Muqtada
al Sadr retira sus ministros del gobierno
Amanecer
del Nuevo Siglo, mayo 2007
El 16 de abril, el clérigo
shií Muqtada al Sadr anunció la retirada de sus seis ministros de la
coalición de gobierno iraquí mientras reiteró su demanda en favor
de una rápida retirada de las tropas norteamericanas del país. Sadr
estaba irritado por el hecho de que las protestas callejeras de la
semana anterior no habían logrado persuadir al primer ministro Nuri
al Maliki para fijar un plazo para la retirada de las tropas
extranjeras. El diputado Nassar al Rubai, del movimiento de Sadr,
anunció la dimisión en una conferencia de prensa en Bagdad, en la
que leyó una declaración del clérigo. “La principales razones de
nuestra decisión son la falta de respuesta del primer ministro a las
demandas de casi un millón de personas en Nayaf en demanda de una
retirada de las fuerzas estadounidenses y el deterioro de la seguridad
y los servicios,” señaló.
Desde la invasión
norteamericana de Iraq, el movimiento de Sadr ha emergido como una de
las organizaciones más poderosas y con una más amplia base social.
Posee 32 diputados en el Parlamento iraquí, que cuenta con 275 escaños,
y este bloque se convirtió en el mayor grupo de la fragmentada
coalición de Maliki. El movimiento también supone la más seria
amenaza a la tradición conservadora y quietista del clero shií,
representada por el gran ayatollah Ali al Sistani.
Sadr, que es también
líder de la milicia del Ejército del Mahdi, se ha opuesto con fuerza
a la ocupación norteamericana en su país desde la caída del régimen
de Saddam en 2003. El bloque parlamentario de Sadr boicoteó al
gobierno iraquí durante dos meses, desde el 29 de noviembre hasta
finales de enero, en protesta por un encuentro celebrado entre Maliki
y el presidente de EEUU, George W. Bush, en Jordania.
Muqtada es un
nacionalista árabe y apoya un Iraq unido que esté gobernado por un
gobierno centralizado en Bagdad. Él se muestra en contra de un
sistema federalista de gobierno, particularmente del modelo sectario
de federalismo que está apoyado por el líder del Consejo Supremo
para la Revolución Islámica en Iraq (CSRII), Abdul Aziz al Hakim,
que disputa a Muqtada el liderazgo político de la comunidad shií. El
movimiento de Sadr se ha opuesto también repetidamente a uno de los
principales objetivos de la invasión y ocupación norteamericana –
la venta de la industria de petróleo iraquí a las corporaciones
extranjeras. Como resultado, la influencia del movimiento en la
capital, Bagdad, y el Sur ha crecido considerablemente en los pasados
dos años.
La verdad es que la
dimisión de los seis ministros no podía haber venido en un momento
peor para Maliki, dado que el plan de seguridad norteamericano para
Bagdad está fracasando. En realidad, Maliki ganó mucho por su
alianza con Muqtada. Ésta le legitimó a los ojos de los shiíes
ordinarios. Qué mejor relaciones públicas podía tener un primer
ministro nombrado por EEUU que las bendiciones de un nacionalista como
Muqtada, que ha lanzado dos rebeliones contra los norteamericanos
desde que éstos invadieron Iraq. Cabe recordar que antes de
convertirse en primer ministro, él era un miembro gris y
relativamente desconocido del Partido Dawa y del bloque gubernamental
de la Alianza Iraquí Unida.
Maliki cree que podrá
continuar en el poder si mantiene el apoyo de los partidos shiíes más
pequeños y de los kurdos. Él utilizará probablemente la dimisión
de los seis ministros para limpiar su imagen tanto en Washington como
en las capitales árabes y para recuperar alguna credibilidad como
primer ministro de todos los iraquíes, y no sólo de la comunidad shií.
Maliki señaló que la decisión de Sadr le ayudaría a realizar
cambios en el gobierno que estaban planeados de antemano y que llevarían
a “ministros eficaces” al ejecutivo. También reiteró su negativa
a ofrecer un plazo para la retirada de las tropas norteamericanas.
