No se
contabilizan hasta 3.000 millones de dólares anuales en ventas de
petróleo
¿Cuánto
petróleo iraquí se está robando?:
El 'misterio' de los contadores perdidos
CorpWatch,
02/03/07
IraqSolidaridad, 14/05/07
Traducido del inglés para IraqSolidaridad por Consuelo Delgado
“En estos cuatro años
de ocupación estadounidense, ni los responsables estadounidenses ni
las empresas han dado razones satisfactorias de por qué los
contadores no se han calibrado, reparado o sustituido. […] Existen
dos explicaciones posibles: que el proyecto se haya retrasado por la
burocracia o que los intereses creados por la falta de medición del
petróleo (tales como los de los contrabandistas o los funcionarios
corruptos) hayan impedido que el proyecto se realice.”
La hilera de barcos,
que esperan pacientemente bajo el calor abrasador del norte del Golfo
Pérsico mientras se cargan cuatro superpetroleros gigantes en la
terminal de petróleo de Basora, se extiende desde el sur hasta el
horizonte. Muy cerca, dos petroleros más llenan sus depósitos en la
terminal más pequeña de Jawr al-Amaya. Docenas de tropas que viven
en las plataformas, tanto de la marina estadounidense como iraquí,
custodian, fuertemente armadas, ambas terminales.
Estas dos terminales,
un laberinto de tuberías y precarias pasarelas metálicas, situadas a
unos kilómetros de la costa, suministran alrededor de 1,6 millones de
barriles de crudo, el 85 por ciento de la producción iraquí como mínimo,
a compradores de todo el mundo. Si los campos petrolíferos del sur
constituyen el corazón de la economía de Iraq, sus principales
arterias son tres oleoductos de un metro de ancho que se extienden a
lo largo de los alrededor de 84 kilómetros que van desde los pozos de
petróleo hasta los puertos.
Los soldados,
fuertemente armados, se pasan los días en las terminales de petróleo
vigilando el horizonte en busca de algún terrorista suicida y de algún
barco de pesca perdido (conocidos como dhows). Mientras tanto, y ante
sus mismas narices, se calcula que los contrabandistas desvían hasta
mil millones de crudo a los petroleros porque el sistema de medición
del petróleo que se supone que controla cuánto crudo entra y sale de
las terminales de Basora y de Jawr al-Amaya no funciona desde la
invasión estadounidense de Iraq en marzo de 2003 [1].
Los responsables
culpan del retraso, de cuatro años, en la reparación de este sistema
relativamente sencillo a “problemas de seguridad”. Otros culpan a
las dos empresas estadounidenses contratadas para reparar los campos
petroleros del sur y para arreglar las dos terminales y los contadores
[de petróleo]: Halliburton, de Houston (Texas), y Parsons, de
Pasadena (California). Está previsto que el inspector general para la
Reconstrucción de Iraq publique esta primavera un informe que se
supone que criticará que las empresas no hayan concluido su trabajo.
Entre los recelosos
iraquíes abundan los rumores sobre el fiasco de la medición del
flujo de petróleo. “[…] Iraq es víctima del mayor robo de su
producción petrolera en la historia moderna”, era el llamativo
titular que aparecía en marzo de 2006 en az-Zaman, el periódico más
leído en Iraq. Un estudio de mayo de 2006 sobre las cifras de
producción y de exportación de petróleo, realizado por la revista
Oilgram News de la Platt [empresa asesora en temas energéticos],
demostraba que no se contabilizaban hasta 3.000 millones de dólares
al año [2].
“[...] El petróleo
iraquí se saca regularmente de contrabando fuera del país de muchas
maneras distintas”, decía el mes pasado un comerciante de crudo en
Amán a la revista estadounidense Nation. “[...] El emir al-Hakim,
[máximo] dirigente del Consejo Supremo de la Revolución Islámica en
Iraq (CSRII) [3], se pasa todo el tiempo en Basora vendiendo petróleo
como si fuera suyo. La gente de allí le llama Uday al-Hakim, para
indicar que se comporta de la misma manera que Uday Sadam Husein en el
pasado. Otros comerciantes, como yo mismo, tenemos que hacer los
grandes negocios a través de él o pasar de contrabando pequeñas
cantidades por nosotros mismos. El petróleo se reparte ahora entre
los partidos políticos en el poder”.
