Divide
e impera:
El nuevo plan estadounidense para Bagdad
Por
Robert Fisk
The
Independent / La Jornada, 11/04/07
Traducción
de Gabriela Fonseca
Revelan
una nueva estrategia contrainsurgente de EEUU: cortar en pedazos la
ciudad en áreas selladas. Esa táctica ya falló en Viernam. ¿Qué
chances de éxito tiene en Irak?
Ante
la insurgencia en Bagdad cada vez más beligerante, y como parte del
plan del presidente estadounidense George W. Bush para incrementar las
operaciones militares, las fuerzas de ocupación y del gobierno iraquí
planean ahora una operación masiva –la cual seguramente causará
controversia– que pretende sellar vastas áreas de la capital,
encerrando entre barricadas barrios completos, a los que sólo se
permitirá el ingreso a pobladores que porten tarjetas de identidad
emitidas con ese fin.
La
campaña de "comunidades cercadas" –cuya génesis se ubica
en la guerra de Vietnam– involucrará a 30 de los 89 distritos que
tiene oficialmente Bagdad, el que se convertirá en el más ambicioso
programa de contrainsurgencia hasta ahora montado por Estados Unidos
en Irak.
Este
mecanismo de control ha sido utilizado en el pasado, y ha fracasado
espectacularmente. Su puesta en marcha en Irak es, paradójicamente,
tanto un indicio de la desesperación estadounidense ante la escalada
de un conflicto civil, como de la determinación de Estados Unidos de
pretender "ganar" la guerra contra la insurgencia iraquí,
que hasta ahora ha costado la vida a más de 3 mil 200 soldados de ese
país.
El
cerco de áreas bajo ocupación extranjera fracasó de manera
espectacular durante la guerra de Francia contra el Frente de Liberación
Nacional, en Argelia, y también durante la guerra estadounidense en
Vietnam. Israel ha empleado prácticas similares durante su ocupación
del territorio palestino, nuevamente con muy poco éxito.
Pero
esta campaña tiene propósitos mucho más amplios que la pacificación
de Bagdad. Al parecer el ejército estadounidense pretende utilizar
cinco brigadas mecanizadas, con unos 40 mil hombres, al sur y al este
de Bagdad, y al menos tres de ellas estarán posicionadas entre la
capital y la frontera con Irán. Esto enfrentará a esa nación islámica
con una poderosa –y potencialmente agresiva– fuerza militar cerca
de su frontera, si Estados Unidos o Israel decidieran atacar
militarmente las instalaciones nucleares iraníes este año.
El
más reciente plan de "seguridad", del cual The Independent
ha obtenido detalles, fue ideado durante seis meses por el general
David Petraeus, actual comandante de Estados Unidos en Bagdad.
Con
este fin se realizó también, según algunos reportes, un curso en el
fuerte Leavenworth, en Kansas, durante el cual generales del ejército
que han operado en Irak, oficiales de alto rango de los marines, y al
menos cuatro funcionarios israelíes de muy alto nivel, participaron
en debates con el fin de determinar cuál es la mejor manera de
"darle la vuelta" a la desastrosa guerra estadounidense en
Irak.
El
énfasis del nuevo plan estadounidense se concentrará inicialmente en
asegurar los mercados de Bagdad y las áreas predominantemente chiítas.
En estas operaciones serán fundamentales las redadas contra hombres
en edad militar.
El
proyecto de crear un documento de identidad se basa en un sistema
puesto en práctica en la ciudad de Tel Afar por los hombres de
Petraeus, y específicamente por el coronel H. R. McMaster, del tercer
Regimiento Armado de Caballería, cuando, a principios de 2005, se
blindó un perímetro en torno a esa localidad para prevenir el
movimiento de combatientes y de armas. El general Petraeus consideró
esa campaña como un éxito, pese a que Tel Afar, cercana a la
frontera con Siria, ha vuelto a caer bajo control insurgente.
Hasta
ahora la campaña en Bagdad ha logrado sólo la creación de unas
cuantas posiciones estadounidenses en áreas civiles de la ciudad,
pero el nuevo proyecto involucrará "bases de apoyo" de
fuerzas conjuntas estadounidenses e iraquíes en nueve de los 30
distritos que serán "cercados".
Desde
estas bases –dentro de edificios fortificados––las fuerzas
estadounidenses e iraquíes supuestamente sacarán a las milicias de
las calles que para entonces estarán rodeadas de muros, y a sus
ocupantes se les darán documentos de identidad. Sólo los ocupantes
tendrán permitido ingresar a esas "comunidades cercadas" y
habrá patrullajes continuos de las fuerzas conjuntas. Con toda
probabilidad habrá sistemas de pase, registro de visitantes y
restricciones al movimiento afuera de las "comunidades
cercadas".
