La
ocupación es responsable de la violencia sectaria que asola Iraq y
fuerza al éxodo a su población
Aterrorizar
a toda una nación
Por
Iman A. Jamás (*)
IraqSolidaridad, 09/05/07
Traducido por Felisa Sastre
“La
cara humanitaria del problema iraquí, una catástrofe en sí misma,
es el reflejo de un problema mayor y más peligroso: la ocupación
criminal. Algunos refugiados iraquíes han abandonado el país
aterrorizados por las milicias sectarias, es cierto, pero ¿quién está
detrás de esas milicias? ¿Cuánta gente de fuera de Iraq había oído
hablar de shiíes y sunníes antes de la invasión estadounidense? ¿Quién
las mantiene?: La ocupación”.
El
pasado mes de enero, el ayuntamiento de Bagdad publicó un pequeño
anunció para cubrir un concurso para el entierro de las decenas de
cuerpos “sin identificar” que todas las mañanas, desde hace casi
un año, se encuentran en las calles de la capital. Unos meses antes,
el Ministerio de Sanidad iraquí anunció orgullosamente que había
importado dos enormes cámaras frigoríficas, cada una con capacidad
para doscientos cadáveres cada una, con el fin de conservar esos
cuerpos “sin identificar”. Simultáneamente, se construía un
nuevo gigantesco cementerio “estatal” para enterrar los cadáveres,
una vez numerados y fotografiados, exclusivamente por si un día las
familias tuvieran la inmensa suerte de identificar a un hijo, un
marido o un padre.
Esa
es la razón de que millones de iraquíes están abandonando sus
hogares. Todas las mañanas una larga cola de mujeres cubiertas de
negro, de todas las edades, esperan durante horas a la puerta de la
morgue de Bagdad para preguntar por el cadáver de un ser querido
desaparecido, secuestrado o detenido unos días antes. Los hombres no
buscan a los muertos en la morgue porque siempre hay hombres armados,
escondidos por las esquinas, para cazar a los desconsolados padres y
hermanos. A diario, los transeúntes no se atreven a acercarse a los
cadáveres dispersos por aquí y por allá ya que alguien podría
estar vigilando y pegarles un tiro.
Límites
inimaginables
Esos
son sólo unos pocos ejemplos del nuevo panorama iraquí que supera
todos los límites imaginables de lo absurdo y de lo surrealista, por
no mencionar los bombardeos, los coches bomba, los tiroteos
arbitrarios, los secuestros, los arrestos colectivos e
indiscriminados, las horribles historias de torturas en la cárcel.
(El primer ministro, al–Maliki, ha dicho en Sharm al–Sheikh que la
seguridad mejora y que el plan de seguridad está funcionando bien).
En
la actualidad, las condiciones cotidianas de vida en Iraq son
sencillamente imposibles, pero esa no es la razón por la que los
iraquíes abandonan su país, no se pueden permitir ese lujo; se
marchan para sobrevivir, para existir, porque son bien conscientes de
las condiciones de los refugiados en el interior o en el exterior de
Iraq.
El
Comité de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (UNHCR) afirma
que en la actualidad cuatro millones de iraquíes carecen de hogar;
otras organizaciones de refugiados afirman que el número es el doble.
Pero, en realidad, no importa cuán grande sea la cifra. El hecho es
que la denominada comunidad internacional por fin reconoce, cuatro años
después de la ocupación de Iraq liderada por EEUU, que en el país
existe una crisis humana, aunque la crisis empezó hace cuatro años
o, para ser más precisos, hace 17 años, cuando Iraq fue devastado,
sometido a las más vergonzosas sanciones internacionales que mataron
y desarraigaron a cinco millones de iraquíes. En los últimos cuatro
años, centenares de miles de iraquíes han sido asesinados (de nuevo,
las cifras no son lo importante aquí, bien se trate de 600.000 o de
800.000 según la última estimación del año pasado). ¿Cómo se
puede denominar a esto sino genocidio?
Inminente
tragedia en Oriente Medio
El
mes pasado, el UNHCR celebró una conferencia internacional en Ginebra
para hacer un llamamiento a todos los países del mundo, Estados y
organizaciones, solicitando ayuda para los iraquíes hambrientos y sin
hogar, mendigando donaciones para socorrer a uno de los países más
ricos del mundo, y para poner a salvo a las gentes que escapan del
infierno de la violencia.