La
“maldición de los recursos”
Las operaciones de
contrabando y del mercado negro guardan sorprendentes paralelismos con
las tácticas de Sadam Huseín para burlar el embargo de Naciones
Unidas (NNUU). A Sadam Husein se le acusó de vender alrededor de
5.700 millones de dólares en productos petrolíferos en el mercado
negro durante los seis años del programa Petróleo por Alimentos
mientras los inspectores de NNUU hacían la vista gorda [4]. Hoy día,
a sus sucesores se les acusa de abusos similares.
Iraq se asienta sobre
115.000 millones de barriles de reservas de petróleo garantizadas
[5], las terceras reservas más grandes del mundo (detrás de Arabia
Saudí y Canadá). Si antes era una sociedad que utilizaba los
ingresos del petróleo para crear un Estado de bienestar social que
proporcionaba educación, sanidad y servicios sociales, ahora el país
ha caído en picado hasta situarse entre los países más pobres del
mundo. Los economistas llaman a esto la “maldición de los
recursos”. Los países bendecidos con recursos no renovables, a
menudo son los que menos se benefician [de ellos], bien porque unos
pocos poderosos controlan los recursos o bien porque la guerra impide
que prácticamente nadie pueda beneficiarse.
La principal fuente
de ingresos de Iraq —los beneficios procedentes de la exportación
de petróleo, productos petrolíferos y gas natural— la administra
actualmente el Fondo para el Desarrollo de Iraq (FDI). El documento
[de establecimiento] del FDI del 21 de mayo de 2003, la Resolución
1483 del Consejo de Seguridad de NNUU, asigna este dinero para
beneficio del pueblo iraquí. Esta resolución sustituye al anterior
programa Petróleo por Alimentos de NNUU que abarcó desde 1997 hasta
la invasión de marzo de 2003.
Casi cuatro años
después de la creación del FDI, las ventas de crudo registradas
oficialmente han generado más de 80 mil millones de dólares. La
Autoridad Provisional de la Coalición (APC), bajo el mando de EEUU,
dirigió el FDI inmediatamente después del derrocamiento de Sadam
Husein hasta el 28 de junio de 2004, cuando la APC se disolvió.
Durante esos 14 meses, la APC gastó 19.600 millones de dólares de
los fondos del FDI de Iraq. Los tres sucesivos gobiernos [iraquíes]
han estado oficialmente encargados de los ingresos del FDI, aunque la
influencia de los consejeros políticos y militares de EEUU ha pesado
significativamente. En los 32 meses posteriores a la disolución de la
APC, los tres gobiernos han gastado 47 mil millones de dólares más.
‘Halliburton’
y ‘Parsons’
Las empresas
estadounidenses han desempeñado un papel clave en la reparación y
modernización de las infraestructuras petroleras de Iraq y esperaban
que fuera la industria [petrolera] la que pagara la reconstrucción.
En enero de 2004, dentro del proyecto Restablecer el petróleo iraquí
II (en inglés, RIO II), el gobierno Bush contrató a Halliburton para
operar en los campos petroleros del sur de Iraq y a Parsons para
encargarse de los campos del norte. Se supone que las dos compañías
estarían supervisadas por otra empresa, la Foster Wheeler, radicada
en Nueva Jersey. El primer contrato RIO fue el contrato infame,
secreto y sin licitación concedido a Halliburton antes de la invasión
de Iraq. Aunque para RIO II concursaron distintas empresas, Sheryl
Tappan, un antiguo empleado de Bechtel, escribió un libro criticando
la adjudicación por injusta.