En las calles de
Ciudad Sadr, un enorme suburbio de Bagdad que es uno de los bastiones
del Ejército del Mahdi, existe una profunda oposición a la presencia
de tropas estadounidenses. Ciudad Sadr se ha convertido en uno de los
principales objetivos de la nueva estrategia norteamericana, que tiene
como uno de sus principales objetivos el de tratar de destruir al
movimiento de Sadr, que ha sido calificado por la Administración Bush
como la “principal amenaza” para la estabilidad en Iraq”, es
decir, para el control norteamericano del país árabe. Durante varias
semanas, las tropas de EEUU han estado entrando con cautela en Ciudad
Sadr con el fin de expulsar al Ejército del Mahdi de la zona. Sin
embargo, Sadr ordenó a sus milicianos que se desprendieran de sus
uniformes y guardaran sus armas y, de este modo, la milicia shií
desapareció entre la población en los días iniciales de la campaña
estadounidense. “Tenemos instrucciones de su eminencia, el
presidente Muqtada, de defendernos en nuestras casas, pero no en las
calles,” manifestó Munzir al Quzuini, un taxista de 29 años que es
también miembro del Ejército del Mahdi, al Washington Post. Sin
embargo, él añadió que también iba a obedecer una orden del
fallecido padre de Sadr, un reverenciado líder religioso muerto en
1999, de resistir a todas las fuerzas norteamericanas, israelíes o
británicas. “Nunca nos someteremos a la ocupación. Moriremos
defendiéndonos,” señaló.
El Ejército del
Mahdi posee unos 60.000 combatientes, muchos de los cuales lucharon
contra las fuerzas estadounidenses en 2004. Aunque Sadr les ordenó
permanecer tranquilos, se cree que muchos de ellos están luchando
contra las tropas norteamericanas especialmente tras la muerte de
decenas de shiíes en Ciudad Sadr a manos de los soldados
estadounidenses e iraquíes. “Los combatientes podrían dejar pronto
de respetar las órdenes de permanecer tranquilos,” afirmó Abu
Ferras Mutarri, jefe político del movimiento en Ciudad Sadr. “Si
este deterioro continúa, se convertirá en una bola de nieve.”
De hecho, ha habido
fuertes combates entre las fuerzas norteamericanas e iraquíes y los
milicianos del Ejército del Mahdi en Diwaniyah, una ciudad
predominantemente shií y situada unos 150 kilómetros al sur de
Bagdad. El objetivo de la ofensiva estadounidense, según un portavoz
militar de EEUU, eran “elementos rebeldes” de la milicia del Ejército
del Mahdi, que controlaban partes de la ciudad. Cuando aviones de
combate norteamericanos lanzaron ataques, se produjeron
enfrentamientos y combates casa por casa. Éste fue el tercer gran
enfrentamiento entre fuerzas de EEUU y milicias shiíes en Diwaniyah
en los pasados nueve meses. La oficina de Sadr en la ciudad señaló
que los combatientes de la milicia habían destruido tres vehículos
estadounidenses. Sin embargo, al ser superados en capacidad de fuego
por los tanques y helicópteros artillados norteamericanos, los
milicianos optaron finalmente por desaparecer. Fuentes locales señalaron
que la operación estadounidense había provocado la muerte de decenas
de civiles.
Por su parte, Haider
al Natiq, un portavoz de Sadr, manifestó al Washington Post que los
jefes militares del Ejército del Mahdi habían abandonado el área
siguiendo las órdenes de líderes del movimiento, que creían que las
fuerzas norteamericanas e iraquíes estaban intentando eliminar a los
jefes de la milicia. En realidad, el movimiento de Sadr está
creciendo en el sur del país, predominantemente shií, donde se está
posicionando para suplantar al CSRII al que la población iraquí ve
cada vez más como una fuerza favorable a la ocupación.
Sadr ha acusado a las
fuerzas estadounidenses de tratar de dividir Iraq a través del
fomento de la violencia. Él ha pedido también a los milicianos de su
Ejército del Mahdi y a las fuerzas de seguridad iraquíes que dejen
de luchar unos contra otros. “Hermanos en el Ejército del Mahdi y
hermanos de las fuerzas de seguridad: basta ya de luchas y rivalidades
entre nosotros porque eso supone un éxito para nuestros, y vuestros,
enemigos,” señaló Sadr en una declaración. “La lucha entre
hermanos no es correcta ni es correcto tampoco el seguir el sucio
juego de los norteamericanos o el apoyar… al ocupante.” Sadr añadió
que el “enemigo” deseaba “empujaros a una guerra para acabar con
el Shiismo, o incluso con el Islam” y pidió a las fuerzas del Ejército
y la policía iraquíes que mantuvieran su independencia frente a las
fuerzas norteamericanas y evitaran “seguir al ocupante, porque es
vuestro enemigo declarado.”
La Administración
Bush ha sugerido que dispone de una alternativa al gobierno de Maliki.
