Entrevista a Iman A. Jamas, periodista iraquí,
Premio Julio Anguita Parrado
de Periodismo
“Desde 2003 han muerto más de 200 periodistas
iraquíes”
Por Rosa Meneses
El Mundo, Madrid, 07/04/07
Es una mujer valiente y luchadora. Iman A. Jamas
ha dedicado su esfuerzo a hacer visible el sufrimiento de los iraquíes
desde la ocupación del país, en 2003, por las tropas
angloestadounidenses. Fundó el Observatorio Internacional de la
Ocupación, en junio de ese año, para documentar el impacto social,
económico y político de la invasión, investigar los abusos contra
los Derechos Humanos y aliviar la situación de las mujeres exponiendo
a la luz su problemática. El centro funcionó un año. Tuvo que ser
cerrado por las amenazas de muerte que sufrieron Jamas y sus
colaboradores. La activista se refugió en España en agosto de 2006 y
desde entonces vive en Barcelona con sus hijas.
Periodista de profesión y de vocación, Jamas,
de 51 años, lleva en el gremio desde 1977. Licenciada en Literatura
por la Universidad de Bagdad, es también escritora y traductora. Su
labor le ha valido el Premio Julio Anguita Parrado de Periodismo, que
mañana recibirá en Córdoba coincidiendo con el cuarto aniversario
de la muerte del joven periodista de EL MUNDO en Irak.
Fruto de este trabajo es también el libro Crónicas
de Irak (Ediciones del Oriente y el Mediterráneo), cuyas páginas
recorren un país devastado y revelan el desamparo de las víctimas
ante los crímenes y abusos de las tropas estadounidenses. Durante una
entrevista telefónica con este periódico, Jamas narra cómo fueron
esos años de trabajo, en los que se desplazó a zonas de combate
vedadas a la prensa internacional.
Pregunta.– ¿Qué significa para usted
recibir un premio que lleva el nombre de un joven periodista muerto en
Irak?
Respuesta.– Significa que hay gente que busca
la verdad, que quiere saber cuál es la realidad de la ocupación, que
cree y respeta la verdad. Yo he escrito exactamente lo que he visto,
lo que las familias, los prisioneros, las víctimas me contaron sobre
sus vidas en los últimos cuatro años. Estoy feliz de que se sepa la
realidad de la ocupación. Y creo que este premio ayudará a que el
mundo vea la ocupación de Irak desde el punto de vista de las víctimas.
P.– Usted fundó el Observatorio
Internacional de la Ocupación de Irak. ¿Cómo fue esa experiencia?
R.– Trabajar en ello fue muy difícil y
peligroso. Por un lado, lo era porque nos desplazábamos a zonas
bombardeadas, a bases militares, a áreas amenazadas. Pero también lo
era porque los propios iraquíes se mostraban tan encolerizados y
decepcionados que no creían que nada pudiera ayudarles. Yo iba a
muchos sitios a preguntar a la gente sobre su situación, con mi
cuaderno y mi cámara, y algunos me increpaban. No veían que hacer pública
su historia fuera a ayudarles cuando su necesidad más inmediata eran
medicinas o alimentos o una casa. Para mí fue muy duro, me sentía
muy triste por estas personas porque no me consideraba ajena a su
situación, a su sentimiento de humillación, a las dificultades de
mujeres y niños... Pero yo he sido muy afortunada comparada con
ellos.
P.– Julio A. Parrado y José Couso
murieron en Irak mientras cumplían con su compromiso de informar.
Hoy, ejercer el periodismo en su país es muy arriesgado.
R.– Vi lo que le ocurrió a José Couso desde
la ventana de mi casa. Vi a los soldados estadounidenses disparar el
misil contra el balcón del hotel Palestina con mis propios ojos. Fue
deliberado porque los ocupantes sabían que el Palestina era el hotel
de los periodistas. Es un crimen. Los periodistas no deberían ser
asesinados por contar lo que ocurre. También sé lo que le pasó a
Julio A. Parrado y conozco a las familias de Couso y de Julio. Después
de ellos muchos otros periodistas, extranjeros e iraquíes han muerto
también. En el cuarto aniversario de la guerra, la Unión de
Periodistas Iraquíes realizó un acto reclamando a la comunidad
internacional y a Naciones Unidas que proteja a los informadores iraquíes,
que están expuestos a una masacre.
Muchos reporteros han dejado el país por
amenazas de muerte. Desde 2003, han muerto en Irak más de 200
periodistas iraquíes. Ellos son los que trabajan en las zonas
peligrosas y recogen la información que les compran las agencias y
los periodistas empotrados, desde los hoteles de la Zona Verde de
Bagdad.
P.– ¿Cómo describe la situación en Irak?
¿Hay una guerra civil?
R.– Primero, lo que ocurre en Irak es una
ocupación colonial e imperialista. Es un clásico ejemplo de ocupación
que sigue la máxima del divide y vencerás. Incluso antes de la
invasión, los estadounidenses trabajaron sistemáticamente en dividir
a la sociedad iraquí mediante una política de inclusión y exclusión
generadora de venganzas. Además, los ocupantes emprendieron
decisiones peligrosas como la de incluir a las milicias como parte del
Ejército y la policía.
En segundo lugar, no son los iraquíes los que se
están matando entre ellos. Son las milicias de los partidos políticos
las que matan iraquíes, en una lucha por el poder. Sus hombres
reciben un sueldo y se cuentan en cientos de miles.
Además, están los mercenarios, los llamados
contratistas, empleados por las compañías occidentales. Son entre
50.000 y 100.000 y proceden de todas partes del mundo. En teoría son
civiles, pero van armados. Nunca aparecen en el recuento de muertos en
los ataques contra las tropas ocupantes.
P.– Algunos analistas apuntan a que la
situación es tal que, aunque las tropas estadounidenses se retiren,
no se aplacará la violencia...
R.– Cuando la ocupación acabe, Irak quedará
en paz. Esta situación está creada y mantenida por la ocupación.
Los grupos armados son mantenidos por ella. Cuando ésta acabe,
desaparecerán como el humo. Nunca antes hemos tenido violencia
sectaria en Irak, así que es lógico que desaparezca.
P.– ¿Y qué soluciones deben aplicarse tras
la salida de EEUU?
R.– Debe firmarse un acuerdo, sellarse un pacto
político y realizar la retirada de forma organizada para prevenir baños
de sangre. Esto es responsabilidad de la ONU y la UE.
P.– ¿Qué piensa de la actitud de Naciones
Unidas?
R.– La comunidad internacional ha abandonado a
este país para quedarse mirando cómo los iraquíes son masacrados.
Hay 6,5 millones de refugiados dentro y fuera del país y la ONU no
está haciendo nada por ayudarles. Millones de ellos se convirtieron
en refugiados en la época de las sanciones y, según un informe de
esta organización, se trata del mayor flujo de refugiados desde el de
los palestinos, en 1948. Según mis cálculos, han muerto casi un millón
de iraquíes desde el inicio de la guerra.
P.– Vemos en Somalia que más de 15 años
después de la caída de una dictadura, el país aún está sumido en
el caos. Salvando las distancias, ¿puede ocurrir lo mismo en Irak?
R.– Sí, creo que sí existe ese riesgo. Irak
necesitará muchos años para reconstruirse. Todo está destruido. El
propio Estado, las leyes, las instituciones, los servicios públicos,
las infraestructuras... Tras 13 años de sanciones y la ocupación, el
país está muy dañado, la estructura social ha sido desmantelada...
Harán falta muchos años para reconstruirlo todo. Será muy difícil.
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