Halliburton y Parsons
tienen un largo historial en Iraq de más de 40 años. Brown &
Root, que ahora forma parte de Halliburton, empezó a trabajar en Iraq
en 1961, mientras que Parsons entró en el sector petrolero iraquí en
los años cincuenta. El trabajo de Foster Wheeler en Iraq comenzó en
los años treinta.
Estas empresas tienen
mucha experiencia en las terminales donde ahora prospera el mercado
negro. De hecho, Halliburton construyó la terminal de Basora
—entonces conocida como Mina al-Bakr— a principios de los años
setenta. Tras sufrir daños durante la guerra entre Irán e Iraq en
los años ochenta, Halliburton reparó la terminal antes de que fuera
bombardeada de nuevo durante la Guerra del Golfo de [enero-febrero de]
1991.
La terminal petrolífera
de Jor al-Amaya también vivió un ciclo similar de destrucción y
reconstrucción. Construida con la ayuda de Halliburton en 1973,
durante la guerra entre Irán e Iraq resultó muy dañada por comandos
iraníes; posteriormente durante la operación “Tormenta del
Desierto” en 1991 y, más recientemente, en mayo de 2006, por un
incendio que destruyó el 70 por ciento de sus instalaciones. Durante
el periodo de sanciones, Ingersoll Dresser Pump Company, una
subsidiaria de Halliburton, tenía un contrato secreto que le permitía
vender a Iraq recambios, compresores y equipos contra incendios para
las obras de restauración.
Halliburton tiene
también un largo historial cerca del puerto turco de Ceyhan, desde
donde Iraq vende petróleo producido en Kirkuk, al norte de Iraq.
Halliburton dirige la cercana base militar estadounidense de Incirlik,
que fue el centro de ordenamiento de la operación “Vigilancia del
norte”, que durante los años noventa dio protección aérea a los
kurdos.
La
medición del petróleo
Con miles de millones
de dólares para gastar y una amplia experiencia en infraestructuras
petroleras y en puertos iraquíes, Halliburton y Parsons parecen
incapaces de abordar el cotidiano problema de los contadores rotos en
las terminales del sur de Iraq. Los tipos de contadores que se suponía
que tenían que arreglar o sustituir en la terminal de Basora son los
que normalmente se encuentra en cientos de yacimientos similares en
todo el mundo. Como están hechos por encargo, se envían por barco y
luego se montan y calibran en el yacimiento; el proceso puede durar un
año. Pero el problema ha persistido durante cuatro años.
Después de la invasión
de 2003, parece que han desconectado los contadores y desde entonces
no ha habido cálculos fiables de cuánto crudo se ha transportado
desde los campos petroleros del sur. Los campos petroleros del norte
en Kirkuk, que suministran a la refinería de Beiji en Iraq [la más
importante del país] y exportan crudo al puerto turco de Adana,
tienen sistemas de medición fiables, pero poco petróleo para medir
debido a que los ataques de la resistencia paralizan en gran medida
las instalaciones.
El teniente Aaron
Bergman, oficial de la Marina estadounidense encargado del Escuadrón
de Seguridad Móvil número 7 en la terminal de petróleo de Basora,
afirma que las autoridades en materia de exportación han hecho una
“estimación aproximada”, con una fórmula de andar por casa, de
cuánto se está vendiendo: cada centímetro que un petrolero se hunde
en el agua equivale a 6.000 barriles de cargamento de petróleo.
“[...] Así que puede usted imaginarse”, dijo a principios de este
mes a Stars & Stripes, un periódico para los militares
estadounidenses, “que los números pueden bailar, [...] unos cinco
centímetros podrían equivaler a 180.000 barriles de petróleo”.
“[...] Yo diría que probablemente entre 200.000 y 500.000 barriles
diarios estén sin contabilizar en Iraq”, afirmó en la embajada de
EEUU en Bagdad ante la KTV, un canal de televisión de Texas, Mikel
Morris que trabajó en el Organismo para la gestión de la
reconstrucción de Iraq.