Así,
los civiles podrían encontrarse, de un momento a otro, dentro de una
prisión "de población controlada". En teoría, las fuerzas
estadounidenses podrán concentrarse entonces en la reconstrucción física
de la ciudad, dentro de lo que a los militares les gusta llamar
"un ambiente asegurado".
Pero
los insurgentes no son extranjeros, pese a la presencia de Al Qaeda en
Irak. Provienen de los mismos centros poblacionales que serán
"cercados" y podrían, si no son descubiertos, acceder a sus
propias credenciales de identidad; y estarán "encerrados"
como todos los demás.
Un
ex funcionario estadounidense en Vietnam que conoce a fondo los planes
de Petraeus, es escéptico. "La lealtad de cualquier chiíta que
esté en el ejército está comprometida con la insurgencia", señaló.
"La lealtad primera de cualquier sunita es a la cabeza de su
partido y su milicia. Cualquier kurdo que esté en el ejército iraquí
es leal, en primer lugar, a Barzani o a Talabani. No existe un ejército
iraquí independiente. Esas personas no tienen opción. Están
tratando de salvar a sus familias del hambre y las represalias. En un
momento dado pudieron haber creído en un Irak unificado, pudieron
haber sido laicos. Pero la violencia y la brutalidad que comenzaron
con la invasión estadounidense destruyeron en la gente esas ideas
liberales. Todo estadounidense que esté incrustado en una unidad
iraquí estará en constante peligro de muerte", declaró la
fuente.
Los
generales de alto rango que construyeron el nuevo plan de
"seguridad" para Bagdad son en gran medida responsables del
fundamental –pero oficialmente "restringido"––manual
de campo de contrainsurgencia que produjo el Departamento del Ejército
en diciembre del año pasado, con número de código FM–3–24.
Dicho
documento no defiende las campaña de "comunidades
cercadas", pero uno de sus principios es la unificación de las
actividades civiles y militares, citando "operaciones civiles y
el desarrollo revolucionario de equipos de apoyo" de Vietnam del
Sur, la ayuda a refugiados kurdos en el norte de Irak, en 1991, y los
"equipos provinciales de reconstrucción" en Afganistán,
proyecto muy criticado por vincular cooperación militar con
asistencia humanitaria.
FM–3–24
es un documento muy duro en su análisis en cuanto a lo que las
fuerzas de contrainsurgencia deben hacer para eliminar la violencia en
Irak. "Con buena inteligencia", dice, "los
contrainsurgentes son como cirujanos que extirpan tejido canceroso
mientras mantienen intactos los órganos vitales".
Pero
otro ex funcionario estadounidense de alto nivel ha expresado sus
propias conclusiones pesimistas sobre el proyecto de los barrios
cercados. "Cuando las tropas adicionales sean posicionadas, los
insurrectos cortarán toda vía desde Kuwait hasta Bagdad lo mejor que
puedan", dijo a The Independent. "Harán lo mismo desde el
interior de Bagdad, obligando a que se usen más los helicópteros,
que serán muy vulnerables cuando ingresen a las fases de patrullaje y
el enemigo destruirá tantos como le sea posible.
"La
segunda parte de su plan será tratar de destruir una de estas bases
de patrullaje y comenzarán utilizando a su gente dentro de las
comunidades cercadas para que los ayuden a entrar. Elegirán aquellas
bases en que los soldados iraquíes no los combatirán, o incluso, los
apoyarán. La respuesta de Estados Unidos será emplear la fuerza
militar masiva, con el resultado de que quedará destruido el barrio
que se suponía 'protegido'".
El
ex funcionario dice que sus temores son justificados si se toma en
cuenta que se incrementaron hoy las misiones a bordo de helicópteros,
luego de que un aparato Apache fue derribado sobre el centro de
Bagdad. Esta fuente tiene a un hijo que actualmente sirve como oficial
en la capital iraquí.
"La
única oportunidad que tiene el ejército estadounidense para
retirarse con alguna autoridad táctica en el futuro es provocar una
cantidad de bajas sustanciales, lo que se interpretará como signo de
respeto por la situación generada a raíz de la invasión",
dijo. "El esfuerzo por crear un orden del caos y la disposición
a aceptar las bajas necesarias para lograrlo dejará algún respeto
residual hacia los estadounidenses, para cuando salgan de Irak",
agregó.
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