Finalizar
la guerra de Irak: dos planes contrapuestos
Por
Immanuel Wallerstein
La Jornada, 05/07/06
Traducción de Ramón Vera Herrera
Sólo hay dos planes
serios –o tal vez deberíamos llamarles maquinaciones– para
ponerle fin a la guerra de Irak. Muchos se sorprenderán al darse
cuenta de que uno es formulado por George W. Bush, y el otro por
Moqtada al–Sadr. Los dos planes comparten la presuposición de que
la guerra de Irak es un pantanal donde los proponentes de estos planes
pierden más cada día que pasa. En todo lo demás, ambos (las dos
maquinaciones) están en conflicto entre sí.
Cuando las cosas
marchan mal de todos los modos posibles, los realistas descartan los
objetivos máximos y buscan un arreglo que les otorgue por lo menos
algo crucial. Entonces, la cuestión es: ¿qué es lo absolutamente
crucial para George W. Bush y qué es lo absolutamente crucial para
Moqtada al–Sadr?
Si comenzamos con
Bush, primero que nada olvidemos la retórica y olvidemos lo que eran
sus objetivos al inicio de la invasión de Irak. Pensemos dónde está
él hoy. Ha perdido la mayoría del apoyo popular estadounidense para
la guerra en Irak (éste bajó a un tercio, según las encuestas más
recientes), y todos los signos parecen indicar que a menos que hubiera
una mejoría militar, las cifras serán aún peores hacia fines del
verano. Y en cuanto a la situación militar, el general Petraeus,
comandante de las tropas estadounidenses en Irak, parece ser el
brillante capitán de un barco que se hunde y nada de lo que Estados
Unidos favorece en términos de política iraquí parece estar
ocurriendo. El Partido Republicano corre el riesgo de tener que pagar
un alto costo por esto en las elecciones de 2008.
Entonces, si fueran
ustedes Bush, ¿qué intentarían salvar? De la larga lista de
objetivos estadounidenses en Irak, el más importante ha sido el
establecimiento de una base militar estadounidense, de largo plazo, en
el país. En términos de política estadounidense, sin duda Bush
querría minimizar el impacto negativo sobre las elecciones de 2008.
Si estas dos cosas tuvieran prioridad, ¿cómo habría que hacerle?
Una filtración reciente indica cuál maquinación se cocina.
Si a principios de
2008 Estados Unidos anunciara que reduciría su presencia de tropas a
la mitad, y que en gran medida retiraría sus tropas de las acciones
en el frente de batalla, ¿cuál sería la consecuencia? Primero que
nada, mellaría el ataque que hacen los demócratas cuando afirman que
nada se hace para reducir el involucramiento y las bajas
estadounidenses. Segundo, pondría a los demócratas en la situación
embarazosa de tener que decir si favorecen o no el mantenimiento de
bases de largo plazo en Irak. Hay probabilidades de que muchos, tal
vez la mayoría demócrata, favoreciera esto. Hay probabilidades de
que incluso un presidente demócrata, si fuera electo en 2009,
continuaría con esta política.
¿Qué podría perder
Estados Unidos? Perdería su capacidad de interferir de modo cotidiano
en la política iraquí. Podría también perder la propuesta reforma
petrolera que Bush (y los demócratas) quieren que el parlamento iraquí
promulgue. Probablemente conduciría al aumento de un poder suave de
Irán en Irak. Pero Estados Unidos tendría las bases, lo que mellaría
la culpabilización del Partido Republicano por el fiasco en Irak.
¿Puede Estados
Unidos hacer esto? ¿Es ahí donde el plan contrario (o maquinación
contraria) de Moqtada al–Sadr entra en operación? Una vez más hay
que olvidar la retórica y hay que olvidar lo que Al–Sadr hubiera
querido en 2003. Miremos sus dilemas. El es fuerte política y
militarmente, pero tiene poderosos oponentes dentro de Irak. Tiene una
organización que no está totalmente bajo su control. Si Estados
Unidos se retira precipitadamente, no es nada seguro que en el mayor
caos resultante pueda salir adelante.
Así que, ¿cuál es
su cuestión de fondo? El quiere que Estados Unidos se retire por
completo y quiere un gobierno central iraquí razonablemente fuerte.
Es un líder chiíta, no hay duda, pero también un nacionalista iraquí.
Su base está en Bagdad, y mucho federalismo puede crear grandes
problemas para su supervivencia. ¿Qué podría hacerlo buscar un
arreglo? ¿Cuál es su maquinación?
Parece clara, dado
que el diseño emerge de modo tan público. Quiere hacer un trato con
la resistencia sunnita. El y ellos comparten tres intereses: hacer que
las tropas estadounidenses se vayan, frenar la violencia sunnito–chiíta
que se está saliendo de su control, y crear un gobierno central
relativamente fuerte. El trato tendría que involucrar mayor
participación sunnita (e incluso baathista) en el gobierno. Pero eso
implicaría una acción conjunta para librar a Irak de los elementos
de Al Qaeda. E implicaría asimismo derrotar la reforma petrolera.
Esto último es probablemente fácil, porque casi nadie en Irak
favorece la propuesta de reforma, aunque se opongan a ella por
diferentes razones. Y se opondrían a unas bases estadounidenses de
largo plazo.
¿A qué estaría
renunciando Al–Sadr? Primero que nada a su profundo antagonismo con
los baathistas. ¿Puede no ceder en esto? Hay varios obstáculos
internos: sus rivales chiítas, los kurdos y Estados Unidos, tal vez
incluso los iraníes. Pero mantendría muy en alto el estandarte del
nacionalismo iraquí, lo que a fin de cuentas resonaría profundamente
en Irak.
Estas dos
maquinaciones comenzarán a confrontarse abiertamente en 2008 y 2009.
No queda claro aún cuál de las dos prevalecerá.
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