En estos cuatro años
de ocupación estadounidense, ni los responsables estadounidenses ni
las empresas han dado razones satisfactorias de por qué los
contadores no se han calibrado, reparado o sustituido. Una excusa es
que el trabajo de calibración requiere unos dispositivos especiales
para ajustar los contadores actuales y las cuestiones de seguridad
hacen que la importación de estos dispositivos sea problemática. Sin
embargo, estas y otras explicaciones relacionadas con la seguridad
carecen por completo de consistencia dado que las terminales de crudo
están las 24 horas bajo vigilancia de alta seguridad, se hallan mar
adentro a 80 kilómetros de la costa y sólo son accesibles mediante
helicóptero o barco.
Existen dos
explicaciones posibles: que el proyecto se haya retrasado por la
burocracia o que los intereses creados por la falta de medición del
petróleo (tales como los de los contrabandistas o los funcionarios
corruptos) hayan impedido que el proyecto se realice.
Los
costes se disparan
El proyecto RIO II,
que incluye la reparación de los contadores, ha sido muy criticado a
pesar de que los detalles que trascienden son escasos.
Por ejemplo, el
gobierno Bush firmó el contrato de RIO II con Halliburton en enero de
2004 y le dio órdenes específicas de su cometido en junio. Pero a
pesar de no comenzar el trabajo hasta noviembre de 2004, la compañía
facturó al gobierno millones de dólares por [salarios de] ingenieros
que estaban parados. La factura de Halliburton por valor de 296
millones de dólares incluía al menos un 55 por ciento de gastos
generales. (En la valoración que se espera que haga el inspector
general de la reconstrucción de Iraq a finales de este mes, puede que
calcule incluso costes generales más altos.)
En enero de 2004, se
adjudicó un contrato a una sociedad conjunta de Parsons (con la
empresa Worley de Australia); en junio se le dieron órdenes
detalladas de su cometido y empezó a trabajar en julio. [Esta
empresa] también ha sido acusada de facturar sobrecostes estando
parados, aunque no tan altos como los de Halliburton. La valoración
del inspector general de la reconstrucción de Iraq fija sus gastos
generales en un 43 por ciento.
Además, en una serie
de informes internos sumamente críticos desvelados por el congresista
Henry Waxman, los supervisores de Foster Wheeler critican los costes
de Halliburton. El 29 de enero de 2005, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército
estadounidense emitió un aviso, para poner remedio, ordenando a
Halliburton que mejorara su trabajo o que se tomarían medidas. Después
de que Halliburton mejorase el control de sus costes, a mediados de
2005 el ejército traspasó el trabajo de los campos petroleros del
sur a Parsons.
Cuando Parsons se
hizo cargo de los contratos, dos años después de la invasión,
contrató a un subcontratista de Arabia Saudí, Alaa for Industry,
para que le ayudase a reparar o sustituir los contadores.
Los contadores de la
turbina se enviaron a Kuwait para su reparación, pero no parece que
los hayan arreglados a su debido tiempo, aunque a principios de este año
han arreglado y reinstalado algunos. Fuentes no oficiales sugieren que
la burocracia kuwaití retrasó el trabajo de reparación: “[…] La
auténtica razón para obstaculizar el trabajo en la terminal de
Basora es que Kuwait tiene interés creados en que las exportaciones
de petróleo iraquí disminuyan”, dijo a CorpWatch una fuente anónima
que trabajó en el proyecto. Su afirmación no pudo comprobarse.
A mediados de
septiembre de 2006, el ministerio de Petróleo iraquí anunció de
repente que paralizaría el proyecto de medición del petróleo, lo
que hace aún más incierto el control futuro. Asim Jihad, el portavoz
del ministerio de Petróleo, afirmó a al-Hayat:
“[…] La empresa
estadounidense incumplió su promesa de terminar la instalación de
estos contadores; además se negó a revelar el coste exacto, sólo ha
dicho que éste está dentro de las partidas económicas que EEUU
otorga a Iraq y la suma de estas partidas la desconocemos también.
