El
gobierno enfermo
Por
Alí al–Fadhily (*)
Corresponsal
en Iraq
Inter
Press Service (IPS), junio de 2007
Bagdad.–
Los problemas graves de salud que afrontan altos dirigentes políticos
iraquíes son vistos como simbólicos del estado de ánimo de la
sociedad respecto del gobierno que respalda Estados Unidos.
El
presidente de Iraq, Jalal Talabani, viajó a fines de febrero a
Jordania para recibir tratamiento médico, en medio de informes
contradictorios sobre su salud.
Fuentes
en Amán y de la oficina de Talabani en Bagdad dijeron a los
periodistas que el mandatario de 73 años había sufrido un ataque,
pero su hijo declaró en una entrevista por televisión que en
realidad sufría fatiga o agotamiento.
Mientras,
Abdul Azizi al–Hakim, líder del partido chiita más grande de Iraq,
llegó hace poco a Irán para tratar su cáncer de pulmón, tras ser
diagnosticado en un hospital del meridional estado estadounidense de
Texas.
Se
espera que este hecho en particular cree problemas dentro del Supremo
Consejo Islámico de Iraq, la organización política con la que contó
el gobierno estadounidense de George W. Bush para hacer aprobar varias
normas, especialmente considerando la nueva ley de petróleo.
Las
enfermedades de sus líderes no son simplemente percibidas como físicas
por muchos ciudadanos de este país, ocupado desde marzo de 2003 por
fuerzas militares encabezadas por Estados Unidos.
"Es
un gobierno enfermo desde el inicio mismo, y la ausencia de estas
personas muestra el enorme tamaño del caos en Iraq", dijo a IPS
Waleed Zaidi, un analista político de Bagdad.
"La
verdad sobre los rumores no cuenta tanto como el hecho concreto de que
todos aquellos que se supone conducen al país hacia la estabilidad
están en el exterior por diferentes razones. Una mirada cercana a la
escena iraquí muestra que nadie está trabajando realmente para
mejorar la situación", añadió.
El
parlamento iraquí tampoco ha estado funcionando como debería. Los
problemas se reflejan en las enormes divisiones existentes entre los
grupos de interés del exterior.
"Para
decir la verdad para la historia, debemos admitir que no estamos
haciendo mucho por quienes nos votaron esperando que mejoráramos sus
condiciones de vida", señaló a IPS un miembro del parlamento
que pidió no revelar su identidad.
"Tenemos
nuestras justificaciones para no ser capaces de (desempeñar las
funciones). Desde la dificultad para llegar al edificio del parlamento
hasta las amenazas diarias a nuestras vidas dentro y fuera de la
llamada Zona Verde", alegó.
A
lo largo del año pasado, una cantidad cada vez mayor de iraquíes
comenzó a ver a su gobierno como sólo un títere de Estados Unidos.
"El
gobierno de Estados Unidos se puso furioso cuando el parlamento iraquí
decidió declarar un receso veraniego de dos meses", declaró a
IPS Alaa Abdul Rahman, un abogado de 34 años.
"Todavía
no está decidido si el pedido del gobierno al parlamento de abandonar
el receso a fin de aprobar una 'legislación esencial' será aceptada
o no, pero sabemos que ellos terminarán escuchando a sus amos
estadounidenses", afirmó.
Los
iraquíes convirtieron la crisis del gobierno en bromas crueles sobre
sus líderes, pero al ser entrevistados ninguno intentó ocultar su
frustración.
"Aprovechamos
la oportunidad para votarlos esperando que las cosas mejoraran, pero
la situación está cada vez peor. Todo lo que hicieron fue recaudar
cuantos dólares pudieron, dejándonos como blancos fáciles para
escuadrones de la muerte y bombas callejeras", comentó el
taxista Mansoor Malalla, de 65 años, de Shula, al norte de Bagdad.
"Incluso
los estadounidenses a quienes vimos como nuestros salvadores
resultaron ser asesinos y ladrones. Ahora, yo tengo que trabajar a
esta edad porque temo por la vida de mi hijo en las mortales calles de
Bagdad", agregó.
Otros
se hicieron ecos de sus sentimientos. "Ahora los iraquíes
sienten que no tienen un gobierno. No hay seguridad, abundan las
humillaciones, la pobreza y faltan los servicios esenciales",
indicó Sultan Kathum, un profesor de Hilla que visita la capital del
país frecuentemente para trabajar de modo voluntario como activista
por los derechos humanos.
"Iraq
parece haber vuelto a un tiempo en que los líderes tribales y los clérigos
eran los únicos poderes que podían solucionar algunos de sus
problemas", puntualizó el activista.
Muchos
iraquíes entrevistados por IPS no se mostraron dispuestos a aceptar
las razones ofrecidas por los dirigentes políticos para abandonar el
país.
"Pienso
que Talabani y Al–Hakim huyeron del país luego de saquearlo juntos
con sus familiares y leales servidores", dijo Alí Abbas desde el
área bagdadí de Ciudad Sadr.
"Si
yo hubiera sido uno ellos habría hecho lo mismo, porque ¿para qué
quedarse en un barco que se hunde cuando uno tiene un salvavidas hecho
de oro?", se preguntó con ironía.
Fuentes
de dentro de la fortificada Zona Verde, donde tiene su sede el
gobierno iraquí, calcularon que el número de miembros del parlamento
y de personal del gobierno que asiste a su trabajo puede ser menor a
50 por ciento.
"Más
de la mitad de los parlamentarios, ministros y altos funcionarios están
de vacaciones, licencia por enfermedad o destacados oficialmente en el
exterior", dijo a IPS un funcionario del gobierno que pidió no
dar su nombre.
"Ahora
es una práctica común que pasen más tiempo en el exterior que en
sus oficinas. La razón principal es el temor de ser tomados como
blanco de la insurgencia", concluyó.
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