Desde agosto de 2006 ha habido continuas señales que muestran que
Washington podría derrocar al gobierno de Maliki e instalar un
“hombre fuerte”, probablemente el ex primer ministro Iyad Allawi,
que intensificaría la represión contra el pueblo de Iraq. Al mismo
tiempo, Washington está creando el escenario para que se produzca una
rebelión más amplia de la población iraquí contra la odiada
ocupación.
Un
millón de iraquíes piden el fin de la ocupación norteamericana en
Nayaf
Amanecer
del Nuevo Siglo, mayo 2007
El pasado 9 de abril,
un millón de shiíes se reunieron en la ciudad santa de Nayaf, en el
sur de Iraq, en respuesta a un llamamiento del clérigo shií Muqtada
al Sadr, en lo que constituyó una gran protesta anti-norteamericana.
Sadr, que culpa a la invasión de EEUU por la violencia en Iraq, había
pedido a los iraquíes que protestaran en el cuarto aniversario del día
en el que las fuerzas estadounidenses entraron en el centro de Bagdad.
“Con el fin de poner fin a la ocupación, ¡salid y manifestaos!,”
manifestó Sadr, que acusa a las fuerzas estadounidenses de fomentar
de forma deliberada un conflicto civil en Iraq, en una declaración.
Cabe señalar que el tamaño de la manifestación y su composición no
tuvieron precedentes.
La carretera entre
Bagdad y Nayaf se llenó de miles de vehículos –coches, camiones y
autobuses- llenos de pasajeros que hacían ondear banderas iraquíes y
coreaban eslóganes religiosos y antiamericanos. Residentes en algunas
ciudades del Sur afirmaron que la policía iraquí trató de impedir
que los seguidores de Sadr llegaran a Nayaf. Muchos de ellos, que
llegaron el día 7 a la ciudad, durmieron en parques o dentro del
famoso cementerio “Valle de la Paz”, que fue el escenario de
fuertes combates entre los seguidores de Sadr y fuerzas
norteamericanas en agosto de 2004. Al día siguiente, los
manifestantes salieron de la Gran Mezquita de Kufa y caminaron unos 10
kilómetros hasta la Plaza de la Revolución de 1920. La plaza,
llamada así para conmemorar la sublevación shií contra el dominio
colonial británico, es también conocida con el nombre de Sadrain
(los dos Sadr) en honor del padre y el tío abuelo de Sadr. Hubo más
protestas en Kut y otras ciudades. Muchos habitantes de Bagdad,
especialmente en los feudos shiíes, colocaron también banderas iraquíes
en lo alto de sus tejados o fuera de sus tiendas para responder al
llamamiento de Sadr.
En realidad, las
manifestaciones en Nayaf, Kut y otras ciudades del Sur han privado a
EEUU y las fuerzas de ocupación británicas de lo que fue considerado
como un bastión fundamental de apoyo. Estas áreas, predominantemente
shiíes, habían sido consideradas como lugares seguros y sus
habitantes no luchaban contra las fuerzas de ocupación, quizás
porque Iraq ha tenido gobiernos dominados por shiíes desde la invasión.
Sin embargo, la manifestación de Nayaf contra la ocupación y EEUU ha
supuesto una aguda ruptura con la política de colaboración. Los
manifestantes pidieron el fin de la ocupación norteamericana y británica,
quemaron banderas estadounidenses y cantaron eslóganes como “¡Abajo
Bush y Abajo EEUU!”, “¡Sí a Muqtada, sí a Iraq, sí a la
libertad!”
“En cuatro años de
ocupación, nuestros hijos han sido asesinados y nuestras mujeres se
han convertido en viudas,” declaró Ahmed al Mayahi, de 39 años, un
shií de Basora, a AFP. “El ocupante difunde propaganda que afirma
que Iraq es libre y ha sido liberado. ¿De qué libertad estamos
hablando? ¿De qué liberación? No hay nada más que destrucción. No
queremos su liberación ni su presencia. Les pedimos que salgan de
nuestro país.” Los organizadores de la manifestación distribuyeron
panfletos en los que pedían a los norteamericanos y europeos que
presionaran a sus gobiernos para lograr el fin del derramamiento de
sangre.