Esto exime al ministerio de sus obligaciones con ellos. Además,
debido a su importancia, muchas compañías internacionales
presentaron buenas ofertas para llevar a cabo el proyecto en un tiempo
récord.”
El ministerio de Petróleo
invitó entonces a British Petroleum y a Shell a elaborar un proyecto
completo de medición a escala nacional que no sólo cubriría las
terminales de petróleo sino también los pozos de producción
petrolera y sus pares: las refinerías.
En noviembre de 2006
un equipo del inspector general de la Reconstrucción de Iraq viajó a
la terminal de Basora para verificar cómo iba el trabajo [de este
proyecto]. Su informe, no publicado, sugiere que ni siquiera se ha
completado la mitad del trabajo.
De repente, en
diciembre de 2006, un equipo estadounidense de alto nivel viajó hasta
Basora para inspeccionar los contadores. En una declaración que pasó
casi desapercibida, pues fue emitida un sábado justo antes de
Navidad, John Sickman, el experto en petróleo adscrito a la embajada
de EEUU en Bagdad, afirmó que se habían arreglado los contadores y
que funcionaban Perfectamente. “[…] La medición que se hace en la
terminal marina de Basora con los contadores existentes de turbina y
de movimiento de fluido es transparente y los dispositivos de medición
son más que adecuados”, fueron las palabras de Sickman citadas en
la nota de prensa. “[…] Es más, los buques petroleros tienen
medidores de calidad para las muestras”.
De hecho, era así
como la compañía holandesa Saybolt medía la exportación de petróleo
en el programa Petróleo por Alimentos de NNUU. El problema, incluso
hoy, según expertos consultados por CorpWatch, es que aún hay que
calibrar los contadores de modo que los datos son básicamente
inservibles.
Incluso si los
contadores funcionan correctamente, el contrabando se puede seguir
produciendo. “[…] Es fácil robar crudo si se sabe lo que se
hace”, dijo a CorpWatch Don Deaver, un experto en medición de petróleo
que trabajó en Exxon durante 33 años. “[…] Si mides demasiado
bajo o demasiado alto, alguien perderá o alguien ganará. Por eso es
por lo que se necesitan profesionales que comprendan cómo funcionan
los contadores para asegurarse de que no se pierde ni se roba nada”.
Los responsables del
gobierno estadounidense afirman que se está robando poco. SGS (una
consultora británica) “[…] está proporcionando in situ
certificados independientes a los clientes con cargo a terceros. Esto,
unido a la reciente instalación de contadores ultrasónicos nos
proporciona una capacidad de medición más que suficiente”, afirmó
Sickman en diciembre.
A principios de enero
de 2007, días después de que se publicara en la prensa, Parsons
empezó a trabajar en los contadores con un contrato financiado por el
gobierno estadounidense de 57,8 millones de dólares y con la
supervisión del comandante Dale Winger de la Comandancia de
Contrataciones Conjuntas de Basora. Casi nada más empezar el trabajo,
Winger fue sustituido por el teniente Brian Schorn. Cuando CorpWatch
contactó con Schorn, [éste] manifestó que no era la persona
adecuada para hablar del trabajo que se había realizado y nos remitió
a preguntar en su “jefatura” en Bagdad, en el Cuerpo de Ingenieros
del Ejército estadounidense.
El portavoz de la
sociedad conjunta de Parsons en Iraq, Don Lassus, también se negó a
hacer comentarios a CorpWatch. El contrato con el Ejército no permite
hacer pública “[…] ninguna información [aunque] no sea
secreta”, sin la aprobación previa del ejército, afirma.
Hoy día ningún
responsable gubernamental ha sido capaz de afirmar categóricamente si
se está haciendo contrabando con el petróleo o no. Incluso el futuro
del sistema de medición del petróleo sigue siendo incierto. El último
informe emitido por el inspector general de la Reconstrucción de Iraq,
en enero de 2007, señala que está previsto que el trabajo de
reparación y rehabilitación en la terminal de Basora concluya en
mayo de 2007, pero “[…] no está claro que el proyecto se termine
debido a exigencias que impidan cumplir esa obligación”, es decir
que la financiación podría interrumpirse.