Posteriormente,
muchas otras prestigiosas organizaciones internacionales han expresado
advertencias similares sobre la inminente tragedia en Oriente Medio:
la Cruz Roja Internacional, Human Rights Watch y Amnistía
Internacional. Está bien, es importante despertar la conciencia del
mundo sobre la crisis, y apremiar a los pueblos para que ayuden a los
iraquíes, pero resulta realmente asombroso que ninguna de esas
prestigiosas organizaciones, incluido el UNHCR, mencione al verdadero
autor de esos crímenes. Ninguna de ellas ha llamado al crimen
original por su nombre, o al primer criminal con su verdadero nombre:
la ocupación del gobierno de EEUU.
Se
trata de algo de extremada importancia. No sólo porque EEUU es legal
y fundadamente responsable del sufrimiento y de la humillación de los
iraquíes sin hogar, y debería por ello pagar hasta el último céntimo
para garantizar una vida digna a cada uno de los iraquíes. Por favor,
no me malinterpreten. No estoy pidiendo que los estadounidenses envíen
ayuda económica a los refugiados iraquíes. No. Me limito a hacer
constar un hecho, y el hecho es que el Pentágono gasta 8.000 millones
de dólares al mes en las operaciones militares en Iraq, mientras que
EEUU dona 18 millones a través de su programa de ayuda humanitaria
para todo el mundo, en el caso de que lo haga.
La
ocupación, responsable
Sin
embargo, es más importante mantener la invasión y ocupación de Iraq
liderada por EEUU, responsable de los sufrimientos, de la destrucción
y del genocidio, como primer paso para resolver los problemas de los
refugiados iraquíes, y otros muchos. Pero por desgracia, nadie ha
sido lo suficientemente “poco diplomático” para llamar sin
contemplaciones criminal, al criminal, como mínimo.
De
hecho, el Alto Comisionado del UNHCR se refiere a “la complejidad de
la situación” en Iraq, a la “violencia sectaria”, a los
“partidos relevantes”, sin mencionar quienes son, y en realidad
elogia la disposición del gobierno iraquí para afrontar las
necesidades de los desplazados y para apoyar “[…] los esfuerzos de
los países de acogida”. Pero, señores, por favor, el gobierno
iraquí es responsable de la seguridad y del bienestar de todos los
iraquíes dentro de su país, no sólo de los sin techo, sino de todo
su pueblo y, si no es capaz o no está dispuesto a hacerlo,
simplemente, debería irse.
Amnistía
Internacional, por otra parte, pide al gobierno iraquí, a las fuerzas
multinacionales y a otros gobiernos y dirigentes de la región que
“redoblen sus esfuerzos” para encontrar una solución política.
No, gracias, lo que han hecho hasta ahora es más que suficiente.
En
fin, esas organizaciones hablan desde una perspectiva
“humanitaria”, no política. Pero la cara humanitaria del problema
iraquí, una catástrofe en sí misma, es el reflejo de un problema
mayor y más peligroso: la ocupación criminal. Algunos refugiados
iraquíes han abandonado el país aterrorizados por las milicias
sectarias [1], es cierto, pero ¿quién está detrás de esas
milicias? ¿Cuánta gente de fuera de Iraq había oído hablar de shiíes
y sunníes antes de la invasión estadounidense? ¿Quién las
mantiene?: la ocupación.
Así
que los refugiados iraquíes se han convertido en una pesada carga
para los demás ¡Dios mío!, si son los mejores cerebros de Iraq! Sería
muy útil que el UNHCR explicara al mundo cuántos de ellos tienen un
doctorado en Ciencias, cuántos son catedráticos universitarios, médicos,
ingenieros, abogados, ejecutivos, profesores, lingüistas,
intelectuales, periodistas, artistas, todos esos refugiados construyen
Iraq, ¿por qué habrían de necesitar un país de acogida? ¿No será
que a los ocupantes les interesa que estén lejos de Iraq?
Notas
de IraqSolidaridad:
(*)
Imán A. Jamás, escritor y periodista, es exiliada política iraquí
residente en el Estado español desde 2006.
1.
La propia Imán A. Jamás abandonó con sus dos hijas Iraq en 2006
tras reiteradas amenazas y después de aparecer en una lista de
mujeres del movimiento asociativo a ser asesinadas difundida por
escuadrones de la muerte vinculados a milicias sectarias shiíes.
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