anticipando
la nueva Ley de Hidrocarburos. Véase en IraqSolidaridad: http://www.nodo50.org/iraq/2007/docs/petroleo_13–03–07.html
y enlaces relacionados.
3. El término
contractor (contratista) puede referirse tanto a empresa (o
empresario) contratada por el gobierno como a sus empleados. La cifra
tan elevada de 100.000 contratistas debe así entenderse como referida
más a personas que a empresas o empresarios. Véase en
IraqSolidaridad: http://www.nodo50.org/iraq/2007/docs/ocup_8–02–07.html.
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