Notas
de IraqSolidaridad:
1.
Sobre el tema de la contabilización del petróleo iraquí, véase
en IraqSolidaridad: ¿Cuánto petróleo ha exportado Iraq?: Iraq firma
un acuerdo con 'Royal Dutch Shell' para cuantificar la producción y
exportaciones de crudo.
2.
Según informa el diario The New York Times del 12 de mayo de 2007, un
próximo informe de la Oficina de Supervisión del Gobierno (GAO) de
EEUU estima esta cifra entre cinco y quince millones al día.
3.
El CSRII, con fuertes vínculos a Irán, es la principal formación
del bloque confesional shií asociado a los ocupantes y que domina las
nuevas instituciones iraquíes. Sin embargo, los enfrentamientos entre
el CSRII y otras formaciones sectarias shiíes colaboracionistas en
Basora por el control de las exportaciones y contrabando de petróleo
son habituales: Pedro Rojo y Carlos Varea: ¿Está jugando Irán a la
'resistencia' en Basora? Las milicias chiíes se disputan Basora,
mientras Irán bloquea la negociación con EEUU sobre Iraq y Mohamad
Abu Nasser: La otra guerra de Iraq. La confrontación entre Reino
Unido e Irán en el sur del país.
4.
Según H.C. von Sponeck (Autopsia de Iraq, Ediciones de Oriente
y del Mediterráneo, 2007), ex coordinador de NNUU para el programa
Petróleo por Alimentos, el gobierno de Iraq obtuvo de exportaciones
de petróleo fuera del control de Naciones Unidas y de tasas ilegales
una cantidad estimada de unos 2.000 millones de dólares al año entre
1997 y 2003. El valor de los productos obtenidos mediante el programa
Petróleo por Alimentos fue inferior a 60 céntimos por persona y día,
es decir, poco más de 200 dólares anuales, cuando la renta per cápita
en Iraq en 1989 era superior a los 3.000 dólares. Incluso si el
gobierno de Sadam Husein no hubiera utilizando fondos provenientes de
ingresos ilegales para otros fines, la suma disponible no habría
superado los 70 céntimos.
5.
Véase en IraqSolidaridad: Kamil al-Mehaidi: La distribución geográfica
de los campos petrolíferos y su gestión bajo ocupación. El futuro
del petróleo iraquí y sus enlaces relacionados sobre el petróleo
iraquí y la nueva Ley de Hidrocarburos.
Desde
2003, el precio de la gasolina ha pasado de 1,3 céntimos a un cuarto
de dólar por litro
Tres
tipos de contadores, de contrabando y de gasolina
Por
Pratap Chatterjee
CorpWatch, 02/03/07
IraqSolidaridad, 14/05/07
Traducido del inglés para IraqSolidaridad por Consuelo Delgado
“Paradójicamente,
, mientras los iraquíes tienen que comprar gasolina de contrabando de
Irán, se está traficando con sus propias reservas en dirección
contraria, desde Iraq a Irán.”
Hay tres clases de
medidores de petróleo que actualmente se utilizan en todo el mundo:
de movimiento de fluido, de turbina y ultrasónicos. Un contador de
movimiento de fluido mide la velocidad de llenado, con líquidos o
gases, de tanques con un volumen conocido; un contador de turbina es
simplemente una tubería con un cono que mide el volumen que pasa por
él y un contador ultrasónico utiliza la frecuencia de sonidos para
medir la velocidad de flujo. Cada sistema tiene sus ventajas e
inconvenientes.
Con anterioridad a la
Guerra del Golfo de 1991, en la plataforma A de la terminal de Basora
se instalaron 10 contadores de turbina, y en la plataforma B 16
contadores de movimiento de fluido. En enero de 2007, el gobierno
estadounidense instaló contadores ultrasónicos para comprobar las
mediciones de los contadores más antiguos.