La resistencia armada
en el Sur y la manifestación de Nayaf han puesto de manifiesto cuál
es el sentimiento dominante entre las masas iraquíes, que no es otro
que el deseo de que se produzca una inmediata retirada de todas las
tropas extranjeras. Las encuestas de opinión realizadas muestran que
las tres cuartas partes de los iraquíes están pidiendo la retirada
de las tropas estadounidenses en un plazo de seis a doce meses. La
ocupación es vista asimismo como el principal factor que se halla
detrás del conflicto sectario entre organizaciones rivales shiíes y
sunníes, así como la causa de la inmensa privación social y el
sufrimiento que es soportado por millones de iraquíes. Las
manifestaciones han mostrado también que Sadr se ha convertido en un
personaje muy popular entre los shiíes pobres de los centros urbanos.
La significación de
la enorme manifestación de Nayaf fue rebajada por los medios de
comunicación y el establishment político de EEUU porque ella mostró
la ira y el resentimiento que se ha generado en las áreas
mayoritariamente pobladas por shiíes de Bagdad y el Sur de Iraq
debido a la escalada de la actividad bélica norteamericana ordenada
por el presidente Bush el pasado mes de enero. Decenas de miles de
iraquíes han muerto sólo en los últimos meses. Más de 3.300
soldados estadounidenses han fallecido desde la invasión
estadounidense. El movimiento de Sadr está bajo una fuerte presión
militar de las fuerzas de EEUU, que ha dado lugar a choques armados
entre la milicia del Ejército del Mahdi y las fuerzas norteamericanas
en la ciudad de Diwaniyah, al sur de Bagdad, que han causado la muerte
a algunas docenas de civiles.
La manifestación de
Nayaf fue vista como una muestra de fuerza por parte de Sadr. “La
manifestación prueba que Muqtada al Sadr es el único hombre capaz de
reunir esta enorme multitud y demuestra la debilidad del gobierno y
sus aliados,” señaló Wamidh Nadhmi, un profesor de Ciencias Políticas
de la Universidad de Bagdad, al Christian Science Monitor. “Él está
tratando de demostrar que es el espíritu activo que se halla detrás
de los shiíes y que no ha cambiado de opinión con respecto a la
presencia de fuerzas estadounidenses.”
La manifestación, en
la que sólo se permitieron banderas iraquíes, supuso también una
oportunidad para Sadr de mejorar sus relaciones con los sunníes
moderados, según Nadhmi. De hecho, entre los manifestantes se
hallaban “un grupo de kurdos con trajes tradicionales, así como
algunos clérigos sunníes, muchos de los cuales fueron llevados en
autobús por el movimiento de Sadr desde la ciudad de Basora.
“Pongamos fin al fuego de la discordia y cortemos la cabeza de la
serpiente,” coreaban algunos manifestantes en referencia a las
actuales luchas sectarias. “Las fuerzas de la oscuridad lideradas
por los ocupantes (las fuerzas norteamericanas) están plantando la
semilla de la discordia entre los hijos de la misma nación…
Hermanos del Ejército del Mahdi y de las fuerzas de seguridad. Dejad
de luchar unos contra otros o estaréis siguiendo el plan del enemigo
común,” señaló una declaración de Sadr. Hazim al-Arayi, uno de
los principales representantes de Sadr en Bagdad, describió así la
enorme manifestación: “Existen personas aquí de diferentes
partidos y grupos religiosos. Todos nosotros portamos la bandera
nacional, que es un símbolo de unidad. Y todos nosotros estamos
unidos en nuestros llamamientos en favor de la retirada de los
norteamericanos.” “Esta manifestación es un mensaje amistoso a
los iraquíes para que se unan en un tema concreto que es el fin de la
ocupación,” manifestó Abdul Qadir al Daim, del Partido Islámico,
un poderoso bloque sunní, a AFP.
Así pues, lo que
preocupa a EEUU más que el masivo tamaño de la manifestación del 9
de abril es su composición mixta de sunníes y shiíes y el ambiente
nacionalista que la impregnó. La perspectiva de que el mensaje de
Muqtada se extienda a una sección de la comunidad sunní constituye
el escenario de pesadilla que Washington más teme.
Aún peor para los
ocupantes norteamericanos es el hecho de que algunos manifestantes
llevaran uniformes del Ejército, lo que demuestra que muchos de los
nuevos soldados iraquíes están en contra de la ocupación y
dispuestos a cooperar con los enemigos de EEUU, ya se trate de
insurgentes sunníes o el movimiento de Sadr. En Bagdad, muchos
miembros de las fuerzas de policía, cuyo apoyo a Sadr es conocido,
colocaron banderas iraquíes en sus vehículos para mostrar su apoyo a
Muqtada. Irónicamente, estas fuerzas son la principal esperanza de la
Administración Bush para encontrar una vía de escape de Iraq.
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