A finales de la década
de los 90, NNUU contrató a la compañía alemana Saybolt
Internacional, para asegurarse que Sadam Husein sólo vendía crudo
bajo el programa Petróleo por Alimentos. Sin embargo, las entrevistas
de CorpWatch indican que en aquel momento los inspectores no podían
confiar en los contadores porque no estaban calibrados. Por el
contrario Saybolt Internacional confió en una forma sencilla y
efectiva de saber cuánto crudo se estaba cargando en los petroleros:
medía el crudo que se cargaba en los tanques.
Tres
formas de contrabando
Se cree que el
contrabando de petróleo se produce de tres formas en Iraq:
1. Crudo iraquí. En
la terminal petrolífera de Basora, los responsables de la Compañía
Petrolera del Sur —estatal— que extrae el crudo, y los
responsables del Organismo de Comercialización del Petróleo del
Estado, que transportan el crudo por los oleoductos hasta las
terminales, tendrían que saber algo de contrabando, aun cuando no se
estén beneficiando de él.
Todos los
compradores, desde Brasil hasta la India o desde Tailandia hasta EEUU,
compran el crudo de Iraq en Basora. Los operarios de los petroleros
también tendrían que haber formado parte de la trama de contrabando.
Estos firmarían recibos por una cantidad inferior a la que realmente
reciben y pagarían la cantidad extra directamente a los
contrabandistas. Los colaboradores más probables son los responsables
iraquíes o los estadounidenses que supervisan la producción y
entrega, o ambos.
2. Petróleo
importado. Iraq se gasta una pequeña fortuna en comprar petróleo a
los países vecinos, como Irán, Kuwait, Arabia Saudí y Turquía.
Gran parte de este combustible va a parar a los conductores locales a
unas tarifas subvencionadas y constituye posiblemente la partida más
costosa de los presupuestos nacionales, detrás de los salarios del
gobierno. En 2005 Iraq gastó 4.200 millones de dólares de sus 24.200
millones del producto interior bruto en petróleo importado; se espera
que la factura de 2006 que supere los 5.000 millones de dólares. Los
contrabandistas desvían una significativa cantidad del combustible
subvencionado por el gobierno para venderlo de nuevo en el extranjero
a su precio real [de mercado]. El ministerio del Petróleo calcula el
coste en 800 millones de dólares.
3. Robo de la
gasolina producida en Iraq. La gasolina iraquí se roba de las refinerías
o de los oleoductos a través de grifos ilegales y se vende de nuevo
dentro del país o se pasa de contrabando al extranjero. Otros 800
millones de dólares es el valor del combustible que se vende en el
mercado negro en todo Iraq, desde Penjwin, al norte, hasta Abu al-Jasib,
al sur.
Los militares
estadounidenses creen que el dinero obtenido de estas operaciones
financia las operaciones de la resistencia, a pesar de que las pruebas
hacen pensar que algo también se desvía hacia las corruptelas.
Según The Wall
Street Journal, a mediados de marzo de 2007, los militares
estadounidenses lanzaron la operación Manos limpias, que puso la
refinería de Beiji bajo el control de la 82º División
Aerotransportada. El gobierno estadounidense pagó la instalación de
videocámaras, pesos digitales para los camiones y “sofisticados métodos
de análisis de datos” para identificar a los altos responsables
iraquíes vinculados con los círculos de venta de petróleo en el
mercado negro.
Hasta ahora han sido
arrestados dos altos funcionarios: Ibrahim Muslit, que dirigía las
operaciones de distribución del petróleo de la refinería de Beiji y
quien supuestamente permitió que 33 petroleros recibieran fuel en un
solo día sin ninguna documentación; y Ahmed Ibrahim Hamad, un alto
funcionario de transportes de la refinería quien supuestamente intentó
colaborar en sacar de contrabando siete petroleros cargados de gasoil.
En las cercanías de
la refinería los soldados también registran los camiones y las
gasolineras para intentar apresar a los contrabandistas cuando
comenten el hecho delictivo.
Tres
tipos de gasolina
A unos pocos pasos de
la frontera con Irán, bajando por la carretera que viene de Penjwin y
las montañas kurdas y que serpentea a través de una de las zonas
iraquíes más intensamente minadas, niños y hombres venden
abiertamente la gasolina de contrabando. Un chico sonriente corre
hasta los conductores, que aminoran la marcha y se paran. Saca con
rapidez un embudo y vacía enteramente bidones llenos en sus depósitos
de gasolina. Ésta es la versión iraquí no oficial de una
gasolinera.
Las autoridades son
muy conscientes del contrabando, pero no pueden hacer nada. “La
traen del otro lado de la frontera con Irán”, dice un policía señalando
hacia el este al puerto de montaña que hay unos kilómetros más allá.
[…]
Hoy en Iraq el precio
oficial de la gasolina normal es de unos 300 dinares el litro y de 350
dinares el diesel (aproximadamente un dólar por cuatro litros) [1].
Hay escasez de suministro oficial de gasolina y está muy racionada.
Los conductores suelen hacer largas colas durante más de un día para
la escasa cuota asignada. Esta situación contrasta enormemente con el
Iraq de Sadam Husein, en el que los coches nuevos estaban restringidos
para las personas ricas o con buenos contactos y la gasolina
subvencionada se vendía a 1,3 céntimos el litro.
Hoy día en muchas
esquinas de las calles concurridas de Iraq se puede disponer fácilmente
de gasolina en el mercado negro. En el norte de Iraq, por ejemplo, los
compradores tienen tres tipos de gasolina a su disposición: la
gasolina iraquí transparente, más barata, de la que un bidón de plástico
de 20 litros de se vende por 12.000 dinares, [que] procede de la
refinería de Beiji, al norte de Iraq; la gasolina iraquí amarillenta
de mejor calidad se vende por 15.000 dinares [el bidón] y procede de
la refinería bagdadí de Dora. La mejor de todas, la gasolina iraní
de un rojo pálido y transportada en camiones a través de las montañas,
se vende en un bidón más pequeño, de 16 litros, por 17.000 dinares.
Esto supone dos o tres veces el precio oficial y es cinco veces más
caro que en Kuwait o en Arabia Saudí.
Paradójicamente,
mientras los iraquíes tienen que comprar gasolina de contrabando de
Irán, se está traficando con sus propias reservas en dirección
contraria, desde Iraq a Irán.
Unos mil kilómetros
al sur de Penjwin, en la ciudad ribereña de Abu al-Jasib, cerca de
Basora, una pequeña flotilla de barcos de pesca sale a navegar cada
mañana. Los barcos, cargados con petróleo suministrado por el
gobierno iraquí al precio especial subvencionado de sólo 10.000
dinares la tonelada (unos siete dólares y medio), regresan todas las
noches sin pesca pero cargados de dinero. La fuente de su riqueza son
los buques iraníes que descargan en el puerto de Abú Flus, donde los
precios son casi cien veces más altos.
Irónicamente, el
coronel Najim Abdulá, el jefe de las patrullas de la Guardia Costera
de Basora, dijo a un periodista que a sus fuerzas armadas no les daban
suficiente combustible para perseguir a los que trampean la ley.
“[…] No puedo apresar contrabandistas que conocen bien nuestras
limitaciones”, afirmó.
(*)
Pratap Chatterjee es un periodista de investigación británico de
origen indio. Es director de ‘CorpWatch’ y desde 1998 a 2003 fue
asesor medioambiental de la Universidad de Berkely; también ha sido
asesor de la radiotelevisión pública de San Francisco. Es asimismo
autor de ‘ Actualmente reside en California.
Nota
de IraqSolidaridad:
1.
En 1990 un dinar iraquí correspondía a más de tres dólares;
durante los peores años de sanciones, la primera mitad de los años
90, un dólar equivalía a 1.800 dinares. En la actualidad, un dólar
equivale a 1.260 dinares.
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